Si pudiera describir mi vida en una palabra, sin duda sería: caos.Cristina Prada, E. L. James, Blanka Lipińska, con toda seguridad les digo que pueden escribir sobre mi vida; apuesto que será la historia más complicada que hayan hecho jamás. No sé si serán las Canciones de Amor que suenan en la Radio, las Cincuentas Sombras de Grey o los 365 días, el caso es que todas las jodidas veces que lo tengo cerca las alarmas de mi cuerpo se alteran estrepitósamente.Es él, quiero que sea él, es una maldita obsesión que me impide mirarlo sin imaginarme todas las cosas que podría hacer. Sí, esas jodidas miradas que hacen que me tiemblan las piernas. Esa forma de caminar, de hablar, de sonreír…Aquí estoy, en medio de esta enorme cama, deseando buscarlo, tocarlo, que me toque…Pero, ¿saben qué?. Es una mierda esto de quedarse con las ganas. Voy hasta la sala y no lo veo. Sigo hasta la cocina y ahí está. Hoy no sabría decir si el universo está a mi favor o en mi contra. Está frente al frigoríf
La deseo, deseo volver a sentirla como aquella vez en su cuarto. Ahora mismo lucho mil batallas en mi interior para no hacerla mía. Pero, ese short, le quedaba condenadamente bien y me puso de los nervios ver qué no se lo cambió para salir. No necesito ver como otros hombres la miran para saber que ella es preciosa, yo sé el mujerón que es. Estoy tratando de castigarla por no obedecer pero en el fondo también me estoy castigando yo porque las ganas de tocarla se hacen cada vez mayor.Miro el reloj. Son la una de la madrugada y aún no logro dormir. La observo y ya está dormida. No es la primera vez que la miro mientras duerme. Eso es algo que me encanta. Me levanto de la cama y me pongo a trabajar en los diseños para la semana de la moda en Nueva York. No miré el reloj a la hora que me acosté pero debió ser bastante tarde.Me levanto en la mañana y después de una ducha bajo a la cocina. Ahí estaban Eileen y los niños. Kimberly desayunaba mientras Eileen le daba de tomar a John. —B
—Abuela —le digo sentadas en la mesa de la cocina—. Liam también ha ido a casa de Keira.—¿Están juntos? —pregunta.—No ha pasado nada —contesto—. Solo cuidamos a los pequeños pero si te soy sincera todavía me encanta.En ese instante me entra un mensaje de Keira:"Necesito que me hagas un favor urgente en esta dirección" Disculpa que te vuelva a molestar pero eres la única que puede ayudarme. Leo el mensaje en alta voz. —Abuela iré un momento —le digo.—Esta bien Ei. Cuando regreses continuamos esta conversación.Asiento y salgo para la dirección que me mandó Keira.Estoy frente a una cabaña, la puerta está entreabierta. Verifico nuevamente que sea está la dirección. Toco la puerta, nadie contesta. Vuelvo a tocar una vez más. Empujo la puerta. Hay una rosa roja con una nota. En el suelo hay pétalos y globos que señalan un camino. Marco el número de Keira. Después del segundo timbre contesta.—Dime Ei —contesta.—Keira estoy en el lugar al que me mandaste...—Estás en el lugar cor
Abro completamente la puerta. Estoy a punto de gritar cuando me agarran de la muñeca y tiran de mí. Me coloca una mano en la boca. —Tu olor te delata —comento—, y esto que haces no es gracioso.—Te encanta que entre por tu ventana —susurra a mi oído.—Y a tí te encanta creerte cosa —expreso.—Te tengo dos opciones —dice y recorre con su lengua el lóbulo de mi oreja —la primera, el club y después mi cama. La segunda tu cama. Tu decides dónde quieres follar.—Que ofertas tan tentadoras —expongo—. Acaso alguna vez has hablado bonito antes de follar.—Sí —contesta seguro—. Acabo de hablarte bonito.—En serio. ¿Cómo será cuando no sea bonito?—No quieras saber —responde.—Vamos al club —digo—, y luego ya veremos.—Te di las opciones —dice seguro—. Luego irás a mi cama.—¿Me obligarás? —me pongo de frente a él y lo miro a los ojos.—Sabes que no necesitaría obligarte —expone con total dominio de la situación.—No me pongas a prueba —comento y camino hasta el armario.Elijo un pulover blanc
Hoy es día libre. Me levanto alrededor de las nueve. Preparo la comida, limpio y hago las compras de la semana. Recibo un mensaje de Harry con la dirección y la hora de ensayo. —Abuela te cuento que he aceptado un trabajo de modelo principal para un desfile importante —le comento mientras agarro del refrigerador un pote de helado.—No sabía que te gustaba modelar — dice apoyando la espalda en la barra de la cocina.—Yo tampoco —contesto brincando para subirme en la encimera—, pero no pierdo nada con intentarlo.— ¿Te lo propuso Liam?—No —le digo—, es en otra empresa. Con Liam tendría muchos privilegios y no quiero eso.—Cariño oye palabras de vieja —dice—, ahí hay competencia como en todos los negocios. Ten cuidado no te involucren en ningún problema. Hay personas que con tal de ganar juegan sucio. —Estaré atenta abuela —Termino de hablar y suena mi teléfono—, me voy.Le entrego el pote de helado a mi abuela, la beso en la frente y me marcho.—Señorita.—El chófer me abre la puerta.
Se da vuelta, acomoda su cabeza en mi pecho y su pierna derecha sobre mis piernas. No podría estar así con otra mujer. Ella se ha ganado esto a pulso. Merece todos mis malditas noches. Recorro mi mano por su cara. La beso. Ella hace una mueca graciosa y abre los ojos. Sube su pierna derecha hasta que la coloca sobre mi sexo y hace presión. —¿Qué hora es? —pregunta.—Las ocho —le digo al mirar la pantalla de mi móvil.Se levanta como un resorte de la cama. —No jodas —comenta—. Voy tarde.La tomo de la mano y vuelvo a tirarla a la cama.—Y si no quiero que te levantes de esta cama —digo contra su boca.Ella continua el beso.—Lo siento —se vuelve a levantar—, pero tengo que trabajar.—Puedes trabajar aquí —le digo con una sonrisa. Se cuánto efecto causa en ella que yo sonría, puedo utilizar eso a mi favor.—Aquí me toca turno en la noche —contesta con una sonrisa—. Tendrás que esperarte.—Hoy tienes turno doble de noche —expreso.—Puede ser toda la noche —responde—. Un turno doble
—Cuéntame un cuento —le pido. Él se detiene unos minutos y me observa. Esto lo tomó por sorpresa. Le sonrío. —¿Qué sucede? —le pregunto—. ¿No te sabes ninguno?—Creo haber leído uno en los libros de Kimberly —comenta acostándose a mi lado.—Te escucho —lo apremio. Muevo un poco la bolsita. Le tomo la mano y se la coloco ahí donde me duele. Él mueve su mano despacio.—Había una vez un príncipe que vivía en un reino muy materialista. El príncipe tenía todo lo que quería, riqueza, poder, fama, belleza —sonrío—, incluso podía tener a la mujer que quería. Eso hizo que las mujeres pasaran solo por su cama, no por su vida. Pero, llegó una princesa, era de un reino muy lejano, era una princesa de verdad. Con cabello rojizo, piel pálida, sonrisa hermosa, dulce, sencilla, carismática. «Quiero que ella sea mi princesa», pensó. Aunque la princesa lo quería, el príncipe no podía enamorarse. A día de hoy la princesa y el príncipe siguen luchando por construir su propio imperio, pero un imperio
—Yo tenía doce años, mi hermana era cinco años mayor. Era la chica más sencilla, dulce, natural y hermosa —cuento y Eileen no puede escucharme, ya está dormida—. Una chica bastante popular entre los chicos de su escuela. Entre todos, elegió al equivocado y se enamoró de él. Su vida cambio completamente con diecisiete años. Dejó la escuela, ya no regresaba a casa. Cuando le comenté a mi madre sabes que me dijo: "me da igual lo que haga con su vida, ella es mayor". "Y tú, vete encaminando, ya no puedo hacerme responsable de ti". Hablé con mi padre "Ella volverá a casa", fue lo que dijo. Ese mismo día escuché una conversación entre mis padres en los que mi mamá le decía a mi papá: "Enamorarme de ti fue lo peor que me ha pasado en la vida, tú me convertiste en la mierda de madre que soy ahora, ocupé el tiempo que debía atender a mis hijos en ir detrás de ti, mientras tú te revolcabas con toda la mujer que se te pusiera delante".—Pero yo te amo a tí Kristen —le respondía mi padre—Pues el