4/ENFADO TONTO DE ADRIAN

Me marché de mi casa, subí a mi coche, lo arranque marchándome de mi casa hacia donde había quedado Adrian conmigo. Aparque acercándome después hasta el muro, cuando la pequeña Silvia me vio, empezó a correr hacia mí, con sus bracitos abiertos llamándome mamá, llenando mis pulmones de aire, ya que empezaba a amar a esa pequeña. La cogi en mis brazos, rodeando ella mi cuello con sus bracitos

— Hola mi amor ¿tienes puesto el bikini? — pregunte

— Si, y tu tambien, sabes mami, me gusta mucho el agua no voy a salir hasta dentro de dos años — me dijo haciendo que me riera

— Hola buenos días Eli, siento haberte despertado tan temprano, pero mi hija no hacía más que saltar por encima de mi cama, de gritarme hasta que me he visto forzado a levantarme ¿como estas? – me pregunto

— Muy contenta de que os acordeis de mi, ¿vamos al mar? ¿Qué me dices pequeñaja, te apetece?

Nos fuimos los tres hacia la playa, le puse crema solar a la niña poniendome luego ella a mi, esperando a que su padre se quitara la ropa para ponerle también la crema. Adrian se quitó el jersey que llevaba, quedando atonita mirando, Abdomen duro, bien marcado, sus piernas eran todo músculos igual que sus brazos, mientras que en su bañador escondía un regalo que deseaba probar.

— Mami, la arena me quema, ¿me llevas al agua? — preguntó mi niña

La cogi en brazos y dando saltos por la arena mientras la escuchaba reír, nos metimos las dos en el mar, jugando con el agua, viendo como nadaba la niña quedando sorprendida ya que parecía una sirena. 

– Hola ¿a quien de las dos tiró de cabeza al agua? — escuche la voz de Adrián a mi lado

— Papa, tira a mamá, no se ha mojado todavia — grito Silvia

— No, quiero a mi no, — grite, pero ya tenía mi cabeza dentro del agua

Jugamos en el mar, nadamos, estuvimos casi una hora, hasta que cansada mi niña, nos pidió que nos fuéramos a donde estaban las toallas, que estaba cansada

—- Es preciosa — le dije a Adrian

— Necesita una madre, cuando yo trabajo se queda con la niñera, pero siempre está triste, Oye Elizabet, se que no nos conocemos casi, pero te propongo un contrato matrimonial, ¿Querrías ser mi esposa? no haremos nada que tu no desees, solo que mi hija te quiere mucho y por ella haría lo que fuera ¿que me dices? — me pregunto

— No sé Adrian, tendría que pensarlo, de verdad me gustaria mucho ser tu esposa, tu hija me tiene enamorada, pero es un gran paso y ahora mismo no se que decir — comente

— Lo entiendo no te preocupes, ha sido un subidón que me ha dado al veros a las dos disfrutar del mar, pero tranquila, no quiero que me contestes si no estás segura, ¿seguimos siendo amigos? — pregunto, cogiendo mi mano

Pero yo quería algo más que su mano, así que acerque mis labios a los suyos, acariciando con su lengua mis labios, sin apartar su mirada de mi.

— ¿Aprovechando el tiempo que te queda hasta que nos casemos? — escuche la voz de Carlos

— ¿Es tu prometido? — pregunto Adrian sorprendido

— ¿Qué haces aquí?¿me estás vigilando? — le pregunté a Carlos, levantandome de la toalla

— Eres mi prometida, ¿te enteras? mia, veremos qué dice tu padre cuando se lo cuente, esta noche nos vemos prometida — me dijo soltando mi brazo, fijandome en el hematoma que me había hecho al apretar  tanto con su mano

— Silvia cariño nos vamos — le dijo Adrian a su hija

— No por favor, espera Adrian, te lo tengo que explicar, debo de explicartelo — le dije

— No hace falta, me siento ridículo intentando conquistar a una mujer que pertenece a otro hombre, – me dijo, haciéndome llorar

— No es mi prometido, mi padre ha concertado una boda con el, sin decirme nada, ese hombre es odioso y a mi solo me gustas tu, tu hija me ha robado mi corazon y deseo ser su mamá, — le dije llorando

— Palabras muy bonitas, pero eres como todas, una mentirosa que le gusta reírse de los hombres débiles y con problemas, no quiero volver a verte nunca más y menos que te acerques a mi hija — me dijo, viendo como se iba, sin dejar que me despidiera de la pequeña Silvia

Me quedé de pie en la arena, dolida y furiosa con el engreído de Carlos por tener ese  aire de superioridad, mientras me quedaba mirando como el hombre del que empezaba a enamorarme, se marchaba con su hija, con mi pequeña rubia dormida en sus brazos. Recogí mis cosas, me fui hacia mi coche y una vez dentro llame a mis amigas, con el movil que tenia mi vehículo, contestandome las dos casi al unísono

— Hola Eli, ¿cómo está el tío buenorro y su pequeña hija? — preguntó Gina

— ¿Qué preguntas loca? ella estará contenta ¿a que si Elizabeth? — dijo Lore

— Me ha dado la patada chicas, por culpa de ese maldito Carlos, ¿podemos vernos en la cafetería de siempre? se que si me voy a casa, mató a mi padre por haberme prometido con ese, ese ____

— Cuidado nena, del odio al amor hay un paso, venga tía animate, nos vemos en la cafetería en veinte minutos — respondió Gina

— Ahora nos vemos peques — dijo Lore, terminando la llamada

Aparque mi coche cerca de la cafetería, baje entrando seguidamente en el local, viendo que mis amigas ya habían llegado y me habían pedido un refresco, me acerque a donde estaban, sentandome en la silla que había libre

— Cuentanos que ha pasado, nos tienes intrigadas Eli — me dijo Gina

— Hemos estado con la pequeña Silvia en la playa, nos lo hemos pasado muy bien, la pequeña nada mejor que las sirenas, nos hemos vuelto hacia las toallas y cuando Adrian estaba a punto de darme un beso ___

— Espera, espera, ¿en los labios? — pregunto Lore

— Pues claro que en los labios, tonta y callate ¿que paso después del beso? — preguntó Gina

— No llegamos a besarnos, aprecio el idiota de Carlos, diciendo que soy su prometida y claro a Adrian no le gusto nada – les dije

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