No se sabía si era más tonta Amelia por dejarse llevar por el momento o simplemente, estaba siendo lo que nadie en el mundo hasta volverse solo gente cruel.— Sí, si tengo errores de los que me arrepiento. — ¿Y entre ellos está uno donde tú eres el asesino de una de las personas que más quisiste en este mundo?Y de pronto, todo quedó en silencio entre ellos dos. Eso no podía ser posible, entre todas las cosas, Víctor se negaba a creer que en aquello. ¿Lo que Amelia quería decir era que ella había cometido un asesinato?— ¿Qué dijiste, Amelia?—Lo que estuchaste. ¿Has sido tú el protagonista de un asesinato? Con la cabeza entre las piernas, sin nadie que se encontrara en ese lugar para ayudarlo a sobrellevar todo lo que le estaba pasando, necesitando de la única mujer que había amado y que era la asesina de su esposa, Santiago no podía dejar de pensar en todo aquello que había pasado en su vida.Por un lado la mejor amiga de su esposa estaba sufriendo las consecuencias de lo que h
En el hospital, justo donde la tranquilidad y la paz podían ser encontrados así como la desesperación, Alejandro se encontraba en la habitación de Natalia sin hacer ningún ruido.Aún no podía creer que muy dentro de él, muy, muy dentro de él estuviera sintiendo un poco de compasión, un poco de dolor y un poco de arrepentimiento al ver a Natalia de esa manera, con los ojos vendados.Natalia siempre se lo dijo, Natalia le hizo saber de una y mil maneras que estaba enamorada de él y él, simplemente siguió adelante sin importarle lo que estaba dejando en el corazón de la persona que ahora estaba en aquella cama por haber salvado la vida de Alejandro, la misma que solo desperdiciaba en planear la manera en quitarle todo a Santiago mientras Amelia se iba al infierno en la misma medida.—Lo siento, Natalia, lo siento tanto, siento que hayas llegado a esto por un amor que nunca va a ser —dijo tomando su saco y salir a prisa de aquel lugar.Y sin que nadie lo supiera, sin que nadie lo vi
A la mañana siguiente, en la cama de la habitación más lujosa de aquella casa a donde él la había llevado a vivir para hacerle creer que haría todos sus sueños realidad, Amelia se despertó. La cabeza comenzó a dolerle en el momento, como si hubiera bebido de más, aunque la verdad es que estaba embriagada de tanto dolor.A su lado nadie estaba, ella seguía con la misma ropa, no había una nota ni nada que dijera a dónde había ido Santiago.Amelia tenía tantas cosas en la cabeza que era muy difícil concentrarse.Poco a poco y conforme se fue dando cuenta de su realidad, su celular sonó, no tenía ni la menor idea de quién podía estar molestando a tales.Casi sin fuerzas, tomó su celular y contestó.— ¿Sí, diga?— ¡Amelia! ¡Amelia, qué bueno que contestas!— ¿Facundo? ¿Qué pasa? ¿Hasta ahora te has acordado de mí? ¿Sabes acaso por todo lo que he estado pasando?—Princesa, lo siento mucho, lo siento mucho, he sido un mal agradecido pero es que no vas a creer nada de lo que ha pasado
Sin hacer mucho ruido, no queriendo interrumpir el sueño de quien había sido interrumpida la vida entera desde el momento en que llegó a ella ese hombre del que ahora estaba esperando un bebé, Amelia entró en la habitación de su amiga.Las vendas seguían estando en sus ojos, no parecía haber muchos cambios, no parecía simplemente haber vida en ese lugar.—Natalia —dijo ella de manera casi silenciosa mientras se iba hincando a lado de su cama paso a paso —. Natalia, Natalia, hay tanto que me gustaría decirte. Hay tanto que me gustaría demostrarte, decirte lo arrepentida que estaba al aceptar ese maldito contrato, nunca, nunca debí de haber entrado en la vida de estas personas, nunca debí de haber aceptado acercarme al hombre que ya estaba siendo feliz con otra persona, una persona de la que me acusan su asesinato. Natalia, yo no la maté, yo… no la maté, juro que yo no la maté, lo juro.Y una vez más, eran las lágrimas que empañaban la mano de su amiga, la amiga que poco a poco com
Con la cabeza entre las piernas, no pudiendo dejar de llorar como lo había estado haciendo desde que vieron como a su amiga la inyectaban, su celular sonó. Todo su mundo estaba cayendo, de la misma manera en la que su mundo se hizo, ahora caía a sus pies.—Habla Amelia de Marín, ¿en qué puedo ayudarle?—Hola Amelia, ¿aún sigues dando el apellido de tu esposo a pesar de haber dicho que no lo querías más, cariño? —La voz de Facundo sonó del otro lado de la línea.— ¿Qué quieres, Facundo? Ahora no estoy de humor para estar escuchando esto?—Ya, tranquila, también ya sé lo que pasó en la empresa de tu esposo. No he podido viajar porque estoy resolviendo tu asunto.— ¿Cuál asunto? No sé de qué hablas, Facundo. Lo siento tanto, no estoy para escucharte, acaba de pasar algo terrible.— ¿Contigo, mi mina de oro?—No, se trata de Natalia, mi amiga.—Oh, entonces no creo que importe tanto.— ¿Cómo puedes hablar así?—Ay, ya, ya, solo quería decirte que ya he cumplido con mi parte.—Habl
De vuelta en aquella habitación de hospital justamente donde las paredes estaban pintadas de blanco, donde no había esperanza porque para ella, todo se había agotado.Le había entregado la vida a Alejandro y no estaba arrepentida de eso simplemente, se daba cuenta que a veces amar así dañaba más de lo que podía sanar.La puerta de la habitación se abrió con cuidado, la persona que fuera seguro estaría pensando que ella estaba dormida, el sonido de la puerta rechinar llegó a los oídos de Natalia.— ¿Quién está ahí, Alejandro? Alejandro, ¿eres tú?Amelia no evitó sentir como su corazón se rompió en dos, ella seguía clamando por él sin saber que ese hombre acababa de darse por vencido tan pronto como supo que iba a ser papá.— ¿Alejandro? ¿Alejandro, eres tú?—Natalia, soy yo, soy Amelia —dijo ella con cuidado, como si no quisiera molestarla más de lo que ya había hecho en todo ese tiempo.Es que la verdad Amelia se sentía tan culpable de haberla mandado al mismo infierno con Alejandro.
Y por cada vez que Natalia hablaba de esa manera, el odio en el corazón de Amelia crecía y crecía.—Deberíamos dejar descansar a Natalia, ¿por qué no vienes conmigo, Amelia? Hay unas cosas que tengo que hablar contigo.— ¡Sí, por supuesto, voy para allá!En esa semana, ellos no habían hecho más que ocuparse de Natalia, ocuparse del asunto de la empresa, Santiago con tantas cosas en la cabeza pues Tatiana había sido encerrada en un hospital psiquiátrico.Juntos bajaron hasta el despacho.Al momento que Santiago había llegado, Amelia dijo: — ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó ella.—Han pasado tantas cosas en esta semana que me ha sido muy difícil preguntarte lo que este momento te voy a preguntar.—Habla ya, Santiago, no tengo mucho tiempo.— ¡Debe ser que no tienes mucho tiempo porque vas a ir a ver a Víctor, acaso! Porque te recuerdo que firmaste un contrato con él —dijo Santiago en el momento que dejaba caer un folder amarillo.Amelia solo se cruzó de brazos no tenía ganas de discuti
Sin dejar de pensar en las palabras que le había dicho su padre esa mañana, Víctor se sentó en su lugar, él no era igual que él simplemente que nunca pensó que su padre fuera capaz de tanto.Y si ahora lo pensaba un poco más, su padre siempre fue un monstruo, nunca fue la persona que él debía de admirar o por quien debía de sentir un poco siquiera de respeto, él había hecho cosas muy malas en su juventud y una de ellas había sido comprar a una pequeña de nombre Amelia, hacerla trabajar en aquellos lugares, ¡claro!, después de haber sido él quien disfrutara de una pequeña.Su padre era un monstruo. Pero por otro lado sabía que todo lo que él había logrado, había sido por él, ahora era como estar entre la espada y la pared. No sabía lo que debía de hacer, no sabía si debía de alertar a esa mujer que le había robado la atención o simplemente, dejarlo ser pero claro, él no metería ni un solo dedo en aquellos planes.A Amelia siempre la había visto como una mujer fuerte, una mujer capaz, a