Carlotta Rinaldi era una mujer de carácter fuerte, pero tampoco era de acero. Cuando llegó a su maltrecho departamento y se vio en la misma precaria situación económica, con un hombre preso en la cárcel por su culpa, deudas que pagar y ahora unos sicarios que la perseguían para matarla, tomó la más difícil decisión de su vida. Se vendería al Duque de Valluci por dinero. Stefano Vallucci desea a una esposa obediente, que no le exija ningún tonto sentimentalismo y que solo cumpla con sus órdenes sin cuestionamientos, porque él guarda varios secretos oscuros, que de ser descubiertos, pondrían en peligro su título. Si no hay amor y solo intereses, todo es más sencillo y pactan un trato que les conviene a ambos. Pero Carlotta nunca se imaginó, que en esta ecuación, entraba un tercero. En las noches, caricias frías se convirtieron en calientes y apasionantes, pero la Duquesa de Vallucci tendrá que elegir cuáles prefiere al final, si las del Duque real o las del Duque falso.
Leer másLa tomó de la barbilla y su otra mano en la cintura femenina.Sus alientos fundiéndose, la temperatura aumentando y el corazón de Loretta a punto de salirse.Tenía miedo, pero a la vez lo deseaba, tanto, que cuando su guardaespaldas bajó su boca y besó profundo sus labios, ella solo pudo abrirse a su invasión y dejarse devorar.Luca gruñó de placer.Al fin pudo probar a esta mujer que lo enloquecía. Su lengua buscaba a la suya, tomó su cabeza por detrás para guiarla, primero lento y sensual y luego apasionante y demandante. Se comían con gemidos ahogados mientras las manos del pelinegro comenzaron a vagar por los senos, la cintura y entre las piernas de su bella mafiosa.— Vamos a la casa, antes de que cometa aquí una locura … — Luca se separó respirando pesado y duro como una roca, usando todo su autocontrol.— Luca, mi pierna… — Loretta susurró, bajando los ojos, avergonzada.— No me importa, mírame Loretta, mírame, por favor – tomó su barbilla de nuevo — Eso no es importante para
— Gracias y dale las gracias a tu jefa. Los invito a mi mansión a una cena familiar para que conozcas a los gemelos y Carlotta, ella estará feliz de verte. — Ha estado un poco triste por tu alejamiento – Stefano confesó.— Bien, iré, ella es mi amiga y siempre lo será – Luca no le recordó que fue él mismo quien lo mandó a volar lejos de la vida de la Duquesa.— Después de la cena hablaremos de negocios que le convienen a tu jefa si quiere lograr el rápido control, no falten – agregó poniéndose los lentes de sol y subiéndose al oscuro Mercedes.El chofer arrancó y avanzó por la carretera rústica desértica, hasta la carretera central.Luca se quedó mirando la partida del Duque en el horizonte, pensando en sus propios asuntos y cómo la tensión sexual entre él y la “jefa” cada vez era más evidente.Solo que ella nunca lo dejaba dar el último paso, tendría que ser más agresivo al conquistar esa mujer.*****1 MES DESPUÉSEl sonido de un llanto despertó a Carlotta, el monitor sonaba con el
Las paredes de hierro roídas, el óxido por todos lados, junto con el olor a viejo y a moho, las plantas creciendo salvajes, hacían de este sitio un lugar decrépito y fantasmal.Tenía miedo, pero, aun así, se internó por entre las naves, siempre mirando alerta a todos lados, aguzando el oído y así fue como descubrió al primer hombre que le salió de repente al doblar de una esquina.— ¡BOOO! – exclamó riendo con malicia y Valentina gritó echando de nuevo a correr.Así la tuvieron, corriendo de aquí para allá, jugando con su cordura como una rata prisionera en una ratonera.La fueron llevando a donde querían desde el inicio y Valentina terminó abriendo la puerta de un viejo almacén, tipo contenedor, para meterse adentro.Estaba iluminado por la luz del sol que se colaba por entre los tablones y el zinc del techo, que se caía a pedazos.— Stefano – dijo con miedo, agitada, al girarse y verlo sentado en una silla, en medio del enorme y vacío almacén.Entre ellos había una fuerte reja de ac
Entró casi a oscuras en el salón lleno de pequeñas cunas y bebés durmiendo, caminó rápido, en puntillas, hacia donde estaba el bastardo Vallucci envuelto en unas mantas, dormido y prácticamente lo que se veía era la mata de pelo negro.Estiró la mano para verle mejor la cara, pero un ruido dentro de la zona del baño, la hizo precipitarse en agarrar al niño y sacarlo del cunero.Llego a la salita donde limpiaba, se agachó con cuidado y lo colocó entre las sábanas sucias que cambiaba en las camas.Tapándolo por completo en la canasta de plástico debajo del carrito, sin pararse a pensar que podía ahogar al bebé.Poco le importaba, lo suyo era escapar ahora, antes de ser descubierta por esas enfermeras.Caminó por los pasillos con el alma en un puño, empujando el carrito de limpieza, casi al punto de volar por el suelo. Llegó al área de los elevadores que bajaban a la recepción y luego al estacionamiento y pulsó el botón, esperando y esperando.6…5…4… El elevador se acercaba a su piso.Y
Escuchando su palabrería lasciva, Valentina fue a la cocina y comenzó a preparar su desayuno mortal, como la última cena.Miró hacia la puerta y aguzó el oído, él seguía en la cama y había prendido la tele.Abrió la despensa más elevada y apartó los frascos de legumbres, sal y azúcar.Siempre vigilando su espalda, ese viejo era muy inteligente. Al final, sustrajo un sobrecito blanco, hecho de un retazo de hoja de papel, escondido en una esquina de la madera del mueble.Aquí estaba el veneno que le daría, la medicina que él tomaba para pararse la mini polla flácida esa que tenía, un potenciador sexual.Él tenía mucho control sobre esas pastillas, nunca las dejaba a su alcance y siempre se guardaban bajo llave junto con su otra medicación de la hipertensión arterial.Valentina sabía muy bien que se cuidaba de ella, de que intentara hacer justo lo que iba a tramar ahora, pero olvidaba deshacerse de los restos de polvillos que dejaba en baño, al aplastar la pastilla.Durante meses lo rec
— Fabio, vamos, ¿seguro que no quieres ver nacer a los bebés?— No, no, Stefano, yo… tengo miedo de que algo suceda, de verla sufrir, ¿y si hay complicaciones?, ¿qué coño hago? ¿Saco la pistola y le disparo a todos?— Mira que eres bruto hombre – Stefano suspiró.— Entra tú que estás mejor de la cabeza y apóyala, ¿sí?, transmítele paz porque te juro que estoy al borde del colapso.Stefano miró a su hermano, que era capaz de enfrentarse a situaciones de vida o muerte, estresantes, tomando la mejor decisión y la más eficaz al momento, sin embargo, no podía acompañar a su mujer a parir.¡Él también se estaba muriendo de los nervios, joder!— Bien, veré a nuestros hijos primero, te lo vas a perder – le dijo dando media vuelta.Ya lo llamaban para vestirse y prepararse para entrar al quirófano especializado, donde la cesárea se llevaría a cabo.— Stefano – lo detuvo tomándolo por el hombro, sus dedos apretados temblaban – cuídala, no dejes que nada le suceda, cuídalos a los tres, por favor
«La Duquesa se nota que es consentida por el Duque»«Hacen una pareja hermosa y ya con los herederos seguros»«Oigan alguien vio bien al guapo guardaespaldas de la Duquesa, ¡OMG, qué hombre tan caliente! No sé cómo el Duque deja a alguien tan sexi al lado de su esposa 24/7»— Porque se lo folla a los dos, los tres son unos cerdos - murmuró con rabia al ver la sonrisa en la cara de esa mujer que odiaba a morir.Debió haberla mandado a matar mientras estuvo en la cima.Se arrepentía de tantas cosas, pero ahora su vida, era lo que era.De repente escuchó el sonido de la reja de entrada abriéndose y apagó enseguida la televisión haciéndose la que estaba barriendo.La puerta se abrió y entró su pareja, pues sí, su amante, porque ella era quien hacía los quehaceres en la casa, además de calentarle la cama al doctorcito.— ¿Qué haces que te veo tan nerviosa? Apuesto a que estabas gastando de nuevo la electricidad mirando el televisor - le dijo el hombre cerrando la puerta con fuerza.Su cara
Abrazaba por detrás a la redonda Carlotta en la cama y se quedaron solos, mientras Stefano había ido temprano a la oficina.Las nalgas rellenas de su mujer se restregaban contra su dura erección matutina, mientras gemidos excitados de ella escapaban de sus labios, y la mano de Fabio había sido tomada por la Duquesa, para llevarla entre sus pétalos hinchados.— Mmm más Fabio, tócame más – gimió seductora de espaldas a él, pero ya Fabio podía imaginarse su rostro.Se pegó íntimamente a su cuerpo, besándole el cuello y el hombro, mientras dos de sus dedos se perdían entre los labios vaginales resbalosos de su Duquesa, entrando y saliendo con sonidos de humedad, dándole placer a su mujer.Carlotta se contorneaba estimulando su polla, volviéndolo loco, la mano femenina en su muñeca lo apretaba y apremiaba a masturbarla con más fuerza, pero no lograba el orgasmo deseado.— Fabio, házmelo, solo un poquito amor, vamos— le suplicó al fin, terminando por bajarse la braga por completo.Un hilo v
Si no hubiese sido por las veces que le tuvo que ver la cara a ese desgraciado durante su vida, se hubiese olvidado hasta que existía.¿Qué hacía su queridísimo padre aquí? Nada bueno sería, eso lo tenía por seguro.Stefano también lo vio y se tensó.Mientras todos disimulaban, le dio una mirada de soslayo a Fabio, pero no hubo manera de ocultarle esto a Carlotta.Cuando pasó la rueda de prensa y comenzaron las personas a reunirse en grupo para charlar y beber en el lujoso salón del hotel, todos los invitados buscaban a los Duques para congraciarse, sin embargo, los anfitriones habían desaparecido.— ¿A dónde lo llevaron? – Carlotta se puso las manos en la cintura y le preguntó a Stefano.Odiaba que la trataran como a una muñeca de porcelana que podía romperse por el mínimo disgusto y por sus bebés, se hacía la desentendida en muchas cosas, pero no en esto.— Amor, no…— No te atrevas a salirme con alguna palabrería de esas que usas para negociar en un trato, ¿a dónde lo llevaron?, y