Un año después...
Bueno ya ha pasado un año desde que todo volvió a la normalidad. Arturo volvió a ser el presidente de F&D’L Constructores y los bebés nacieron en buen estado, pero el que la pasó mal fue mi esposo. Sí, así como lo oyen.
Flasback.
—Arturo, sabes me siento con un poco de dolor en el vientre, ¿Será que ya van a nacer? — pregunté intentando caminar un poco para calmar el dolor que sentía en mi bajo vientre.
—Pero aún faltan dos semanas para la programación que hizo la doctora— respondió ayudándome a caminar un poco.
—Tienes razón, pero es que no soporto el dolor—.
—¿Quieres un calmante? —
—No, déjalo así, si no es nada grave el dolor pasará—
Pero después de 15 minutos,
Febrero 2017, ...viernes 5:00 p.m.—Aló. Hola, amor ¿Dónde estás? ¿Por qué no has llegado? Hace una semana que debías llegar, ¿Qué ha pasado? He estado muy preocupada, pensé que te había sucedido algo malo –.Rebecca Griffin Macera, es una mujer de 38 años, administradora de empresas, divorciada, de cabello castaño claro, ojos grises y tez canela. No tiene curvas muy marcadas, bastante bajita, de 1,56 de estatura, busto grande, con unos cuantos rollitos en su abdomen. No es de dietas ni ejercicios forzados, pero si trata de mantenerse en forma para no subir de peso, es de pocos amigos, o mejor decir sin amigos.Estuvo casada durante 15 años con Edward Smith, un inglés muy bien parecido, que se divorció de ella a la distancia, porque no tuvo el valor ni las agallas de hacerlo de frente, pues dio por terminada
Londres. 1 año y medio después. Rebecca. —Hola Rebecca, buenos días. —Buenos días, Martha ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu fin de semana? —Excelente ¿Qué tal el tuyo? Cuéntame cómo te fue con el hombre aquel, el de la cafetería, me contaste que te invitó a salir, ¿Cómo les fue? Quien me saluda es mi amiga y compañera de trabajo Martha Johnson. Ella es la recepcionista desde hace 5 años de la empresa FRANCO & D’ LUCCA CONSTRUCTORES, donde actualmente trabajo como asistente de presidencia. Sí, soy la asistente del millonario arquitecto Maximiliano Franco. —Pues... que te cuento. Bien, no salí con él. Es un tipo que... mmm... —no sabía cómo decirle a mi amiga—, me incomoda su presencia. Sí eso, no quiero salir con alguien que no me inspira confianza —le comento a mi amiga acerca de mi cita del fin de semana. —Hay amiga, si sigues así vas a quedar en sequía total —dice Martha con gracias en su voz—. Ya deja de pensar en Edward. Sé que es por él que no te decides, aún piensas en él. Mira q
A la mañana siguiente Rebecca llegó más temprano que todos los días, bajó de un lujoso auto que la dejó en la entrada del edificio, situación que no pasó desapercibida para el hombre que se encontraba en la entrada del edificio a esa hora. En el rostro de Rebecca se evidencia el cansancio de la larga noche y la derrota de sus emociones.Aunque trató de disimular mucho, con un buen maquillaje y su elegante uniforme, la mala noche que tuvo fue notoria para los empleados que a esa hora ya llegaban a la constructora.Rebecca subió el ascensor junto a los demás compañeros, ocupó el último lugar, en una esquina. Entró con la mirada gacha sin percatarse de la presencia del hombre que la observaba desde el otro extremo.Aún se sentía perturbada e intranquila por lo acontecido el día anterior, que recurrió a cerrar sus ojos y recostar su ca
Arturo. Mi alarma sonó temprano, como siempre. Me senté en la cama unos minutos antes de dirigirme al baño por una ducha. Mientras pensaba en lo ocurrido en la mañana anterior en la oficina de mi padre y el asunto que le urgía a Rebecca, me levanté hacia mi closet y preparé mi traje para el día de hoy. «Por qué estaría tan angustiada. Esa mujer sí que guarda mucho misterio. Pero lo que más me tiene intrigado es porque papá le permite tanto, sigo pensando en que ellos tienen un romance. Bruno me asegura que no es así, pero yo no dejo de pensar en eso». Desde el primer día que llegó a la empresa papá la acogió como si fuera muy importante para él. Ni siquiera disimuló el brillo de sus ojos y el entusiasmo con que la recibió. «Será que se conocían de antes». No lo sé, pero es muy sospechoso el comportamiento de mi padre hacia ella. Y ella no se queda atrás. Lo mira con fascinación y está muy pendiente de él. La verdad es que no puedo negar que Rebecca es una muj
Trató de disimular el mal momento arreglando su traje y retocando su cabello, pero al escuchar mi voz la hizo girar a verme. —Veo que no pudo resolver su “asunto” de ayer por la tarde? Es más, creo que la dejo peor, porque, por más que se esmeró se nota que le hizo pasar una muy buena noche— dije seguro de que se iba a sentir avergonzada de que alguien más supiera de sus andadas. Pero no, para mi muy mala suerte la muy maldita me miró con los ojos muy abiertos y trato de calmar la rabia que estaba naciendo en su interior —No recuerdo haberle informado mi situación, pero noto su interés en saber más de lo debido, señor Franco— me contestó la muy descarada. Lancé una carcajada sin gracia y me fui acercando más de lo debido levantando mis manos y colocándolas a cada lado de sus brazos con las palmas frente a la pared del ascensor hasta tenerla arrinconada. Ella trató de disimular la sorpresa de mi atrevimiento y hasta me pareció ver que se sonroj
Arturo. Llegué a mi departamento frustrado por la actitud de Rebecca. Esa mujer me estaba sacando de mis casillas. Me retaba con su altanería y me despreciaba como si tuviera lepra ¿Es que acaso no le parezco atractivo? Nunca había tenido que suplicar por la atención de una mujer, todas quisieran estar en su lugar. Ante mis frustrantes intentos por seducirla, la muy digna se da el lujo de llegar en el carro de su amante. Tenía deseos de reclamarle, pero Bruno no me dejó. Me detuvo diciendo que haría el ridículo y e
—Por favor, Martha déjame aquí no quiero entrar al estacionamiento, ese lugar me da miedo— le pidió Rebecca bajando del coche de su amiga. —¿Quieres que te espere? — su amiga le sonrió y negó con la cabeza. —Arturo, me puedes explicar que fue lo que pasó allá abajo— todavía estaba desconcertado por lo sucedido en el ascensor, que no sabía que responderle a Bruno.—Ni yo mismo lo sé— dijo con cara de desconcierto y caminando y mirando a todos lados como si buscara en su mente algo que lo hiciera salir de su ensoñación.—Cómo que no lo sabes, crees que soy idiota... hasta Martha se dio cuenta de la tensión sexual que hay entre ustedes— dijo con un poco de enojo en su voz, por qué. —Te dije que te gustaba y me lo negaste, ten mucho cuidado, recuerda lo que pasó con Da...— Bruno no pudoterminar de hablar por mi confesión.—La besé—dije casi en un susurro. Bruno seguía parloteando, pero mi mente estaba en otra parte.—Maldita sea Bruno¡¡LA BESÉ!!—grit&eaCapítulo 7.