Decir que lo que vino a continuación de la noticia, fue un escándalo, fue aminorar lo que se estaba sucediendo en el búnker y Kereem no sabía a quién consolar primero. Ni siquiera podía consolarse a sí mismo. Pasaron horas de llanto excesivo, de la mirada roja de su hermano sobre él, pero sobre todo de la culpa. Culpa por mentir, culpa por dejar que asesinaran a su madre. Culpa por dejar que todo esto pasara en sus narices. Se sentía arruinado. Después de largar horas, y de que cada persona se durmiera, Kereem probó otro trago mientras se recostaba en un sillón, cerrando los ojos que le dolían y ardían al mismo tiempo. —Kereem… —lentamente, abrió los ojos reconociendo la voz, y sus dientes se apretaron. Sanem tenía los ojos, y la nariz roja, ella se sentó frente a él, mientras intentaba conseguir las palabras. —Lo siento… esto es, totalmente devastador. No puedo imaginar como te estás sintiendo… yo. Kereem se despegó del sofá y se inclinó hacia ella para negar. —Todas las perso
Todo el salón se quedó en silencio absoluto, mientras Kereem apretó los dientes. —Si hay alguna duda de que todos pagarán, hoy entiendan que no… —Kereem se dirigió a todos—. Nadie se quedará sin su paga, nadie… incluso yo siento el emir de esta nación, pagaré todos mis errores… Las lágrimas bajaron por el rostro de Sanem, y luego de que Kereem se retirara del salón, ella miró a Naim fijamente, como si le dijera que le urgía hablar con él. Ella salió detrás de Kereem, y casi corrió hasta alcanzarlo y tomarle del brazo. Kereem se giró de golpe con la furia contenida, mientras trataba de acompasar la respiración. Ella frunció su boca por el llanto, pero se limpió la cara con el dorso de su mano. —Solo quiero saber una cosa. —Estoy cansado, Sanem… —No, no tomará mucho tiempo. ¿Qué pasará con nosotros después de todo? Kereem apretó su mandíbula. —¿Pasar? ¿Qué puede pasar? Eres mi esposa. —Sabes a lo que me refiero. —No puedo adivinar tus pensamientos. —¡Kereem! Basta… dímelo ya
Zahar asintió, y luego le entregó el puro a Aziz. En el momento en que Bakir alertó a sus hombres a que prontamente se trasladarían a otro punto, le dijo a Zahar que fuera con ellos, mientras él volvió a entrar al salón frente a Aziz. —Hoy tampoco reportamos amenazas de ataques, y yo digo que estemos muy atentos. Es bastante extraño. —Mantente atento —Aziz lo señaló—. Y, sobre todo, con Zahar —¿Realmente la dejará ir? —Aziz sonrió de oreja a oreja y luego miró a Aziz como si lo calculara. Aquí o allá, de cualquier forma, y en cualquier mano, Zahar estará muerta. Aunque creo que allá la matarán primero, y realmente no me importa. Estamos cerca. Demasiado cerca… Bakir asintió haciéndole un ademán, y luego se retiró para ir a llevar a Zahar donde ella comenzaría su próxima misión. Zahar se subió en una camioneta que era blindada, y notó que afuera era de madrugada. Le pusieron una capucha encima, y luego comenzaron a andar. No supo cuánto demoró para llegar a su destino, pero cuand
—Kereem… —intentó decirle, persuadirlo, pero nuevamente fue interrumpida por el hombre que Asad sacudió. —Ella… se está recuperando… en uno de los galpones de entrenamiento. Pero está… está mal… Kereem apretó la mandíbula mientras su mano tembló. —¿Recuperando? ¿De su hombro? ¡¿De qué maldit@ sea?! El hombre alzó la cabeza, sentía que se iba a desfallecer en cualquier momento, pero necesita terminar su trabajo, porque su familia dependía de eso. —Señor… —tomó la fuerza necesaria—. Ella… ella ha sido golpeada duramente… y… ella ha perdido su bebé… Las manos de Kereem se soltaron al instante y, pasando el trago más duro de todos, dio dos pasos hacia atrás. Su pecho se llenó como si el agua entrara por su boca, como si lo que estuviera viviendo no pudiera ser peor. —¿Qué dices? —él susurró lento, mientras Sanem movía los ojos hacia ambos, mientras sus lágrimas caían en su cuello, sintiendo como si un hielo, la cubriera por completo. Todo su cuerpo se congeló. Todo en ella se paral
Zahar se vendó la mano rota, y luego llenó su rostro y cuello de la sangre. Miró en un espejo su labio partido y tembló ante el pensamiento de que volvería a ver el rostro de Kereem de nuevo.Sin embargo, podía jurar que estaba buscándola para vengarse de ella, y sobre todo de su padre.Se sentó en ese sofá viejo esperando, ya habían pasado dos días aquí, y la tranquilidad, la ausencia de sonido en absoluto solo le decían que todo estaba a punto de estallar. Y ella estaba más que lista.—Señor… debemos salir de aquí ahora… —Aziz levantó la mirada cuando estaba en medio de un juego de póker y frunció el ceño.—¿Salir? ¿A dónde carajos, Bakir?—A alguno de los escondites, señor. Estamos viendo sobrevolar equipo militar. Estoy seguro de que en minutos comenzarán a atacar.Aziz frunció el ceño y se levantó tan rápido como pudo. Bakir comenzó a salir escoltándolo con sus hombres, mientras Aziz marcaba el número y colocaba su teléfono en la oreja.Los tonos comenzaron a sonar uno tras otro
La oscuridad de la noche envolvía las calles de la ciudad, apenas interrumpida por los destellos de las explosiones y el fulgor de las llamas que devoraban los escondites subterráneos de Aziz Olayan. Las camionetas blindadas avanzaban a toda velocidad por las desiertas calles, cada sacudida era un recordatorio de la urgencia que los impulsaba.Dentro de una de las camionetas, Aziz Olayan, estaba rodeado por su séquito de hombres armados, mantenía la mirada fija en el horizonte, donde las llamas danzaban en la oscuridad como el preludio de una batalla inminente. El sudor perlaba su frente mientras se aferraba con fuerza al arma en su regazo, junto con una mezcla de ira y determinación palpable en su rostro.—¿Ha contestado?Bakir negó y luego observó con esto sombrío el caos que se desataba en las calles. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada movimiento, cada posible ruta de escape, mientras se comunicaba en voz baja por teléfono con sus contactos en la organización.—Se
—Si acepta mi consejo, es mejor que se quede en el búnker con su familia.Kereem se giró hacia Asad y guardó una de las armas en su ingle.Alrededor de la habitación había todo tipo de armamento. Saldrían con helicópteros, camionetas blindadas y un gripo de inteligencia. Eso, mientras una horda de militares se desplegaba a lo largo y ancho de Riad en carros de guerras, entretanto los puertos de misiles y los comandos estaban atentos a las señales de ataque.Todo el escenario estaba preparado para atacar en cada punto militar.Asad estaba conectado con todos los puntos, mientras miles de hombres estaban atacando las zonas de los terroristas.Había edificios abajo, y un montón de escombros, por donde se viera.—De ninguna manera me quedaré aquí. No ahora. ¿Está todo listo?Asad asintió.—Según… ella está en uno de los galpones.—Mantén la distancia, y sobre todo no subestimes a nadie… —Kereem caminó y Asad se adelantó para ponerse en su frente.—Por favor, señor, siga mis órdenes. De es
Las camionetas se desplegaron a velocidad, y la caravana militar se puso en marcha, avanzando hacia el corazón de la ciudad envuelta en caos y destrucción. En lo alto, los helicópteros proporcionaban cobertura aérea, vigilando cada movimiento del enemigo.Había francotiradores en cada edificio altamente custodiados, y Asad habla por los micrófonos todo el tiempo durante el recorrido.—¿Tenemos alguna señal de su ubicación exacta?Asad asintió.—Hay dos posibles zonas —dijo apretando su oído—. Ahora mismo me informan que han destrozado cinco guaridas de Al Qaeda. Aziz Olayan aún no aparece.Kereem apretó la mandíbula.—Vamos a las dos posibles Zonas.—¿Está seguro de que no nos esperará una emboscada? —Kereem negó.—¿No te has dado cuenta de su juego, Asad?—Si señor, pero…—Nada. Si dejó a Zahar viva es para llegar a mí. Sabe que no hay forma de llegar a mí si no es por ella.—¿Y si ella… está al favor de Aziz?Kereem pasó un trago y en ese momento miró a Asad.—Es un riesgo que estoy