Capítulo treinta y cinco

La oscuridad me abruma y el miedo me destroza los nervios, la soledad me hiere profundo porque necesito la compañía de él, no es que estemos juntos porque la diversidad del caso nos obliga a estar cada uno por su lado, pero lo necesito tanto que me es casi imposible respirar. Aunque después de lo sucedido hoy dudo que vuelva a mirarme. Perder los estribos es para mi una forma de protegerme, Rogers es muy diferente; controlado, tranquilo, calculador y sosegado hasta el punto que me lleva al límite de mis propios miedos: la monotonía.

Abre la puerta del despacho plantándose frente a mí con sus ojos de cielo centelleando aun de rabia e impotencia ante la monumental cagada que cometí esta tarde, dejándome dominar completamente por los celos y la inseguridad que sentí al verla a ella cerca de él y más aun… defendiéndola de mí. Las lágrimas abandonan

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP