Eloy Crawford caminó de un lado a otro rezando para que su esposa Michelle, tuviese un parto seguro y que sus trillizas, nacieran sanas y completas. Se habían hecho estudios constantes para ver que todo estuviese bien, las vitaminas prenatales, la buena alimentación, así como la misma salud de Michelle para llevar ese camino sin problemas, Eloy rogaba a los cielos para que ninguna de sus niñas tuviese la herencia de su enfermedad, aunque los ultrasonidos no mostraban una señal de ello, temió por primera vez. Eloy no era de los que temían, era un hombre feroz en los negocios, un hombre romántico con su esposa y en este parto, tenía la vida en un hilo, ¿Y si le pasaba algo a su esposa? ¿A sus hijas?
―Estará todo bien, jefe. ―Raymond intentó consolar a su jefe, nunca lo había visto así.
―Más les vale que cuiden de mi familia…―gruñó entre dientes intentando no desmoronarse. ―Ellas tienen que salir con bien de ese lugar…―su voz se quebró al mismo tiempo que se refirió a las puertas dobles por dónde su esposa había desaparecido entre gritos de dolor, la fuente se había roto mientras estaba en casa, Eloy estaba en el despacho estudiando la nueva línea de maquillaje que estaba trabajando con Michelle, quien salió del despacho en busca de algo de leche para seguir, pero en el camino, rompió fuente, la duela oscura se había mojado, luego el grito desgarrador de ella, asustó al mismo Eloy.
―Hemos llegado a tiempo, jefe, así que todo estará bien…
Mientras tanto en el quirófano, Michelle luchaba por su vida y por la de las trillizas, mientras intentaba sacarlas de su interior, una de ellas tuvo un descenso en su ritmo cardiaco, el doctor se alertó, necesitaba ser rápido.
―Señora Crawford, no cierre los ojos, ―dijo una de las enfermeras que ayudaba. ―Sus niñas ya vienen…―Michelle cubierta en sudor, con mucho dolor, pujó con más fuerza, apretando sus dientes con tanta fuerza que dolió. ― ¡Viene la primera niña! ―exclamó la segunda enfermera a lado del doctor. Este se asomó por encima de la sábana azul y miró a Michelle.
―No pierdas las fuerzas, tenemos que sacarlas…―Michelle asintió intentando respirar, escuchó el primer chillido de las trillizas, en su mente la nombró como Mina, que significada su primera “pequeña”, imaginó su personalidad de líder, de las que asumirían por completo sus responsabilidades, ― ¡Señora Crawford no se detenga, siga pujando! ―pidió el doctor, Michelle asintió con la poca fuerza que le estaba quedando, empujó en otro intento, segundos después, escuchó el llanto de la segunda niña, lloró más que la primera, Michelle le puso “Megan”, significaba: Perla, sonrió débilmente al llevar el nombre de su madre, la niña lloró con más fuerza, pensó que tendría uno de los caracteres más fuertes de la familia, sintió un fuerte escalofrío recorrerle de pies a cabeza, su corazón latió más rápido. ―Ahí viene la tercera…―exclamó una de las enfermeras. El doctor notó que Michelle ya no tenía fuerzas.
―Michelle, ―ella lo miró apenas. ―Ayúdame, prometo dejarte descansar, la niña necesita terminar de salir, dame un gran pujo…―ella asintió, tomó aire y con todas las pocas fuerzas que seguían quedando, pujó con su alma, arrancándole el último suspiro, la niña salió, el doctor notó que era más pequeña que las otras dos, pero se veía sana, era la única de las tres que no había llorado, sus pequeñas manos se levantaban en el aire y movía sus pequeños dedos. Michelle la vio, sonrió por última vez, finalmente su pequeña Macey, estaba afuera. Sus ojos la miraron por última vez, el paro cardiaco los tomó por sorpresa, había sido un vaivén todo el parto, intentaron salvarla, pero fue imposible volverla a revivir por segunda ocasión.
Eloy abrió sus ojos con sorpresa al escuchar el chillido de las bebés, levantó la mirada de entre sus manos en forma de estar haciendo oración, tres enfermeras venían cruzando las puertas dobles, Eloy se levantó y las vio en los brazos, las lágrimas cayeron por sus mejillas, nunca había experimentado algo tan hermoso, ese sentimiento de felicidad a excepción cuando se casó y escuchó que sería padre por primera vez.
― ¿Y mi esposa? ¿Cómo está ella? ―las mujeres borraron aquellas sonrisas a medias, sabían que tenían que dar la noticia, pero el doctor había pedido ser quien lo informara. Las puertas se abrieron y el doctor salió, se retiró el gorro azul y lo estrujó entre sus manos sin tener las palabras hacia su amigo Eloy, pero su mirada lo decía todo para él. ― ¿Las…vio? ―preguntó con la voz quebrada, el doctor asintió lentamente.
―Ella dio hasta su último suspiro para salvarlas.
Eloy sintió como su cuerpo perdió las fuerzas, su mano derecha, Emmeth, lo alcanzó a sostener para evitar que cayera al suelo.
―Ella…―dijo entre sollozos. ―…ella bajó el cielo, y antes de regresar, ha bajado tres hermosas estrellas para mí…―Eloy estaba destrozado, pero el llanto de las niñas, hizo que se levantara, y prometiera a ellas, darles todo lo que su madre añoraba y que ella nunca tuvo:
Un imperio.
Macey olió la americana de su padre de nuevo, estaba en aquel escondite que solía ocultarse cuando jugaba con sus dos hermanas, sus dedos apretaron con fuerza la tela. Recordó la tarde de ayer, lo notó algo más pálido de lo normal, Eloy había insistido que estaba cansado y que solo quería dormir por el resto del día, Macey cerró sus ojos con fuerzas, las lágrimas salieron y volvió a llorar su muerte debajo de aquellos trajes elegantes colgando, escuchó la puerta abrirse, luego su nombre susurrar. Se limpió rápidamente las mejillas, no le gustaba que la vieran llorar, prefería hacerlo a solas.― ¿Macey? ―escuchó de nuevo su nombre, la ropa se movió y vio a su hermana, Mina, ella presionó sus labios al ver que su hermana intentaba ocultar su dolor, esta se quitó las zapatillas de aguja, y gateó un poco para entra
Macey había vendido su departamento para irse a vivir con sus hermanas a la casa que era de sus padres, se negó al principio, pero al final cedió, el lugar era impresionantemente grande, así que el espacio para las tres, no era problema. –Bueno, para los cuatro-.En el gran comedor de aquella mansión a la afueras de la ciudad, Megan leía las noticias en su IPad, mientras daba un sorbo a su café, Mason, su esposo, estaba haciendo lo mismo que ella.― ¿Sabías que tu hermana ha traído de nuevo un hombre a la casa? ―dijo Mason retirando su mirada de su IPad que tenía en su mano. Megan torció el labio, luego miró a su esposo con una sonrisa.―No puedo decirle que no lo haga, es su casa también así como si vida privada. ―Mason negó lentamente.―Tu padre debió de casarla también... ―susurró regresando su mirada
Esa mañana, en JP Cosmetic, John Pierce tenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir, lució un impecable traje de marca italiana en color gris, miró por el ventanal de la oficina de su padre distraído con muchas cosas en su cabeza, una de esas, Macey Crawford. Sabía que no podía volver a acercarse a ella, lo tenía prohibido. Su padre era un paranoico ya que seguía pensando que podría sacarle información de JP Cosmetic, pero era absurdo para John, en el pasado siguió sus órdenes al pie de la letra, a pesar de estar enamorado hasta los huesos por la dulce Macey, tenía que romper su corazón y alejarse, pero ahora a sus treinta y dos años, sabía diferenciar la ficción de la realidad.―Te dije que esperaras en la casa, tu madre espera verte para comer los tres.John soltó un largo y cansado suspiro, ape
Las puertas del elevador del piso veinte se abrieron ante él, las personas que estaban pasando por ahí se detuvieron al verlo, John ignoró sus miradas y siguió su camino hasta llegar a un escritorio con una mujer ya mayor pero elegante al mismo tiempo.― ¿Le puedo ayudar en algo, señor? ―dijo ella educadamente.―Busco a la señorita Macey Crawford.― ¿Tiene alguna cita? ―él negó.―Soy John Pierce de JP Cosmetic. ―la mujer se tensó, ¿Era aquel el hombre que le había roto el corazón a Macey?La mujer se aclaró la garganta y tomó el teléfono, al hacerlo, John no esperó y se adelantó a la futura negativa que tendría de parte aquella mujer, aunque su corazón latió frenéticamente con este impulso, no quería simplemente dejarlo pasar y avanzar. Escuchó a la mujer detr&aa
Al terminar la cena, se fueron a casa, mientras tanto, Mason esperaba afuera en la entrada, caminó de un lado a otro pensando donde estaba su esposa, por qué aun no llegaba y por qué las tres tenían el celular apagado. Vio las luces de varios autos, dedujo de inmediato que eran las tres, y efectivamente se asomó la Rover de Macey, el convertible BMW de Mina y por último el Bentley de Megan.Se bajaron de sus autos y usó su sarcasmo con Mina, al ser la primera en acercarse a la entrada.― ¿Y no traes hoy un hombre contigo? ―Mina se detuvo frente a él, soltó un largo suspiro, puse su mano en el hombro de este y negó lentamente.―Pronto no tendrás que mirarlos más. ―caminó a la entrada desapareciendo de la vista de Mason, quien estaba tenso, preocupado y su estómago hecho un nudo. Macey saludó sin decir una palabra y siguió al interio
Mina se cruzó de brazos mientras observó desde la ventana de su habitación a Mason subir sus maletas a la parte trasera de su auto, pensó que Megan había puesto definitivamente un fin a un matrimonio de cinco años.―En fin…―se giró hacia su cama, en ella había un hombre joven de unos veintitrés años, en ropa interior, a primera vista uno pensaría que era un modelo, de esos que tienen su abdomen con cuadros bien marcados y un rostro de chico malo, pero era el chico del valet parking del restaurante dónde había cenado con sus dos hermanas.― ¿Todo bien? ―Mina asintió y sonrió, comenzó a desvestirse lentamente hasta dejar caer todo a sus pies, ―Eres una mujer hermosa, ¿Lo sabías? ―Arthur preguntó en un tono de voz seductor.―Lo sé, todo el tiempo me lo dicen, pero… ¿Sabes que tienes el
Por la mañana en MC Cosmetic, Mina, Megan y Macey estaban en una reunión importante, estaban a poco de lanzar la nueva colección de maquillaje y una línea de sombras, habían sido unos meses intensos, aunque las tres tenían todo los conocimientos del negocio, fue un poco difícil adaptarse a nuevas áreas aparte de las que tenían ya, Macey era la directora de finanzas, y se encargaba de todo lo administrativo, ahora, tenía el área de recursos, él último lugar para saber si una persona sería contratada, ella era quien tenía la última palabra. Megan era la encargada de todo lo legal, así como los permisos, contratos para nuevas adquisiciones, y ahora, también todo el piso de publicidad estaría como jefa. Y por último, Mina, ella era la cabeza de la empresa y había decidido que antes de hacer cualquier movimiento, tomaría e
Macey al escuchar las palabras de John, le había provocado una opresión en su pecho. Era una molestia que no podría describir. ¿Qué es lo que le pasaba? ¿Por qué seguía esperando que John siguiera sintiendo algo por ella a pesar de haberle roto el corazón? Era claro que no era así, de alguna manera quería hacer las paces con el pasado para poder avanzar…con otra mujer. No con ella.Macey bajó la mirada a su taza de café.―Después de tantos años…―Macey levantó lentamente su mirada hacia a él, ―Vas y te apareces a mi oficina, das gracias por ayudar a los Cox, luego te vas, me llamas en la noche para pedirme que tomemos un café, me niego y esta mañana cuando acepto ese arreglo gigantesco, decido venir… ¿Y me dices que solo quieres avanzar? ―John repasó sus palabras rápidamente confundid