Ramsés caminaba furioso por el bosque, rodeado únicamente de árboles. Regresó al lugar donde Trysa seguía inconsciente, mientras la frustración comenzaba a consumirlo. Se detuvo a su lado, maldiciendo la decisión de haber seguido la petición de su amiga.—¡Maldita sea! ¿En qué momento le hice caso a tu amiga? Despierta ya, necesitamos llegar a la frontera — se quejó Ramses, mirando el rostro sereno de Trysa.Su lobo interior intentó calmarlo.—Tranquilo, su amiga debe estar preocupada. Ya vendrá por nosotros.Ramsés bufó con frustración. Sentía la garganta seca y no veía una salida en ese bosque interminable.—En serio, Rocco. No sé en qué momento decidí hacerte caso también. Ahora estamos perdidos en medio de este maldito bosque.—Esos magos no tenían buenas intenciones con Trysa. Si no hubiéramos llegado, quién sabe qué le habrían hecho —respondió Rocco con calma, tratando de apaciguar su amo.—Pero no era nuestro problema lo que le pasara —No pudo evitar observar el cabello azabach
Después de recorrer un largo camino por el denso bosque, Rocco llegó a un río rodeado de cuevas. Tras inspeccionar el lugar, preparó un lecho de hojas y acostó a Trysa sobre él. Luego, cedió el control a Ramsés quien se dispuso a pescar en el río, donde capturó algunos peces. Satisfecho con su pesca, improvisó una fogata y comenzó a cocinar.Mientras el fuego chasqueaba suavemente, Ramsés no apartaba la mirada de Trysa, preocupado por su estado, se acercó con cautela y se agachó junto a ella, con un vaso de agua improvisado hecho con una hoja grande.—¿Por qué no despiertas? —balbuceó en un tono bajo—. Ahora sí me estás asustando.Ramsés miró a su alrededor, sintiéndose perdido por primera vez en su vida. A sus treinta años, nunca había estado tan preocupado por alguien más que por sí mismo, ni siquiera por su familia. Le tomó el pulso a Trysa nuevamente, luego pasó dos dedos por sus mejillas rosadas—. Al menos sigues vida y tienes color.Él levantó suavemente la cabeza de Trysa y hume
Ramsés, quien rara vez sentía pena por los demás, tragó saliva, sintiendo un atisbo de compasión por la joven. Su lobo estaba alterado al escuchar la confesión de la chica.—¿Cómo escapaste? —preguntó con genuino interés.—Gracias a Marie. Ella me rescató. Ese desgraciado me entregó a unos mercenarios que planeaban venderme como juguete al rey Kane —Trysa inhaló profundamente, intentando controlar sus emociones—. Marie arriesgó su vida para salvarme.—¿Cuántos años tienes? —Él no pudo evitar apretar la mandíbula al darse cuenta de lo joven que era.—Veintidós. Tenía dieciséis años en ese entonces —respondió Trysa, bajando la mirada.La cólera se apoderó de Ramsés. No podía creer que Kane fuera tan sádico. Aunque él mismo no era un santo, nunca se atrevería a tocar a una niña.—A Kane le gustan las jovencitas. Me enteré en cautiverio que las mata después de torturarlas y satisfacer sus necesidades —añadió ella, en voz baja y llena de repulsión.—Lamento lo que viviste —Su voz estaba ca
Al amanecer, las tropas se preparaban para partir. El bullicio y el movimiento llenaban el aire, mientras los guerreros ajustaban sus armaduras y revisaban sus armas. Aradne, sin embargo, estaba sumida en la tristeza por tener que alejarse por primera vez de su hijo por tanto tiempo.Gedeón, por su parte evitaba a Mara a toda costa. Estaba furioso con ella y no quería lidiar con sus actitudes berrinchudas en ese momento.Mara estaba desesperada por despedirse de él, trataba de acercarse, pero un grupo de guardias le bloqueaba el paso.—¡Quítense del medio, debo despedirme del rey! —gritaba con desesperación.—Son órdenes del rey no dejar pasar a nadie que no sean los guerreros preparados para la partida —respondió uno de los guardias con firmeza.—¡Imbéciles, no saben quién soy! Gedeon les cortará la cabeza por esta ofensa —exclamó, sintiendo las miradas de los presentes clavadas en ella, todos los que se despedían de sus seres queridos.—Son órdenes del mismo rey Gedeón, no dejar ent
Con la caída de la noche, las tropas finalmente llegaron al campamento, agotadas por el largo viaje. Apenas comenzaban a instalarse cuando un estruendo ensordecedor rompió la tranquilidad. En un instante, grandes explosiones de granadas sacudieron el suelo, y el campamento se convirtió en un infierno de llamas y polvo. Las tiendas ardían mientras la desesperación se apoderaba de los hombres, que corrían envueltos en llamas.—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! —clamaban los heridos con una desgarradora voz. El aire se llenó de gritos lastimeros y el olor acre de carne quemada.Aradne, con el corazón acelerado y el alma destrozada, intentaba aliviar con sus manos el dolor insoportable de los quemados.—¿De dónde provienen las granadas? —gritó Gedeón, con la furia retumbando en su voz.—No lo sabemos, su majestad. Revisamos el perímetro, pero no encontramos rastro del enemigo cerca —respondió Horus, jadeante y con el rostro pálido de miedo.Gedeón, con el ceño fruncido, observó de un lado a otro el
Al día siguiente, las tropas de Kane avanzaron más allá de su frontera, marchando triunfantes entre la devastación que había quedado donde antes se encontraba el ejército de Nardis. Sin embargo, cuando emergieron del bosque Esmer, una emboscada los aguardaba. Los guerreros enemigos se encontraban al frente, bajo el mando de Gedeón. A su lado estaba Aradne y el rey del imperio de Uregon. Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Kane al ver a Odin, mientras pensaba: "Qué fácil será tomar dos imperios al mismo tiempo."—Estamos aquí para tomar este reino —anunció Kane con voz cargada de arrogancia y poder—. Si se rinden ahora, prometemos no hacer daño a su gente. Quedarán bajo nuestro mando y los líderes serán desterrados más allá de las tierras de lobos.Gedeón apretó los puños, con ira latiendo en sus venas y su mirada afilada se clavó en Kane mientras vociferaba:—Jamás entregaré mi reino a un lobo sangriento y desleal como tú. Este reino me pertenece por derecho de linaje anti
Marie y Trysta, que habían corrido hacia Aradne en el momento en que se arrodilló, se miraron entre sí y asintieron lentamente.—Hazlo —dijeron al unísono, soltando un suspiro de resignación.Evolet dio varios pasos hacia adelante y colocó sus patas en cada extremo del cuerpo del rey. Luego, inclinó su cabeza hacia el cuello de Gedeón y, con un gruñido, mostró sus colmillos y lo mordió. Al retirar sus caninos de la carne, una marca comenzó a formarse rápidamente, dejando a los observadores asombrados. Era una figura de dos lobos entrelazados con las iniciales G y A, como un tatuaje plateado. La loba se apartó de Gedeón quien ya tenía color en su piel y el gran hueco en su pecho había desaparecido, dejando como rastro de lo que pasó, solo la camisa rota y ensangrentada.Mientras tanto, Rocco se agitaba en su ecosistema, gruñendo con desesperación.—Es ella. Estuvo a mi lado. ¿Cómo no pude percibir la conexión? Es nuestra mate, es mía. —repetía con entusiasmo y confusión.Ramsés estaba
La batalla estalló con una intensidad desbordante. Medinson, envuelto en una oscura aura, alzó las manos y, con un grito desagradable, lanzó un conjuro. Desde las sombras surgieron figuras espectrales, emergiendo del suelo como cadáveres vivientes, avanzando implacables hacia los guerreros, quienes a aquellos que eran tocados por las garras heladas de los espectros caían al suelo, con sus cuerpos rígidos y sus miradas perdidas en un trance profundo.—¿Qué son esas cosas? —preguntó Aradne, con un tomo de miedo al ver cómo sus compañeros caían indefensos.—Es magia negra, una maldición que usaban los magos antiguos—reconoció Trysa con rabia—. Debo detener a Medinson, o los guerreros nunca despertarán.—Yo me quedaré aquí, evitaré que esas criaturas lleguen a nuestros alfas —declaró Aradne, con la mirada fija en la batalla que libraban sus lobos contra los lobos salvajes de Safe—. Ustedes vayan por Medinson.Sin perder tiempo, Aradne lanzó su ataque contra los espectros. Sabía que no pod