Estaba tan enojada y metida en sus problemas, que no se dio cuenta de que había tomado por una zona, en la cual debería andar alerta.
Un parque grande, medio oscuro, con apenas algunas bombillas amarillas, cerca de su casa y el atajo más rápido para llegar, pero, no a esas horas de la noche.
De repente, sintió unos pasos a su espalda que la hicieron salir de su dilema mental.
Miró a su alrededor y descubrió que el sitio estaba desierto.
Con disimulo miró hacia atrás, esperando ver a una parejita romanceando, o a alguien paseando al perro, sin embargo, eran dos hombres, con sudaderas y las capuchas puestas tapando un poco sus rostros.
El corazón de Carlotta comenzó a latir con fuerza y temor.
Apresuró los pasos, pero sus perseguidores también lo hicieron y lo peor, es que ahora venía la parte de un pequeño bosquecito y la más oscura de todas.
De un momento a otro, los hombres no disimularon más y caminaron casi corriendo para perseguirla.
Carlotta se mandó a correr de una, desesperada y rezando por encontrarse a alguien.
Salió del sendero de tierra y se internó entre los árboles para que le dieran algo de protección.
Respiraba entrecortado, tropezando con algunas raíces e hiriéndose los brazos con las puntiagudas ramas y detrás de ella, se escuchaban algunas maldiciones y chiflidos ordenándole que se detuviera.
La estaban alcanzando, cazándola como un animal salvaje y aunque casi vislumbraba la salida, no sabía si podría llegar a salvo.
De repente, en su visión, cayó uno de los baños públicos puestos en el parque, apenas una cabina de metal, pero era un refugio.
Corrió con toda su alma, con los pulmones adoloridos.
Abrió la puerta metálica y la cerró con un golpe fuerte.
El olor a orina le dio en la cara casi asfixiándola, pero le importaba poco.
A tientas en la oscuridad accionó el cerrojo a solo segundos de que la puerta se sacudiera con violencia.
¡¡BAM!!
Casi grita del susto.
— Vamos linda, ¿crees que no te podemos sacar de esa lata de sardinas? ¡Solo nos estás haciendo enojar más!
¡BAM, BAM, BAM!
Golpeaban y pateaban la puerta que aguantaba a duras penas.
— ¡¿Qué quieren de mí?! ¡No tengo dinero encima, ni nada valioso, estoy llamando a la policía y vendrán a arrestarlos por vándalos! ¡¡Auxilio, Auxilio!!
Carlotta les gritó, a la vez que pedía ayuda por si alguien iba pasando y buscaba en su bolso, el viejo celular para llamar a emergencias.
¡Crac, crac, crac!
El cerrojo se movía con violencia al ser manipulado a la fuerza desde afuera y Carlotta lo tuvo que agarrar con las dos manos porque en cualquier momento lo iban a inutilizar.
Desesperada y encerrada como una rata, sin escapatoria, esos hombres la atraparían en cualquier instante.
— ¡¿Qué quieren, ya les dije que no tengo nada de valor?!
— Je, ya tú eres algo de valor, si le llevamos tu cabeza a cierta persona que te quiere bien muerta en esta ciudad, ganaremos una buena paga.
— Ay, ay, Carlottica, le mataste el hijo al tipo equivocado – le respondió y entonces Carlotta lo supo.
Estos tipos eran enviados por la familia de su ex jefe para cobrárselas.
La policía la exculpó por no tener evidencias concretas y con alguien ya declarándose culpable, ella quedó en libertad, pero al parecer, no había sido suficiente con hundir a Luca, deseaban también su vida.
— ¡¡Qué hacen ustedes, vándalos, destruyendo propiedad del estado!! ¡Ahora mismo me dan sus identificaciones!
Carlotta escuchó una voz a lo lejos y los golpes en la maltrecha puerta se detuvieron.
Apoyó la oreja en el metal para saber qué sucedía en el exterior y de repente… ¡BAM!
— ¡Aahh! - no pudo evitar gritar quedándose con un pitido en el oído.
— Te salvas hoy niñita, pero cuídate, porque no pararemos hasta hacerte pagar, asesina – y con esa advertencia los hombres la dejaron y huyeron del viejo vigilante del parque.
— ¿Hay alguien ahí? ¡Oh por todos los cielos!, ¿qué hace usted encerrada ahí adentro? – el hombre le preguntó cuando ella con precaución salió del estrecho baño
— ¡¿Esos hombres la estaban acosando?! ¡Hay que ver lo mal que está este barrio! Ah, pero no llore, por favor, ya todo paso, ¿sí?, ya está a salvo, yo la acompaño hasta que salga del parque, no se preocupe, ¿pudo verle las caras para denunciarlos?
Carlotta le dijo que no, quebrándose del susto, estuvo a punto de ser capturada.
En un puro temblor y casi corriendo mirando a todos lados, llegó a su viejo edificio.
Cuando cerró la puerta de su maltrecho departamento y se vio en la misma precaria situación económica, con un hombre preso en la cárcel por su causa, deudas personales que pagar y ahora, unos sicarios que la perseguían, tomó la más difícil decisión de su vida.
Se vendería al Duque de Valluci por dinero.
*****
— Acepto
Le dijo al otro día a su padre, luego de haber pasado por la universidad a cancelar el próximo semestre y detener sus estudios.
Ella trabajaba y estudiaba.
Cesar la miró como quien miraba a una mina de oro.
Hoy mismo iría al Ducado de Vallucci y presionaría al Duque con que aceptara a su hija primogénita y además que aumentara mucho más el dinero a pagar.
Bien lo merecía el secreto que sabía o lo revelaría todo a la prensa, la verdadera causa de la muerte de su exesposa, la madre de Carlotta y eso, era algo que no le convenía a nadie, mucho menos al Ducado de Vallucci.
*****
Carlotta iba en un auto hacia su nueva vida, no sabía cómo, pero su padre sí que le había conseguido el matrimonio e incluso, le dio el dinero que le prometió, una gota en el mar de lo que necesitaba, pero tenía un loco plan en mente.
El elegante y discreto auto oscuro, entró por una enorme reja blanca con el símbolo del ducado en dorado.
Ya esto de los títulos era más vivir de las glorias pasadas que otra cosa, sin embargo, el dineral que acompañaba al Duque de Vallucci, hacía que su familia siguiera en la cima de los millonarios, a pesar de su fama de perro rabioso.
Carlotta se bajó del auto con solo una pequeña maleta que el chofer le sacó y cargó hacia el interior de la enorme mansión en blanco, que se presentó frente a sus ojos.
— ¿Usted es la Srta. Carlotta?
Una mujer delgada, vestida en negro, con un moño tieso detrás de la cabeza y actitud de remilgada, salió a su encuentro, pero ni siquiera bajó las escaleras y la miraba desde arriba.
— Sí, soy yo – “esto va pintando muy mal”
Carlotta pensó, porque si la empleada ya la trataba como basura, no se imaginaba el Duque y su familia
— No se quede ahí parada entonces, la Duquesa la espera.
“Bruja estirada, maleducada”
Carlotta subió los escalones, ya medio enfadada, rezongando por dentro, pero no quería quedar como una buscapleitos desde el inicio.
Así que siguió al ama de llaves hasta un salón donde una mujer mayor, de pelo rubio, elegante y glamurosa, con otra mujer más joven, de cabello castaño claro y refinada, tomaban el té.
— Duquesa, aquí está la chica…
— Carlotta, mi nombre es Carlotta – la interrumpió, porque su ropita podía no ser tan fashion, pero también poseía dignidad.
— Martina, puedes retirarte, ve preparando la habitación de la “Srta.” Carlotta – le ordenó al ama de llaves que se retiró con una inclinación de cabeza.
Carlotta se quedó ahí de pie, como idiota, porque no la mandaron ni a sentarse.
La exDuquesa vaciaba el té con mucha tranquilidad en una costosa taza sin siquiera mirarla.
Los ojos de Carlotta de repente se dirigieron a la otra mujer a su lado, que rondaba por los treinta y tantos cortos.
Pero igual parecía una muñequita de alta alcurnia, desde la manicura hasta el último de sus cabellos avellanas, cuidados en detalle.
Por un segundo sus miradas se cruzaron y era más que obvio el desprecio en sus ojos y ya Carlotta supo que sus temores se harían realidad, aquí la tratarían como basura.
Ah no, pero ya de maltratos había tenido suficiente con los de su padre.
¡Que se preparan más bien este par de arpías, porque ella no se dejaría humillar por nadie!
— Te llevarán ahora a la habitación donde te quedarás, aquí las órdenes, cuando no las da el Duque, las doy yo, que soy su madre
Al fin la suegrita comenzó con su discursito de bienvenida.
— En unos días te casarás con el Duque, él está muy ocupado, así que solo tienes que firmar, no te vayas a creer…
— Espere, ¿el Duque ni siquiera se va a presentar? – Carlotta la interrumpió de una, si total, ya estaba en la lista negra.
Beatrice alzó una ceja con disgusto.
— Con que te vea yo, es más que suficiente. No sé qué ideas estúpidas tienes en la cabeza, pero esto es solo un matrimonio de conveniencia, el Duque necesita una esposa de adorno que le dé un heredero. Punto final.
— Con esas pintas que traes, que hasta dudo que de verdad seas de una familia rica, no asistirás a eventos, ni galas, ni absolutamente nada visible o solo nos avergonzarás.
La Duquesa sacó todo el arsenal para hundirla, pero ella todavía no calculaba la cara dura de Carlotta.
— Ajá, después vemos los detalles, ahora, futura suegrita, solamente le digo una cosa, si no veo al Duque antes de casarme, recojo mi maleta y aquí no ha pasado nada.
Carlotta se paró en sus trece.
— ¡Insolente!, ¿cómo te atreves a hablarme así? ¡Te vas yendo de mi casa, porque soy yo la que no quiere una arpía como tú al lado de mi hijo, infeliz, muerta de ham…!
— ¡Madre!
De repente, una voz grave y fría se escuchó detrás de Carlotta, que ya tenía las respuestas en la punta de la lengua.
Al girarse sorprendida, se encontró de frente con un hombre alto, buenos músculos debajo del impecable traje, cabello oscuro, sombra de una corta barba y ojos azules intensos.
Carlotta lo había buscado es internet, a pesar de las pocas fotos que había, lo supo, él era el Duque Stefano Vallucci.
“Tan apuesto y tan frío. Ah, no tengo suerte en el amor, eso es seguro”Carlotta sabroseó un segundo con los ojos al Duque, lamentando internamente que este llamativo hombre iba a ser su esposo, pero lo que tenía de buen mozo se lo quitaba esa cara de trol gruñón.— Duque, le advertí que esta mujer solo nos avergonzaría. Acaba de entrar por la puerta y ya está causando discordias en la familia.— Hermano, sabes que madre tiene problemas del corazón, yo creo que deberías pensar mejor tus decisiones…De repente, la dulce mujer al lado de la exDuquesa se levantó para apoyar a su madre y miró hacia Carlotta, obviamente señalándola como culpable.Carlotta no entendía muy bien todo este teatro que se había armado de repente.— Madre, ve a descansar, Valentina, por favor, lleva a madre a su cuarto El Duque ordenó, pero con mayor suavidad al hablar con su hermana mayor.— Pero Stefano…— Madre – ya el tono fue más autoritario — Te dije que yo me haré cargo, ¿bien? Ve a descansar y usted, Srt
Carlotta salió al pasillo y suspiró profundo, aunque aparentaba fortaleza, estar entre tanta testosterona no era nada sencillo.“¿Qué comen los hombres de esta casa que están tan buenos?”, pensó, deambulando por el pasillo, sin saber muy bien ahora a dónde ir en este inmenso y lujoso sitio.— ¿Qué hace en esta parte de la mansión? – de repente la voz aguda del ama de llaves le habló a su espalda, sobresaltándola.— Es evidente que buscaba mi habitación, ya que nadie tuvo la decencia de guiarme – Carlotta se giró, recuperándose del susto.— Si se hubiese quedado esperando afuera del despacho, alguien la guiaría – la mujer no soltó prenda y también la miró con desprecio — Sígame, la llevaré a su cuarto.Y con la misma se alejó caminando con Carlotta persiguiéndola.Carlotta estaba algo dudosa, al ver que salieron de la mansión principal por un sendero del jardín, en la parte trasera, y llegaron a otro edificio más sencillo.Por su lado pasaban doncellas que la miraban curiosas, pero con
No dijo nada, aun así, la orden era clara, no podía descubrirse los ojos todavía. La tomó de los hombros y la hizo caminar de espaldas, hasta que las piernas de la Duquesa chocaron con el borde de la cama y cayó sentada. Entonces escuchó pasos, una puerta abriéndose y luego cerrándose. “Hay Dios, ¿en qué rollo me he metido?”, pensó Carlotta, pero no se atrevió a espiar ni un segundo, con todo y lo curiosa que siempre había sido. Al menos no la golpeó, ni le hizo nada raro de látigos y amarras, de hecho, fue más sensual de lo que se imaginó y tenía que admitir, que se había excitado.Pensó que iría a lo macho «abre las patas que voy» pero la cosa no empezó tan mal. En lo que Carlotta hacía miles de teorías conspirativas en su mente, en la habitación de al lado, dos hombres discutían en voz baja. — Stefano, ¿qué te sucede? Espero que tengas una muy buena razón para dejarme así, con el hierro bien parado y sin acción – Fabio se señaló a la bragueta abultada con cara de pocos am
Fabio tomaba su whisky, con las mangas del traje remangado hasta los codos, mostrando sus fuertes antebrazos tatuados, sentado en un cómodo sillón y mirando a las mujeres, bailando eróticamente sobre el escenario semidesnudas. Las bailarinas de pole dance giraban, se contorneaban y abrazaban el duro tubo de metal, como si fuese el amante que se llevarían a su cama esa noche. Una rubia exuberante gateó en cuatro hasta él, observándolo con ojos verdes depredadores. Sus dos enormes senos de silicona, a penas tapados con unas estrellas comestibles de pompones con flecos, se balanceaban provocativos y la mini tanga roja debajo, se tensaba peligrosa contra su coño y entre sus nalgas, a punto de mostrarlo todo al descubierto. Justo frente a él, comenzó a menear las caderas, a alborotarse el cabello suelto, a abrirle las piernas, tocándose al ritmo erótico de la música. Por último, terminó por bajarse del escenario, subirse a horcajadas sobre los muslos de Fabio y empezar a restregarse se
— Idiota, ¿cómo se te ocurre? La arrastramos al auto y nos la llevamos, si total, el auto es robado, se iba a desarmar en piezas esta semana, vamos, vamos antes de que venga alguien…Carlotta estaba media aburrida esperando, abrió su bolsa bandolera y metió el celular, suspirando, pero cuando levantó la mirada al cristal del frente se quedó congelada y su corazón palpitó en pánico, ¡un hombre se acercaba encapuchado a su lado del auto!Sin pensarlo dos veces se abalanzó al asiento del conductor para encender el coche, escapar o poner los seguros, la alarma, huir por ese lado, ¡lo que fuera!Pero no contaba con que la puerta del asiento del conductor se abriera también y fuese halada con brutalidad por otro maleante que también la acechaba.— ¡Suelte…! ¡Mmmm grrjdjd! Forcejaba a la vez que su boca fue tapada por una tosca mano y era controlada sin compasión en una esquina oscura al lado del auto.El otro hombre dio la vuelta y agarró un arrugado pañuelo de su bolsillo para amordazarla
*Contenido y lenguaje sexual explícito (Bien Explícito) Sáltese el capítulo si no es de su agrado*Carlotta volvía a encontrarse a merced del Duque y se levantó de la cama al escucharlo entrar en la habitación y acercarse a ella.No podía verlo, seguía las reglas, pero la presencia dominante del hombre llenaba todo su espacio y la ponía algo nerviosa.Se tensó al sentir la primera caricia caer sobre su cintura, suave y sensual, levantando el borde de su camiseta blanca de dormir.Las yemas de los dedos comenzaron a recorrer su piel subiendo la tela provocativamente.Una respiración pesada se acercó a su boca y pensó que la besaría.Aunque un beso le parecía demasiado íntimo, no se resistió y ya iba a abrir sus labios, pero de repente…— Nmm – gimió bajo cuando la húmeda punta de una lengua le lamió la herida del labio una y otra vez con suavidad, como aliviándola, para luego colarse dentro de su boca en un beso erótico y sin apuros, delicioso y húmedo.Se encontró respondiéndole, abri
El sonido de un cierre y ropa quitándose llegó a los oídos de Carlotta y su corazón latía como un tambor, algo nervioso. La verdad era que le dolía un poco la boca, el pie y el cuerpo en general, estaba agotada y posiblemente se durmiera después del primer orgasmo, esperaba que el “Duque” le diera algo de clemencia. Pero al sentir el duro y caliente eje que empezó a rozarse entre sus labios vaginales hinchados de deseos, toda su lujuria se reavivó dándole energía extra. El pesado cuerpo masculino se acostó sobre ella y besándola de nuevo en la boca, acariciando sus senos, su cintura y agarrando su cabeza por detrás para dirigirla y controlarla. Entre sus piernas bien abiertas, las caderas de Fabio se meneaban sensualmente, adelante y atrás, imitando el movimiento de hacerle el amor. El glande de su pene se rozaba constantemente sobre la vulva temblorosa y mojada de la Duquesa, que llevó las manos a su espalda masculina contraída en tensión y lo abrazaba con fuerza. Las dos sombr
— ¡Espera, suéltenme, suéltenme! ¡Oye! ¡¿se han vuelto locas?! ¡Qué me sueltes, carajo! Carlotta iba gritando y forcejeando por el pasillo de la mansión, a penas, con la camiseta puesta y en bragas. El cabello parecía un nido de pájaros y afortunadamente, había sido limpiada por Fabio, si no más vergüenza todavía andar con restos blancos sospechosos por todos lados. No importa cuando pataleó y maldijo, la sacaron a rastras entre dos fornidas doncellas, una de cada brazo, y fue arrojada como basura por la puerta trasera de la mansión cayendo en el jardín. Quiso levantarse, pero enseguida la volvieron a presionar hacia abajo. — No sé quién te has creído que eres, no pienses que porque el Stefano te utiliza para follarte, como un desahogo, tienes derecho a algo en esta casa. La aguantaron de rodillas en las losas frías de piedra, mientras Valentina le habla frente a ella, con odio, destilando veneno en cada palabra. Ni siquiera gritaba, pero ni falta que hacía. — Eres una malnac