Rebecca.
—Hola Martha, cómo estás— le pregunté a mi amiga apenas ingresé al departamento.
—Tú y yo debemos hablar largo y tendido... ¿cómo es eso de que estás casada con Arturo Franco el imbécil más grande y para colmo te pierdes toda la noche con él? ¡Ah! y como si no fuese suficiente la señorita llama a.… a.… ¡a pedir ropa! Es enserio Rebecca, ¿Qué pasa contigo?— por Dios sí que estaba hecha una furia, pero no creo que no sea para tanto ¿O sí?
—Hay Martha, cálmate por Dios, que intensa eres, pareces una mamá—
Mientras iba a mi habitación por una maleta y por mis cosas, aproveché y le conté a mi amiga todo lo que había sucedido desde el viernes en la noche y de cómo había sucumbido a los encantos de Arturo Franco «cómo si hubieses puesto mucha resistencia» me reprende mi conciencia.
—Martha... él... él quiere que viva con él— le confesé
—¿Y le creíste... un buen polvo y caíste como quinceañera?... Rebecca eres una mujer adulta no está
Rebecca. Abrí un poco mis ojos y la luz de la mañana entraba por entre las cortinas de la habitación. Me removí un poco en la cama, sentía un peso en mi cintura y mis piernas y su respiración en mi cuello. Era agradable despertar en sus brazos, me sentía amada, deseada y protegida a la vez. Era un sentimiento de paz, de calma. Sentí como su mano se deslizaba suavemente de mi cintura a mi cadera y fue bajando hasta el interior de mis muslos y subiendo poco a poco hasta mis glúteos, su mano se deslizaba entre ellos haciéndome vibrar y humedecer. Me tocó con todos sus dedos y se frotó, metió dos dedos en mi entrada y jadeó conmigo. Se fue subiendo encima y me hizo dar la vuelta boca abajo. Con húmedos besos fue bajando por toda mi espalda hasta llegar a mis caderas y me hizo levantarlas un poco. Arturo besó y mordisqueó cada uno de mis cachetes, mientras me manoseaba a su antojo, repasó mi hendidura con su lengua y jugó con mi clítoris. Me sentía llena de
Arturo y Rebecca llegaron a la constructora, ella le pidió que la dejara en la entrada para no bajar en el estacionamiento, ese lugar le daba miedo, le dijo.—Tus deseos son órdenes mi pequeña— y le tiró un beso volado.—Gracias mi señor— dijo dándole un guiño.Rebecca caminó desde la acera hacia el edificio sintiendo la mirada de todos sus compañeros encima de ella. Respiró hondo, enderezó la espalda, levantó la cabeza y con paso de gran señora se dirigió a la entrada.—¿Buenos días Jeremy, cómo estás?— saludó con cordialidad al conserje.—Señora Franco, muy buenos días— respondió el hombre haciendo una inclinación de cabeza.—Por favor, Jeremy, llámame Rebecca, como siempre lo haces, nada de señora Franco— le
En algún lugar de Estados Unidos. —Sí perra tócate para nosotros— gruñó el hombre mientras embestía con fuerza a la mujer. —¡Ah... Ah...! Más... así... más duro... ah... sí...— gritaba la mujer a los dos hombres que la penetraban sin piedad. La habitación era amplia y muy elegante, una cama Kingsize de sábanas blancas y azul marino que le daban un hermoso contraste, sobre ella estaba el trio desfogándose de placer, al cada lado una mesa de noche con lámparas que permitían una tenue luz en el lugar, una amplia ventana con cortinas blancas en tul y unas más pesadas en azul marino que caían del techo como cascada. —Oh perra así... ¿Quieres que terminemos dentro putita?— decía el hombre mientras miraba a su compañero. —Sí... sí... ¡Ah... ah... sí!— gritaba la mujer cuando los dos hombres empujaban su hombría dentro de ella y eyaculaban en su interior. Los tres amantes terminaron su faena tendidos en la cama calmando sus re
Rebecca.Me removí en la cama y desperté abriendo poco a poco mis ojos, sentí en mi torso los fuertes brazos de Arturo, su respiración en mi cuello y sus piernas aprisionándome a su cuerpo. Sonreí un poco al recordar sus besos y caricias por todo mi cuerpo, me sentía amada y deseada.Con mucho cuidado traté de levantarme para no interrumpir su sueño, pero fue en vano, su mano en mi cintura apretó más su agarre.—Mmm nena aún es temprano. Quedémonos un rato más en la cama— pidió mordiendo el lóbulo de mi oreja, haciéndome erizar por completo mi piel.—No podemos... debe... debemos, Oh Arturo, mmm— dije entre gemidos ahogados por las caricias y besos húmedos que Arturo infligía sobre mi piel. —la empresa, señor presidente—Un remolino de sensaciones me estaba h
North Miami Beach.—Bien señor Alek, todo está listo. Esta misma tarde hacemos el cambio del material en la bodega——Me parece perfecto Edward. Ya el personal del muelle está enterado de todo ¿cierto?——Todos, nada puede salir mal. El contenedor fue vaciado y cambiado en su totalidad. Quiero ver la cara de sorpresa que se va a llevar nuestro querido Arturo—.Las carcajadas de burla se escuchaban por toda la sala de la casa de Alek Volkov. Él y Edward habían planeado llevar hasta Londres una carga de droga dentro de las cajas que contenían el material estructural del centro comercial que la empresa Franco & D’ Lucca estaba realizando en Bristol. Pero para colmo eso no era todo.El material que la constructora había comprado de forma legal en una fábrica de acero y estructuras metálicas en Miami, STEEL BAR COMPANY, fue cambiada
Rebecca.—Te dije que no te salvarías de la follada que te voy a dar mi fierecilla. No tientes al tigre sino sabes cómo contenerlo— dijo arrancándome la braga y se hundió en mí de una sola estocada.—¡Ahh! amor...— gemí por sus fuertes embestidas. —Tu artuconda me partirá en dos, ¡Ahh! ——¡Por Dios nena! Tu boquita. Esa boquita sucia que me voy a follar a mi antojo, además tú te lo buscaste— dijo Arturo introduciendo con fuerza su duro y grueso miembro, hice una mueca de dolor al sentir la rudeza de la intromisión.Estaba tan deseosa, tan caliente y excitada que la humedad facilitaba la entrada de su verga y el malestar era reemplazado por las oleadas de placer que me hacía sentir.Tomó una de mis piernas y la llevó a su hombro haciendo la penetración más profunda
Arturo.Llegué a la empresa como de costumbre a atender los asuntos del día. Amber estaba haciendo el trabajo de Rebecca, así que comenté que iba acontratar a otra persona para que le ayudara. Pero se negó. Dijo que no era necesario ya que Rebecca había dejado muchas cosas organizadas y adelantadas, así que por unos días ella iba a poder con todo.No le di mucha importancia al asunto a sí que me dediqué a revisar los contratos pendientes y los que ya estaban en ejecución.—Arturo, qué bueno tenerte de nuevo con nosotros. ¿Cómo sigue tu esposa?— preguntó Bruno apenas ingresó a la oficina con un periódico y una revista de farándula en la mano. Pero le resté importancia.—Hola amigo. Ella se encuentra bien. Está más tranquila, ya ha resuelto bastante con Patrick. Creo que pronto tendremos n
1/2 Edward. Me encontraba en la biblioteca de mi departamento en Miami, con algunos de los hombres de Alek organizando un nuevo movimiento para nuestro queridísimo Arturo, cuando una noticia en la televisión me hizo dejar todo de lado y prestar atención a lo que decía el periodista. “...Así es queridos amigos, estas fotografías nos llegaron hace uno momentos de una fuente muy confiable en donde podemos ver a la bellísima y no muy conocida Rebecca Griffin, asistente y prometida del millonario y nuevo presidente de la constructora FRANCO & D’ LUCCA CONSTRUCTORES, detenida y llevada esposada a la inspección del centro de Londres. Pero recordemos un poquito. En días pasados se celebró en el lujosísimo hotel Mandarin Oriental Hyde Park una fiesta de gala dando la bienvenida al nuevo presidente de la constructora el guapísimo heredero Arturo Franco. En dicha fiesta su padre, el señor Maximiliano Franco, anunció ante todos e