Capítulo veintiocho.

¡Maldita sea mi cabeza revienta! Juro no volver a ingerir alcohol en mi vid…

¿Dónde demonios estoy? ¡mierda, en casa de Martha, ahora lo recuerdo! Me comporté como un idiota y ella… no quería, pero no le hice caso, la obligué ¡soy un idiota! Merezco que no me dirija la palabra de nuevo.

Salgo de la cama y veo mi cuerpo desnudo en el espejo de cuerpo entero en la habitación y busco alrededor mi ropa interior y por supuesto la bata color rosa con encajes y aplicaciones de chica. Abro la puerta y escucho voces abajo en la cocina, camino hacia la escalera y bajo poco a poco hasta llegar a la mitad del camino donde diviso a Boris abrazándola y consolándola ¡la lastimé, lo sé, lo siento!   

— ¡Martha, ella está llorando porque yo la lastimé! Soy un cerdo – me recrimino en voz alta,  siento el cuerpo muy débil y tengo que sentarme en uno de los peldaños para no desplomarme cuesta abajo, mi estómago se siente

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