Capítulo 75

Meses después, Gedeón sostenía con fuerza la mano de Aradne, quien respiraba agitada y gritaba de dolor. Él había insistido en estar presente en el parto; no quería perderse el momento más importante de sus vidas: el nacimiento de su princesa.

—¡Puja! ¡Vamos puja! Falta poco —Le animaba Gedeón, con el corazón palpitando a toda velocidad, mientras ella pujaba con todo su ser, sintiendo como si su cuerpo se desgarrara por dentro. El dolor era insoportable, más intenso de lo experimento con Eiden.

Gedeón, al verla así, sudorosa, temblando de dolor y agitada apretando con fuerza su mano, sintió un miedo que no había experimentado antes. En su mente considero la idea huir, salir corriendo de la sala, por verla sufrir y no poderla ayudar. Por un instante, pensó que se iba a desmayar.

—¡Puja nuevamente, ya está aquí! ¡Puja duro! —exclamó el doctor, con voz gruesa y listo para recibir a la bebé.

Aradne, estaba agotada, con ímpetu apretó la mano de Gedeón y gritó pujando con todas sus fuerzas,
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