Julia, es la joven más dulce e inocente que muchos pudieran conocer, ama recorrer el campo cuando aún está por despuntar el alba, ama el olor al café matutino, el olor a flores, a campo, ama las flores. Pero existe algo que ama más que la vida que lleva, y es al soldado Héctor Rojas, quien le ha demostrado lo dulce y tierno que puede ser el amor.
Él la llena de promesas de una vida juntos y no le importa tener que enfrentarse a la familia Bastidas en pleno, con tal de poder despertar todos los días junto a su adorada Julia, y que su suave voz inunde sus sentidos todos los días de su vida.
Juan Miguel Centeno de las Casas, es un hombre elegante, muy pulcro al vestir, con fama de ser el más mujeriego de todo el pueblo de Cariaco. Si bien es cierto que tiene a cualquier mujer que desee, sabe que todas son mujeres de solo un rato, está encaprichado con tener una buena esposa, y la mejor para eso es Julia Bastidas, ella posee todas las características; de buena familia, pura, de intachable reputación, dulce, buena e inocente.
Pero ella ha puesto sus ojos en un insignificante soldado.
Julia debe entender que nunca será la señora Rojas. Ella vivirá y morirá siendo la Señora Centeno de las Casas y de eso no cabe la menor duda.
Él y sólo él disfrutaría de ella.
Él y sólo él sería su marido.
Él decidiría su vida y ella no tendría derecho a nada desde ahora en adelante.
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Año 1955. . . Julia abrió los ojos con somnolencia, se estiró en la cama y pudo apreciar que aún todo estaba oscuro, amaba despertar cuando no había despuntado el alba. Encendió la vela que estaba en su habitación y sonrió, un día más de vida para disfrutar, inmediatamente cerró los ojos y dio gracias por la vida que tenía.Apresurándose se lavó y se vistió. Su hermosos vestido color melón estaba bordado en blanco y a la altura del pecho, decorado con hermosos encajes. Su padre, un hombre muy severo e intolerante, en ocasiones la consentía dejándole escoger un vestido nuevo. Aquel había sido su última elección. Se apresuró a la cocina, la mujer que ayudaba en los quehaceres aún no despertaba y la casa poseía ese maravilloso silencio del cual sólo se puede disfrutar a esas horas.Encendió el fogón y colocó sobre él, la pequeña cacerola con agua para el café, su padre amaba despertar
Julia, estaba sentada bajo el árbol de mangos con la mirada perdida en el horizonte, mirando, pero sin mirar a nada en específico, sus pensamientos no dejaban de fluir.No le agradaba la idea de que ese hombre tuviese tanto tiempo en su casa, la atormentaba la idea. Tomó una flor de una pequeña planta que estaba cerca, y sintió nostalgia porque tenía días que no veía a Héctor. Su amor por él crecía en silencio, disfrutaba de las pequeñas cosas de la vida; el olor de las flores, el agua del río, la alegría de estar en familia, mirar la alborada y los atardeceres. Dejó escapar un largo suspiro y la voz de su hermana la trajo de vuelta a la realidad.-¡Julia!. . . ¡Julia!- llegaba corriendo hasta ella.-Cecilia. . . ¿qué sucede?- se levantó preocupada.-Padre te necesita- anunció.-¿Sucede algo malo?- sus ojos estaban abiertos.-No lo sé- se encoge de hombros- se e
Los días transcurrían con normalidad y Julia no había tenido noticias de Juan Miguel, no sabía si alegrarse o preocuparse por ello.-Fania. . . Fania. . . – su hermana parecía perdida en sus propios pensamientos.-Si, Julia.-Cecilia está enferma, acompáñame al río- le pidió.-No Julia, quiero quedarme en casa. Madre amaneció con mucha gripa.-Y padre de mal humor- le recordó- ya no hay ropa limpia Fania, yo la lavaré, sólo debes acompañarme.-Pero no quiero- se quejó.-Por favor- pidió dulcemente.-De acuerdo- concedió- pero no lavaré la ropa de Jesús, él siempre la ensucia mucho, más que padre, parece que hiciera él solo la faena de todos.-Lo haré yo- le sonrió porque era cierto, la ropa de su hermano Jesús, solía ser la más sucia de todas, Cecilia bromeaba diciendo que él jugaba en el charco con los puercos.-Te
La cesta hecha de caña amarga que Julia traía en las manos, cayó al suelo junto con la ropa que contenía, sus ojos se cristalizaron.-E. . . eso no puede ser- dijo conteniendo un sollozo.-Es cierto- respondió Cecilia, bajando la mirada al suelo, mientras que amargas lágrimas le surcaban el rostro.Julia quiso gritar y llorar, pero se giró y salió corriendo lo más rápido posible, haciendo caso omiso a las voces que la llamaban. Corrió sin saber por cuánto tiempo, hasta sentir que sus pulmones comenzaban a arder, la maleza acariciaba su vestido a su paso, las flores se enganchaban del encaje mientras que las lágrimas le impedían la visión.Después de tanto correr llegó a un lugar donde siempre iba cuando estaba preocupada, triste o cuando se iba a encontrar con Héctor. El hermoso claro estaba rodeado por muchos árboles, lindas flores, y aves que cantaba acompañando el suave movimiento del agua. Se desplomó bajo
Los días transcurrieron rápidamente, Julia se sentía triste y un poco perdida, era como si su padre se hubiese llevado una parte importante de ella, y sabía que tenía tres hermanos, pero se sentía sumamente desprotegida, expuesta y vulnerable. El hecho de que su padre no estuviese estaba afectando la vida de todos en la casa; sus hermanas tenían la mirada triste y perdida, su madre lloraba desconsoladamente a diario la pérdida de su amado esposo, siempre había sido frágil y débil, pero desde la muerte de Francisco Bastida su vida parecía más triste y vacía, y ella más frágil todavía.Sus hermanos por su parte estaban siempre serios y ceñudos, el carácter de Jesús se había agriado al sentir sobre sus hombros el peso de la responsabilidad de la familia.Julia salía todos los días, seguía con su rutina diaria, solo que ahora el café que preparaba todas las mañanas al despuntar el alba tenía un extraño sabor amargo, sus días tra
Estaba pasmada ante la ira que veía en los ojos y el rostro de su hermano, estaba confundida sin comprender lo que sucedía. La había golpeado, por primera vez en su vida había recibido un golpe y había sido tan fuerte que la arrojó contra el suelo, no podía creer que la hubiese abofeteado..-Je. . .Jesús. . . ¿por qué me golpeas?- sus ojos se cristalizaron a causa de las lágrimas.-¡PORQUE TE LO MERECES!- gritó enojado- ¿CÓMO ES POSIBLE QUE NOS HICIERAS ESTO?- Lo comprendió. Juan Miguel Centeno de las Casas, no había cumplido su palabra, le había contado a su hermano sobre su relación con Héctor- Si padre estuviese vivo, moriría a causa de la vergüenza a la que nos sometes.-No. . . No entiendo. . . – las lágrimas amenazaban con escurrirse de sus ojos.-¡ERES UNA CUALQUIERA JULIA BASTIDA!- su hermano le gritó y ella sintió como si de pronto la hubiese golpeado nuevamente, las lágrimas ya no pudieron contenerse
Después de despedirse de su familia en medio de lágrimas, llanto, y unas terribles ganas de salir huyendo y perderse en el bosque. Salió de su casa, aquella en la que tantos momentos felices había pasado, con alguna de sus cosas, y las otras en un baúl.-Estás muy callada- le dije Juan Miguel.-¿Cómo quiere que esté?- le preguntó con ojos tristes- Usted, ha arruinado mi vida.-No lo veas así- le dice sereno- puedes tener una buena vida a mi lado.-¡Pero no le amo!- dijo Julia, con voz temblorosa y ojos cristalizados- ¡seré infeliz!-Solo si así te lo propones. Ahora eres una Centeno de las casas.-No me honra su apellido señor, es un apellido que nunca anhelé.-Muchas lo desean- le dijo con ceño fruncido.-Muchas, menos yo, señor. Hubiese escogido a una de esas que anhela ser su esposa.-Te he escogido a ti.-Por me
Julia, despertó temprano como siempre, se sintió desorientada al saberse en una habitación que no era la suya, pero al sentir el tibio calor que emanaba el cuerpo a su lado, recordó todo. Suspiró con pesadez, hubiese deseado que todo fuese una pesadilla, una lágrima se deslizó por su mejilla, más que desearlo lo había rogado con todo su corazón. Había esperado despertar y abrir los ojos en su casa, junto a su familia, a la espera de Héctor; su verdadero amor.Sin embargo soñar no es suficiente, anhelar o desear algo con todas tus fuerzas, no te asegura que lo tendrás. Cubrió su cuerpo desnudo, sintiéndose tan vacía, tan manchada, sintió que había perdido todas las esperanzas. Pero se animó internamente a seguir, debía superar aquello, acostumbrarse a su nueva vida, e intentar vivirla de la mejor manera posible.Durante la mañana Rosario, fue su compañía, le mostró a bonita casa y le dio un paseo por los alrededores. Luego de eso, habían preparado una cesta con pane