004

Carlotta salió al pasillo y suspiró profundo, aunque aparentaba fortaleza, estar entre tanta testosterona no era nada sencillo.

“¿Qué comen los hombres de esta casa que están tan buenos?”, pensó, deambulando por el pasillo, sin saber muy bien ahora a dónde ir en este inmenso y lujoso sitio.

— ¿Qué hace en esta parte de la mansión? – de repente la voz aguda del ama de llaves le habló a su espalda, sobresaltándola.

— Es evidente que buscaba mi habitación, ya que nadie tuvo la decencia de guiarme – Carlotta se giró, recuperándose del susto.

— Si se hubiese quedado esperando afuera del despacho, alguien la guiaría – la mujer no soltó prenda y también la miró con desprecio 

— Sígame, la llevaré a su cuarto.

Y con la misma se alejó caminando con Carlotta persiguiéndola.

Carlotta estaba algo dudosa, al ver que salieron de la mansión principal por un sendero del jardín, en la parte trasera, y llegaron a otro edificio más sencillo.

Por su lado pasaban doncellas que la miraban curiosas, pero continuaban en lo suyo.

— Este es tu cuarto, aquí te quedarás y solo cuando el Duque solicite tu presencia es que tienes permitido ir a la mansión principal

El ama de llaves le abrió la puerta de un mini cuarto, polvoriento y con olor a moho, con una camita personal y un bañito viejo en una esquina.

A penas una ventanita que daba al jardín.

— ¿Aquí me quedaré? – Carlotta le preguntó algo asombrada.

— ¿Qué te creíste, que el Duque te pondría en su habitación, que dormirías en su cama? Aquí vales menos que las doncellas, no te creas tanto, “Duquesa” y mejor acostúmbrate rápido a tu nueva vida – le respondió con sarcasmo.

— ¿El Duque fue quien dio la orden de ubicarme aquí? – Carlotta de repente se giró y la fulminó con la mirada.

— ¿De lo contrario? ¿Quién más lo ordenaría? ¿Piensas que si le das las quejas él…?

— Era lo único que quería saber, me avisa cuando tenga que salir.

Carlotta interrumpió las estupideces que le diría, entró en la habitación extra pequeña y le tiró la puerta en la cara a la mujer.

— ¡Imbécil, desgracia… uf, qué coraje!

Carlotta bufó riendo cuando la escuchó despotricar en el pasillo y alejarse.

— ¡Y cuidado no te atragantes con esas palabrotas! - le gritó a través de la puerta, escuchando otra maldici0n del ama de llaves.

Se estaba riendo de lo lindo.

No era una princesita suave a la que iban a humillar y andaría llorando por las esquinas, vería al final, quién ganaba la batalla, si total, un año pasaba bien rápido.

“Duque de pacotilla, tacaño. Vas a utilizar mi hermoso cuerpo y ni una habitación decente me das, de tantas que le sombran a tu mansión. Ah, pero prepárate, que te voy a hacer sufrir cuando te tenga entre manos, o más bien, entre piernas”.

Sonrió con malicia mientras se disponía a limpiar un poco el cuarto de desahogo que le habían asignado.

*****

Se hizo las pruebas de laboratorio y no perdió el tiempo.

Enseguida contrató a un buen abogado para Luca, para iniciar su proceso de fianza.

El dinero no era suficiente, así que buscaría un empleo, si total, nadie sabía que ella era una Duquesa de mentirita.

Al final, unos días después, Carlotta tuvo la boda más deprimente de la historia.

Ni siquiera el novio asistió y un notario muy bien pagado le entregó el acta para que la firmase delante del ama de llaves como testigo.

Esa noche, la misma ama de llaves la fue a buscar y la llevó de nuevo a la mansión principal, donde consumaría su matrimonio con el Duque.

****

Entró con cautela en una hermosa habitación.

Una puerta de madera oscura, la separaba de lo que se imaginaba sería la alcoba principal del Duque.

Suspiró dirigiéndose al baño y claro, incluso este baño era más grande que su cuartito.

Se echó un poco de agua fría en la cara y se animó mirándose en el espejo con sus ojos cafés, que no estaban muy tranquilos.

— Vamos Carlotta, tú puedes, ahora ya no hay vuelta atrás, es solo acostarse con un hombre, pero Luca está peor, quizás él, en prisión…

Se tapó los ojos con las manos, no quería pensar más en todos los escenarios horribles que Luca podía estar viviendo, porque su consciencia la atormentaba en horribles pesadillas.

Tomó con la mano algo temblorosa el pomo de la puerta del baño.

Para qué mentir, se encontraba recontra nerviosa. 

Pero tomó su decisión haciéndose la valiente, así que ahora debía apechugar.

Al salir, se encontró con que la luz del cuarto estaba apagada.

— ¿Qué sucede? – miró hacia el baño iluminado, era obvio que alguien había apagado la lámpara del techo. 

— ¿Duque? Uuuhh ¿qué clase de película de terror es esta? … ¿Duquesito? 

Avanzó dando unos pasos hacia la puerta de salida, el interruptor también se encontraba ahí.

De repente, una sombra se movió a su espalda y sintió una presencia.

Asustada, se fue a girar, pero unos fuertes brazos la retuvieron.

— ¡Aaahh madre santa!, ¿quién eres?, ¡voy a gritar si no me sueltas, soy una Duquesa importante, el dinero… el dinero está en la caja fuerte del Duque…!

— Soy yo - de repente la voz fría de Stefano sonó a su espalda calmando el acelerado corazón de Carlotta.

— ¡Uf, pero bueno!, ¡¿qué tipo de broma es esta?! ¿Acaso quieres quedarte viudo desde la primera noche? Yo padezco de la presión, mira que…

Carlotta nerviosa era peor que un papagayo con cafeína en sangre.

— Ya basta de parloteo Carlotta, te dije que no me gustaban las preguntas, ni cuestionamientos, se hace lo que lo diga, sin protestar y lo que suceda, hagamos o escuches en la intimidad, de estas cuatro paredes no pueden salir ¿quedó claro? 

Le preguntó en un tono cortante a su espalda, Carlotta solo se retrasó un segundo en responderle.

— ¡¿Pregunté si te quedó claro, Carlotta, o me dices si disolvemos este absurdo ahora mismo?!— le rugió más enojado de lo normal y Carlotta se estremeció por un momento

— Que sí, entendí, me callo… y hago lo que me digas.

Susurró bajando la cabeza con miles de pensamientos turbulentos.

¿Este hombre la maltrataría en la cama? ¿Sería un sádico de esos, que les gustaba pegarle a las mujeres?

“Muy tarde, estúpida, debiste pensar en ese punto antes de venderle tu cuerpecito por 40 000 pesitos. Ay, caramba, solo espero que no la tenga tan chiquita, que el sacrificio, valga la pena”

Suspiró y de repente, en medio de las penumbras, algo suave tapó sus ojos sobresaltándola nuevamente.

— Suceda lo que suceda, no te puedes retirar esta corbata de los ojos y además, no me gusta hablar mientras tengo sexo, estas serán mis últimas indicaciones con palabras.

— De cómo te comportes hoy, depende tu mensualidad, “Duquesa”

Stefano agregó, sabiendo, que lo que movía a esta arribista, era solamente el dinero.

Como en efecto, no habló más y eso era algo, que ella hacía hasta por los codos. 

Solo esperaba que toda esta locura, funcionara bien.

En la oscuridad, otra sombra masculina… se movió dentro de la habitación.

*****

Carlotta respiró profundo e intentó calmarse, pero la verdad era, que tener los ojos tapados no ayudaba mucho con los nervios.

Se sentía algo indefensa, a merced de lo que el Duque pervertidillo quisiera hacerle.

Nada sucedía, aguzó su oído, pero solo podía escuchar el propio retumbar de su corazón.

De repente, una mano masculina le acarició la cintura haciéndola dar un pequeño brinco del susto.

“Cálmate Carlotta, pareces una virgen, demuestra tu potencial, los hombres son como los perros que huelen el miedo”

Se decía miles de tonterías, a la vez que sus otros sentidos, comenzaban a transmitirle sensaciones de su cuerpo a su cerebro.

Un aliento caliente sopló en su cuello cuando el hombre, a su espalda, acercó la nariz para aspirar su aroma a sandías del gel de baño.

Su mano acariciaba la estrecha cintura y luego se trasladó a su vientre, haciendo círculos perezosos sobre la ropa.

Un fuerte cuerpo varonil se pegó detrás de ella, mientras besos húmedos y sensuales bajaban desde su oreja, por la frágil columna de su cuello hacia la sensible clavícula.

La otra mano del “Duque” empezó a explorar por debajo de su camiseta sin mangas, acariciándola y tentándola, estremeciéndola y subiendo hasta sus pechos.

— Mmmm…

Gimió un poco cuando por encima de la tela del sujetador, él apretó su pequeño seno, toqueteándolo y amasándolo, y detrás, ya podía sentir la dureza de su “esposo”.

“Al menos parece que no tendré que fingir mucho los orgasmos”

Pensó nerviosa, percibiendo como esos dedos comenzaban a colarse por debajo de la copa del sujetador y la mano en su vientre bajaba hasta el elástico de su pantalón de pijama a cuadros.

La respiración en su oído se hacía más pesada y los besos sobre su hombro ya no eran dulces, sino apasionados e intensos.

Fabio estaba derretido contra las curvas de la duquesa, le encantaba su olor y el sabor de su piel, la manera en la que respondía su cuerpo femenino y a penas la estaba solo acariciando.

Ese redondo y sexy trasero contra su bragueta lo tentaba, anhelando e imaginando miles de posibilidades, cada una más pervertida que la anterior.

Miró a su corta cabellera castaña, con ojos cargados en lujuria y relamiéndose como un lobo, a punto de saltarle encima a su presa indefensa.

Carlotta tragó en seco al sentir que se detuvo un instante y la hizo subir las manos por encima de la cabeza, le iba a quitar la camiseta sin mangas blancas y posiblemente, todo lo demás.

Obedeció, sin embargo, cuando él tomó el borde de la tela para desnudar su torso, unos golpes en la madera se escucharon, haciéndola bajar los brazos con rapidez y cubrirse de nuevo, con el corazón en un hilo.

Juraría que el hombre a su espalda bufó de mal humor.

— ¿Qué… qué sucede? ¿Me puedo quitar la corbata de los ojos? – hizo por subir su mano, pero el “Duque” la detuvo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo