Capítulo 30
Con el paso del tiempo, en Nardis, las cosechas empezaron a florecer con abundancia, los ríos volvieron a sus antiguos cauces, y la alegría se esparció por todos los condados del imperio. El anciano sabio del templo de la diosa Luna, comunicó que al eliminar al descendiente de quien había ofendido a los dioses, la maldición finalmente se había roto.

En la frontera sur, un grupo de personas se aliaron para construir su propio reino, desobedeciendo las órdenes del imperio. Aquellos que intentaban adentrarse en esa parte del bosque emergían despojados de sus pertenencias, heridos y enloquecidos por los demonios que decían haber visto.

Cinco años habían pasado desde la coronación de Gedeón. En la sala del gobernante del imperio Uregón, se celebraba una reunión presidida por el gran Alfa Odín, quien siempre había mantenido una buena relación con el Alfa Gedeón.

—Gedeón, tienes que ponerle un alto a esas personas que han tomado gran parte del territorio sur de Nardis. Son unos renegados que
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