Acomodo mi corbata negra combinada con un traje del mismo color, necesito crear una fachada de lobo feroz y que mi cliente sea una dama en desgracia – difícil viniendo de Martha – le he dicho que se comporte sumisa y llorosa, lo ha aceptado sin problemas por ahora, pero me hiz prometer que le daría cinco minutos y una pistola con Madeleine y tuve que aceptar. La prensa nos tiene en la mira por ciertas fotografías tomadas hace unos dias en un restaurante, lo amarillo del caso es, que teníamos más compañía. Boris y Rick se encontraban con nosotros y aún así los fotógrafos y periodiastas se dedicaron solo a nosotros ¡qué mala suerte!
— ¡Perfecta! Ese vestido y tu actitud tímida, sumisa y preocupada nos ayudará mucho te lo aseguro – pone los ojos en blanco ante mi comentario.
— ¡Ay por favor! Solo dame diez minutos con el imbécil “pito pequeño” y le arrancaré lo que desees – me observa seductora y mi cuerpo tiembla incon
Preparo el material completo con mi grupo de trabajo para el juicio de Eloín Thompson por complicidad en el caso del secuestro de la niña Susset Thompson, le doy la vuelta al caso para que la esposa se sienta confiada y baje la guardia como si la policía de Nueva York no estuviera tras su pista. Martha mantiene un perfil bajo ante la situación y sus ojos parece que se encuentran anegados todo el tiempo, su atuendo la precede, hoy va vestida de un color tan claro que sus curvas se suavizan y sus rasgos se dulcifican al punto de parecer tímida, no sé cómo lo hace, pero tiene comprado el jurado, todos en absoluto están de su parte. Me parece impresionante lo que puede hacer un traje ejecutivo de dama, ceñido y sexy para mí, sutil y delicado para los demás. Esta mañana al verla bajar la escalera mi cuerpo se descontroló a tal punto que me retiré al ver que mi erección no se detenía, fue un momento de excitación explosiva. No quise que me viera así, el descontrol del que fui objeto me av
Después de nuestro encuentro en ese cubículo, Martha y yo no volvimos a hablar por lo revelador que resultó a pesar de la intimidad que compartimos. Decidí no molestarla a pesar de que mis deseo por ella crece a casa momento, los ojos se me van detrás de ella y siento un mal saber en la boca cuando se acerca a otro hombre como por ejemplo a Malcolm en este momento. Él la toma por la cintura dirigiéndola a su oficina para simular tomar una declaración y mis dientes sufren una casi fractura al apretar la mandíbula con tanta fuerza, cierro los ojos porque puedo poner en riesgo todo lo que hemos logrado hasta ahora, resoplo reprendiéndome ante mis celos, me dirijo al despacho para tranquilizarme y encuentro la puerta entreabierta y un perfume conocido me llega a la nariz y me adentro para encontrar a Susam sentada sobre el escritorio, con una falda tan corta que dudo pueda moverse y sus bonitos pechos casi saliéndose del corpiño de la blusa, arrugo la frente, no me parece raro que se en
La oscuridad me abruma y el miedo me destroza los nervios, la soledad me hiere profundo porque necesito la compañía de él, no es que estemos juntos porque la diversidad del caso nos obliga a estar cada uno por su lado, pero lo necesito tanto que me es casi imposible respirar. Aunque después de lo sucedido hoy dudo que vuelva a mirarme. Perder los estribos es para mi una forma de protegerme, Rogers es muy diferente; controlado, tranquilo, calculador y sosegado hasta el punto que me lleva al límite de mis propios miedos: la monotonía.Abre la puerta del despacho plantándose frente a mí con sus ojos de cielo centelleando aun de rabia e impotencia ante la monumental cagada que cometí esta tarde, dejándome dominar completamente por los celos y la inseguridad que sentí al verla a ella cerca de él y más aun… defendiéndola de mí. Las lágrimas abandonan
Solloza y se remueve entre mis brazos, lo que me hace deshacer un poco el agarre, sin embargo la mantengo pegada a mi pecho para que sienta mi piel y que estoy aquí para ella sin reservas aunque eso sea peligros incluso para mí. Me aparto un poco al sentir que se remueve nuevamente incómoda, levanta la cara y veo su piel mojada por las lágrimas y me siento un terrible ser. Articula un “perdóname por favor” y eso es todo lo que necesito para caer nuevamente a sus pies, cautivado por su belleza y enajenado por la tristeza que reflejan esos preciosos ojos color caramelo que hacen de mi vida un infierno y me devuelven al cielo cuando me observan de ese modo. Su nariz roja y los labios hinchados por el llanto me provocan un dolor en el pecho que me hace olvidar cualquier rastro de molestia e incomodidad que pueda haber albergado por ella en las ultimas doce o trece horas. Estoy enamorado, eso es un hecho. Y aunque siempre me he cuidado de al
Despierto sola en la cama con un dolor delicioso en las extremidades y… ¡uf, ese hombre es una delicia! Tierno, dulce. Este ha sido el mejor sexo de mi vida. En definitiva, Rogers es perfecto, es que hasta su pene es perfecto grande, vigoroso. Me levanto y voy al baño, no porque desee quitarme su olor, sino porque necesito vaciar mi vejiga y de paso poder caminar ya que me siento hinchada y aunque es delicioso, es algo incómodo. Ya duchada cubro mi piel con una loción que huele delicioso y además ha servido muchas veces de afrodisíaco para ciertas ocasiones en la que he necesitado alguna ayuda para motivar. Sonrío. Rogers no necesita de esas cosas, pero soy engreída y petulante así que… la loción va. No me visto, solo me envuelvo en un camisón blanco transparente de seda y encima mi bata azul cielo de la misma tela, con la diferencia de que no es transparente. Observo y lo escucho desde lo alto
Madeleine sigue prófuga…Es como si la tierra se la hubiese tragado…El despliegue policial que tiene alrededor de un mes y medio. Nada, esa mujer es una aguja en un pajar y continúo sin pruebas para incriminar a Alice Right, sabiendo que está implicada en todos y cada uno de los delitos que se le imputaban a la maldita Madeleine. Con Eloín tras las rejas y la Jueza en la mira de todos, la única que debe conocer su paradero es ella: la Jefa.El comisario Albert Arrow, me explicó en la última llamada que hicimos hace dos noches que el problema con la Doroty Garrett es que no encuentran como implicarla, solo sabemos que existe un expediente negro – que está en mi poder – de ella, pero es imposible vincularla ¡maldición, estoy atado de manos! Y de paso no me concentro lo suficiente.La imagen de Martha entre mis brazos ayer todo el día me distrae y deseo tenerla de nuevo. Debe estar cansada y dolorida porque pr
Encuentro a Rogers sentado en el piso alrededor de un montón de papeles, folios y expedientes, aun así es el sujeto más sexy y arrebatadoramente sensual que conozco. Estos últimos dos días y casi medio – el reloj marca las once de la mañana – han sido más que delirantes para mí en cuanto a sexo se refiere, este hombre sí que sabe mantener a una mujer saciada y satisfecha ¡Dios, pensé que yo era la pervertida! Sucede que no lo conocía a él. Conoce perfectamente el cuerpo de las mujeres – y el mío en particular – sabe qué hacer y donde exactamente tocar para enloquecer hasta el límite y luego dejar caer en ese maldito remolino delicioso de las más excitantes y arrolladoras sensaciones ¡uf, me duelen hasta los músculos que ni siquiera sabía que tenía! Y aun así él se ve fresco como una lechuga, desgraciado
Dejé a Martha con Boris y Rick en contra de mi voluntad. Verla así de frágil me fragmenta el corazón aun cuando sabía que este momento iba a llegar, las cosas se complican y ya han pasado varios días, es normal que su razón se nuble y la histeria se haga presente. Las personas no son tan fuertes ante una situación de riesgo y menos cuando sus seres queridos se encuentran involucrados. Martha se puede considerar como una de las personas con mas temple que conozco, claro que quien está en peligro es su hija y obviamente eso la iba a descontrolar en cualquier momento. Debo encontrarla. La promesa que le hice se me diluye como agua en las manos; a una semana de haber capturad a Eloín: Madeleine, aun no aparece y eso, hace tambalear la operación y mi seguridad en cuanto a su paradero.El taxi se detiene justo enfrente del callejón en el que me cité con Edward Rose, un fiel amig