Llego temprano al trabajo. Saludo a David y a Hugo, mi jefe. Andrea aún no ha llegado.
—Eileen podrías quedarte al frente – comenta Hugo—. Saldremos. En todo el tiempo que llevo aquí trabajando esta es la primera vez que esto sucede. —Está bien —contesto. Ellos se marchan y yo me quedo deseando que llegue Andrea, como me haré cargo de esto sola. La campana de la entrada suena. Volteo contenta creyendo que es Andrea, automáticamente mi cara cambia cuando lo veo a él, a Liam. —¿Qué haces aquí? —pregunto de mala manera—. Esta persecución se está volviendo repugnante. Llega como si nada y me besa. Es tóxico, es posesivo, está loco. —Liam deja de hacer estas cosas —digo y él me ignora tomándome de las caderas y subiéndome sobre una mesa. —Liam —vuelvo a llamarlo mientras que con su mano roza mi sexo por encima de la ropa. —Me vuelves loco nena —yo abro la boca ante esas palabras. —No jodas Liam —contesto—. Sé que es una técnica para que acabe acostándome contigo, pero luego de que eso pase, seré otra más del montón. —Ya pasó pequeña —responde bajo mi asombro. Roza sus labios por todo mi cuello—. Sigo estando aún más loco por ti. —¿Qué? Mi habitación. —¿Fuiste tú, él que entraste a mi habitación a oscuras?. —Si fui yo —contesta y toma posesivo mi boca. —Liam, ¿qué quieres de mí?. Deja de hacer estas cosas. ¡Tengo novio! Acaso he pensado en él en algún momento. Se separa de mí y me indica que me siente en la silla a su lado. —Quiero que seas solo mía —enarco una ceja ante sus palabras—. A partir de mañana trabajarás como mi secretaria —yo me niego—. Vivirás conmigo —¿Qué?—. Serás mía, solo mía. —No —responde firme, él sonríe. —Solo una cosa nunca voy a ser capaz de darte: amor, no soy capaz de enamorarme. —¿Qué gano yo en todo esto? —pregunto. —A mí —contesta impertinente. —No —respondo—. Sigue con tu vida loca y déjame a mí con mi estabilidad. —Dejarás al imbécil ese —continúa ignorando mis palabras de antes—. No podrás estar con otro hombre que no sea yo. —No Liam, te dije que no —contesto bajo su mirada atenta—. No estoy dispuesta a volverme tu juguete. Liam me jala hasta que me sienta encima de él. —De qué estás hablando joder —expresa molesto—. Nunca serás mi juguete, quiero que seas mi mujer. —¿El contrato? —pregunto. En las películas, cuando el empresario le propone algo a la chica, la hace firmar un contrato. Estoy aburrida de ver eso. —No hay contrato alguno —responde—. Te conozco demasiado bien y tus amigas son las mías. No tengo que pedirte confidencialidad porque al final ellos sabrán. Si has visto que grupo de amigos más chismoso. Sonríe. —Tengo que pensarlo —comento, aunque no miento, estoy segura de lo que quiero Él asiente y va a besarme, pero lo detengo. —En caso que acepte, hay dos cosas en lo qué no estoy de acuerdo —expreso—. La primera es: irme a vivir contigo, no voy a dejar sola a mi abuela. —¿La segunda? —pregunta él. —Trabajar como tu secretaria —contesto—. Me gusta mi trabajo. —Nena, la primera la acepto porque puedo seguir entrando por tu ventana, pero la segunda no, quiero tenerte cerca. —No Liam —le digo—. No acepto. —Está bien —contesta al fin—. Sigue trabajando aquí. Ahora sí me besa y yo me dejo llevar. —Dame tiempo de dejar a Jack —a él no le hace gracia—. Es bueno y no se merece esto. —Solo tres días —manifiesta—. No quiero que te acuestes más con él, ayer fue la última vez. Dejé que ese imbécil te tocara ayer, para demostrarte que nadie hará que te corras más rico. Sus palabras calan tan fuertes que temo que me enrede en sus redes y terminé cometiendo una locura en pleno gastropub. Así que me apresuro en pasar de su última frase. —Eres muy controlador ¿sabes? —me quejo—. Eso no me gusta. —Te encanta —contesta impertinente metiendo una mano dentro de mi vestido y acariciando la punta de mis senos. —Ahora cierra aquí y vámonos —ordena. —No empieces Liam —me bajo de arriba de él—. Estoy trabajando. —Ya le pagué a tu jefe más que lo que hace en una semana de trabajo —declara levantándose de la silla y tomando mi mano—. Hoy este lugar no abre. —Liam —lo fulmino con la mirada. Termino perdiéndome con él, no sé a donde. Algunas dirán que soy sumisa a él y sí tal vez no me le imponga como debería, aún no. Me lleva al cine, a un restaurante a almorzar, está actuando como si fuera una relación normal y no lo somos joder. Aún tengo un novio. ¿Qué coño te pasa Eileen?. ¿Por qué no lo controlas? —me grita mi subconsciente. Me lleva a su casa. —Estás en tu casa —comenta impertinente—. En mi habitación hay ropa para ti. Tendrás todo lo que necesites aquí para cuando te quedes. —Liam ¿por qué me quieres a mí para esto? Acaso no te acuestas con un montón de mujeres. —Porque tú lograste lo qué ninguna —dice safando los botones de su camisa—. Me encantas desde que te vi en Pura Club aquella noche. —Sí claro —le digo con cierta ironía mientras me quito el vestido, también quiero sentir que puedo tenerlo como quiero—, por eso te marchaste con dos chicas. —Que puedo decirte —contesta mirándome cada movimiento de mis manos —. Soy así. Me quito despacio la braga, él camina hacia mí, le tiro la braga en el pecho. —Cuando acumules diez de estas —me refiero a la braga—, seré tuya —me marcho a su cuarto y me pongo una camisa de él, sin bragas nuevamente. Cuando salgo él ya no estaba. ¿Para qué demonios me trae aquí?. Voy a la sala, me siento en el sofá y enciendo el televisor. Entra a la sala con un ramo de flores en la mano, las flores están lindas, pero esa manera de caminar, sin camisa, el pantalón un poco más abajo enseñando las letras en negro Calvin Klein de sus bóxer, es más fascinante aún. —Ya te dije que debes acumular diez bragas mías para poder hacerme tuya —digo y él sonríe—, con flores no lo lograrás. Me entrega las flores, le sonrío al ver que en el medio de cada flor hay un bombón. —Ahora sí —pregunta él con una sonrisa. Muevo la cabeza a modo de respuesta, dándole una mordida a un bombón. Él disfruta verme. —Te encanta comer —expone simulando otra sonrisa. Le meto el trozo de bombón que me queda en la boca. —¿A ti no? —pregunto quitándole la envoltura a otro bombón. —Sí —responde—, pero no precisamente es la comida mi perdición. Me siento a horcajadas sobre él y lo beso. Sus manos se apoderan fuerte de mis caderas. Me muevo sobre su sexo, su bóxer y el pantalón impiden el contacto directo de mi sexo y el de él, aún así siento su erección. El bombón de mi mano se está derritiendo. Así que deslizo el bombón en su pecho, dejando un camino de chocolate que recorro con mi lengua. Estoy cerca de su sexo, desabrocho su pantalón y libero su erección, beso la punta y muevo la lengua por todo su sexo. —No puedes resistirte pequeña —comenta irónico. Sonrío. Me siento a su lado, dejándolo así caliente. —Te faltan ocho bragas aún. —Pienso hacerte pagar esto —comenta. Río. —Nos esperan en el club —dice—. En mi habitación tienes todo lo que necesitas para arreglarte. —¿Nos esperan? —pregunto. —Sí, mis amigos —contesta—, los que pronto serán los tuyos. Hablando de amigos, recuerdo a Jack. —Liam, no quiero perder a Jack —él cambia su expresión—. Ha sido mi amigo desde pequeña, no interfieras, yo terminaré con él de una manera que no lo lastime. —Tres días pequeña —se levanta del sofá—, ya te dije. Te espero en Pura Club a las diez. Le envío un mensaje a Jack. No me gustan mucho las fiestas, pero pienso hacer una excepción por ti – contesta. Debo dejar a Jack, Liam sería capaz de hacer cualquier estupidez para alejarlo y acabaría rompiendo su corazón. Él no se merece eso. Voy al cuarto de Liam. La habitación como el resto de la casa, tienes tonos blancos, negros y grises. Una cama enorme situada al centro de la habitación. Tres ventanas de tamaño exagerado hacen posible la vista al exterior de la casa. Sobre cada ventana se deslizan cortinas grises a juego con los cojines de la cama. Lo impresionante de aquí o lo que más me llamó la atención fue un espejo gigante en el techo, justo encima de la cama, esto le debe propiciar una vista increíble. Delante de la cama se encuentra dos sofás en forma de semicírculo, son blancos y sobre ellos hay tres cojines grises. Hay dos puertas más dentro de la habitación, la primera permite el acceso a un vestidor prácticamente del tamaño de esta habitación. Cuando voy dispuesta a abrir la otra puerta Liam sale envuelto en una toalla. En estos momentos se me antoja quitarle la toalla y meterlo de nuevo en la ducha. Pero pienso…mejor será que sea yo la que lo provoque a él. Me voy desabrochando los botones de su camisa bajo su mirada, suelto la camisa en el suelo y entro en la ducha. Después de un baño, abro una bolsa que había sobre una mesa perla que había en su habitación, con un espejo mediano en forma de círculo. Esto no parece ser de su tipo. Debe traer montones de chicas aquí, por eso tiene esto. Abro la bolsa, hay de todo lo que una chica necesita para arreglarse, solo tomo de ahí la secadora para secarme mi pelo que estaba empapado. Entro al vestidor, es del tamaño de mi cuarto, ¡como puede ser tan exagerado!. Tiene una empresa de diseño de modas, no esperaría tampoco menos. Hay muchas ropa de mujer aquí, que según él es para mí, ropa que no voy a usar. —Este es el que usarás hoy —estira la mano y coge un vestido rojo oscuro, los tirantes eran unas diminutas cadenas, la mitad de la espalda quedaba al descubierto. —¿No crees que es demasiado exagerado? —expreso. —Es de mi última colección, úsalo —comenta. No me maquillé, ya con el vestido y los zapatos de tacón indiscreto me parecía extravagante.Llegamos al club, él toma mi mano, pero me suelto.—Es muy pronto —digo.—Eres mi mujer —comenta.—No soy tu mujer —contraataco. Entramos al club, ya estaba la fiesta en su plenitud, principalmente en la mesa de nuestros amigos.—Eileen Evans —grita Andrea—. Estás preciosa.Le sonrío.Saludo a Keira, a Aiden y a Dylan.Liam va a la barra y me trae un whisky. Ni siquiera me pregunta qué es lo que quiero tomar.—Otra de las mías —dice Dylan.No sé a que se refiere, pero le sonrío.—Liam cariño —se acerca una chica a nosotros, es de esas a las que yo les llamo no común. Le planta un beso en la cara a Liam, un poco más y es en la boca. Todos se quedan en silencio en la mesa y yo me siento la mayor estúpida de la tierra. Solo una vez lo miro, así como él me mira cuando está molesto. Liam la toma de la muñeca hasta la barra. Todos siguen en silencio.—No pasa nada. Ustedes ya conocen a Liam —expreso en alta voz.Me pongo a bailar con las chicas, tratando de olvidarme de lo que sucedió a
—Ei nos vemos mañana —se despide Andrea. Ya Liam se acerca a nosotras.—Si la haces sufrir —le dice a Liam—, te mato.Liam la fulmina con la mirada.—¿Qué haces aquí Liam? —le pregunto, él aún no me atiende—. Liam —vuelvo a llamarlo.Me empuja hacia él y me besa. Otra vez que no me separo de él. —Eileen —la voz de Jack me devuelve a la realidad.Que la tierra me trague ahora.Me separo de Liam y ahí esta él. En sus ojos veo el dolor y la decepción, me duele y mucho haberle hecho daño. Una lágrima cae por mi mejilla, no logro controlarlo. Aunque no lo amaba como novio, lo quiero muchísimo, como amigo. Observo a Liam y esta como si no pasara nada. Él ya habia visto a Jack, por eso me besó.—Jack no quiero justificarme, pero al menos déjame contarte cómo sucedieron las cosas —él rie irónico.—¿Ahora? —manifiesta—, ya es demasiado tarde Eileen.—Lo sé —Liam me tenía una mano agarrada aún, me suelto—. Lo intenté, ¡créeme! Pero no pude, tenía miedo perderte.—Es peor ahora Eileen —me hab
Han pasado algunos días ya desde aquel mal rato con Jack. No lo he vuelto a ver. Sé por mi abuela que está bien, que ya está conociendo a otra chica en su trabajo. He intentado hablar con él para explicarle cómo sucedieron las cosas y aunque no va a perdonarme, necesito que entienda que no quería lastimarlo.Hoy es el último día de trabajo de la semana. Debería estar feliz solo por eso. Andrea tiene una felicidad brutal. No es para menos, hoy es día de fiesta. Aunque también mañana y pasado. —Tengo una plan —comenta apenas me coloco el delantal.—Beberme una docena de wiskys y terminar en la cama de cualquier idiota —le respondo mientras me recojo el pelo en una coleta—. ¡No gracias!.Andrea me dedica un mohín que ignoro.—Iba a decir salir a bailar y conocer chicos, claro —contesta ella. —Suena demasiado tranquilo para que se te ocurra a tí —digo.Ella ríe.—En teoría —responde—, en práctica es exactamente como lo describes tú. Me le quedo mirando y automáticamente comenzamos a r
Salgo del baño, Andrea me llama.—¿Qué le ha sucedido a tu vestido? —pregunta curiosa.—Acabo de chocar con el hombre que estuvo en el gastropub en la mañana —comento bajo su cara de asombro.—Mi vida tienes la idea de cuantos hombres desfilan por ahí diario —responde.—El tío serio que pidió el café fuerte…—Te llevó al baño y te bajó las bragas —me interrumpe Andrea—, para hacerte pagar que le hayas ensuciado su carísimo traje de corte italiano.—La que acabé con el vestido manchado fui yo —digo—Mejor aún —contesta—, te hizo sexo oral como recompensa—. Definitivamente amiga algo te hizo, esa cara que tienes es de «mujer satisfecha» y acabas de salir del baño.Acabo riéndome. —¿Cómo te va con Enzo? —pregunto y por su cara le he hecho una pregunta difícil.—Lo normal, más tarde todo irá mejor —lo busca con la mirada—. Realmente lo nuestro se resume a «después del club».—Acaso no es el tipo de relación que te interesa.—En realidad sí —comenta buscándolo con la mirada—, pero algo me
La llevo a su casa. No es lo que quiero, la llevaría a la mía y haría que se corra otras dos veces más, es lo mejor que me ha ocurrido en esta jodida vida, pero, estoy demasiado cerca, y sí, siento esa necesidad de verla, de tocarla y asusta, asusta sentir algo más que excitación. Ella se merece alguien que sea capaz de amarla, yo no soy capaz.Aquella vez que Jack nos vio besándonos, que le dijo todo lo que conoce de ella, me dio celos, celos de no haber compartido con ella tantos momentos, celos de que la haya visto disfrutar de lo que le gusta, celos de que la conociera tan bien. En el fondo, todo lo que él dijo aquella vez es cierto. No voy a ser capaz de entregarle todo lo que le ha entregado él. Ella era el centro de su mundo.Suena mi teléfono, es Aiden.—Esta no son horas de llamar. ¿A caso ya no follas? —protesto.La risa de Keira se escucha al otro lado.—Queremos asegurarnos de que no te hayas bebido todo el minibar de tu casa debido a que no puedes controlar que te estás
Hoy es un día de mierda y estoy dispuesto a pelearme con el mundo. —Buenos días señor —me alcanza Patrick, mi secretaria, al entrar a mi oficina—. Tiene una reunión en cinco minutos.—Está bien Patrick.Justo antes de entrar a la sala de reuniones me llama Andrea.—Andrea tengo una reunión importan...—no me deja terminar de hablar.—A veces me pregunto si la capacidad de tu celebro es la del tamaño de una almendra —dice mientras pasa por mi lado directo a mi oficina. La sigo, no me podré deshacer de ella tan rápido.—Patrick —rujo—, la reunión se aplaza unos cinco minutos.—O es tu corazón el que está negro —continua.—Raro que tu seas exactamente igual y me hablas a mí de corazón negro -le digo al sentarme frente a ella.—Pero yo no lastimo a quien me quiere —contesta fugaz.—Y qué sucede con Enzo -digo.—No tiene nada que ver contigo -bufa y tengo sé que este no es un tema fácil para ella. —Como sea —comento—. Habla rápido, tengo una junta.—Me importa una mierda tu junta —contest
Mi mundo cae cuesta abajo. No sé por qué motivo lo siento así. Sus palabras retumban en mis oídos haciendo que cada parte de mí se quiebre. Joder, que esto podía pasar, pero en el fondo tenía la estúpida idea que podría funcionar.Tengo que revisarme eso de crecer y madurar porque ahora mismo me siento una adolescente en plena etapa de desamor. Sí, esa etapa en la que más fácil uno se enamora pero también en la que más fácil uno sufre.Solo espero que, al abrir y cerrar los ojos me pase justamente así; creer que es el amor de mi vida, que es un chico perfecto, sentir maripositas y todas esas pendejadas, darte cuenta que es un gilipollas, que se acabe todo, llorar enloquecidamente, pensar que no hay sufrimiento peor en el mundo, volverte a enamorar.Escrito de esta manera parece fácil y aunque en ese momento sientas que no es así, cuando alcanzas otra edad te das cuenta que lo que tu creías amor, no lo era, que lo que tu considerabas el peor sufrimiento del mundo no lo era, que no exis
Entro a casa de Aiden y lo primero que escucho es la voz de Kimberly.—Padrino —grita feliz mi princesa al correr a mis brazos.—Hola preciosa —deposito un sonoro beso en su cachete.—Padrino viniste a cuidarnos —pregunta la peque.—Sí, princesa —afirmo, haciendo contacto visual con Eileen que acaba de llegar a la sala—. Me quedaré con ustedes tres.—Tia Ei —le extiende una manito a Eileen para que se siente justo a nuestro lado en el sofá—, iba a jugar conmigo, un juego que me gusta mucho.Nos miramos fijamente y entonces, todo lo que le dije la última vez, mi rebelión en contra de esas cosas que ella provoca en mí, parece esfumarse. Solo pienso en volver a tocarla.—Pequeña —le habla con dulzura a la niña—, voy a contar, así que busca un buen lugar para esconderte.Ella sonríe feliz. Eileen se tapa los ojos y emite la cuenta «1, 2, 3…10» en voz alta.Mi hermosa ahijada busca donde esconderse. Ya ha salido de la sala.Eileen retira sus manos de la cara.—¿Qué haces aquí Liam?. Acaso