Capítulo 13.

Rebecca.

Abrí un poco mis ojos y la luz de la mañana entraba por entre las cortinas de la habitación. Me removí un poco en la cama, sentía un peso en mi cintura y mis piernas y su respiración en mi cuello. Era agradable despertar en sus brazos, me sentía amada, deseada y protegida a la vez. Era un sentimiento de paz, de calma.

Sentí como su mano se deslizaba suavemente de mi cintura a mi cadera y fue bajando hasta el interior de mis muslos y subiendo poco a poco hasta mis glúteos, su mano se deslizaba entre ellos haciéndome vibrar y humedecer. Me tocó con todos sus dedos y se frotó, metió dos dedos en mi entrada y jadeó conmigo. Se fue subiendo encima y me hizo dar la vuelta boca abajo. Con húmedos besos fue bajando por toda mi espalda hasta llegar a mis caderas y me hizo levantarlas un poco. Arturo besó y mordisqueó cada uno de mis cachetes, mientras me manoseaba a su antojo, repasó mi hendidura con su lengua y jugó con mi clítoris. Me sentía llena de

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