Gedeon y Ariadne llegaron a la entrada de Corinto, donde Gedeon ordenó que abrieran el portón. A medida que avanzaban, los habitantes de la manada los observaban con curiosidad y desconfianza, susurrando entre ellos sobre los extraños que acompañaban a su rey. No se atrevían a preguntar, por temor a ofender al Alfa.Gedeon dirigió a su grupo hacia su mansión, y al llegar, el primero en recibirlos fue Jonas.—Su Majestad, qué bueno tenerlo de vuelta en la manada —dijo Jonás, con una reverencia.Gedeón, sin perder tiempo, entró por la puerta principal de la mansión.—¿Cómo están las cosas por aquí? —preguntó mientras cruzaba el umbral. Sin embargo, al notar que nadie lo seguía, se detuvo y giró sobre sus zapatos, mirando a Ariadne expresó.—¿Por qué no entras? Esta será tu residencia ahora.Ariadne, con su hijo dormido en brazos, observó cómo los demás esperaban en silencio, esperando las órdenes de su líder.—Antes de entrar, necesito que pongas al tanto a tu gente de quiénes somos. No
Después de dejar a Eiden dormido en la habitación principal, bajo el cuidado de su abuela, Gedeón salió con la preocupación dibujada en su rostro. Al cruzarse con Aradne en el pasillo, su corazón se aceleró por un instante. Ella pasó junto a él sin mirarlo, ignorando su presencia como si fuera solo una sombra, y entró en la habitación, cerrando la puerta tras de sí.El gesto de Aradne dejó a Gedeón con una sensación de disgusto y frustración. Inspiró profundamente varias veces para no entrar en la habitación, sacarla de allí y darle unas nalgadas por su falta de respeto al rey. Finalmente, descendió las escaleras y se dirigió a la mansión real. Al llegar, lo esperaba su beta en la entrada, visiblemente preocupado.—Por fin te dignas a venir —expulsó Horus en cuanto lo vio cerca—. Han llegado rumores de que llegaste con un grupo de personas. ¿Puedes explicarme qué está pasando? Hace cuatro días mandaste a unas personas a Corinto sin explicaciones y ahora llegas con otras y las instalas
Al día siguiente, los alfas y los ancianos se congregaron en una sala de conferencias. El ambiente estaba cargado de preocupación tras las alarmantes noticias que Horus les había transmitido. Los rostros de los lobos ancianos reflejaban desconfianza. Cuando Mara entró en la habitación sin tocar, Gedeón frunció el ceño y gruñó con frialdad.—Mara, te has equivocado de salón. Deberías salir; estamos en una reunión importante.—Su majestad, ¿por qué le hablas así a la futura Luna de esta manada? Ella debería estar presente en esta conversación —replicó Clemente, haciendo un gesto para que Mara se sentara al lado del rey. Con la frente en alto, Mara cruzó la sala y se sentó junto a Gedeón.—¿Por qué no comenzamos la reunión? —protestó Marcos, algo impaciente.La puerta se abrió de nuevo, y Aradne apareció en la entrada, seguida de cerca por Marie y Trysa. El grupo reunido en la sala desvió la mirada hacia ellas.—Hola, señores. Disculpen la tardanza —dijo Aradne con aire de desdén, su ros
Aradne estaba perdiendo la paciencia con el espectáculo. Se levantó de un salto y golpeó la mesa con fuerza, atrayendo la atención de todos de inmediato.—Ya estoy harta de escuchar tantas estupideces. El rey Gedeón ya ha comprobado que su futuro heredero, Eiden Drester, es su hijo—. Indicó con un tono burlón— Lástima por ti, Mara, que en una noche logré lo que tú has intentado durante años. Pero voy a ser compasiva contigo y te regalo a mi mate, ya lo use ya lo bote. Pueden continuar con su boda, pero te lo advierto: si te atreves a acercarte a mi hijo, conocerás mi furia. Gedeón echaba chispas de ira, pero al mismo tiempo quería reír por el descaro de esa loba y sacarla de allí para hacerla pagar por tratarlo como un objeto frente a sus alfas. Sin embargo, Aitor estaba feliz de que su mate supiera defenderse sin ayuda de él.—¡Maldita! ¿Me estás amenazando? ¡Te voy a matar! —espetó Mara, intentando avanzar hacia Aradne. Sin embargo, se detuvo en seco al ver materializarse una enorm
Esa misma noche, Aradne se reunió con su gente para discutir la gravedad de la situación en el imperio y decidir quiénes acompañarían a los guerreros del rey hacia la frontera sur. Al finalizar la reunión, se dispuso a regresar a la mansión. Sin embargo, cuando estaba a punto de entrar, una mano fuerte la cubrió la boca y la arrastró hacia el bosque. Aradne luchó con todas sus fuerzas, pero el agarre era implacable. Su corazón latía desbocado, deseando salir de su pecho mientras ella intentaba liberarse, pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Pronto, fue empujada contra un árbol y, antes de que pudiera reaccionar, sus manos fueron sujetadas firmemente detrás de su espalda.—Cachorra malcriada, lo que tienes de valiente lo tienes de hermosa —susurró Gedeón, acercando sus labios peligrosamente cerca de su oído—. He venido a castigarte por dejarme en ridículo frente a mis alfas.Un escalofrío recorrió la espalda de Aradne al escuchar su voz ronca y sensual, pero no permitió que el miedo
Al día siguiente, los preparativos para la marcha hacia la frontera sur estaban en pleno apogeo. El punto de salida bullía mientras los guerreros se alistaban para la misión de rastreo en el peligroso Bosque Esmer. El alfa Jordan y el alfa Ramses, organizaban a sus hombres. Marie y Trysa, también se preparaban para unirse al grupo como guías expertas.Ramses se ofreció a ir para conocer esa zona de Esmer que nunca había tenido la necesidad de explorar, además era uno de los alfas con mejor habilidad en batalla, había ganado su reputación enfrentándose a Gedeón en innumerables prácticas de combate. Siempre fue el oponente más formidable de Gedeón.Gedeón, junto a otros alfas, observaba en silencio la partida de los guerreros, con la mirada fija en el horizonte mientras las tropas se adentraban en el camino. El aire estaba cargado de incertidumbre, pues el enfrentamiento con el imperio Safe era una amenaza latente. El rey Kane, era famoso por su crueldad y despiadada sed de poder.A lo
Marie observó cómo Ramsés la ignoraba y se alejaba corriendo. La preocupación crecía en su interior por su amiga, pero justo cuando estaba a punto de adentrarse en el oscuro bosque, un hombre emergió de la multitud, blandiendo una espada contra ella. Sin titubear, Marie se lanzó al combate. El choque del metal resonaba en el aire mientras dominaba al hombre con una precisión aterradora. A su alrededor, el rugido de los lobos se hacía cada vez más fuerte.En medio del caos, sus ojos captaron a Jordán, el Alfa estaba acorralado por diez lobos. Al mismo tiempo, vio a Simón huir del campo de batalla. La furia de Marie se intensificó. Sin dudarlo, corrió hacia Jordán para brindarle su apoyo.De repente, un jinete llegó desde la frontera, su caballo jadeando por el esfuerzo. El hombre, casi sin aliento, gritó con desesperación:—¡La frontera está siendo atacada!Las miradas agitadas de Marie y Jordán se cruzaron, cargadas de inquietud. Sin perder tiempo, Jordán ordenó a algunos de sus hombre
Ramsés caminaba furioso por el bosque, rodeado únicamente de árboles. Regresó al lugar donde Trysa seguía inconsciente, mientras la frustración comenzaba a consumirlo. Se detuvo a su lado, maldiciendo la decisión de haber seguido la petición de su amiga.—¡Maldita sea! ¿En qué momento le hice caso a tu amiga? Despierta ya, necesitamos llegar a la frontera — se quejó Ramses, mirando el rostro sereno de Trysa.Su lobo interior intentó calmarlo.—Tranquilo, su amiga debe estar preocupada. Ya vendrá por nosotros.Ramsés bufó con frustración. Sentía la garganta seca y no veía una salida en ese bosque interminable.—En serio, Rocco. No sé en qué momento decidí hacerte caso también. Ahora estamos perdidos en medio de este maldito bosque.—Esos magos no tenían buenas intenciones con Trysa. Si no hubiéramos llegado, quién sabe qué le habrían hecho —respondió Rocco con calma, tratando de apaciguar su amo.—Pero no era nuestro problema lo que le pasara —No pudo evitar observar el cabello azabach