Un mes después, Gedeón revisaba minuciosamente los documentos que había dejado Nesfer. Había encontrado pruebas de desvíos de fondos, pero seguía buscando más información que involucrara a Ramsés y a los lobos del consejo. Sin embargo, no encontraba nada que pudiera atar cabos sueltos.—¡Maldición! —Exclamó furioso, arrugando todos los papeles que tenía sobre la mesa—. ¿Estás seguro de que no encontraron más carpetas?—Revisamos toda la oficina y cada estante de la biblioteca del rey —respondió Horus—, y no encontramos nada más importante que lo que te acabo de traer. Seguramente Ramsés y el consejo no estaban involucrados en los negocios turbios de Nesfer. A esos viejos lobos les interesa más creerse superiores y mantener el control en estas tierras.Gedeón frunció los labios. Debía encontrar las pruebas necesarias para desmantelar a ese consejo de ancianos. Sabía que estos lobos tienen un gran poder sobre el pueblo, y deshacerse de ellos sin justificación podría ser perjudicial para
Con el paso del tiempo, en Nardis, las cosechas empezaron a florecer con abundancia, los ríos volvieron a sus antiguos cauces, y la alegría se esparció por todos los condados del imperio. El anciano sabio del templo de la diosa Luna, comunicó que al eliminar al descendiente de quien había ofendido a los dioses, la maldición finalmente se había roto.En la frontera sur, un grupo de personas se aliaron para construir su propio reino, desobedeciendo las órdenes del imperio. Aquellos que intentaban adentrarse en esa parte del bosque emergían despojados de sus pertenencias, heridos y enloquecidos por los demonios que decían haber visto.Cinco años habían pasado desde la coronación de Gedeón. En la sala del gobernante del imperio Uregón, se celebraba una reunión presidida por el gran Alfa Odín, quien siempre había mantenido una buena relación con el Alfa Gedeón.—Gedeón, tienes que ponerle un alto a esas personas que han tomado gran parte del territorio sur de Nardis. Son unos renegados que
Las cinco amigas cabalgaban bajo la luz de la luna, sus risas resonando en el aire, animadas por la audaz travesura de Marie.—¿Cómo se te ocurre besarlo frente a sus hombres? Te admiro, amiga —comentó Sira, entre carcajadas.—Me lo debía ese sinvergüenza. Siempre alardeando de su hombría frente a todos —respondió Marie con una sonrisa satisfecha—. Se quedó pálido.—¡Se merece eso y más por corresponder a los coqueteos de tu hermana frente a ti! —Añadió Emma entre risas—. Pero todavía no entiendo cómo no se dio cuenta de que eras su mate.—Él lo supo desde el primer momento en que me vio. Lo vi en su arrogante mirada —dijo Marie encogiéndose de hombros—. Pero al verme como una chiquilla mal vestida, decidió que no valía la pena y me dejó en claro que no iba a abandonar su vida de libertinaje. Por suerte, logré escapar de mi familia abusiva; de lo contrario, estaría llorando en un rincón ahora mismo.—Te comprendo. Yo quería matar a ese desgraciado de Gedeón y dejarlo desangrando allí m
Los recuerdos de aquel día volvieron a su mente como una película en blanco y negro, proyectando cada imagen con nitidez.Marie quería huir, correr lejos de allí, pero sus piernas estaban clavadas al suelo.Odín, al percibir su aroma, giró la cabeza con rapidez, sus labios se fruncieron en una mueca de desdén. Un gruñido de desagrado salió de su garganta.—¿Quién eres tú? —Como vio que la chica no respondía, empujó su miembro dentro de Moida con fuerza, el cuerpo de ella emitió un gemido escandaloso de placer—. Así que una mocosa insípida es mi pareja destinada —continuó con un tono lleno de desprecio—. No creas ni por un momento que voy a sacrificar los placeres de la vida por ti.Marie sintió una punzada amarga recorrer su cuerpo, como si cada palabra de Odín fuera un veneno que se extendía por sus venas. Sus ojos se nublaron, amenazando con derramar lágrimas que no podía detener. Nunca imaginó que su primer encuentro con su mate sería desagradable. Estaba a punto de dar la vuelta,
Gedeón se encontraba en una cabaña cerca de la frontera sur, donde sus hombres resguardaban ese extremo de Nardis. La frustración lo consumía, y la ansiedad lo devoraba por dentro. Quería ir a buscarla y encontrar una forma de hablar con ella.Él caminaba de un lado a otro, con las manos crispadas y la mente nublada por los pensamientos de cómo había llegado Aradne a involucrarse con esos ladrones. Finalmente, sintiendo que no podía soportarlo más, sacó su teléfono y buscó entre sus contactos. El nombre de Horus apareció en la pantalla, y sin dudarlo, marcó el número.—Hola, Gedeon, te estamos esperando, deberías haber llegado —señaló impaciente mientras miraba su reloj.—Horus, la he encontrado —respondió, tratando de mantenerse calmado, aunque la emoción y la tensión eran evidentes en su voz.—¿A quién? — inquirió confundido. En su mente, temía que Gedeón estuviera hablando de su mate, quien había sido la obsesión de su amigo durante los últimos 5 años.—¿Quién más va a ser? A Aradn
Días después, En una noche fría y silenciosa, una pequeña aldea fue sacudida por ruidos y gritos. Los aldeanos sobresaltados salieron de sus casas solo para ser recibidos por la brutalidad de aproximadamente unos 30 renegados. Estos atacaban sin piedad, destrozando todo a su paso. Los hombres intentaban defender a sus familias, transformándose en lobos, pero los renegados los herían o mataban frente a sus hijos. Las mujeres y los niños eran sacados a la fuerza de sus hogares y reunidos en el centro de la aldea, mientras las cabañas eran saqueadas y las llamas devoraban su hogar. El llanto de los niños llenaba el aire, mezclado con los aullidos de los lobos heridos.En una cabaña no muy lejos, Aradne se preparaba para dormir cuando Evolet, irrumpió en la habitación, inquieta y jadeante.—¡Aradne, están atacando a la manada Gord! —exclamó Evolet, con la furia reflejada en sus ojos.Sin dudarlo, Aradne salió de su cabaña y comenzó a golpear las puertas de sus amigos, despertándolos con u
Asher se sentía inquieto. No podía dejar de pensar en la chica que había rescatado durante la batalla. Después de descansar un poco, decidió ir a verla; necesitaba asegurarse de que estuviera bien. Salió de su cabaña, montó su caballo y se dirigió al bosque sin avisar a nadie.Mientras galopaba entre los árboles, un grupo de mercenarios apareció de repente en el camino, bloqueando su paso. Asher se tensó al reconocer a uno de ellos.—Miren a quién tenemos aquí, uno de los malhechores que tanto buscábamos —expresó Simón con una sonrisa sarcástica, sus ojos llenos de burla.Asher, manteniendo la calma, se aferró a las riendas de su caballo, aunque una sensación de arrepentimiento lo invadió. Había sido imprudente salir solo.—No sé de qué hablan —respondió, tratando de sonar indiferente—. Están confundidos, déjenme pasar.Pero antes de que pudiera hacer algo, Margus, el líder del grupo, dio la orden.—¡Agárrenlo, no lo dejen escapar!Dos hombres se acercaron rápidamente al caballo de As
—Gedeon, encontré a tu mate —soltó Lucio, casi sin aliento.—¡Vamos, llévame con ella! —expresó Gedeón, poniéndose de pie apresuradamente, sin perder un segundo.—No es tan fácil —continuó Lucio—. La aldea donde está ha sido tomada por mercenarios, y eso no es todo…—¿Qué? Dime que está bien —interrumpió Gedeón, con la ansiedad reflejada en sus ojos.—Aradne está bien, pero junto a otras mujeres lideran la manada Renacer. ¿Sabías que ellas mismas son las que han estado atacando a bandidos y contrabandistas en el bosque Esmer?—¿Qué? ¿No eran hombres? —Intervino Odín, levantándose de su asiento de golpe—. Entonces, ¿no fue un hombre el que me besó?—Odín, no intervengas —replicó Gedeón, impaciente—. Continúa, Lucio.—En resumen, los mercenarios entraron a la manada con la ayuda de unos magos. Aradne se presentó como la líder y se rindió porque capturaron a uno de sus hombres. Por cómo se rindió ella deben ser muy cercanos.Gedeon sintió una mezcla de celos y rabia. "¿Se rindió por un h