El juego del gato y el ratón comenzó ese día y se extendió por más de un mes.Isabella continuó con su rutina, pero cada vez tenía más responsabilidades. No se quejaba, le encantaba aprender y la experiencia que estaba ganando sería vital para su futuro, pero con la partida del joven Joseph, ella era la mano derecha de su jefe y ahora se encargaba de transmitir todas las órdenes al área comercial y casi que elaboraba por completo los lineamientos para las estrategias de distribución, lo cual la obligaba a pasar al menos doce horas al día con su jefe.Su vida giraba por completo alrededor de Alexander y cada vez era más difícil escapar de él y sus detalles. Él había tomado la mala costumbre de enviarle flores y regalos. Cada día, a las ocho en punto de la mañana, llegaba un nuevo ramo de flores para ella, la tarjeta siempre estaba en blanco, pero ella sabía perfectamente que eran de parte de Alexander, lo comprobó el primer día cuando su jefe vio las flores sobre su escritorio y sonrió
A partir de ese día todo fue mejor de lo que esperaba, Alexander se reía de sus cambios formal e informal al hablarle, pero lo estaba llevando bien. Las flores nunca dejaron de llegar, tampoco los regalos, aunque se volvieron más sencillos por petición suya. Los almuerzos continuaban solo que ahora incluían largos besos como postre e incluso habían salido a algunas citas.Ese fue el comienzo definitivo de la historia entre los dos, el juego de la conquista terminó y la chica dejó de intentar escapar de su destino, de hecho, las mejillas de Isabella sufrían de un grave caso de dolor crónico, sus días habían cambiado por completo y ahora no podía dejar de sonreír. La maravillosa rutina que se había instaurado entre ella y Alexander la mantenía flotando en una nube rosada de algodón de azúcar de la que esperaba no tener que bajar jamás.Su novio había demostrado ser incluso mejor que en todas sus fantasías, desde el momento en el que hicieron oficial lo que sucedía entre ellos, al menos
En los días siguientes, Isabella se tomó el tiempo de ir donde la diseñadora y escoger su vestido, había tantas opciones hermosas que la tarea de decidirse por uno solo fue muy difícil; finalmente escogió un vestido de color borgoña con corte trompeta que acentuaba de maravilla su figura y resaltaba su piel tan blanca y sus ojos azules; tenía un bonito escote en forma de corazón, pero estaba cubierto por un plisado en gasa que caía sobre sus hombros haciéndola lucir más elegante y sofisticada. Terminaba en un escote pronunciado hasta media espalda y creaba un cinturón de canutillos y brillantes sutiles que no se veían recargados pero sí le agregaban un brillo exquisito con el movimiento. De verdad parecía una princesa salida de un cuento de hadas.Su autoestima tuvo una buena sesión de terapia con el espejo, se sentía realmente hermosa, no tenía nada que envidiarles a las mujeres de la alta sociedad que asistirían esa noche, se veía glamurosa, de la manera en que quería que Alexander
Cuando Alexander e Isabella terminaron de bailar, Rita se acercó a ellos con la excusa de llevarse a su hijo para bailar con ella y aprovechó para examinar detalladamente a la rubia, era bonita, no lo iba a negar, pero eso no bastaba para ella, ese vestido costoso era algo que una simple secretaria no podía pagar con su salario, seguramente ella era una de esas mujerzuelas que se acostaban con hombres ricos a cambio de regalos y dinero, detestaba a las de su clase.Le lanzó su mirada más despectiva y arrastró a Alexander al otro lado del salón, algunos saludos lo ocuparían durante un buen tiempo.—No le hagas caso, Isabella, es una bruja. —La consoló Juliet.—Es tu madre.—Por eso lo digo, la conozco muy bien, ella se quedó en el milenio pasado, es de esas personas que creen que el apellido y el linaje lo son todo, incluso desprecia a quienes son millonarios pero no vienen de una familia prestigiosa, es ridículo y arcaico, pero así es ella. No te lo tomes personal.—¿Su familia es muy
Isabella estaba igual o peor, todo era nuevo para ella, desconcertante y placentero. Estaba flotando en el cielo a punto de arañar las estrellas, el orgasmo se construía sin tregua en su interior, aunque ella no supiera lo que era esa sensación que le robaba el aire y le hacía sentir que estaba a punto de explotar en millones de pedazos.Solo necesitó unas estocadas más que golpearan ese punto mágico en lo más profundo de ella, para estallar en un orgasmo arrasador que sacudió su cuerpo con pequeños espasmos mientras sus cuerdas vocales se desgarraban en un gemido largo y agudo. Las contracciones de su vagina empujaron a Alexander al límite, alcanzando su clímax casi al mismo tiempo, se derramó dentro del condón, él tenía muchas ganas de hacerlo directamente dentro de su novia, pero para eso, tampoco era el momento, ya podrían hacerlo en el futuro cuando decidieran tener cachorritos.—Te amo, cielo, demasiado, ahora eres mía, solo mía.Cuando pasó la euforia, Alexander salió de ella c
Ese mismo día, Isabella acompañó a Kath a darle la noticia. Tessa se quedó en silencio un largo rato mirando a la mesa, luego golpeó con fuerza la madera y se levantó para empezar con el regaño mientras caminaba de un lado a otro y reclamaba el que no se hubieran esperado a hacer las cosas bien, aunque ella tuviera menos autoridad moral que nadie para ese tipo de reclamos, le había prometido a la señora Gray que cuidaría bien de Katherine y había fallado terriblemente.Al darle la noticia a Logan el escenario fue muy diferente, él alzó a Katherine dándole vueltas en el aire y gritando emocionado que iba a ser papá, estaba dichoso y no se esmeró en ocultarlo. Él amaba a esa chica cascarrabias más que a su propia vida, que fuera a darle un hijo era el mejor regalo del mundo para él, contrario a lo que los demás pensaban, no había sido una imprudencia por iniciar su vida sexual, ellos lo hacían desde los dieciséis años y eran muy fogosos, algo había fallado porque sí se cuidaban, pero no
Seúl, año 2015.Era una mañana de lunes muy brillante, augurio de un día cálido y soleado. Elizabeth revisaba de nuevo su portafolios, haciendo un inventario mental de las cosas que debía llevar; nada podía faltarle. Era su primer día de trabajo en Grant Technology. Conseguir ese puesto le había costado varias entrevistas, recomendaciones y sus mejores notas; todo debía ser perfecto.Llevaba uno de sus mejores vestidos; no era de diseñador ni de alguna marca reconocida, pero estaba impecablemente limpio y planchado. Confeccionado en una bonita tela color azul imperial, se ajustaba a su medida, realzando sus curvas y haciéndola lucir un poco mayor de lo que en realidad era. Con solo veintidós años, sus facciones hermosas y delicadas siempre la hacían parecer más joven.A veces, eso le gustaba, pero ahora quería verse profesional; necesitaba dar una buena primera impresión, especialmente a su nuevo jefe, conocido por ser implacable. El hijo mayor y heredero de la familia Grant, un alfa a
Internamente, Elizabeth agradeció todos los regaños de su madre, que siempre decía que el té y el café eran un arte. Al ser secretaria durante toda su vida, ella también debía complacer a un exigente jefe y le había enseñado muchas recetas de deliciosos cafés. Podría lucirse con un espectacular cappuccino, pero no tenía tiempo, así que le prepararía el mejor americano que el señor Grant haya probado en su vida, y en tiempo récord.La pequeña cocina del piso tenía equipamiento para un café de alta gama, era genial; Elizabeth pensó que su madre sería muy feliz en un lugar así. Tardó apenas diez minutos en preparar una jarra con un delicioso y humeante café negro y lo llevó a su escritorio, esperando la llamada para entregarlo, cosa que no ocurrió y tuvo que seguir con sus labores. Aprovechó para llamar a su madre y averiguar cualquier dato respecto a la campaña.—Mamá, necesito un pequeño favorcito.—Hola, cariño, estoy ocupada, ¿podemos hablar en el almuerzo?—No, mamá, es urgente. Solo