Capítulo treinta y nueve.

Encuentro a Rogers sentado en el piso alrededor de un montón de papeles, folios y expedientes, aun así es el sujeto más sexy y arrebatadoramente sensual que conozco. Estos últimos dos días y casi medio – el reloj marca las once de la mañana – han sido más que delirantes para mí en cuanto a sexo se refiere, este hombre sí que sabe mantener a una mujer saciada y satisfecha ¡Dios, pensé que yo era la pervertida! Sucede que no lo conocía a él. Conoce perfectamente el cuerpo de las mujeres – y el mío en particular – sabe qué hacer y donde exactamente tocar para enloquecer hasta el límite y luego dejar caer en ese maldito remolino delicioso de las más excitantes y arrolladoras sensaciones ¡uf, me duelen hasta los músculos que ni siquiera sabía que tenía! Y aun así él se ve fresco como una lechuga, desgraciado

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