CAPÍTULO 66

La agitación de su propia respiración incluso pudo palparla. Por un momento todo se volvió demasiado denso y sintió que el peso en sus hombros era demasiado.

—Señor… debemos salir, ahora…

Kereem asintió mirando hacia el pasillo, y en vez de seguir a Asad se devolvió a la sala de urgencia.

—¡Emir! —Asad gritó, pero Kereem entró rápidamente a cuidados intensivos, y quitó todos los cables que tenía Zahar, y golpeó sus rostros con palmadas.

—Debes levantarte, es hora de irnos… —en el momento Zahar no reaccionó, entonces Kereem se quitó la chaqueta de encima, y se la puso para cubrir su cuerpo, mientras unos hilos de sangre comenzaban a delinear sus brazos, cuando le quitó las agujas.

—Señor… no puede hacer eso… la paciente está saliendo de una operación.

Kereem hizo caso omiso y la tomó en sus brazos para salir en zancadas rápidas mientras Asad lo miraba desde el pasillo, pasando un trago duro.

Ordenó a sus hombres por los cables, la salida del emir, y cargó su arma larga, mandando a unos
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