Kereem se bajó del auto mientras un montón de hombres lo escoltaban hasta entrar en el edificio de aquella clínica, a solo unos kilómetros del búnker.Su respiración le quemaba la garganta, y en vez de caminar casi corrió, hasta que Asad se le atravesó en el camino.—Emir…—¿Dónde están? —el silencio que se hizo fue demasiado para Kereem, y en el momento solo sintió como si se estuviese quemando vivo—. Asad…Su voz se le quebró completamente. Asad se hizo a un lado y comenzó a caminar para dirigirlo, mientras a Kereem se le salieron las lágrimas de los ojos, que rápidamente limpió.—A su padre están interviniéndolo… dicen que en unas horas sabremos de su condición, y su madre… ella está aquí.Había una sala, larga y espaciosa, los médicos apenas se quitaban los guantes y las batas, pero en el momento en que Kereem entró, todos ellos bajaron la cabeza como si lo hubiesen decepcionado.—No… —Kereem soltó el aire—. No, no bajen la cabeza… ¡Mírenme, maldit@ sea! —Asad ordenó a todos que sa
Kereem pasó un trago, y luego asintió.—Zahar… ella lo confirmó. Cuando atacaron nuestro auto, se fue con un hombre… y él le dijo que ella había echado a perder el plan…Asad asintió, y luego sacó su móvil.—Nos detendremos en este punto, pero hay alguien aparte de ella. Hemos capturado a varios civiles… nuestras tropas están por todo Riad, pero no he descansado investigando con inteligencia. Cámaras, llamadas… todo lo he intervenido. Es evidente que ellos tienen sus mañas, colocaron muros para evitar… pero uno de nuestros investigadores privados, recovó esta información:Kereem tomó el móvil de Asad, y comenzó a pasar las fotos de un galpón.—¿Qué es esto?—Es propiedad de un empresario… eso dicen los papeles… pero es un tapadero. Realmente le pertenece a Aziz Olayan…Kereem alzó el rostro y asintió.—Por supuesto, el padre de Zahar…—Sí… sabiendo que ella entró infiltrada, él se posiciona como uno de los intérpretes del plan…Kereem aún tenía a su madre en su mente, el dolor palpable
Desde el otro lado Emré tuvo que detenerse en la caminata hacia la oficina hacia donde se dirigía mientras sus ojos se abrieron como nunca.—Imposible.—Su padre… es quien está a la cabeza, pero aún no sé si es la verdadera cabeza. Estamos investigando.—¿Y dónde está Zahar?Kereem negó.—Ella… en el momento en que llegamos al aeropuerto comenzó el ataque. Hubo una ráfaga de disparos que iban a Sanem y ella recibió una bala en el hombro.—No…—La llevé al hospital. Le hicieron una cirugía y en el momento en que salimos, porque estaban atacando el palacio, atacaron la camioneta en que veníamos.—Kereem, es una locura.—Zahar fue la primera en bajarse de la camioneta, estaban buscándola, y ella impidió que ese hombre que se la llevó me disparara. Es como si hicieran un trato de resistirse a irse, o que se la llevaran.Emré se tocó la frente y negó angustiado.Podía recordar los misterios de Zahar, y ahora todo cobraba sentido.—Puede que la usen contra ti —Emré llegó a la conclusión y K
Decir que lo que vino a continuación de la noticia, fue un escándalo, fue aminorar lo que se estaba sucediendo en el búnker y Kereem no sabía a quién consolar primero. Ni siquiera podía consolarse a sí mismo. Pasaron horas de llanto excesivo, de la mirada roja de su hermano sobre él, pero sobre todo de la culpa. Culpa por mentir, culpa por dejar que asesinaran a su madre. Culpa por dejar que todo esto pasara en sus narices. Se sentía arruinado. Después de largar horas, y de que cada persona se durmiera, Kereem probó otro trago mientras se recostaba en un sillón, cerrando los ojos que le dolían y ardían al mismo tiempo. —Kereem… —lentamente, abrió los ojos reconociendo la voz, y sus dientes se apretaron. Sanem tenía los ojos, y la nariz roja, ella se sentó frente a él, mientras intentaba conseguir las palabras. —Lo siento… esto es, totalmente devastador. No puedo imaginar como te estás sintiendo… yo. Kereem se despegó del sofá y se inclinó hacia ella para negar. —Todas las perso
Todo el salón se quedó en silencio absoluto, mientras Kereem apretó los dientes. —Si hay alguna duda de que todos pagarán, hoy entiendan que no… —Kereem se dirigió a todos—. Nadie se quedará sin su paga, nadie… incluso yo siento el emir de esta nación, pagaré todos mis errores… Las lágrimas bajaron por el rostro de Sanem, y luego de que Kereem se retirara del salón, ella miró a Naim fijamente, como si le dijera que le urgía hablar con él. Ella salió detrás de Kereem, y casi corrió hasta alcanzarlo y tomarle del brazo. Kereem se giró de golpe con la furia contenida, mientras trataba de acompasar la respiración. Ella frunció su boca por el llanto, pero se limpió la cara con el dorso de su mano. —Solo quiero saber una cosa. —Estoy cansado, Sanem… —No, no tomará mucho tiempo. ¿Qué pasará con nosotros después de todo? Kereem apretó su mandíbula. —¿Pasar? ¿Qué puede pasar? Eres mi esposa. —Sabes a lo que me refiero. —No puedo adivinar tus pensamientos. —¡Kereem! Basta… dímelo ya
Zahar asintió, y luego le entregó el puro a Aziz. En el momento en que Bakir alertó a sus hombres a que prontamente se trasladarían a otro punto, le dijo a Zahar que fuera con ellos, mientras él volvió a entrar al salón frente a Aziz. —Hoy tampoco reportamos amenazas de ataques, y yo digo que estemos muy atentos. Es bastante extraño. —Mantente atento —Aziz lo señaló—. Y, sobre todo, con Zahar —¿Realmente la dejará ir? —Aziz sonrió de oreja a oreja y luego miró a Aziz como si lo calculara. Aquí o allá, de cualquier forma, y en cualquier mano, Zahar estará muerta. Aunque creo que allá la matarán primero, y realmente no me importa. Estamos cerca. Demasiado cerca… Bakir asintió haciéndole un ademán, y luego se retiró para ir a llevar a Zahar donde ella comenzaría su próxima misión. Zahar se subió en una camioneta que era blindada, y notó que afuera era de madrugada. Le pusieron una capucha encima, y luego comenzaron a andar. No supo cuánto demoró para llegar a su destino, pero cuand
—Kereem… —intentó decirle, persuadirlo, pero nuevamente fue interrumpida por el hombre que Asad sacudió. —Ella… se está recuperando… en uno de los galpones de entrenamiento. Pero está… está mal… Kereem apretó la mandíbula mientras su mano tembló. —¿Recuperando? ¿De su hombro? ¡¿De qué maldit@ sea?! El hombre alzó la cabeza, sentía que se iba a desfallecer en cualquier momento, pero necesita terminar su trabajo, porque su familia dependía de eso. —Señor… —tomó la fuerza necesaria—. Ella… ella ha sido golpeada duramente… y… ella ha perdido su bebé… Las manos de Kereem se soltaron al instante y, pasando el trago más duro de todos, dio dos pasos hacia atrás. Su pecho se llenó como si el agua entrara por su boca, como si lo que estuviera viviendo no pudiera ser peor. —¿Qué dices? —él susurró lento, mientras Sanem movía los ojos hacia ambos, mientras sus lágrimas caían en su cuello, sintiendo como si un hielo, la cubriera por completo. Todo su cuerpo se congeló. Todo en ella se paral
Zahar se vendó la mano rota, y luego llenó su rostro y cuello de la sangre. Miró en un espejo su labio partido y tembló ante el pensamiento de que volvería a ver el rostro de Kereem de nuevo.Sin embargo, podía jurar que estaba buscándola para vengarse de ella, y sobre todo de su padre.Se sentó en ese sofá viejo esperando, ya habían pasado dos días aquí, y la tranquilidad, la ausencia de sonido en absoluto solo le decían que todo estaba a punto de estallar. Y ella estaba más que lista.—Señor… debemos salir de aquí ahora… —Aziz levantó la mirada cuando estaba en medio de un juego de póker y frunció el ceño.—¿Salir? ¿A dónde carajos, Bakir?—A alguno de los escondites, señor. Estamos viendo sobrevolar equipo militar. Estoy seguro de que en minutos comenzarán a atacar.Aziz frunció el ceño y se levantó tan rápido como pudo. Bakir comenzó a salir escoltándolo con sus hombres, mientras Aziz marcaba el número y colocaba su teléfono en la oreja.Los tonos comenzaron a sonar uno tras otro