Capítulo 41

Después de dejar a Eiden dormido en la habitación principal, bajo el cuidado de su abuela, Gedeón salió con la preocupación dibujada en su rostro. Al cruzarse con Aradne en el pasillo, su corazón se aceleró por un instante. Ella pasó junto a él sin mirarlo, ignorando su presencia como si fuera solo una sombra, y entró en la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

El gesto de Aradne dejó a Gedeón con una sensación de disgusto y frustración. Inspiró profundamente varias veces para no entrar en la habitación, sacarla de allí y darle unas nalgadas por su falta de respeto al rey. Finalmente, descendió las escaleras y se dirigió a la mansión real. Al llegar, lo esperaba su beta en la entrada, visiblemente preocupado.

—Por fin te dignas a venir —expulsó Horus en cuanto lo vio cerca—. Han llegado rumores de que llegaste con un grupo de personas. ¿Puedes explicarme qué está pasando? Hace cuatro días mandaste a unas personas a Corinto sin explicaciones y ahora llegas con otras y las instalas
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