Salgo del baño, Andrea me llama.
—¿Qué le ha sucedido a tu vestido? —pregunta curiosa. —Acabo de chocar con el hombre que estuvo en el gastropub en la mañana —comento bajo su cara de asombro. —Mi vida tienes la idea de cuantos hombres desfilan por ahí diario —responde. —El tío serio que pidió el café fuerte… —Te llevó al baño y te bajó las bragas —me interrumpe Andrea—, para hacerte pagar que le hayas ensuciado su carísimo traje de corte italiano. —La que acabé con el vestido manchado fui yo —digo —Mejor aún —contesta—, te hizo sexo oral como recompensa—. Definitivamente amiga algo te hizo, esa cara que tienes es de «mujer satisfecha» y acabas de salir del baño. Acabo riéndome. —¿Cómo te va con Enzo? —pregunto y por su cara le he hecho una pregunta difícil. —Lo normal, más tarde todo irá mejor —lo busca con la mirada—. Realmente lo nuestro se resume a «después del club». —Acaso no es el tipo de relación que te interesa. —En realidad sí —comenta buscándolo con la mirada—, pero algo me pasa con Enzo. No me preguntes más que no sé como explicarlo. —Te enamoraste —afirmo. —Que fuerte —termina de un trago la bebida de su copa—. Yo no me enamoro. —Te voy a hacer dos preguntas —le digo, mi mirada acaba de seguir a Liam que se situa a mi lado—. ¿Con cuántos hombres te has acostado más de una o dos veces? —Uno —responde ella segura. —¿Con cuantos hombres has estado y has sentido la necesidad de verlo? —Uno —Ahí está —comento—. Por mucho que tengas la estúpida regla de no enamorarte vas a terminar haciéndolo, son cosas que ni tú, ni nadie puede controlar —le estoy diciendo esto a Andrea pero mis palabras van dirigidas directamente a Liam—. Puedes tener sexo desesfrenado con media ciudad, puedes alejarte kilómetros de esa persona que volverás, aún cuando no vuelves nunca, ahí donde eres feliz —Liam me mantiene contacto visual durante unos segundos. —Piensa en eso —le digo a Andrea—. No dejes de vivir algo que quieres por miedo a enamorarte. Que tiene de malo enamorarse, ¿qué te rompan el corazón? ¿qué acabes hecha una m****a por otra persona? Si pasó, pasó, te tomas las doscientas copas y te ligas a medio San Francisco, yo te aseguro que no es un dolor que durará para siempre. —Tienes experiencia en el ámbito —comenta Liam. Lo miro fijamente a los ojos, puedo pero no me apetece responderle. —Andrea disfruta —le digo—, y no te preocupes por mí, estaré acompañada. Voy a la barra. No estoy acompañada pero quería poner de los nervios a Liam. —Hola —me dice al oído alguien. Es el hombre de antes, el serio, el del choque…en fin —Hola —contesto con una sonrisa. —No me puedo ir de este club sin saber tu nombre —dice mientras pide un vodka al bartender. —Ahora si te interesa saber mi nombre —contesto con ironía. —Sí —afirma. Liam se coloca a mi espalda. Siento su respiración en mi oído. El hombre lo observa a él y luego a mí. —Eileen —digo al fin. —Bonito nombre —estira su mano, ignorando a Liam—. Me llamo Harry. Lamento no haberme presentado antes. Liam comienza a darme besos en el cuello. Esta es su m*****a forma de decir sin palabras «ella es mía». —Liam —me separo de él—, ¿qué haces?. ¿No ves que estoy conversando?. Me fulmina con la mirada. Acabo de ponerlo furioso y no me importa. —No ves que nada me importa —comenta—. Vamos a casa. —¿Que casa Liam? —la furiosa soy yo ahora—. No vivo contigo, no somos absolutamente nada. Y me parece bastante estúpida esta conversación delante de otra persona. —Tranquila preciosa —dice Harry—. En otro momento conversaremos —me da un beso en la mejilla—. Tu nombre y lugar de trabajo me parece suficiente para localizarte. —Ok —respondo con una sonrisa—. Nos vemos. Harry se pierde entre la multitud. Salgo del club dispuesta a irme a mi casa. Liam me carga. El que cuida los carros le tira la llave de su auto, la que el agarra con una mano, la otra estaba apretando mi nalga. Intenta sentarme dentro del auto. Tratando de resistirme, acabamos, yo acostada en el asiento trasero del auto, con las dos manos agarradas por una de Liam, las piernas…abiertas. —No estás en condiciones de resistirte —comenta impertinente, arrogante—. Esa posición no te ayuda. —Tampoco te ayuda a ti —respondo—. Estar observando algo que no vas a poder tener. Él sonríe y no saben lo jodidamente atractivo que se ve cuando sonríe. —Ya lo tengo —contesta seguro—. Sé que por mucho que te resistas estas loca por mí, como yo lo estoy por ti. Como demonios le respondo a eso, como demonios sueno segura negándole algo, que todo mi ser afirma, como diablos le hago entender que no quiero tenerlo cerca, si cuando se aleja mi cuerpo protesta. Trago saliva. ¡¡Joder!!. Lo cierto es que he empezado a vivir cuando lo conocí. —Estás equivocado —niego tratando de sonar segura—. No estoy loca por ti, solo eres ese hombre que ha abierto un mundo de cosas nuevas, que me saca de mi rutina. Eres solo diversión. Sonríe nuevamente, demostrando que está totalmente confiado que cada una de mis palabras son mentiras. No hay método factible contra su derroche de seguridad. Con su mano acaricia suavemente mi sexo sobre el encaje de la braga. Cierro los ojos, recuerdo ese momento en el baño. Esto es demasiado bueno como para no vivirlo. La excitación recorre cada vértebra de mi cuerpo. Él corre un poco la braga, haciendo contacto directo de su mano con mi sexo. Se me escapa un gemido que no logro silenciar. —Quiero escuchar que estas loca por mí —ordena con esa voz repleta de masculinidad. Sonrío impertinente. Sí, esa misma sonrisa de prepotencia, arrogante, esa sonrisa que es tan del él, que le queda tan bien. —No pienso decirte eso —declaro. Recorre con un dedo la entrada de mi sexo. Me mira fijamente a los ojos. No necesito hablar, con solo mirarme sabe todo lo que provoca en mí. Introduce un dedo en mi interior y comienza a moverlo. —Te di una orden. —Y yo dije que no iba a decirte eso —respondo con tanta seguridad que me asombra. ¿Cómo fui capaz de pronunciar esas palabras sin tartamudear?. Ahora es él el que sonríe. Mueve su cabeza hasta mi sexo. Con su lengua recorre cada espacio de él. Su dedo no ha dejado de moverse en mi interior. Lame, succiona, acaba de introducir otro dedo. Con él todo se resume a adrenalina, a placer. Mi respiración entre cortada, jadeos que trato de acallar tapándome la boca, pues estamos en el carro a plena entrada del club. «Mierda» No puede ser que se me haya olvidado hasta que estábamos a la entrada del club. Quiero detenerlo, necesito detenerlo, pero mi cuerpo protesta. La única manera que tengo de detenerlo es que escuche lo que quiere oir. —Estoy loca por ti —digo al fin. —No ha sonado como quiero —comenta. Mueve su lengua en círculos sobre mi sexo, sus dos dedos entran, salen y yo no aguanto más. —Liam —lo llamo entre gemidos. —Di lo que quiero escuchar y mírame. —Estoy loca… —…por ti. Él sonrie satisfecho. Me acomoda el vestido y nos vamos.La llevo a su casa. No es lo que quiero, la llevaría a la mía y haría que se corra otras dos veces más, es lo mejor que me ha ocurrido en esta jodida vida, pero, estoy demasiado cerca, y sí, siento esa necesidad de verla, de tocarla y asusta, asusta sentir algo más que excitación. Ella se merece alguien que sea capaz de amarla, yo no soy capaz.Aquella vez que Jack nos vio besándonos, que le dijo todo lo que conoce de ella, me dio celos, celos de no haber compartido con ella tantos momentos, celos de que la haya visto disfrutar de lo que le gusta, celos de que la conociera tan bien. En el fondo, todo lo que él dijo aquella vez es cierto. No voy a ser capaz de entregarle todo lo que le ha entregado él. Ella era el centro de su mundo.Suena mi teléfono, es Aiden.—Esta no son horas de llamar. ¿A caso ya no follas? —protesto.La risa de Keira se escucha al otro lado.—Queremos asegurarnos de que no te hayas bebido todo el minibar de tu casa debido a que no puedes controlar que te estás
Hoy es un día de mierda y estoy dispuesto a pelearme con el mundo. —Buenos días señor —me alcanza Patrick, mi secretaria, al entrar a mi oficina—. Tiene una reunión en cinco minutos.—Está bien Patrick.Justo antes de entrar a la sala de reuniones me llama Andrea.—Andrea tengo una reunión importan...—no me deja terminar de hablar.—A veces me pregunto si la capacidad de tu celebro es la del tamaño de una almendra —dice mientras pasa por mi lado directo a mi oficina. La sigo, no me podré deshacer de ella tan rápido.—Patrick —rujo—, la reunión se aplaza unos cinco minutos.—O es tu corazón el que está negro —continua.—Raro que tu seas exactamente igual y me hablas a mí de corazón negro -le digo al sentarme frente a ella.—Pero yo no lastimo a quien me quiere —contesta fugaz.—Y qué sucede con Enzo -digo.—No tiene nada que ver contigo -bufa y tengo sé que este no es un tema fácil para ella. —Como sea —comento—. Habla rápido, tengo una junta.—Me importa una mierda tu junta —contest
Mi mundo cae cuesta abajo. No sé por qué motivo lo siento así. Sus palabras retumban en mis oídos haciendo que cada parte de mí se quiebre. Joder, que esto podía pasar, pero en el fondo tenía la estúpida idea que podría funcionar.Tengo que revisarme eso de crecer y madurar porque ahora mismo me siento una adolescente en plena etapa de desamor. Sí, esa etapa en la que más fácil uno se enamora pero también en la que más fácil uno sufre.Solo espero que, al abrir y cerrar los ojos me pase justamente así; creer que es el amor de mi vida, que es un chico perfecto, sentir maripositas y todas esas pendejadas, darte cuenta que es un gilipollas, que se acabe todo, llorar enloquecidamente, pensar que no hay sufrimiento peor en el mundo, volverte a enamorar.Escrito de esta manera parece fácil y aunque en ese momento sientas que no es así, cuando alcanzas otra edad te das cuenta que lo que tu creías amor, no lo era, que lo que tu considerabas el peor sufrimiento del mundo no lo era, que no exis
Entro a casa de Aiden y lo primero que escucho es la voz de Kimberly.—Padrino —grita feliz mi princesa al correr a mis brazos.—Hola preciosa —deposito un sonoro beso en su cachete.—Padrino viniste a cuidarnos —pregunta la peque.—Sí, princesa —afirmo, haciendo contacto visual con Eileen que acaba de llegar a la sala—. Me quedaré con ustedes tres.—Tia Ei —le extiende una manito a Eileen para que se siente justo a nuestro lado en el sofá—, iba a jugar conmigo, un juego que me gusta mucho.Nos miramos fijamente y entonces, todo lo que le dije la última vez, mi rebelión en contra de esas cosas que ella provoca en mí, parece esfumarse. Solo pienso en volver a tocarla.—Pequeña —le habla con dulzura a la niña—, voy a contar, así que busca un buen lugar para esconderte.Ella sonríe feliz. Eileen se tapa los ojos y emite la cuenta «1, 2, 3…10» en voz alta.Mi hermosa ahijada busca donde esconderse. Ya ha salido de la sala.Eileen retira sus manos de la cara.—¿Qué haces aquí Liam?. Acaso
Si pudiera describir mi vida en una palabra, sin duda sería: caos.Cristina Prada, E. L. James, Blanka Lipińska, con toda seguridad les digo que pueden escribir sobre mi vida; apuesto que será la historia más complicada que hayan hecho jamás. No sé si serán las Canciones de Amor que suenan en la Radio, las Cincuentas Sombras de Grey o los 365 días, el caso es que todas las jodidas veces que lo tengo cerca las alarmas de mi cuerpo se alteran estrepitósamente.Es él, quiero que sea él, es una maldita obsesión que me impide mirarlo sin imaginarme todas las cosas que podría hacer. Sí, esas jodidas miradas que hacen que me tiemblan las piernas. Esa forma de caminar, de hablar, de sonreír…Aquí estoy, en medio de esta enorme cama, deseando buscarlo, tocarlo, que me toque…Pero, ¿saben qué?. Es una mierda esto de quedarse con las ganas. Voy hasta la sala y no lo veo. Sigo hasta la cocina y ahí está. Hoy no sabría decir si el universo está a mi favor o en mi contra. Está frente al frigoríf
La deseo, deseo volver a sentirla como aquella vez en su cuarto. Ahora mismo lucho mil batallas en mi interior para no hacerla mía. Pero, ese short, le quedaba condenadamente bien y me puso de los nervios ver qué no se lo cambió para salir. No necesito ver como otros hombres la miran para saber que ella es preciosa, yo sé el mujerón que es. Estoy tratando de castigarla por no obedecer pero en el fondo también me estoy castigando yo porque las ganas de tocarla se hacen cada vez mayor.Miro el reloj. Son la una de la madrugada y aún no logro dormir. La observo y ya está dormida. No es la primera vez que la miro mientras duerme. Eso es algo que me encanta. Me levanto de la cama y me pongo a trabajar en los diseños para la semana de la moda en Nueva York. No miré el reloj a la hora que me acosté pero debió ser bastante tarde.Me levanto en la mañana y después de una ducha bajo a la cocina. Ahí estaban Eileen y los niños. Kimberly desayunaba mientras Eileen le daba de tomar a John. —B
—Abuela —le digo sentadas en la mesa de la cocina—. Liam también ha ido a casa de Keira.—¿Están juntos? —pregunta.—No ha pasado nada —contesto—. Solo cuidamos a los pequeños pero si te soy sincera todavía me encanta.En ese instante me entra un mensaje de Keira:"Necesito que me hagas un favor urgente en esta dirección" Disculpa que te vuelva a molestar pero eres la única que puede ayudarme. Leo el mensaje en alta voz. —Abuela iré un momento —le digo.—Esta bien Ei. Cuando regreses continuamos esta conversación.Asiento y salgo para la dirección que me mandó Keira.Estoy frente a una cabaña, la puerta está entreabierta. Verifico nuevamente que sea está la dirección. Toco la puerta, nadie contesta. Vuelvo a tocar una vez más. Empujo la puerta. Hay una rosa roja con una nota. En el suelo hay pétalos y globos que señalan un camino. Marco el número de Keira. Después del segundo timbre contesta.—Dime Ei —contesta.—Keira estoy en el lugar al que me mandaste...—Estás en el lugar cor
Abro completamente la puerta. Estoy a punto de gritar cuando me agarran de la muñeca y tiran de mí. Me coloca una mano en la boca. —Tu olor te delata —comento—, y esto que haces no es gracioso.—Te encanta que entre por tu ventana —susurra a mi oído.—Y a tí te encanta creerte cosa —expreso.—Te tengo dos opciones —dice y recorre con su lengua el lóbulo de mi oreja —la primera, el club y después mi cama. La segunda tu cama. Tu decides dónde quieres follar.—Que ofertas tan tentadoras —expongo—. Acaso alguna vez has hablado bonito antes de follar.—Sí —contesta seguro—. Acabo de hablarte bonito.—En serio. ¿Cómo será cuando no sea bonito?—No quieras saber —responde.—Vamos al club —digo—, y luego ya veremos.—Te di las opciones —dice seguro—. Luego irás a mi cama.—¿Me obligarás? —me pongo de frente a él y lo miro a los ojos.—Sabes que no necesitaría obligarte —expone con total dominio de la situación.—No me pongas a prueba —comento y camino hasta el armario.Elijo un pulover blanc