Don Leonardo despertó con el pendiente de la llamada que Emiliano iba a efectuarle a Elizabeth, se arregló rápidamente y fue al encuentro de su hijo, quien estaba en uno de los bancos del jardín perdido en sus pensamientos, de tal manera que no se percató de su presencia hasta tenerlo al lado.Al mirarlo a los ojos, preguntó: –Hijo, ¿lloraste?, ¿no resultó como esperabas? –Todo lo contrario, papá, mi esposa y mi hija estarán aquí en dos días. –Entonces, ¿por qué estás así? –No puedo perder esta oportunidad papá, no me lo perdonaría y me sería imposible vivir sin tenerla conmigo, adoro a mi hija, pero su madre es mi todo. –Bueno entonces, ¿qué planeas hacer para darle la bienvenida que se merece?Emiliano se incorporó bruscamente del banco, le sonrió a su padre y caminando hacia la casa comenzó a llamar a su asistente a los gritos: –Max, Max, ¿dónde te metes cuando tengo una emergencia? –Aquí estoy jefe
Don Leonardo observó la presencia de los padres de Elizabeth y lentamente fue acercándose a ellos, llevaba de la mano a su nieta, al estar cerca intervino saludando. –Buenas tardes, ¿cómo están? –Extrañados de que no nos invitaron a este evento –señaló la madre de Elizabeth, antes de fijarse en la niña. –¿Tú eres mi abuela? –preguntó Orlena reconociéndola de pronto. –Sí niña, soy la madre de tu mamá, por lo tanto, tu abuela –dijo duramente. –Precisamente de tu hija debemos hablar –agregó su padre–, ¿hay algún lugar privado donde podamos hacerlo?Extrañada Elizabeth asintió y les pidió que la siguieran, Emiliano fue con ellos, pero tuvo cuidado de advertirle a su padre que se quedara con su hija y la mantuviera alejada de la pareja.Entraron a la mansión y se dirigieron al despacho ubicado en planta baja, tomaron asiento y sin demorar mucho, Elizabeth les pidió que hablaran. –Vinimos por nuestra nieta, queremos edu
Emiliano y Elizabeth entraron al edificio de oficinas directamente por el estacionamiento, ella se quedó en el piso de Finanzas y él continuó hasta el último piso, no sin antes despedirse acorralándola contra la fría pared del ascensor para besar sus labios y su cuello. –Que tengas un feliz primer día preciosa. –Igual tú, tal vez te haga una breve visita en tu oficina, más tarde. –Hazlo por favor.Se separaron y ella caminó con confianza hasta la oficina del director Conti, él apenas la vio aparecer en su puerta, se levantó entusiasmado y acudió a su encuentro. –Señorita Mancini, o no, perdón, debo decir señora Riva. –Mejor dígame Elizabeth director Conti, es un placer volver a verlo. –Yo me alegro mucho de que estés aquí, te haré una confesión muy sincera, he tenido 8 asistentes, incluso de a dos al mismo tiempo y no pude rendir en el trabajo tanto como cuando estaba contigo. Gracias por regresar para que mi vida
A partir del siguiente día, Emiliano se dispuso a entrar por la puerta principal de su edificio de oficinas tomado de la mano de Elizabeth, subían juntos al ascensor, él la acompañaba hasta su escritorio donde le daba un beso en los labios y luego se iba a su piso.No siempre podían compartir durante el almuerzo y si tenían que salir a horas distintas, acordaban esperarse y ayudarse mutuamente. La estrategia de Emiliano resultó en que se acabaron los rumores sobre ellos desde el primer día que los vieron como pareja. –¿Viste eso? –comentaba una de las empleadas. –Eran el CEO y la asistente de finanzas, ¿cómo le hizo? –señaló otra. –Algunas con mucha suerte, se fue, pasaron los años y regresó como si nada al mismo puesto que ocupaba y ahora de la mano del gran jefe –agregó una tercera. –¿Se enteraron?, la de finanzas es la esposa del CEO –dijo una de las recepcionistas incorporándose al grupo que murmuraba. –¿Su esposa?, ¿casa
Stéfano fue notificado por Max y de inmediato hizo arreglos para que Emiliano fuera atendido en Francia por uno de los jefes del grupo de rescate y le permitieran conocer de primera mano todo lo que estaban haciendo para rescatar a su esposa.Al descender del avión lo condujeron a unas oficinas donde le ofrecieron café, que él aceptó solo por sostener algo en sus manos, durante el vuelo se había mantenido en silencio, sumido en sus pensamientos y no había aceptado nada de lo que le ofreció Max.Pasadas unas dos horas de su llegada, el padre de Trevor llamó a Emiliano. –Señor Riva, al fin lo localizo, ¿usted sabe algo del rescate?, nadie me dice nada aquí en Londres, solo que están en labores de búsqueda. –Yo estoy en Francia en la oficina del grupo de rescate, aun no hay noticias, le avisaré cuando me entere de algo. –Esto es terrible, no puedo moverme de aquí, porque mi esposa está bajo sedantes debido a lo ocurrido con Jessia, que tampoco ha reacc
Don Leonardo llegó a Paris con Orlena, Max los recibió en el aeropuerto y los llevó directamente al hotel para registrarlos y dejar el equipaje, Aura viajó con ellos para ocuparse de la pequeña, quien había estado concentrada en su Tablet investigando sobre las lesiones de su madre.Se encontraron con Emiliano en el hospital, Elizabeth ocupaba una habitación privada donde él se había instalado también, allí Max se encargaba de llevarle ropa y comida, trabajaba en su portátil y esperaba pacientemente, aunque sin dejar de rezar, a que su esposa recuperara la consciencia.Orlena entró de la mano de su abuelo y después de abrazar y besar a su papito, la ayudaron a acercarse a su madre. –Hola mamita, ya estoy aquí, he averiguado mucho sobre tu lesión y es muy importante que pongas de tu parte, papito y yo necesitamos que luches con todas tus fuerzas para despertarte, hablaré con el médico porque también necesitas estímulos externos, pero la mayor parte del trabajo es tuyo.
En los años siguientes la vida del CEO Emiliano Riva y su esposa Elizabeth Mancini evolucionó mucho. Ella se convirtió en directora de Finanzas, cargo que alternaba con la maternidad porque luego de Danilo, al año siguiente había dado a luz a Lorenzo y dos años después nació Francesca, esta pequeña acababa de cumplir 4 años. La familia en pleno estaba reunida en la Universidad de Roma La Sapienze, donde Orlena Riva Mancini recibiría los títulos de Biotecnología y de Informática aplicada e inteligencia artificial. Se quedaría en la universidad como facilitadora mientras estudiaba una maestría, antes de viajar a Francia ya que aun tenía la oferta de convertirse en investigadora para el hospital Lariboisiere de Paris. Emiliano había sido muy enfático al decir que no le permitiría irse a Francia antes de cumplir al menos 16 años, que pudiera conducir y demostrarle que sabría vivir sola respetando las normas. Igual ya él había dispuesto un ejercito de personas que estarían al cuidado de s
–Señor Emiliano, señor por favor, ya es hora de arreglarse para ir a la ceremonia.–Estoy ocupado Max –respondió agitado porque estaba alternando sus estocadas entre una morena voluptuosa y una rubia platinada que gritaba de placer, tenía a las dos mujeres desnudas frente a él con sus caderas levantadas al aire.–Pero usted me dijo que le avisara.–Joder Max, en mi habitación está el traje, póntelo y vas por mí.Al otro lado de la puerta su fiel servidor contuvo la respiración, él no podía hacer eso, ya estaba casado.–Yo estoy casado señor.–No te vas a casar tú, solo vas a representarme, inventa cualquier cosa para excusarme.–Eso no va a salir bien…–¿Vas a seguir interrumpiéndome?, haz lo que te digo.El hombre llamado Max, fue a la habitación de su jefe y tomó el traje de tres piezas, el chaleco haría juego perfectamente con el traje que se le había enviado a Elizabeth.Emiliano había accedido a casarse porque su padre seguía empecinado en la estúpida tradición de su abuelo de qu