Macey olió la americana de su padre de nuevo, estaba en aquel escondite que solía ocultarse cuando jugaba con sus dos hermanas, sus dedos apretaron con fuerza la tela. Recordó la tarde de ayer, lo notó algo más pálido de lo normal, Eloy había insistido que estaba cansado y que solo quería dormir por el resto del día, Macey cerró sus ojos con fuerzas, las lágrimas salieron y volvió a llorar su muerte debajo de aquellos trajes elegantes colgando, escuchó la puerta abrirse, luego su nombre susurrar. Se limpió rápidamente las mejillas, no le gustaba que la vieran llorar, prefería hacerlo a solas.
― ¿Macey? ―escuchó de nuevo su nombre, la ropa se movió y vio a su hermana, Mina, ella presionó sus labios al ver que su hermana intentaba ocultar su dolor, esta se quitó las zapatillas de aguja, y gateó un poco para entrar en el espacio y sentarse a lado de su hermana, buscó su mano y Macey no dudó en dejarla que la tomase, las dos se hicieron compañía unos minutos en silencio, Mina olió la americana, el perfume de su padre, el que solía usar, así que tiró un poco para también tocarlo con sus dedos, aferrándose a la tela así como su hermana. La puerta se volvió a escuchar, los tacones golpearon la duela del lugar, Megan entró al gran armario de su padre, vio las zapatillas negras de su hermana, hizo lo mismo, retiró su calzado y de rodillas entró al mismo espacio que sus hermanas. Las tres ahí estaban, una a lado de otra, en total silencio, Megan era la más sensible de las tres, así que no paraba de limpiar sus lágrimas y aumentó al ver la americana, las otras le dieron otro pedazo para que tocara la tela.
―Fue el mejor padre que pudimos tener. ―dijo Megan con su voz quebrada.
―Fue el mejor de todos. ―repitió Mina con sentimiento.
―A pesar de su carácter, ―Macey sintió su labio temblar. ―…fue el mejor.
― ¿Te acuerdas cuando Mina chocó su Bentley favorito? ―las tres rieron por lo bajo con lágrimas en los ojos.
―Recuerdo haber corrido a tu habitación a cambiarme de ropa para que no supiese quien fue…―dijo Mina riendo bajo.
―Y te habías puesto el conjunto de verano que le había prestado a Megan, y ahí según él dijo que era yo…―dijo Macey negando divertida al recordar el regaño.
―Lo voy a extrañar gritando por toda la empresa…―el labio inferior de Mina tembló. ―Me obligó a aprenderme como le gustaba tomar el café…―hizo una pausa para poder hablar ya que el nudo en su garganta evitaba que lo hiciera. ―… ¿Y ahora a quién le voy a preparar ese café? ―finalmente Mina se quebró, su padre había sido parejo con las tres, pero había algo en Mina que descubrió: Era un líder. No solamente por ser la primera en nacer, lo traía en la sangre y lo había heredado de su madre. Megan era la segunda pieza importante para Eloy, era intuitiva, honesta y directa, y se había convertido en una de las mejores abogadas del país y formaba parte de MC Cosmetic, como la abogada del gran imperio, y su tercera pieza más importante, era su dulce Macey, era noble y hogareña, siempre estaba ayudando en asociaciones ligadas a MC Cosmetic, ayudaba en comedores sociales y centros de ayuda, pero sobre todo, era la mediadora de las tres, era quién ponía todo en calma y veía todos los lados de las situaciones en busca de soluciones.
―Las cosas se pondrán algo tenso en la empresa…―dijo Megan acariciando la tela de la americana.
―Supongo que te refieres a la junta directiva…―dijo Mina.
―Así es, van a evitar que tomemos las riendas de la empresa. ―Megan miró a sus hermanas. ―Tenemos que estar unidas. ―asintieron las dos.
― ¿Y seguiremos como estamos hasta hoy? ―Megan asintió.
―Tú en el puesto de directora, Macey en lo administrativo y yo en lo legal.
―Así nos puso, nuestro padre. ―asintieron las tres.
―Pero si no quieres el asiento de él…―comenzó a decir Megan, Mina la miró con sorpresa.
― ¿Lo quieres tú? ―Megan negó rápidamente.
―No, no, ―miraron ambas a Macey. ― ¿Tú quieres el puesto de director? ―Macey negó.
―Estamos cada quien en el puesto que nuestro padre sintió que correspondíamos, sabe que yo tengo carrera en administración y negocios, tú eres la abogada principal de la empresa así como todo lo legal que tiene que ver con MC, y Mina, ―Macey miró a su hermana a lado de ella. ―Tú eras la mano derecha de nuestro padre, si estabas ahí, era por qué era así, era tu lugar.
Mina asintió lentamente, ella quería tomar el lugar de su padre, no solo por el poder que eso implicaba, amaba lo que hacía, lo que aprendió y él le enseñó, hermanas las tres, pero cada quién había tomado caminos distintos, que llevaban a un mismo lugar, el imperio que su madre y su padre crearon para ellas y ahora que su padre no estaba, las tres tenían que estar más unidas para hacer frente a lo que se veía venir…
Una guerra de poder.
Macey había vendido su departamento para irse a vivir con sus hermanas a la casa que era de sus padres, se negó al principio, pero al final cedió, el lugar era impresionantemente grande, así que el espacio para las tres, no era problema. –Bueno, para los cuatro-.En el gran comedor de aquella mansión a la afueras de la ciudad, Megan leía las noticias en su IPad, mientras daba un sorbo a su café, Mason, su esposo, estaba haciendo lo mismo que ella.― ¿Sabías que tu hermana ha traído de nuevo un hombre a la casa? ―dijo Mason retirando su mirada de su IPad que tenía en su mano. Megan torció el labio, luego miró a su esposo con una sonrisa.―No puedo decirle que no lo haga, es su casa también así como si vida privada. ―Mason negó lentamente.―Tu padre debió de casarla también... ―susurró regresando su mirada
Esa mañana, en JP Cosmetic, John Pierce tenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir, lució un impecable traje de marca italiana en color gris, miró por el ventanal de la oficina de su padre distraído con muchas cosas en su cabeza, una de esas, Macey Crawford. Sabía que no podía volver a acercarse a ella, lo tenía prohibido. Su padre era un paranoico ya que seguía pensando que podría sacarle información de JP Cosmetic, pero era absurdo para John, en el pasado siguió sus órdenes al pie de la letra, a pesar de estar enamorado hasta los huesos por la dulce Macey, tenía que romper su corazón y alejarse, pero ahora a sus treinta y dos años, sabía diferenciar la ficción de la realidad.―Te dije que esperaras en la casa, tu madre espera verte para comer los tres.John soltó un largo y cansado suspiro, ape
Las puertas del elevador del piso veinte se abrieron ante él, las personas que estaban pasando por ahí se detuvieron al verlo, John ignoró sus miradas y siguió su camino hasta llegar a un escritorio con una mujer ya mayor pero elegante al mismo tiempo.― ¿Le puedo ayudar en algo, señor? ―dijo ella educadamente.―Busco a la señorita Macey Crawford.― ¿Tiene alguna cita? ―él negó.―Soy John Pierce de JP Cosmetic. ―la mujer se tensó, ¿Era aquel el hombre que le había roto el corazón a Macey?La mujer se aclaró la garganta y tomó el teléfono, al hacerlo, John no esperó y se adelantó a la futura negativa que tendría de parte aquella mujer, aunque su corazón latió frenéticamente con este impulso, no quería simplemente dejarlo pasar y avanzar. Escuchó a la mujer detr&aa
Al terminar la cena, se fueron a casa, mientras tanto, Mason esperaba afuera en la entrada, caminó de un lado a otro pensando donde estaba su esposa, por qué aun no llegaba y por qué las tres tenían el celular apagado. Vio las luces de varios autos, dedujo de inmediato que eran las tres, y efectivamente se asomó la Rover de Macey, el convertible BMW de Mina y por último el Bentley de Megan.Se bajaron de sus autos y usó su sarcasmo con Mina, al ser la primera en acercarse a la entrada.― ¿Y no traes hoy un hombre contigo? ―Mina se detuvo frente a él, soltó un largo suspiro, puse su mano en el hombro de este y negó lentamente.―Pronto no tendrás que mirarlos más. ―caminó a la entrada desapareciendo de la vista de Mason, quien estaba tenso, preocupado y su estómago hecho un nudo. Macey saludó sin decir una palabra y siguió al interio
Mina se cruzó de brazos mientras observó desde la ventana de su habitación a Mason subir sus maletas a la parte trasera de su auto, pensó que Megan había puesto definitivamente un fin a un matrimonio de cinco años.―En fin…―se giró hacia su cama, en ella había un hombre joven de unos veintitrés años, en ropa interior, a primera vista uno pensaría que era un modelo, de esos que tienen su abdomen con cuadros bien marcados y un rostro de chico malo, pero era el chico del valet parking del restaurante dónde había cenado con sus dos hermanas.― ¿Todo bien? ―Mina asintió y sonrió, comenzó a desvestirse lentamente hasta dejar caer todo a sus pies, ―Eres una mujer hermosa, ¿Lo sabías? ―Arthur preguntó en un tono de voz seductor.―Lo sé, todo el tiempo me lo dicen, pero… ¿Sabes que tienes el
Por la mañana en MC Cosmetic, Mina, Megan y Macey estaban en una reunión importante, estaban a poco de lanzar la nueva colección de maquillaje y una línea de sombras, habían sido unos meses intensos, aunque las tres tenían todo los conocimientos del negocio, fue un poco difícil adaptarse a nuevas áreas aparte de las que tenían ya, Macey era la directora de finanzas, y se encargaba de todo lo administrativo, ahora, tenía el área de recursos, él último lugar para saber si una persona sería contratada, ella era quien tenía la última palabra. Megan era la encargada de todo lo legal, así como los permisos, contratos para nuevas adquisiciones, y ahora, también todo el piso de publicidad estaría como jefa. Y por último, Mina, ella era la cabeza de la empresa y había decidido que antes de hacer cualquier movimiento, tomaría e
Macey al escuchar las palabras de John, le había provocado una opresión en su pecho. Era una molestia que no podría describir. ¿Qué es lo que le pasaba? ¿Por qué seguía esperando que John siguiera sintiendo algo por ella a pesar de haberle roto el corazón? Era claro que no era así, de alguna manera quería hacer las paces con el pasado para poder avanzar…con otra mujer. No con ella.Macey bajó la mirada a su taza de café.―Después de tantos años…―Macey levantó lentamente su mirada hacia a él, ―Vas y te apareces a mi oficina, das gracias por ayudar a los Cox, luego te vas, me llamas en la noche para pedirme que tomemos un café, me niego y esta mañana cuando acepto ese arreglo gigantesco, decido venir… ¿Y me dices que solo quieres avanzar? ―John repasó sus palabras rápidamente confundid
Megan tenía las manos sobre el mármol del lavamanos de su oficina, tenía su mirada en el reflejo del espejo.―Es lo mejor, Megan. ―se dijo a sí misma, ―Tienes que sacarlo de tu vida.Escuchó la puerta abrirse ya que la del baño la tenía así.― ¿Señorita Crawford? ―se miró de nueva cuenta y salió. Su asistente estaba cerca de la puerta, tenía la tableta contra su pecho.―Dime…―Megan caminó hasta su silla.―El señor Jones avisó que el señor Warren va a llegar dentro de diez minutos, que se ha atascado en el tráfico de la ciudad.―Bien, gracias. Avíseme cuando llegué…―la asistente asintió y luego salió de la oficina. Megan se dejó caer en su silla y la giró para el panorama a su espalda, había edificios vecinos, el cielo azul, era las nueve y cu