Capítulo cuarenta y cuatro.

Lo vi en lo alto de la escalera y todo mi cuerpo tembló de excitación, amor y necesidad.

Me perdí en esa preciosa mirada azul claro y en la magnífica imagen que muestra el hecho de que lleve cargado al pequeño Marlon en brazos y a Susset de la mano como todo un padre. Justo después del rescate, fue amor a primera vista por parte de todos, a medida que baja las escaleras siento como el piso tiembla bajo mis pies y me produce un mareo que ¡a Dios gracias! Me encuentro cerca de mi padre porque de otro modo habría caído al piso por el poder de su sola mirada. Mis ojos se humedecen en el momento que sonríe al escuchar algún secretito que ese precioso niño pronuncia entre susurros a su oído. Es su héroe y el Príncipe Encantador de como él mismo se refiere a ella: su mini Nena. Somos una familia, ya no estamos solos y nos amamos con locura. Aun cuando tengo claro que Rogers detesta este tipo de celebraciones y fiestas, en tras palabras… la ostentación.

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