Después de la revisión del doctor, Gedeón fue informado de una reunión. Junto a Kirian y Horus, descendió las escaleras. Los alfas, al verlo bajar, lo recibieron con entusiasmo y aplaudieron ferozmente.—Eres un orgullo para nuestra raza, alfa Gedeón. Pensé que no resistirías esas heridas profundas —dijo el alfa Rendes, con una sonrisa de regocijo en el rostro.—Debemos darle gracias al doctor Kirian por su maravillosa labor en salvar al rey. En verdad, fui testigo de tu estado deplorable y pensé que te perderíamos en batalla —anunció otro alfa de la manada, Yendri.—Gracias, pero no fui yo quien lo sanó —trató de explicar Kirian—. Fue…—No seas modesto, Kirian. Ya sabemos que la diosa Selena siempre lo protegió, pero fue usted quien lo curó. Es de admirar —interrumpió el alfa Edwuar.—Yo, Clemente Tricoter, representante de la manada Waya y miembro principal del consejo de lobos, te informo, alfa Gedeón Drester, que después de una reunión con los alfas de la región, hemos aprobado que
Aradne se adentró en el bosque. Llegó frente a un viejo roble y se desplomó, cayendo de rodillas. Comenzó a sollozar desconsoladamente, como si un diluvio desbordara ríos. Se abrazó el estómago con fuerza, intentando apaciguar las punzadas agudas que sentía en su vientre, mientras las primeras gotas de lluvia empezaban a caer del cielo. Cada gota que tocaba su piel era un recordatorio de que el lobo del que se había enamorado ahora era un extraño en su vida.—¿Por qué, Gedeón? ¿Por qué me utilizaste, ignoraste y despreciaste? Diosa Selena, después de compartir mi cama por las noches, ahora está con ella. Me siento traicionada, usada —soltó un grito desgarrador—. ¿Ese lobo terminó siendo como mi padre? Solo buscaba poder, y nunca le importé.De repente, un torrente de agua comenzó a caer del cielo. Aradne se recostó contra el árbol, empapándose mientras el frío empezaba a colarse por su cuerpo. Sin embargo, no le importaba morir de hipotermia; solo quería desvanecerse, ya no le importab
Un mes después, Gedeón revisaba minuciosamente los documentos que había dejado Nesfer. Había encontrado pruebas de desvíos de fondos, pero seguía buscando más información que involucrara a Ramsés y a los lobos del consejo. Sin embargo, no encontraba nada que pudiera atar cabos sueltos.—¡Maldición! —Exclamó furioso, arrugando todos los papeles que tenía sobre la mesa—. ¿Estás seguro de que no encontraron más carpetas?—Revisamos toda la oficina y cada estante de la biblioteca del rey —respondió Horus—, y no encontramos nada más importante que lo que te acabo de traer. Seguramente Ramsés y el consejo no estaban involucrados en los negocios turbios de Nesfer. A esos viejos lobos les interesa más creerse superiores y mantener el control en estas tierras.Gedeón frunció los labios. Debía encontrar las pruebas necesarias para desmantelar a ese consejo de ancianos. Sabía que estos lobos tienen un gran poder sobre el pueblo, y deshacerse de ellos sin justificación podría ser perjudicial para
Con el paso del tiempo, en Nardis, las cosechas empezaron a florecer con abundancia, los ríos volvieron a sus antiguos cauces, y la alegría se esparció por todos los condados del imperio. El anciano sabio del templo de la diosa Luna, comunicó que al eliminar al descendiente de quien había ofendido a los dioses, la maldición finalmente se había roto.En la frontera sur, un grupo de personas se aliaron para construir su propio reino, desobedeciendo las órdenes del imperio. Aquellos que intentaban adentrarse en esa parte del bosque emergían despojados de sus pertenencias, heridos y enloquecidos por los demonios que decían haber visto.Cinco años habían pasado desde la coronación de Gedeón. En la sala del gobernante del imperio Uregón, se celebraba una reunión presidida por el gran Alfa Odín, quien siempre había mantenido una buena relación con el Alfa Gedeón.—Gedeón, tienes que ponerle un alto a esas personas que han tomado gran parte del territorio sur de Nardis. Son unos renegados que
Las cinco amigas cabalgaban bajo la luz de la luna, sus risas resonando en el aire, animadas por la audaz travesura de Marie.—¿Cómo se te ocurre besarlo frente a sus hombres? Te admiro, amiga —comentó Sira, entre carcajadas.—Me lo debía ese sinvergüenza. Siempre alardeando de su hombría frente a todos —respondió Marie con una sonrisa satisfecha—. Se quedó pálido.—¡Se merece eso y más por corresponder a los coqueteos de tu hermana frente a ti! —Añadió Emma entre risas—. Pero todavía no entiendo cómo no se dio cuenta de que eras su mate.—Él lo supo desde el primer momento en que me vio. Lo vi en su arrogante mirada —dijo Marie encogiéndose de hombros—. Pero al verme como una chiquilla mal vestida, decidió que no valía la pena y me dejó en claro que no iba a abandonar su vida de libertinaje. Por suerte, logré escapar de mi familia abusiva; de lo contrario, estaría llorando en un rincón ahora mismo.—Te comprendo. Yo quería matar a ese desgraciado de Gedeón y dejarlo desangrando allí m
Los recuerdos de aquel día volvieron a su mente como una película en blanco y negro, proyectando cada imagen con nitidez.Marie quería huir, correr lejos de allí, pero sus piernas estaban clavadas al suelo.Odín, al percibir su aroma, giró la cabeza con rapidez, sus labios se fruncieron en una mueca de desdén. Un gruñido de desagrado salió de su garganta.—¿Quién eres tú? —Como vio que la chica no respondía, empujó su miembro dentro de Moida con fuerza, el cuerpo de ella emitió un gemido escandaloso de placer—. Así que una mocosa insípida es mi pareja destinada —continuó con un tono lleno de desprecio—. No creas ni por un momento que voy a sacrificar los placeres de la vida por ti.Marie sintió una punzada amarga recorrer su cuerpo, como si cada palabra de Odín fuera un veneno que se extendía por sus venas. Sus ojos se nublaron, amenazando con derramar lágrimas que no podía detener. Nunca imaginó que su primer encuentro con su mate sería desagradable. Estaba a punto de dar la vuelta,
Gedeón se encontraba en una cabaña cerca de la frontera sur, donde sus hombres resguardaban ese extremo de Nardis. La frustración lo consumía, y la ansiedad lo devoraba por dentro. Quería ir a buscarla y encontrar una forma de hablar con ella.Él caminaba de un lado a otro, con las manos crispadas y la mente nublada por los pensamientos de cómo había llegado Aradne a involucrarse con esos ladrones. Finalmente, sintiendo que no podía soportarlo más, sacó su teléfono y buscó entre sus contactos. El nombre de Horus apareció en la pantalla, y sin dudarlo, marcó el número.—Hola, Gedeon, te estamos esperando, deberías haber llegado —señaló impaciente mientras miraba su reloj.—Horus, la he encontrado —respondió, tratando de mantenerse calmado, aunque la emoción y la tensión eran evidentes en su voz.—¿A quién? — inquirió confundido. En su mente, temía que Gedeón estuviera hablando de su mate, quien había sido la obsesión de su amigo durante los últimos 5 años.—¿Quién más va a ser? A Aradn
Días después, En una noche fría y silenciosa, una pequeña aldea fue sacudida por ruidos y gritos. Los aldeanos sobresaltados salieron de sus casas solo para ser recibidos por la brutalidad de aproximadamente unos 30 renegados. Estos atacaban sin piedad, destrozando todo a su paso. Los hombres intentaban defender a sus familias, transformándose en lobos, pero los renegados los herían o mataban frente a sus hijos. Las mujeres y los niños eran sacados a la fuerza de sus hogares y reunidos en el centro de la aldea, mientras las cabañas eran saqueadas y las llamas devoraban su hogar. El llanto de los niños llenaba el aire, mezclado con los aullidos de los lobos heridos.En una cabaña no muy lejos, Aradne se preparaba para dormir cuando Evolet, irrumpió en la habitación, inquieta y jadeante.—¡Aradne, están atacando a la manada Gord! —exclamó Evolet, con la furia reflejada en sus ojos.Sin dudarlo, Aradne salió de su cabaña y comenzó a golpear las puertas de sus amigos, despertándolos con u