Elizabeth estaba completando los formularios de ingreso a la empresa cuando fue notificada de que el CEO Emiliano Riva solicitaba su presencia en su oficina, asintió y terminó calmadamente de cumplir con los requisitos de nuevos empleados.
Al terminar se dirigió al último piso del edificio donde se encontraban las instalaciones de Presidencia, llegó y fue recibida por la cara de muy pocos amigos de la recepcionista del piso.
–¿Qué desea?
–Buenos días, he sido notificada de que el señor Riva quiere verme.
–¿Quién le notificó?
–No sé su nombre, alguien llamó a Recursos Humanos.
–Voy a verificar –marcó un número, habló algo que Elizabeth no entendió y enseguida apareció otra chica, alta y vestida para matar, quien vio a Elizabeth de pies a cabeza, antes de decir:
–¿Tú buscas al señor Riva?
–Sí.
–¿Para qué?
–Pregúntele a él, fue quien pidió verme.
–Espera aquí.
Se dio media vuelta y moviendo exageradamente su cabello y sus caderas, se dirigió a la oficina del fondo del pasillo, la cual tenía una gran puerta de madera oscura.
–Cariño, en recepción hay una mujer que quiere verte, dice que tú la mandaste a venir.
–Sofía te he dicho incontables veces que no me digas así.
–Pero te gusta que lo haga.
–Cuando estamos desnudos en la cama, aquí en la oficina no, tienes que guardar las distancias.
–Está bien, ¿qué hago con la mujer?
–Hazla pasar.
La chica se acercó a la puerta y llamó a Elizabeth, la hizo pasar y se quedó parada en la entrada, Elizabeth ingresó y saludó cortésmente, Emiliano respondió mientras se ponía de pie y se aproximaba a la hermosa mujer que tenía frente a él, de soslayo vio a su secretaria y le dijo:
–Sofía, puedes retirarte y por favor, cierra la puerta, que nadie me moleste.
Sofía asintió de mala gana y cerró dando un fuerte portazo, que hizo dar un salto a Elizabeth.
–¿Puedo saber para qué me mandó a llamar?
–¿Sabes quién soy?
–Por supuesto y usted, ¿sabe quién soy yo?
–Lo supe esta mañana, gracias al CFO Augusto Conti. Quería verte para darte algunas indicaciones.
–No es necesario, sé exactamente lo que contienen sus indicaciones y créame, yo no tengo ningún interés en divulgar que estamos casados, mi presencia aquí será solo para desempeñar mi carrera, estaremos a 10 pisos de diferencia por lo que estoy segura de que ni siquiera nos tropezaremos por accidente, adiós y que tenga un buen día.
Elizabeth dio media vuelta y salió de la lujosa oficina de Emiliano sin darle tiempo a decir una sola palabra. Pasó delante de la secretaria, que se había quedado en el pasillo, y frente a la recepcionista sin mirarlas siquiera, no se había sentido bienvenida y no tenía por qué ser amable con ellas.
Al abrirse el ascensor se topó con Stéfano quien abrió la boca, pero solo expulsó el aire, se hizo a un lado y le permitió entrar, se giró para seguir viéndola con una gran sonrisa en su rostro, esperó hasta que las puertas cerraron totalmente y se fue casi corriendo hasta la oficina de Emiliano.
–Emiliano Riva, esa mujer es una diosa, ¿qué hacía en este piso?
–La mandé a llamar para conocerla.
–No amigo, por favor, tú tienes a casi todas las secretarias de aquí, déjamela tranquila.
–Stéfano, escúchame bien lo que voy a decirte porque no lo repetiré nunca más. Elizabeth Mancini está prohibida para ti.
–¿Por qué?
–Es protegida de mi padre, ni siquiera yo puedo acercarme a ella. ¿Entendiste?
–Si tú no te acercas, yo tampoco, no quiero problemas con el ogro de tu padre.
Emiliano asintió conforme, aunque no estaba muy seguro de cumplir, la vio, la tuvo cerca y lo que sintió en su presencia era algo que no había experimentado antes, la curiosidad por conocer más de su esposa se había incrementado mucho, así que por lo pronto iría a casa de su padre esa noche para cenar.
***
Entró a la casa de su padre y escuchaba risas que provenían del área de la cocina, se acercó y quedó de una pieza al ver a su padre cortando unos tomates, mientras Elizabeth removía una olla en la estufa y Aura la cocinera sacaba una bandeja del horno, todos reían y conversaban animadamente, la primera en notar su presencia fue Aura y enseguida le dijo.
–Emiliano, ¿va a cenar aquí?
–Sí Aura, si no es molestia.
–Hijo, que ocurrente, ¿cómo va a ser molestia que cenes en tu casa?
–No avisé que venía.
–No importa, hay suficiente comida para un ejército, jajaja.
–Padre, ¿desde cuándo cocinas?
–Desde que Elizabeth me retó, resulta que le gusta cocinar y se ofreció a hacer la cena si yo la ayudaba y aquí me tienes.
Elizabeth aún no se había girado, se mantenía de espaldas, fingiendo estar ocupada y concentrada en lo que removía con mucho ahínco en esa olla. Emiliano no despegaba la vista de su esposa y ella hacía un esfuerzo sobrehumano para no voltear. De pronto, él anunció que se daría una ducha para bajar a comer, por lo que Elizabeth volvió a respirar.
Desde que lo había visto en la mañana se sintió inquieta con su imponente presencia, se acercó a él lo suficiente para hablarle muy bajito por si las mujeres de afuera querían enterarse de lo que conversaban, así que pudo oler su embriagante perfume y aun lo tenía grabado en sus sentidos.
Aura comenzó a poner la mesa ayudada por Elizabeth, tomaron asiento y esperaron hasta que Emiliano apareció vestido casualmente, provocando que su esposa lo mirara de pies a cabeza, se sentó frente a ella sin dejar de observarla con una media sonrisa en su boca, fueron servidos y el señor Riva, señaló que todo estaba delicioso, en especial la ensalada caprese insistía, haciendo reír a Elizabeth.
–Padre me quedaré esta noche a dormir aquí, ¿quieres jugar una partida de ajedrez?
–Será un placer hijo, hace mucho que no lo hacemos.
Elizabeth se estremeció cuando lo escuchó decir que se quedaría a dormir, pensó que al retirarse se encerraría en su habitación y no podía entender por qué se había instalado esa idea en su mente.
–Con su permiso caballeros, me retiraré porque estoy cansada, tenía mucho tiempo sin madrugar.
–¿Quieres irte conmigo a la oficina mañana?
–No Emiliano, podemos compartir en la casa una comida, pero fuera de esa puerta –dijo mientras señalaba la gran entrada de la casa– tú y yo no tenemos nada en común. Buenas noches.
–Es una mujer de carácter y tu comportamiento anterior la llevó a cerrar cualquier posibilidad de ser al menos amigos durante el tiempo que estén casados. Fue muy humillante para ella el que tú no aparecieras a la boda y mandaras a tu asistente como si ella no tuviera ningún valor para ti –le dijo su padre con reproche.
Desde que Elizabeth salió del internado e ingresó a la universidad la relación con su padre comenzó a deteriorarse, le advirtió muchas veces que asociarse con su tía, la hermana mayor de su progenitor, no era buena idea, porque ella siempre fue muy frívola, se había casado varias veces y cada vez lo hacía con hombres mucho más jóvenes que ella, que solo se aprovechaban de sus contactos para entrar al mundo de la música o del modelaje.Su última jugada fue dejar a su padre en la ruina, su pareja la manipuló de tal manera que cumplió todos sus caprichos, abusó de la confianza de su hermano y desvió todo el capital de la familia a unas cuentas imposible de rastrear.Elizabeth, en ese entonces, vivía con una compañera cuyo hermano le había ofrecido un cargo en su empresa londinense, tuvo que rechazarlo y regresar a Italia para cumplir con ese absurdo acuerdo en el cual terminó casada con Emiliano Riva.Un momento después de firmar el acta matrimonial su padre tenía a su disposición todo e
Llegaron a la sala de reuniones y por mucho rato se enfocaron en analizar las propuestas que tenían sobre la mesa, todas eran altamente beneficiosas para ambas empresas, por lo tanto, Emiliano Riva y Trevor Williams estaban a punto de convertirse en socios, solo faltaba un detalle que Emiliano quería aclarar antes de firmar cualquier acuerdo y esperaba ansioso la hora de salir a comer para poner todas las cartas sobre la mesa. –Señor Williams quise que viniéramos a comer solos porque necesito aclarar algunas cosas antes de establecer algún trato con usted. –Siéntase en libertad de preguntar lo que realmente quiere saber señor Riva. –Usted dijo que Elizabeth vivió con usted en Londres, ¿puede decirme en calidad de qué? –Antes de responderle necesito saber en qué se basa su interés. –Elizabeth y yo nos casamos el viernes pasado. –¡¿Qué?!, ¿mi pulga ya es una señora casada? –Todavía estoy esperando la res
Elizabeth se dirigía a su oficina cuando en el pasillo se encontró con Trevor. –¿Qué juego se traen ustedes?, la tensión se siente en el aire –preguntó capcioso su amigo. –Esta mañana me invitó a Londres y lo rechacé, hizo todo esto aquí para envolverme y terminé incluida en su viaje. –¿Esta mañana?, ¿vives con él? –Vivo en su casa, no con él. ¿Cuándo te vas? –Esta tarde, mi novia no me permite más de tres noches fuera de casa. –Ajá, sabía que encontrarías quien te domara, jajaja.En el preciso momento que soltaba la carcajada, Emiliano se paró a su lado y con una ceja alzada pregunto: –¿Qué es tan gracioso señorita Mancini? –Nada que usted pueda entender, es algo entre Trevor y yo.La mirada de Emiliano se oscureció y Trevor evitando quedar en el fuego cruzado, intervino rápidamente para anunciarles: –Señores yo me despido, tengo que tomar un vuelo en pocas horas, fue un placer
Estuvieron un buen rato revisando los montos que Elizabeth había resaltado, él la observaba admirando su profesionalismo y destreza, se encontró deseando atraparla en sus brazos para probar su boca que se le antojaba cada vez que ella mordía el lápiz con gesto preocupado; ella sentía su cercanía y su centro palpitaba por lo que ansiaba terminar lo más pronto posible. Con la ayuda de Emiliano, encontró varios cargos que realmente no tenían explicación, él no los había efectuado y tampoco recordaba haberlos autorizado. Lo más notorio era que ocurrían casi inmediatamente después de él efectuar un gasto y los montos eran muy similares a los suyos. –¿Cómo puede haber movimientos de esa cuenta que desconozca?, es exclusiva para usted, debería sea capaz de explicarlos, –inquirió Elizabeth –Un momento, no se te ocurra insinuar que yo mismo me estoy desfalcando. –Aparte de usted, ¿quién más tiene acceso a esos códigos? –Nadie más, ni siquiera
Apenas Emiliano salió del ascensor en el piso de presidencia, fue abordado por Sofía: –Tengo que hablar contigo. Él la miró extrañado y con un gesto le pidió que lo siguiera. Al entrar a la oficina, ella estalló furiosa: –¿Por qué tienes un viaje a Londres y yo no estoy incluida? –preguntó en voz alta. –Ante todo, baja la voz, es un viaje estrictamente de trabajo, no tendré tiempo para distracciones. –¿Estás seguro? –inquirió con ironía–, no intentes engañarme, te vas a llevar a la nueva de Finanzas. –Porque Conti dice que ella hizo el enlace con la oficina de Londres y yo no quiero perder tiempo, así que ella va conmigo y en una semana tengo lista y activa mi asociación con los ingleses. –Mas vale que te comportes cariño, no voy a tolerar que te enredes con la nueva –expresó en tono amenazante. –Sofía, Sofía, a veces pienso que se te olvida tu posición, tú no estás en condiciones de exigirme ab
Elizabeth y Conti regresaron a la oficina al terminar su almuerzo, pocos minutos después ella se dirigió a la oficina de su esposo portando los documentos que él le había solicitado para revisar.Llegó al piso de presidencia y fue interceptada por Sofía… –¿Adónde crees que vas? –El señor Riva me pidió estos documentos para revisarlos. –Dámelos, yo se los llevaré. –No, yo los revisaré con él. –Óyeme bien recién llegada, Emiliano y yo somos pareja, llevamos más de dos años juntos, así que retírate sin daños, el hecho de que vayas con él en este viaje no significa nada, es solo estrategia para sus negocios porque cree que eres inteligente y lo ayudarás en Londres. Así que una vez que regresen presentarás tu carta de renuncia o te haré la vida tan miserable que desearás no haber venido nunca a esta empresa. –¿Terminaste ya tu aburrido monólogo?, como dije tengo unos documentos que debo revisar con el señor Riva –expre
Emiliano cerró la llamada con su asistente después de esa orden y se giró para encontrarse con la mirada de su padre. –¿Qué? –¿Mandaste a investigar a Elizabeth?, ¿te alteró saber que salió de viaje? –Padre, no te metas. –¿Qué te pasa con ella? –No lo sé bien, me desafía, me ignora, me provoca, me vuelve loco. –Jajaja, estás pagando por no haberte presentado a la boda. –No fue tan malo, igual terminó casada y logró cobrar hasta el último centavo del acuerdo, además sigue disfrutando porque tiene una buena cantidad a su disposición. –Sigue diciéndote eso, ¿no se te ocurrió pensar que aparte de su obligación con su padre, podría haber tenido la intención de llevarse bien contigo? –¿Quieres decir que esperaba un verdadero matrimonio? –Tal vez, debes admitir que es preciosa e inteligente, cualquier hombre con cerebro trataría de conquistarla, tú la tenías fácil
Elizabeth no sentía la confianza necesaria para contarle a sus nuevas amigas la verdad de su vida, así que optó por una explicación más dramática. –Es mi ex, aun no asimila que no quiero nada más con él. –¿Dejaste al hombre más bello del mundo?, amiga a un hombre así, se le perdona todo –exclamó una de las chicas. –No es hombre de una sola mujer y yo soy muy egoísta, no podía aceptar que debía compartirlo. –Yo lo comparto, te juro que lo comparto, con tal de estar con él un ratico –dijo riendo otra. –Pues adelante, no creo que se niegue. –No amiga, los hombres así sean ex de las amigas, son sagrados –aseveró la tercera de las chicas.Los hombres de antes, volvieron a acercarse y las chicas se pararon a bailar con ellos, pero Elizabeth declinó la invitación porque la aparición de Emiliano alteró su buen humor, el rubio se sentó a su lado. –¿Tienes problemas en tu matrimonio? –No sé si el tér