Seúl, año 2015.Era una mañana de lunes muy brillante, augurio de un día cálido y soleado. Elizabeth revisaba de nuevo su portafolios, haciendo un inventario mental de las cosas que debía llevar; nada podía faltarle. Era su primer día de trabajo en Grant Technology. Conseguir ese puesto le había costado varias entrevistas, recomendaciones y sus mejores notas; todo debía ser perfecto.Llevaba uno de sus mejores vestidos; no era de diseñador ni de alguna marca reconocida, pero estaba impecablemente limpio y planchado. Confeccionado en una bonita tela color azul imperial, se ajustaba a su medida, realzando sus curvas y haciéndola lucir un poco mayor de lo que en realidad era. Con solo veintidós años, sus facciones hermosas y delicadas siempre la hacían parecer más joven.A veces, eso le gustaba, pero ahora quería verse profesional; necesitaba dar una buena primera impresión, especialmente a su nuevo jefe, conocido por ser implacable. El hijo mayor y heredero de la familia Grant, un alfa a
Internamente, Elizabeth agradeció todos los regaños de su madre, que siempre decía que el té y el café eran un arte. Al ser secretaria durante toda su vida, ella también debía complacer a un exigente jefe y le había enseñado muchas recetas de deliciosos cafés. Podría lucirse con un espectacular cappuccino, pero no tenía tiempo, así que le prepararía el mejor americano que el señor Grant haya probado en su vida, y en tiempo récord.La pequeña cocina del piso tenía equipamiento para un café de alta gama, era genial; Elizabeth pensó que su madre sería muy feliz en un lugar así. Tardó apenas diez minutos en preparar una jarra con un delicioso y humeante café negro y lo llevó a su escritorio, esperando la llamada para entregarlo, cosa que no ocurrió y tuvo que seguir con sus labores. Aprovechó para llamar a su madre y averiguar cualquier dato respecto a la campaña.—Mamá, necesito un pequeño favorcito.—Hola, cariño, estoy ocupada, ¿podemos hablar en el almuerzo?—No, mamá, es urgente. Solo
Con el paso de los días, Alexander se encontraba en un dilema, por primera vez en su vida. Siempre fue un hombre controlado y decidido, si quería algo, lo obtenía, punto, no había tintas medias ni vacilaciones.Esa fue la manera en la que lo criaron, desde que puede recordar, ha tenido lo que ha deseado sin falta, su madre siempre lo mimó demasiado, recordándole que él sería el heredero de la familia y, al mismo tiempo, dándole esa enorme responsabilidad de llenar todas las expectativas de sus padres y la sociedad.Él se esforzó por hacerlo, obtuvo buenas notas en sus estudios, excelente desempeño en deportes, demostró ser un líder nato y fue sobresaliente en cada aspecto de su vida, hasta llegar a ese momento. Era un excelente ejemplar de alfa y el orgullo de sus padres.Tres años atrás, se graduó de la universidad y su padre le confío la gerencia de operaciones, el área más importante de la compañía, él era el encargado de garantizar que los productos cumplieran con los estándares i
Sí, todo iba de maravilla hasta ese día, Alexander recibió una llamada de Isabella muy temprano en la mañana informándole que no podría ir a trabajar porque su madre había tenido un accidente y debía llevarla al hospital, su primer pensamiento egoísta fue que no la vería y no tendría quién cumpliera con sus funciones, y eso le molestó; luego reaccionó como alguien normal y lamentó la situación ofreciéndose a ayudarla.Isabella rechazó su ayuda y se disculpó diciendo que iría en cuanto pudiera. Sobra decir que Alexander llegó de muy mal humor a la oficina, solo para ser recibido por el vacío en ese escritorio que golpeó su pecho con más fuerza de la esperada, diablos, se había apegado más de lo que creía. El pésimo café de Eleanor solo empeoró las cosas y el hecho de que nadie pudiera suplir ni la mitad del trabajo de su asistente lo tenía al borde de una crisis de nervios.Para cuando llegó el almuerzo, su vida iba cuesta abajo y Alexander no pudo ni siquiera probar un bocado, así que
Al siguiente día, Isabella estaba sumamente nerviosa, luego de que se le pasara la emoción del momento, mientras acompañaba a su madre en el hospital y en el regreso a casa, pudo pensar con la cabeza fría y darse cuenta del error tan grande que estaba a punto de cometer. Por eso, había llegado más temprano esa mañana, en parte, para adelantar sus pendientes del día anterior, pero también para tener el tiempo suficiente de calmarse. Sus manos temblaban mientras preparaba el café, la ansiedad se la iba a comer viva, debía aclarar las cosas con el señor Grant y detener ese desastre antes de que empezara.Como bien le supo decir su primo Logan en el extenso discurso que le dio al llegar a casa, nada bueno salía de relacionarse con alguien de otra clase social, mucho menos si la diferencia era tan abismal como entre ellos dos. Su madre y sus tías era un ejemplo claro de eso. Teresa nunca le había hablado de su padre, ella no sabía quién era el hombre que contribuyó a su existencia; cuando
El juego del gato y el ratón comenzó ese día y se extendió por más de un mes.Isabella continuó con su rutina, pero cada vez tenía más responsabilidades. No se quejaba, le encantaba aprender y la experiencia que estaba ganando sería vital para su futuro, pero con la partida del joven Joseph, ella era la mano derecha de su jefe y ahora se encargaba de transmitir todas las órdenes al área comercial y casi que elaboraba por completo los lineamientos para las estrategias de distribución, lo cual la obligaba a pasar al menos doce horas al día con su jefe.Su vida giraba por completo alrededor de Alexander y cada vez era más difícil escapar de él y sus detalles. Él había tomado la mala costumbre de enviarle flores y regalos. Cada día, a las ocho en punto de la mañana, llegaba un nuevo ramo de flores para ella, la tarjeta siempre estaba en blanco, pero ella sabía perfectamente que eran de parte de Alexander, lo comprobó el primer día cuando su jefe vio las flores sobre su escritorio y sonrió
A partir de ese día todo fue mejor de lo que esperaba, Alexander se reía de sus cambios formal e informal al hablarle, pero lo estaba llevando bien. Las flores nunca dejaron de llegar, tampoco los regalos, aunque se volvieron más sencillos por petición suya. Los almuerzos continuaban solo que ahora incluían largos besos como postre e incluso habían salido a algunas citas.Ese fue el comienzo definitivo de la historia entre los dos, el juego de la conquista terminó y la chica dejó de intentar escapar de su destino, de hecho, las mejillas de Isabella sufrían de un grave caso de dolor crónico, sus días habían cambiado por completo y ahora no podía dejar de sonreír. La maravillosa rutina que se había instaurado entre ella y Alexander la mantenía flotando en una nube rosada de algodón de azúcar de la que esperaba no tener que bajar jamás.Su novio había demostrado ser incluso mejor que en todas sus fantasías, desde el momento en el que hicieron oficial lo que sucedía entre ellos, al menos
En los días siguientes, Isabella se tomó el tiempo de ir donde la diseñadora y escoger su vestido, había tantas opciones hermosas que la tarea de decidirse por uno solo fue muy difícil; finalmente escogió un vestido de color borgoña con corte trompeta que acentuaba de maravilla su figura y resaltaba su piel tan blanca y sus ojos azules; tenía un bonito escote en forma de corazón, pero estaba cubierto por un plisado en gasa que caía sobre sus hombros haciéndola lucir más elegante y sofisticada. Terminaba en un escote pronunciado hasta media espalda y creaba un cinturón de canutillos y brillantes sutiles que no se veían recargados pero sí le agregaban un brillo exquisito con el movimiento. De verdad parecía una princesa salida de un cuento de hadas.Su autoestima tuvo una buena sesión de terapia con el espejo, se sentía realmente hermosa, no tenía nada que envidiarles a las mujeres de la alta sociedad que asistirían esa noche, se veía glamurosa, de la manera en que quería que Alexander