Capítulo 14.

Arturo y Rebecca llegaron a la constructora, ella le pidió que la dejara en la entrada para no bajar en el estacionamiento, ese lugar le daba miedo, le dijo.

—Tus deseos son órdenes mi pequeña— y le tiró un beso volado.

—Gracias mi señor— dijo dándole un guiño.

Rebecca caminó desde la acera hacia el edificio sintiendo la mirada de todos sus compañeros encima de ella. Respiró hondo, enderezó la espalda, levantó la cabeza y con paso de gran señora se dirigió a la entrada.

—¿Buenos días Jeremy, cómo estás?— saludó con cordialidad al conserje.

—Señora Franco, muy buenos días— respondió el hombre haciendo una inclinación de cabeza.

—Por favor, Jeremy, llámame Rebecca, como siempre lo haces, nada de señora Franco— le

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