Capito treinta y cuatro.

Después de nuestro encuentro en ese cubículo, Martha y yo no volvimos a hablar por lo revelador que resultó a pesar de la intimidad que compartimos. Decidí no molestarla a pesar de que mis deseo por ella crece a casa momento, los ojos se me van detrás de ella y siento un mal saber en la boca cuando se acerca a otro hombre como por ejemplo a Malcolm en este momento. Él la toma por la cintura dirigiéndola a su oficina para simular tomar una declaración y mis dientes sufren una casi fractura al apretar la mandíbula con tanta fuerza, cierro los ojos porque puedo poner en riesgo todo lo que hemos logrado hasta ahora, resoplo reprendiéndome ante mis celos, me dirijo al despacho para tranquilizarme y encuentro la puerta entreabierta y un perfume conocido me llega a la nariz y me adentro para encontrar a Susam sentada sobre el escritorio, con una falda tan corta que dudo pueda moverse y sus bonitos pechos casi saliéndose del corpiño de la blusa, arrugo la frente, no me parece raro que se en

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