El enorme terreno en el que se alzaba el palacio real, con sus columnas esbeltas e imponentes talladas en piedra blanca, sus altos muros y sus inmensos jardines verdes, abarcaba un área considerable de la ciudad de Valle Verde. Tal era el tamaño del vasto terreno del palacio, que, incluso en los límites de la ciudad, donde los caminos y las calles empedradas y bien iluminadas se convertían en pequeños senderos y veredas que conducían a la vasta extensión de tierra que bordeaba aquella parte sureste del continente, una buena parte del palacio era visible. Erigida sobre un terreno complicado e intrincado, Valle Verde era una ciudad que pese a ser muy rica, tenía grandes problemas de desabasto de agua potable a la población. Tan solo garantizar el suministro del vital líquido tras los muros del palacio era una tarea titánica y altamente costosa. Ni hablar siquiera sobre los gastos que implicaba t
Un rayo iluminó por unos instantes la habitación sobre la que el nuevo rey, Tristán Dagger descansaba. Había sido un día largo y difícil, pero afortunadamente, ya había terminado. Sentado a la mesa, con una botella de vino de Isla Primavera, el rey estaba leyendo una vieja historia sobre intrépidos marineros que salían a la caza de una criatura colosal que se había llevado a muchos de sus compañeros, amigos y familiares. Según la historia, en aquellos años, en la época de los primeros reyes, muchos barcos mercantes y naves de guerra desaparecían cada tanto en circunstancias misteriosas. Hombres experimentados en altamar (como lo era él) habían perecido en las aguas. Muchas de las embarcaciones nunca habían sido encontradas y las que sí, planteaban, en realidad, más preguntas que respuestas.Un segundo rayo iluminó la habitaci
Después de todo, Sascha no había tenido que escapar de su encierro. Tenía un plan, sí, pero en el fondo estaba agradecida por no haberlo tenido que llevar a cabo. Una cosa era salir de allí, y otra muy distinta era esperar que de verdad eso significara una liberación. Sascha no era tonta y sabía que lo que estuviese por ocurrirle, podría ser incluso peor que su encierro en la celda de la torre. Tristán Dagger había dado órdenes estrictas y específicas de que debía ser conducida de nuevo al lado de sus hijos. Sascha lo sabía no porque se lo hubieran dicho, sino porque era lo que había escuchado, tras la puerta, oyendo las conversaciones de sus cuidadores.La joven princesa de Torreblanca caminaba por la escalinata que tantas veces había deseado alcanzar. Custodiada por dos hombres altos y delgados, Sascha no podía evitar preguntarse si aquello no se trataba de
La luna llena brillaba en lo alto. Vista desde abajo, parecía una moneda de plata excepcionalmente brillante. El palacio estaba en aparente calma y sumido en un silencio que solo era interrumpido ocasionalmente por los sonidos de los grillos en la lejanía. Un insecto volador pasó cerca de la oreja de Iván y este lo apartó con un manotazo. El insecto, que era una libélula pequeña, era perseverante y lo intentó una segunda vez. Iván volvió a manotear en el aire y esta vez consiguió golpear al insecto, que cayó aún vivo en el suelo.Iván estaba por darle un pisotón que terminara con su sufrimiento, cuando Carlos dijo:— Mira. Allá arriba.Iván levantó la mirada (la libélula, herida, consiguió huir) y vio que las ultimas luces del palacio se apagaban. La oscuridad entonces los envolvió e Iván no
Mientras en Valle Verde, Jane conducía a los hermanos hacía el llamado Dios rojo de los mares, en Sanlúcar, Giselle Dagger, estaba terminando de acostar a la princesa Iris. La conversación de la joven había sido la habitual y en el palacio nada parecía fuera de lo normal. El hijo mayor del rey tomaría el poder al día siguiente en una gran ceremonia a la que acudirían muchos señores de las tierras vecinas.Giselle bajó las escaleras desde el cuarto de la princesa hacia el vestíbulo principal. A medio camino, justo donde un enorme reloj marcaba lenta y parsimoniosamente el paso del tiempo, se detuvo, miró hacia arriba y dejo escapar un cansino suspiro. Volvió su mirada al reloj y por unos segundos se perdió en el ritmo de este, como alguien que está siendo hipnotizado. Cuatro años habían pasado desde su huida de Valle Verde; en aquel tiempo
Vista desde afuera, la habitación de Tristán Dagger parecía la punta de una lanza. En lo más alto del ala oeste del palacio, el rey estaba terminando de leer uno de los libros que le había dejado el maestro Luc. La historia versaba acerca del Dios Rojo, un ente que, según los textos, vivía en el fondo del mar.El rey había estado tan concentrado en la lectura que tardo en percatarse que el pie herido le estaba comenzando a dar comezón. Al principio la sensación era tolerable, pero ahora, con la atención puesta en él, la comezón había escalado; ahora era una verdadera picazón con una pizca de ardor en la zona de los dedos.Tristán se levantó de la mesa en la que había estado leyendo y se recostó en la cama. Esperaría. La chica no debía de tardar con los bocadillos que le había mandado a preparar y, en caso de que tarda
El pasillo por el que caminaban estaba cubierto en uno de sus lados por una serie de anchas ventanas que les permitía ver hacia el exterior. La construcción había sido diseñada así a propósito para permitir el paso de la luz solar en aquella zona oscura y fría del palacio; sin embargo, ahora, era únicamente oscuridad y lluvia lo que se podía ver desde adentro.Jane pegó un brinco cuando un trueno estalló en la lejanía con una potencia que sería sin duda la envidia de todos los cañones. Un nuevo relámpago llegó inmediatamente después anunciando la llegada inminente de un segundo estruendo. La luz azul iluminó el rostro de la chica, que hasta no hace mucho tiempo tenía su hogar en una de las zonas más alejadas y pobres de todo Valle Verde. Iván, que caminaba por delante, se notaba inquieto y un poco asustado; empuñaba la espad
Espero que sepas que lo que intentan hacer es un suicidio — dijo Tristán que yacía sentado en el borde de la cama, con la cabeza recargada mirando al techo.¿Por qué lo dices? ¿Acaso no fue lo mismo que tú y tus hombres hicieron cuando llegaron a la bahía? — Carlos seguía empuñando la ballesta. Apuntaba directamente al rostro de Tristán, atentó a cualquier movimiento fuera de lugar.Si — rio Tristán — pero debes saber que mis hombres y yo teníamos la certeza de que lo lograríamos.¿Por qué? — preguntó Carlos con curiosidadTantos años en altamar cambian a un hombre, ¿sabes? He visto cosas que tu ni siquiera puedes imaginar.¿Qué cosas?— Tristán se encogió de hombros — No podría contarte porque no lo creerías. Yo mismo no pod&ia
Ivanna acunaba a su hermana menor tal como lo había hecho siempre. Lentamente y con el corazón roto, cantaba una canción para Sascha mientras le alisaba el cabello con dedos suaves y generosos. Ivanna jugueteaba un poco con los rizos, antaño hermosos y bien cuidados, de su hermana y volvía a entonar la misma melodía que le cantaba cuando ambas eran unas niñas felices y despreocupadas que tenían su hogar a muchos kilómetros de allí, en las tierras de la casa Torreblanca.La lluvia, en aquella zona alta y desprotegida del palacio, sonaba aún más fuerte que en los pisos inferiores y, por ende, ninguna de ellas, ni la pequeña María (que yacía dormida en posición fetal en una de las camas) habían escuchado las explosiones que provenían desde abajo.Sascha había llorado hasta quedarse dormida. Su cuerpo había perdido tanto peso durante s