Capítulo 26
Aradne se quedó paralizada por un instante al escuchar el tono de voz de Horus. Tragó saliva, y la desesperación se apoderó de sus ojos mientras buscaba la manera de liberar las palabras atascadas en su garganta.

—Horus, tengo que verlo. Necesito saber cómo está.

Horus la miró con seriedad y luego de un largo suspiro, relajó su postura. En el fondo entendía la intensidad de sus sentimientos por su mate.

—Está en estado crítico —comentó con voz baja—. No puedes hacer nada para ayudarlo en este momento, excepto esperar. Si te descubren aquí, podría empeorar las cosas para todos nosotros.

Aradne se quedó en silencio, sin comprender la actitud del hombre frente a ella, como si no la conociera.

—Horus, sabes de mi poder de sanación. Tú fuiste el primer lobo que curé. No entiendo por qué me tratas así. Por favor, permíteme entrar y curar las heridas de tu alfa.

Él se tensó. Era evidente que lo que decía era verdad, pero dejarla entrar pondría en riesgo el trono de Gedeón. Ella estaba m*****a
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