“Tan apuesto y tan frío. Ah, no tengo suerte en el amor, eso es seguro”
Carlotta sabroseó un segundo con los ojos al Duque, lamentando internamente que este llamativo hombre iba a ser su esposo, pero lo que tenía de buen mozo se lo quitaba esa cara de trol gruñón.
— Duque, le advertí que esta mujer solo nos avergonzaría. Acaba de entrar por la puerta y ya está causando discordias en la familia.
— Hermano, sabes que madre tiene problemas del corazón, yo creo que deberías pensar mejor tus decisiones…
De repente, la dulce mujer al lado de la exDuquesa se levantó para apoyar a su madre y miró hacia Carlotta, obviamente señalándola como culpable.
Carlotta no entendía muy bien todo este teatro que se había armado de repente.
— Madre, ve a descansar, Valentina, por favor, lleva a madre a su cuarto
El Duque ordenó, pero con mayor suavidad al hablar con su hermana mayor.
— Pero Stefano…
— Madre – ya el tono fue más autoritario
— Te dije que yo me haré cargo, ¿bien? Ve a descansar y usted, Srta. Rinaldi, viene conmigo a mi despacho.
Se giró de repente para ordenarle a Carlotta con prepotencia.
“¿Qué, acaso soy tu perro?”
Carlotta puso los ojos en blanco, pero su cara se mantuvo igual.
No importa lo pesadito que fuera el Duque, necesitaba su dinero.Solo esperaba que no intentase arrastrar su moral por el suelo, porque ella igual tenía sus límites de tolerancia.
Pensaba miles de tonterías mientras seguía la ancha espalda de su futuro esposo, detrás de ella, otro hombre alto, con cara igual de fiera e intimidante, la seguía.
Parecía ser el guardaespaldas del Duque.
*****
— Siéntese - el Duque le indicó, tomando asiento detrás del escritorio en su despacho.
Carlotta miraba con disimulo las altas estanterías llenas de libros y es que aquí, todo destilaba dinero.
Ni su casa, en sus mejores momentos, ya esto era otro nivel.
— Voy a ir directo al grano porque no me gustan los rodeos. Nos casaremos como acordé con su padre, pero estas son mis reglas personales y espero que no las olvide jamás, no soy un hombre con mucha paciencia.
Los ojos azules se clavaron en ella despiadados y sin pizca de sentimientos.
— Solo será Duquesa en un papel, no tiene ningún derecho real ni voz o voto en esta mansión, usted será algo así como un mueble más, otra sirviente más, otra…
— Ya entendí, Duque, el perro en su casa tiene más derechos que yo, ha sido más que claro – Carlotta, igual lo miró de frente.
“Ay San Apapucio, dame paciencia que necesito el dinero de este señor”
Stefano elevó una ceja contemplando a la bajita mujer delante de él.
Parecía una gata salvaje a punto de sacarle las garras en cualquier momento.
Pensaba que estaría temblando como casi todos los que hablaban con él, sin embargo, ya fuera que estuviese fingiendo o no, le devolvía la mirada con seguridad y hasta ¿fastidio?
— Si entendió el punto, entonces espero que no lo olvide. Por lo mismo, tampoco tendrá ninguna visibilidad, en los eventos que salga la familia no asistirá, ni dará reportajes, entrevistas, nada.
— Métase en la cabeza que su única función aquí es darme un heredero, cosa, que si no veo avanzar en el plazo de un año aproximadamente, cancelaré este matrimonio.
Le anunció por lo claro, al final su objetivo con este absurdo de buscar una esposa, era porque el Ducado necesitaba continuidad de un hijo varón, si no, jamás hubiese herido de esta manera a la mujer que realmente vivía en su corazón.
— ¡¿Me dará entonces el divorcio?!
Carlotta exclamó de alegría inclinándose hacia delante, pero al verle la cara al Duque, se recompuso
— Digo que, si no tengo ningún hijo, puedo irme al año, ¿cierto?
— Parece muy desesperada por salirse de este matrimonio, si no se quiere casar conmigo entonces…
— Sí, sí, me quiero casar.
“¡Ay no, el ganso de oro se iría volando por sus burradas!”
— Claro, honraré su acuerdo con mi padre, sin embargo, tengo una petición privada que hacerle.
“Así que petición y todo, como si casarse con él, ya no fuese suficiente honor para ella. ¿Qué se traía esta mujer entre manos?”
— Soy todo oídos – Stefano se recostó al lujoso respaldar de terciopelo en rojo.
— Necesito… necesito dinero – a Carlotta se le daba fatal esta petición.
Por mucho que se convenció de que era para una causa justa y lo practicó una y otra vez delante del espejo, se sentía como una descarada trepadora.
Por la cara con que el Duque la observó, era lo mismo que él opinaba.
“Así que dinero, de tal palo podrido, tal astilla, como se imaginaba, igual que su padre, era toda una extorsionadora”
Stefano pensó mirándola de arriba abajo.
Una trepadora arribista como ella era justo lo que necesitaba para sus planes.
Sus ojos agudos se dirigieron a los marrones oscuros del hombre silencioso, cuidando la puerta, intercambiando un entendimiento.
— Bien, le daré la cifra que me pida, mientras no sea estrafalaria, por supuesto, sin embargo, a cambio también tengo mis condiciones— agregó antes de que Carlotta pudiese disfrutar de su alegría.
— ¿Condiciones? ¿Cuáles serían?
— ¿Cuánto necesita? – fue la respuesta del Duque.
— 40, ¿40 000? – hizo sus cálculos con los otros 10 000 que ya poseía.
— Es una pregunta, porque créame que no leo mentes todavía.
“Graciosito el Duquecito”
— 40 000, es lo que deseo para casarme con usted y seguir sus reglas
Esta vez lo dijo con mayor firmeza, si total, ya la cara la tenía por el suelo.
— Le daré ese dinero más la pensión mensual que se le asigna a la duquesa, pero no por casarse solo conmigo y darme un heredero, sino por cumplir con todas mis peticiones, sobre todo, en la… intimidad
El Duque le dijo y Carlotta se tensó un poco.
¿El Duque acaso tenía algún raro fetiche?
— Créame que no es ninguna de las tonterías que se está imaginando – en su cara pudo ver todos sus pensamientos reflejados, esos ojos cafés, eran demasiado expresivos
— Lea este contrato atentamente y si está de acuerdo con todo, tenemos un trato.
El hombre parado a su espalda, alto y musculoso, de cabello negro igual, serio e intimidante, tomó una carpeta en rojo de las manos del Duque y se la pasó a Carlotta, que subió la cabeza desde la silla, para mirar al impresionante jefe de seguridad delante de ella.
Entre él y el Duque, no se sabía cuál estaba mejor.
Aunque el Duque tenía un aura fría, elevada e intimidante, y este hombre era más salvaje, más tosco y parecía muy muy… peligroso.
— Gracias
Carlotta se obligó a apartar la mirada de sus penetrantes ojos marrones y se concentró en el contrato que encadenaría su vida por un año con el Duque.
Un año, lo había decidido, iba a ser una mezquina mentirosa, pero no tendría un hijo de ese hombre, tomaría pastillas a escondidas, lo que fuera necesario, pero su hijo sería suyo, nadie se lo quitaría y menos que naciera en este nido de víboras millonarias.
— ¿Órdenes en el dormitorio? ¿Es eso de sumisa y domi…? — le preguntó luego de leer un poco
— ¡No, por supuesto que no! - el Duque le respondió enseguida
— Solo debe seguir mis indicaciones sin cuestionar, ¡ni preguntar nada! Si le digo que se tiene que tapar los ojos, lo hace, que no me gustan los gemidos, no gime, que escuche algo que no debe, ¡puedes se calla!, ¿entiende?
— Porque créame cuando le diga que en el momento que rompa su promesa y el trato entre ambos, si firma ese contrato, se va a arrepentir y mucho, Srta. Rinaldi.
— No soy un hombre amable, ni comprensivo. Me traiciona y lo lamentará, usted y toda su familia. Empezando porque me deberá el quíntuple del dinero que le di.
La amenazó y Carlotta se estremeció de repente con temor, al ver a sus ojos crueles.
Ella lo supo, este Duque era más peligroso de lo que incluso aparentaba y estaba pensando en meterse en su vida.
¿Opciones tenía? Ninguna, así que tomó el papel y estampó su firma.
Ella tomaría su dinero e incluso estaba pensando en engañarlo en secreto con lo del hijo, así que lo mínimo que podía hacer era callarse y obedecer.
Si el Duque le pedía que saltara como mona sobre la cama antes de acostarse con ella, ni modo, bailaría como chimpancé.
— Bien, acomódate y más tarde el chofer te llevará a un laboratorio donde te harán algunas pruebas para ver que todo esté bien.
— Cuando salgan los resultados en unos días, nos casaremos, por supuesto, dependiendo de los resultados… — la miró de repente como cuestionándola.
— Estoy en perfectas condiciones para ser su incubadora humana – Carlotta le respondió resoplando un poco.
— Ahórrese los sarcasmos en el futuro Srta. Rinaldi, si algo sale mal en esas pruebas, este contrato es nulo, no hay matrimonio y nada hemos hablado, ¿le queda claro?
— Como el agua – Carlotta le respondió y el Duque le hizo un gesto, de que se podía marchar de una vez, pero luego recordó un detalle.
— Otra cosa, en esta casa manda mi madre cuando yo no estoy, no quisiera llegar nuevamente y verla discutiendo con ella como una verdulera. Compórtese con algo de decencia.
— Entonces por favor dígale a su madre, que no se meta conmigo, que yo solo muerdo cuando me provocan – le respondió, levantándose y girándose, caminando muy digna hacia la salida.
Al Duque incluso no le dio tiempo de reaccionar para responderle y solo miraba medio asombrado a su espalda en retirada.
Había que ver el mal genio de su futura esposa.
— ¿Será que me deja salir? – se paró delante del guardaespaldas cuidando a la puerta.
1.89 cm contra 1.60 cm, la imagen se veía hasta cómica.
Fabio la miró con intensidad y ella ni parpadeó, incluso tuvo el descaro de ponerse las manos en las anchas caderas y levantarle la barbilla, retándolo.
Una sonrisa, medio asomó en la esquina de su boca siempre seria y dio un paso al lado, dejando al fin la puerta libre.
— Hay que ver la cantidad de neandertales que viven en esta casa— pasó a su lado murmurando bajo, pero él bien que la escuchó.
Al salir, tiró la puerta con un portazo.
— Creo que la nueva Duquesa es de armas tomar – Fabio miró burlón hacia Stefano, que se apretaba el puente de la nariz.
— Eso no es algo que me interese, por una vez me alegro de que eso sea tu problema hermano, al final, es a ti a quien le arañará la espalda.
Stefano le respondió sacando otros papeles del escritorio para revisarlos.
Fabio pensó en las sensuales curvas que se le notaban a Carlotta por encima de esos jeans desgastados que tenía y la camiseta blanca.
Se la imaginó excitada, gimiendo debajo de su cuerpo y no le pareció para nada un sacrificio irse con la espalda toda marcada por la tigresa.
Carlotta salió al pasillo y suspiró profundo, aunque aparentaba fortaleza, estar entre tanta testosterona no era nada sencillo.“¿Qué comen los hombres de esta casa que están tan buenos?”, pensó, deambulando por el pasillo, sin saber muy bien ahora a dónde ir en este inmenso y lujoso sitio.— ¿Qué hace en esta parte de la mansión? – de repente la voz aguda del ama de llaves le habló a su espalda, sobresaltándola.— Es evidente que buscaba mi habitación, ya que nadie tuvo la decencia de guiarme – Carlotta se giró, recuperándose del susto.— Si se hubiese quedado esperando afuera del despacho, alguien la guiaría – la mujer no soltó prenda y también la miró con desprecio — Sígame, la llevaré a su cuarto.Y con la misma se alejó caminando con Carlotta persiguiéndola.Carlotta estaba algo dudosa, al ver que salieron de la mansión principal por un sendero del jardín, en la parte trasera, y llegaron a otro edificio más sencillo.Por su lado pasaban doncellas que la miraban curiosas, pero con
No dijo nada, aun así, la orden era clara, no podía descubrirse los ojos todavía. La tomó de los hombros y la hizo caminar de espaldas, hasta que las piernas de la Duquesa chocaron con el borde de la cama y cayó sentada. Entonces escuchó pasos, una puerta abriéndose y luego cerrándose. “Hay Dios, ¿en qué rollo me he metido?”, pensó Carlotta, pero no se atrevió a espiar ni un segundo, con todo y lo curiosa que siempre había sido. Al menos no la golpeó, ni le hizo nada raro de látigos y amarras, de hecho, fue más sensual de lo que se imaginó y tenía que admitir, que se había excitado.Pensó que iría a lo macho «abre las patas que voy» pero la cosa no empezó tan mal. En lo que Carlotta hacía miles de teorías conspirativas en su mente, en la habitación de al lado, dos hombres discutían en voz baja. — Stefano, ¿qué te sucede? Espero que tengas una muy buena razón para dejarme así, con el hierro bien parado y sin acción – Fabio se señaló a la bragueta abultada con cara de pocos am
Fabio tomaba su whisky, con las mangas del traje remangado hasta los codos, mostrando sus fuertes antebrazos tatuados, sentado en un cómodo sillón y mirando a las mujeres, bailando eróticamente sobre el escenario semidesnudas. Las bailarinas de pole dance giraban, se contorneaban y abrazaban el duro tubo de metal, como si fuese el amante que se llevarían a su cama esa noche. Una rubia exuberante gateó en cuatro hasta él, observándolo con ojos verdes depredadores. Sus dos enormes senos de silicona, a penas tapados con unas estrellas comestibles de pompones con flecos, se balanceaban provocativos y la mini tanga roja debajo, se tensaba peligrosa contra su coño y entre sus nalgas, a punto de mostrarlo todo al descubierto. Justo frente a él, comenzó a menear las caderas, a alborotarse el cabello suelto, a abrirle las piernas, tocándose al ritmo erótico de la música. Por último, terminó por bajarse del escenario, subirse a horcajadas sobre los muslos de Fabio y empezar a restregarse se
— Idiota, ¿cómo se te ocurre? La arrastramos al auto y nos la llevamos, si total, el auto es robado, se iba a desarmar en piezas esta semana, vamos, vamos antes de que venga alguien…Carlotta estaba media aburrida esperando, abrió su bolsa bandolera y metió el celular, suspirando, pero cuando levantó la mirada al cristal del frente se quedó congelada y su corazón palpitó en pánico, ¡un hombre se acercaba encapuchado a su lado del auto!Sin pensarlo dos veces se abalanzó al asiento del conductor para encender el coche, escapar o poner los seguros, la alarma, huir por ese lado, ¡lo que fuera!Pero no contaba con que la puerta del asiento del conductor se abriera también y fuese halada con brutalidad por otro maleante que también la acechaba.— ¡Suelte…! ¡Mmmm grrjdjd! Forcejaba a la vez que su boca fue tapada por una tosca mano y era controlada sin compasión en una esquina oscura al lado del auto.El otro hombre dio la vuelta y agarró un arrugado pañuelo de su bolsillo para amordazarla
*Contenido y lenguaje sexual explícito (Bien Explícito) Sáltese el capítulo si no es de su agrado*Carlotta volvía a encontrarse a merced del Duque y se levantó de la cama al escucharlo entrar en la habitación y acercarse a ella.No podía verlo, seguía las reglas, pero la presencia dominante del hombre llenaba todo su espacio y la ponía algo nerviosa.Se tensó al sentir la primera caricia caer sobre su cintura, suave y sensual, levantando el borde de su camiseta blanca de dormir.Las yemas de los dedos comenzaron a recorrer su piel subiendo la tela provocativamente.Una respiración pesada se acercó a su boca y pensó que la besaría.Aunque un beso le parecía demasiado íntimo, no se resistió y ya iba a abrir sus labios, pero de repente…— Nmm – gimió bajo cuando la húmeda punta de una lengua le lamió la herida del labio una y otra vez con suavidad, como aliviándola, para luego colarse dentro de su boca en un beso erótico y sin apuros, delicioso y húmedo.Se encontró respondiéndole, abri
El sonido de un cierre y ropa quitándose llegó a los oídos de Carlotta y su corazón latía como un tambor, algo nervioso. La verdad era que le dolía un poco la boca, el pie y el cuerpo en general, estaba agotada y posiblemente se durmiera después del primer orgasmo, esperaba que el “Duque” le diera algo de clemencia. Pero al sentir el duro y caliente eje que empezó a rozarse entre sus labios vaginales hinchados de deseos, toda su lujuria se reavivó dándole energía extra. El pesado cuerpo masculino se acostó sobre ella y besándola de nuevo en la boca, acariciando sus senos, su cintura y agarrando su cabeza por detrás para dirigirla y controlarla. Entre sus piernas bien abiertas, las caderas de Fabio se meneaban sensualmente, adelante y atrás, imitando el movimiento de hacerle el amor. El glande de su pene se rozaba constantemente sobre la vulva temblorosa y mojada de la Duquesa, que llevó las manos a su espalda masculina contraída en tensión y lo abrazaba con fuerza. Las dos sombr
— ¡Espera, suéltenme, suéltenme! ¡Oye! ¡¿se han vuelto locas?! ¡Qué me sueltes, carajo! Carlotta iba gritando y forcejeando por el pasillo de la mansión, a penas, con la camiseta puesta y en bragas. El cabello parecía un nido de pájaros y afortunadamente, había sido limpiada por Fabio, si no más vergüenza todavía andar con restos blancos sospechosos por todos lados. No importa cuando pataleó y maldijo, la sacaron a rastras entre dos fornidas doncellas, una de cada brazo, y fue arrojada como basura por la puerta trasera de la mansión cayendo en el jardín. Quiso levantarse, pero enseguida la volvieron a presionar hacia abajo. — No sé quién te has creído que eres, no pienses que porque el Stefano te utiliza para follarte, como un desahogo, tienes derecho a algo en esta casa. La aguantaron de rodillas en las losas frías de piedra, mientras Valentina le habla frente a ella, con odio, destilando veneno en cada palabra. Ni siquiera gritaba, pero ni falta que hacía. — Eres una malnac
— Yo creo que eso fue una mentira, lo del casamiento, para quitarse de encima a tantas mosconas… — Oye, si estás hablando de mí… — Mi hermano decidió posponer su decisión – si Carlotta tenía duda, al escuchar la voz en su espalda, estuvo segura de quién era la Valentina presente y del Duque que hablaban. — Nadie le gustó para Duquesa, ese es un puesto que no cualquiera puede ocupar. Les respondió y aunque algunas se sintieron medio ofendidas, nadie se atrevió a enfrentarla. Su familia pesaba demasiado sobre los millonarios y ricos del país. Carlotta solo hizo su trabajo, bajando la mirada, loca por salir de ahí, pero Valentina ya la había visto y no se la pondría tan fácil. Se inclinó con disimulo y le secreteó algo a la rubia a su lado, que luego miró a Carlotta de reojo con evidente malicia. Pasaba con la sopera llena del caldo caliente cuando la mujer se echó hacia atrás de repente, como si se fuera a levantar de su silla, impactando con la cadera de la Duquesa y haciéndola