8. Eileen

Han pasado algunos días ya desde aquel mal rato con Jack. No lo he vuelto a ver. Sé por mi abuela que está bien, que ya está conociendo a otra chica en su trabajo. He intentado hablar con él para explicarle cómo sucedieron las cosas y aunque no va a perdonarme, necesito que entienda que no quería lastimarlo.

Hoy es el último día de trabajo de la semana. Debería estar feliz solo por eso.

Andrea tiene una felicidad brutal. No es para menos, hoy es día de fiesta. Aunque también mañana y pasado.

—Tengo una plan —comenta apenas me coloco el delantal.

—Beberme una docena de wiskys y terminar en la cama de cualquier idiota —le respondo mientras me recojo el pelo en una coleta—. ¡No gracias!.

Andrea me dedica un mohín que ignoro.

—Iba a decir salir a bailar y conocer chicos, claro —contesta ella.

—Suena demasiado tranquilo para que se te ocurra a tí —digo.

Ella ríe.

—En teoría —responde—, en práctica es exactamente como lo describes tú.

Me le quedo mirando y automáticamente comenzamos a reírnos.

—¿Aceptas? —pregunta.

Me quedo pensando unos segundos. No sería mala idea lo de salir.

—Si —ella da una palmada.

Me dirijo a atender a los primeros clientes. El viernes parece no dar tregua, apenas comienza la mañana y ya tenemos casi todas las mesas llenas.

—Buenos días, ¿que desea? —pregunto en la mesa 6, es un hombre vestido de traje impecable. Está leyendo el periódico, no me atiende.

—Un café...fuerte —contesta sin mirarme.

Le preparo el café y se lo coloco en la mesa, luego de pedirle permiso.

Él sigue sin atender.

¡¡¡Estoy aburrida de todos los empresarios millonarios que se creen dueños de todo y superiores a los demás!!!

—Es lindo ¿no? —dice Andrea al colocarme a su lado.

—¿Qué? —no entiendo a que se refiere.

Está mirando al hombre que acabo de atender.

—No está mal —le digo—, pero tiene un carácter increíble.

—Lo dices con ironía —manifiesta Andrea.

—Es insoportable, no te dirige ni la palabra. Es como si en la Universidad solo le enseñaran a administrar bien su dinero.

—Es más atractivo aún —comenta Andrea.

La mañana parece ir bastante de prisa. Cerramos es gastropub alrededor de las cinco y ya antes de las seis y media estábamos desfilando por la pequeña sala del departamento de Andrea.

Suena Made you look de Meghan Trainor a todo volúmen y junto a mis mejores movimientos. Andrea se sitúa a mi lado y sigue mis pasos, acabamos montando una coreografía en medio del cuarto de Andrea.

Termina la canción con nuestras risas.

—Meghan acaba de hacerme creer en el empoderamiento femenino —comento mientras camino hacia la pequeña mesita de noche donde Andrea había colocado un vaso con vodka y jugo de naranja—. Hoy va a ser una noche increíble —un trago, otro más—, tiene que ser una noche increíble —rectifico.

—Para que la noche sea increíble debes seguir cinco pasos —responde Andrea antes de beberse de un trago el líquido del mini-vaso que tenía entre las manos, supongo que es un tequila—. Número uno: Kylie Cosmetics, una maquillaje espectacular. Que todos noten que llegaste —abre una bolsa mediana llena de cosméticos.

—Pensé que eras pobre —inquiero—,  o también estar involucrada sentimentalmente…—toso como si me hubiese equivocado—…“sexualmente’’ —rectifico—, con uno de esos millonarios sexys y cabrones.

—Tengo mis trucos —contraataca—. Segundo este vestido de Shein plateado —saca de su armario un vestido plateado con una manga en la mano derecha, la mano izquierda quedaba al descubierto. El vestido es ajustado y relativamente corto.

—Si que tienes tus trucos —contesto retomando mi vista completamente hacia el vestido—. Aunque no creo que me quede bien.

Andrea me fulmina con la mirada.

—No pienso darte una clase de autoestima en estos momentos —dice mientras coloca el vestido sobre la cama—. Cree en ti, en tus cualidades, eres capaz de tener al hombre que quiera a tus pies.

—Acabas de negarme una clase sobre mi autoestima —le digo.

—Acabas de ganarte un vete a la m****a —responde—. Paso número tres, lencería de encaje preferiblemente negra o roja.

—No voy a follar —la interrumpo.

—Una mujer siempre debe estar preparada —ahora es ella la que me interrumpe a mí— . Dime si trajiste alguna con esas características.

—Si —contesto—, de casualidad, era el juego más decente que tenía.

—¡Oh mi dios!. Debemos ir de compras —comenta—. Paso cuatro, pero puede ser hasta el más importante, los zapatos —busca también en su armario unas sandalias de tacón extravagante, demasiado diría yo.

—¿Cuál es el paso número cinco? —pregunto

Ella después de reír comenta.

—Ese paso es opcional y no apto para todo personal.

—Te han dicho que eres una amiga jodidamente espectacular —le contesto.

—Sí, estoy a punto de ganarme el puesto uno en el racking de amiga del año.

Después de una hora rídicula detrás del espejo salimos a Pura Club. Estoy yendo a la boca del lobo. Le repetí más de una vez a Andrea que por mi salud física y mental no podía ir allí, pero luego de su frase quieres una noche increíble, pues ese es el lugar indicado, acabé accediendo.

—Una cosa más —me dice justo antes de bajarnos del taxi—. No importa cuantas personas te observen, camina segura de ti misma. Tienes que entender que no eres tan invisible y común como crees que eres.

Hay una cantidad exagerada de personas en la entrada. Andrea le hace una seña al portero y acabamos entrando de primeros.

La música de Shawn Mendes, There’s nothing holding’me back hace vibrar el local. Caminamos por el centro, todos nos miran. No he sido el centro de atención así jamás, describir con palabras lo nerviosa que estoy sería imposible.

Andrea detiene un poco su paso, pero no tarda mucho en reaccionar y avanza.

—¿Qué sucede? —pregunto.

—Nada —contesta.

No tardo en ver a Keira y a Aiden con Enzo. Esa debe ser el motivo por el que Andrea se haya puesto un poco nerviosa.

Nos acercamos a ellos y saludamos.

—¿Cuál es la clave para lograr un matrimonio así? —les digo a Keira y Aiden al sentarme a su lado.

—Foll…—Andrea desde su posición iba a responder pero Aiden la interrumpe.

—Ni trayendo a Enzo logramos deshacernos de ti ¿verdad? —bromea, lo se por su cara—, pero sí, estoy de acuerdo contigo, aunque hay muchísimos más factores.

—¿Cómo estás? —pregunta Keira.

—Bien —contesto—, aunque…

Me distraigo tanto con Keira que no noto llegar a Liam con Dylan. Llevaba días sin verlo, esto es un golpe a la realidad. Está de frente a nosotros con una mano en el bolsillo y un vaso de whisky en la otra. Me mira fijamente y yo vuelvo a sentir que se me aflojan las piernas.

—Aunque con un whisky estaré mejor —digo mientras me levanto y acabo quitándole el vaso a Liam de las manos. Iba a decir ‘‘aunque he tenido días peores’’ pero ver a Liam me ha hecho volver a ser la chica correcta que hace cosas mal.

Nos miramos unos segundos, le doy un sorbo a su wisky, el sonríe impertinente y yo camino hacia la barra. Les confieso que esto me hizo sentirme bien, segura. Quizás la noche sería mejor de lo que pensé.

¡Pero la vida no resulta a veces como queremos!

Envuelta en mis pensamientos no observo al hombre que se acerca y acabo chocando con él. El líquido de la copa que llevaba en sus manos termina en mi vestido.

Es el hombre serio que estaba en el gastropub hoy en la mañana.

—Disculpa —comenta sacando un pañuelo—, andaba distraído.

Una prueba de la vida de que no debemos juzgar a las personas antes de conocerlas. Su actitud es diferente a la de la mañana.

—La distraída era yo —le digo tomando el pañuelo y pasándolo por la parte del vestido donde había caído la bebida.

—Creo que te he visto antes —expresa—, y sé que esa frase siempre la utilizan los hombres, pero esta vez es cierto.

—Upcide —contesto—. Trabajo ahí.

—Cierto —comenta—. Estabas ahí en la mañana.

—¡Oh! Me viste —aquella expresión hace que él sonría. Es lindo cuando sonríe. Aunque ya mi vida de por sí es bastante complicada, la belleza no se puede negar—. Fíjate que te debo una disculpa, daba por echo que en la Universidad solo te enseñaron a administrar bien tu dinero y la educación se había ido de vacaciones.

Él se mantiene serio durante unos pocos segundos y acaba riendo.

—Eres sincera —contesta—. Eso me encanta.

Se queda observándome durante unos minutos, ninguno de los dos habla y yo no sé como actuar.

—Iré al baño —le digo.

—Ok —dice—. Espero y no sea la última vez que nos encontremos.

Asiento con una sonrisa.

Entro al baño después de que salieran otra tres chicas que estaban ahí adentro.

—Siempre estoy en el lugar equivocado —me quejo una y otra vez mirando el vestido—. Cómo puede ser posible que todo lo malo me pase a mi.

Las manos de alguien me aprietan de las caderas. No es necesario mencionar su nombre. Cuando intento separarme, de un movimiento brusco me sube a los lavabos.

Tosco, separa mis piernas. No hay amabilidad en sus gestos y eso hace que me caliente un poco, tengo que reconocerlo.

—Te recuerdo que estás en un baño de mujeres —le digo.

—Te recuerdo que yo hago lo que me da la gana.

Su boca comienza a rozar mis muslos, dejando besos sobre ellos. Aprieta fuerte mis nalgas y me corre un poco hacia el borde de los lavabos. Acaricia mi sexo con su boca por encima de la braga.

—Liam —trato de quejarme, pero sonó a excitación, placer, es imposible no reconocerlo.

El ignora completamente lo que digo. Mueve la braga un poco hacia la derecha, dejando a su disposición mi sexo.

Siento su lengua recorrer mi sexo. Pierdo el control de mi cuerpo, como si no existiera un lugar mejor en el mundo, mi cabeza se mueve ligeramente hacia atrás y mi boca emite esos gemidos que no logro acallar.

Acompaña su boca con un dedo que acaricia el borde de la entrada de mi sexo, lo introduce y yo gimo de satisfacción.

Declarado, capacidad de frenar a Liam: 0

Introduce otro dedo. Siento que exploto de placer.

—Liam —pronuncio su nombre entre jadeos.

Intensifica el movimiento de su lengua y los dedos en mi sexo, logrando que alcance un orgasmo espectacular.

—No quiero que te toque otro hombre —me dice frío.

—No eres mi dueño —le digo igual de fría, bajando de los lavabos.

—Eres mía nena —aprieta su cuerpo contra el mío.

—Te puedo demostrar que no —le afirmo mirándole a los ojos.

Con sus manos agarra mi cuello.

—Demuéstramelo —me reta.

Deja un suave beso en mis labios y se separa de mi.

—Quédate con la braga de hoy —comenta—. No la necesito.

Ha dado por hecho de que no va a necesitar las diez bragas para tenerme en su cama. Tengo que jugar un poco y ponerlo de los nervios.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo