No se puede negar que la actuación de Andrew en el video tuvo un gran impacto. Hasta los que no entendían el idioma podían sentir su desesperación a través de sus expresiones y los subtítulos.—No lo hará —dijo Juliana, acariciando al gatito y bajando la mirada—. Cada uno hace lo que quiere. Nadie necesita depender de otra persona para poder vivir. Si él va a rendirse por esto, es su problema. No se puede sacrificar una vida por otra.Estaba decidida; incluso si Andrew se para frente a ella, llorando, no cambiaría de opinión.Amélie sonrió un poco:—Está bien, puedes estar tranquila. Ha estado nevando fuerte en el bosque y las carreteras hacia la ciudad están cerradas. Aunque alguien piense que ustedes son la misma persona, no podrán contactarte ni causarte ningún problema.Juliana sintió calidez en su corazón. Probó una galleta recién horneada y, con los ojos un poco llorosos, dijo:—Gracias, están deliciosas.El tiempo pasó rápido, y pronto llegó la víspera de Navidad. Era
Y aquel era el plan que ella tenía para el futuro.Ella había decidido largarse por completo de allí.Juliana Girard entonces preguntó:—Discúlpenme caballero, ¿ya puedo cambiar mi nombre en el pasaporte?—Sí, ya en efecto puede hacerlo, aquí tiene su recibo. Con este papelito puede dirigirse a la ventanilla de abajo para cambiar el nombre en su pasaporte.Y Juliana hizo el trámite de cambio de nombre lo más rápido que pudoPero no cambió nada más: ni el certificado de graduación, ni el acta de nacimiento, ni ninguna otra cosa.Al fin y al cabo, dentro de una semana, tomaría su nuevo pasaporte y se iría muy lejos, el pasado quedaría atrás para siempre, ya no lo necesitaba.Con su nuevo pasaporte en mano, salió de la oficina de trámites. Frente a ella estaba el edificio más emblemático y conocido en toda Ferreirola.En la pantalla del edificio, se estaba transmitiendo una entrevista con el CEO de Finanzas Globo-ALJ, Andrew Leroy.Aquel entrevistador notó un sutil gesto por parte de él y
—Me la quité —dijo Juliana.—Pero esto lo hice a mano, es la prueba de nuestro amor, ¿por qué lo quitarías?Andrew la miró, sorprendido.Juliana respondió sin mucho interés:—Últimamente he subido de peso, y ya no me entra en el dedo.Andrew sonrió de nuevo:—Entonces, otro día lo llevo a la joyería para que lo ajusten.—Ya veremos —respondió Juliana.—Por cierto, ¿qué es eso sobre la mesa?Andrew señaló una elegante caja de joyería sobre la mesa, con cara de sorpresa.—Juli, ¿es un regalo para mí?Juliana asintió.—Así es.Dentro había un pequeño bloque de plata.Ella había derretido sus anillos de boda y los había puesto allí.Andrew, sin embargo, parecía bastante contento.—¿Qué día es hoy? ¿Juli me trajo algo?El corazón de Juliana se paralizó de nuevo.—Hoy... es nuestro aniversario de bodas.Andrew de repente se puso muy serio.Con una sonrisa rara, comenzó a consolar a Juliana:—En verdad lo lamento, Juli, he estado tan ocupado con el trabajo. ¿Qué te parece si salimos a cenar e
Andrew estaba súper preocupado, así que corrió hacia ella y le preguntó:—Juli, ¿cómo te sientes?Juliana estaba tan mareada que se quedó un buen rato sin poder reaccionar.No podía entenderlo.¿Cómo era posible que Andrew, que decía que tanto la quería, le montara los cachos?¿No le importaba que ella lo descubriera?¿O pensaba que lo hacía de forma tan secreta que nunca se enteraría?El viento de la tarde la hizo sentir un poco más despejada.Andrew le preguntó:—¿Te sientes mejor, Juli? Si no estás bien, podemos ir al hospital en un rato.—No hace falta, de verdad, probablemente fue algo que me hizo daño.—Entonces, mañana ven a la oficina y comemos juntos.Juliana se rió.¿Ir a tu oficina a ver cómo tú y Callista se comen con la mirada?De repente, se le ocurrió una idea para darle una broma.—Está bien, mañana voy contigo a la oficina, te haré compañía mientras trabajas y luego almorzamos juntos. Después volvemos a casa juntos en la noche.Andrew no esperaba que ella aceptara, y s
Después de desayunar, Juliana y Andrew se fueron a la oficina.Pero a Juliana le incomodaba un montón el asiento de adelante, así que prefirió hacerse atrás.—Me mareo en el carro, atrás me siento un poco mejor... y me entra el aire de la ventana —dijo Juliana.Andrew ya no insistió más:—Está bien, voy a manejar con calmita.Cuando llegaron a la entrada, Andrew apenas frenó y ya estaba un empleado corriendo a abrirle la puerta.En cuanto se bajó, Juliana quedó rodeada por varios empleados que estaban justo entrando a trabajar.Algunos de los jefes se acercaron rápido, queriendo quedar bien:—¿Señora, ya llegó? El señor Leroy siempre dice que le gusta el té con leche, voy por uno ya mismo.Otro se metió:—Yo voy por los pastelitos, sé que a la señora le encantan.Andrew se rio y les dijo, en tono de broma:—¡Ya dejen de engordarla! Juli ya ni puede ponerse el anillo de boda.—¡Eso no es verdad, señor Leroy! La señora está súper delgada, seguro el anillo se encogió, ¡es imposible que el
Juliana le dijo:—Es tan solo una amiga mía, se le perdió el pasaporte hace poco y quería saber cómo sacar otro.Andrew dio un par de pasos a toda máquina y la abrazó fuerte:—Me asustaste... pensé que te ibas del país y ni me ibas a llevar.Juliana volteó la cara y volvió a vomitar.El olor que él traía era dulce, pero empalagoso, y la mareaba más.Además, era ese perfume que claramente no era de ella.Andrew, con cara de angustia, empezó a darle palmaditas en la espalda:—¿Qué te dieron de comer? Ya te había dicho que no comieras cualquier cosa... no podías estar recibiendo todo lo que te ofrecen. Espérame tantito, ahora mismo los voy a despedir.Juliana usó toda la fuerza que tenía y lo empujó:—Haz lo que quieras, despide a quien se te dé la gana, ¡pero deja de usar mi nombre como una excusa!Andrew se quedó pasmado, sin saber ni qué hacer con esa reacción tan fuerte:—¿Juli, estás enojada conmigo? ¿te disgustó que no haya pasado tiempo contigo por el trabajo?Le dijo:—Entonces ma
Los mensajes de Callista no paraban de llegar.Callista: —Por cierto, mira esto, es mi ecografía... estoy embarazada.Junto al mensaje venía una foto.Juliana la abrió y amplió la imagen. En la parte de arriba del reporte se leía clarito:Embrión de 8 semanas, alta posibilidad de sufrir un aborto.Callista volvió a escribir:—Ayer estuvimos en el techo y lo hicimos un montón de veces, probamos todas las posiciones. Capaz nos pasamos, y por eso el bebé... ay, todo es culpa de él. Dice que contigo, en su cama, se siente como si estuviera con una vaca muerta. Que conmigo sí siente algo.Callista agregó otro mensaje:—El doctor dice que para decidir si sigo con el embarazo o me hago un aborto, el papá del bebé tiene que firmar. Así que lo voy a llamar para que baje. Digo, ¿acaso una gastritis es más importante que un bebé, no crees?Juliana no dijo nada más.Agarró un taxi y se fue directo a una firma de abogados.—Hola, quiero que me ayuden a redactar un acuerdo de divorcio.No dio más de
Faltaban tres días para que el vuelo despegara.Callista mandó una foto de Andrew haciendo una parrillada en la playa.Callista: —Para celebrar que estoy embarazada de nuestro hijo, Andrew me trajo de vacaciones a Maldivas. Dijo que como estoy esperando un bebé, lo mejor es que me recueste y espere la comida bien tranquila.Juliana no le respondió.Solo llamó a sus amigos más cercanos para verlos por última vez.Después de todo, tal vez ya no volvería a verlos.Esa reunión fue especial. Juliana se la pasó muy bien, se rio, comió rico, se sintió muy querida.Dos días antes del vuelo, Callista mandó otra foto.Esta vez era Andrew leyendo un libro llamado “Guía para la educación temprana de bebés”.Callista: —Papá anda muy metido el tema del bebé. Aún está chiquitito, apenas es un frijolito, pero ya le habla sagradamente todos los días.Juliana no contestó nada.Fue al banco, cambió todo su dinero a euros y canceló todas sus tarjetas.Al día siguiente, Callista mandó un video.Salían fueg