LA ADHALIA NEGRA Santiago suspiró. Todo parecía comenzar a tomar otros rumbos. Y dejándose llevar por lo que la señora Bárbara le había dicho, fue detrás de ella después de darle una tierna mirada a la mujer que ya no estaba más en esta vida. Cuando llegaron a las afueras de aquel cementerio, Santiago pudo ver el auto negro en el que había llegado Bárbara, los vidrios estaban arriba, el chofer esperaba por ella. —Por favor, ven, Santiago —dijo ella acercándolo a el auto. Con desconfianza, Santiago se acercó al auto. La imagen de un hombre mayor fue lo que asaltó la mirada de aquel hombre que se veía cada vez más destrozado. Era un hombre adulto, un poco más mayor de lo que hubiera esperado, la manera en la que vestía, la manera en la que sonreía y la manera en la que estaba sentado ya le podía decir que era un hombre importante al que estaba a punto de conocer. —Querido amigo mío —, dijo la mujer — te presento a Santiago Marín, el presidente de la compañía de la que tanto se h
LA ADHALIA NEGRA Negué con la cabeza al momento que bajaba el libro. No tenía caso hablar de esto con alguien que veía la vida como yo, sin gracia a menos que hubiera dinero de por medio.— ¿Me ayudarás mañana con la presentación? Compré más ropa.Facundo aplaudió. —Deja eso en mis manos que mañana serás la mujer más hermosa de la junta.Eso esperaba realmente.NARRADOR Sin poder tener una clara idea de aquel hombre al que no había parado de mirar de manera discreta, Santiago, Bárbara y su invitado llegaron a un restaurante. En todo el camino Santiago no había podido dar con una idea clara de quien era la persona a la que acababa de ver y que era la misma que sentía que por alguna extraña razón ya conocía.—Hasta donde yo sé, eres un hombre muy exitoso, ¿verdad? —Preguntó el señor enfrente de él.—Sí, sí, las cosas van muy bien en la empresa.—Y seguramente más cuando se trata de tener a tu lado a la modelo más cotizada, ¿verdad?Santiago bajó la mirada por alguna extraña raz
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Un día más que la vida regala para aquellos que sentían el placer de vivir, un día más que el destino se alargaba para aquellos que no habían saldado sus cuentas y que estaban destinados a sentir que cada día que llegaba era un castigo para ellos.Un hombre en su habitación que se anudaba la corbata de manera casi perfecta. El saco negro que se ponía y que miraba en el espejo mientras con la mano derecha se abotonaba los botones de la camisa en su brazo izquierdo.Santiago Marín y Alejando Brown, dos hombres que en diferentes lugares estaban compartiendo aquel escenario.Y en la habitación más grande de dos casas casi igual de lujosas, dos mujeres que se maquillaban con sumo cuidado. Una de ella luciendo un maquillaje más natural mientras la otra se esforzaba por remarcar hasta la mínima línea que le diera expresión a cada uno de sus sentidos.Todos no podían dejar de pensar en esa mañana por diferentes razones, algunos porque sería el día en que la suerte
LA ADHALIA NEGRA Golpeando las puertas del elevador, sintiendo que ella podía perder la vida pero no la persona que estaba ya en el suelo, tosiendo sin que sus pulmones ya pudieran respirar el aire puro, Natalia sentía la necesidad de seguir peleando ya no solo por su vida sino por la de Alejandro también.—Alejandro —nombró todavía. —Alejandro.Él ya estaba casi inconsciente y no había nadie que los pudiera salvar. El fuego estaba llegando, no lo veía pero lo presentía. — ¿Qué pasa? —Preguntó Santiago llegando a la escena donde había dos personas que se habían quedado atoradas en el elevador. — ¿Qué sucede?—Señor Marín, hay una pareja en el elevador, no hay manera en que podamos entrar en acción, si cortamos los cables, el descenso va a ser terrible. No estamos seguros de que la pareja pueda soportarlo.— ¿Piensan dejarlos morir ahí?—Señor, no hay muchas opciones,— ¡Pero eso no está en los planes! ¿Quiénes son las personas que están dentro?—Todo parece ser que se trat
LA ADHALIA NEGRA Santiago solo tenía algunas parte de su pasado, no tenía la historia completa, pero y si tan solo se hubiera molestado por ver más en la vida de aquella mujer, seguramente se daría cuenta de toda la verdad. Ella era la asesina de su esposa.— ¿Cómo está Alejandro? Necesito estar con él, necesito saber que está bien.Amelia levantó la mirada. Y si antes llegó a tener una duda de si en verdad su amiga podía estar enamorada de un hombre como Alejandro ahora se daba cuenta que ella por eso se fue con él porque a diferencia de Amelia, Natalia estaba sintiendo el amor que ella jamás iba a sentir por preferir amar al dinero y al poder. Y al final, ¿era eso cierto?—Yo lo salvé, yo abrí la puerta del techo para que él pudiera respirar, las luces cayeron en mis ojos, Amelia, dime que él está bien, por favor, por favor, te lo suplico.Amelia supo que Alejandro estaba bien porque el mismo Santiago se lo había dicho es solo que no podía creer que él estuviera bien a causa de N
Alejandro no iba a resistir que una prostituta como ella le hablara de esa manera. Haciendo hervir su sangre, Alejandro la golpeó como ya había hecho un par de veces.—En la vida, en la vida te atrevas a decirme eso porque vas a pagar muy caro cada palabra, cada letra que pronuncies. Te lo juro, Amelia.Amelia ni siquiera sintió el golpe. — ¿Y crees que me importa lo que pase después si algo le pasa a Natalia? ¡Natalia estaba a punto de dar la vida por ti!—No me amenaces, Amelia, no lo hagas porque hay algo con lo que te puedo destruir, hay algo que no cambia y los dos estamos tan unidos en esto como tú lo quieras ver.— ¿De qué hablas, imbécil?—Hablo de que estás tan hundida como yo por el simple hecho de que tú apareces como la principal asesina de Asunción, gracias a mí sigues aquí porque yo, he logrado cubrir todas las pruebas. Tú decides si decides callar o decides reclamarme todo esto, Puedes ir a la cárcel —se burló.Amelia no pudo creer esas palabras.Y fue justamente en ese
Caminando a través de las calles desoladas, escuchando en su cabeza una y otra vez las palabras que Alejandro le había dicho, Amelia se mantuvo caminando por un tiempo más. Y como si el destino lo hubiera predicho, un auto color negro de detenía justamente en donde era marcada la línea que separaba una avenida de otra y solo bastó que dirigiera su mirada a aquel lugar para darse cuenta que la mujer que no tenía mucho de haber visto era la misma que caminaba desolada. —Amelia —, murmuró orillando el auto. Ella parecía caminar sin sentido alguno. Inmediatamente Víctor se quitó el cinturón de seguridad y salió. ¿Qué había de la mujer poderosa que había visto hace no mucho? Ahora todo lo que quedaba de ella era una mujer destruida, una mujer que no valía más ante un mundo lleno de dolor. — ¡Amelia! —Gritó. Ella se detuvo. Quien fuera la persona que acaba de gritar su nombre había llegado en el momento correcto. Era como un milagro que había llegado en el momento justo.Los caminos es
No se sabía si era más tonta Amelia por dejarse llevar por el momento o simplemente, estaba siendo lo que nadie en el mundo hasta volverse solo gente cruel.— Sí, si tengo errores de los que me arrepiento. — ¿Y entre ellos está uno donde tú eres el asesino de una de las personas que más quisiste en este mundo?Y de pronto, todo quedó en silencio entre ellos dos. Eso no podía ser posible, entre todas las cosas, Víctor se negaba a creer que en aquello. ¿Lo que Amelia quería decir era que ella había cometido un asesinato?— ¿Qué dijiste, Amelia?—Lo que estuchaste. ¿Has sido tú el protagonista de un asesinato? Con la cabeza entre las piernas, sin nadie que se encontrara en ese lugar para ayudarlo a sobrellevar todo lo que le estaba pasando, necesitando de la única mujer que había amado y que era la asesina de su esposa, Santiago no podía dejar de pensar en todo aquello que había pasado en su vida.Por un lado la mejor amiga de su esposa estaba sufriendo las consecuencias de lo que h