CAPÍTULO 2. Una promesa
Liliana
“¡Llamen al doctor Benson!”
“¡Traigan al equipo de trauma!”
“¡Preparen el quirófano!”
“¡Desocupen el piso!”
Todos aquellos gritos resuenan a mi alrededor hasta que detengo a un médico por la bata.
—¡Espere, oiga, escúcheme! —demando casi con violencia—. ¿Cómo que van a desocupar el piso? ¡Mi madre está grave!
—El dueño del hospital acaba de llegar. Tuvo un accidente y está en estado crítico. ¡Es una emergencia, señorita!
Siento que el corazón se me rompe un poco más. ¿Cómo puede ser? Todo el hospital parece estar pendiente solo de este hombre, mientras mi madre… mientras mi madre se queda sola, muriéndose y sin que nadie la ayude.
—¡Necesito que un médico vea a mi madre, ahora! ¡Le hicieron un trasplante y se ve mal! —reclamo y el médico me mira con impaciencia, pero finalmente me hace un gesto para que lo guíe y corre a la habitación de mi madre detrás de mí.
Estoy temblando y siento que las piernas apenas me responden. Cada vez que miro a mamá, el dolor me atraviesa como una daga; parece como si estuviera sufriendo mucho, el monitor emite pitidos frenéticos, y en su rostro hay una palidez aterradora.
—¡Por favor, ayúdela! —le suplico, sin poder contener las lágrimas—. Está… está muy mal, necesita que hagan algo.
El médico observa la pantalla y revisa las gráficas con rapidez profesional antes de apretar los dientes.
—Parece que está rechazando el riñón —me informa en tono grave y siento cómo el suelo se desmorona bajo mis pies.
—¿Qué…? No… —balbuceo porque apenas consigo respirar—. Haga algo… haga algo por Dios… haga algo…
Él asiente lentamente y evita mirarme a los ojos.
—Voy a llamar al equipo de cuidados intensivos para que la lleven a un área especializada. Haremos todo lo posible por estabilizarla.
—¡Ella no necesita cuidados intensivos! —Me aferro a su brazo, ignorando la mirada molesta que me lanza—. ¡Lo que necesita es otro riñón! ¡Métala al quirófano y póngale un riñón que funcione! —grito al borde de la histeria pero solo siento el tirón que le da a su brazo, antes de irse murmurando algo sobre mandar a buscarla.
Lo veo marcharse, y por un segundo estoy a punto de perseguirlo, de rogarle que haga algo más, pero mis piernas están pegadas al suelo, y cuando miro de nuevo a mamá, no puedo moverme. Me desplomo en la silla junto a su cama, tomando su mano fría y frágil entre las mías.
—Perdóname, mamita —le susurro con voz quebrada—. ¿Por qué no fui capaz de darte un riñón mío? Si solo… si solo hubiera sido compatible…
Ella abre los ojos lentamente, y me sobresalto al ver una extraña lucidez en sus ojos, como si una calma enorme se hubiera apoderado de ella.
—Liliana… —Su voz es apenas un susurro, pero cada palabra es clara, como si las estuviera guardando desde hace mucho tiempo—. No te sientas culpable, ¿me oyes? La vida es así… llena de pruebas, y no podemos pasarlas todas, hija…
—Pero esta sí la vamos a pasar… la vamos a pasar… —repito mecánicamente mientras aliso la sábana.
—Lili… ¡Lili mírame! —me pide y mis ojos van a los suyos—. Prométeme algo.
—Claro, mamita, lo que sea —le respondo, asintiendo frenéticamente mientras intento contener las lágrimas.
—Sé que vas a buscar cómo superar esto, cómo compensarlo —dice en voz tan baja que apenas la escucho—. Prométeme que siempre vas a ser buena y generosa, que ayudarás a los demás, porque esa es la única forma en que tu corazón no se llenará de resentimiento, hija…
Intento hablar, pero el nudo en mi garganta es tan fuerte que no puedo. Ella sigue mirándome, esperando mi respuesta porque sabe que si la pierdo solo tendré eso, odio y resentimiento por mucho tiempo.
—Lo prometo, mamá —respondo por fin y siento que empiezo a temblar conforme esa sonrisa amable aparece en su cara.
—Así está bien —murmura, y su mano aprieta la mía, apenas unos segundos, antes de aflojarse.
—Mamá… —intento llamarla, pero sus ojos se cierran, y esa sonrisa pequeña, esa que tanto adoro, se desvanece de su rostro—. ¡Mamáaaaa! ¡Mamitaaaaa! ¡Mami! ¡Mami respóndeme! ¡Mami! ¡¡¡¡¡¡Mamiiiiiiiii!!!!!!!
El monitor a su lado emite un pitido prolongado y sostenido que me atraviesa como un trueno. Me quedo paralizada, esperando que alguien me diga que todo está bien, que solo es un error de la máquina, que solo está dormida y que va a despertar en cualquier momento.
Un segundo después solo siento los empujones, alguien me aparta. Los doctores se mueven alrededor de su cama como sombras frenéticas. Uno de ellos toma el desfibrilador y lo coloca sobre el pecho de mamá. Mi corazón se acelera, mi mente quiere creer que todavía hay una oportunidad, que algo va a salvarla, que esta pesadilla no es real.
—¡Por favor, hagan algo! —les grito, pero parece que no escuchan. Los observo intentar reanimarla, cada segundo que pasa siento que estoy perdiendo una parte de mí.
Uno de los médicos finalmente se aleja y, con un suspiro, declara la hora de su muerte. Todo parece congelarse en ese momento. Los sonidos del hospital, las luces, las voces. Todo. No entiendo, no quiero entender.
—No, no puede ser. ¡Ella estaba bien hace un momento! —Me levanto, sintiendo que mi cuerpo se tambalea entre la rabia, el miedo y la desolación—. ¡Quiero que llamen al doctor Ryker! ¡Él prometió ayudarla! ¡Él dijo que ella se recuperaría! ¡Llámelo! ¡Llámelo ahora, dígale al doctor Ryker que venga…!
El médico me mira con desconcierto, como si no entendiera de quién estoy hablando.
—Perdone, ¿qué doctor dijo? —pregunta en un tono confuso que me hace retroceder como si acabaran de descargarme el desfibrilador en pleno pecho—. Aquí no hay ningún médico llamado Ryker —dice en voz baja antes de cubrir a mi madre con una sábana—. Lo siento, señorita. Hemos hecho todo lo posible.
—¿Cómo que no hay…? —Mi cerebro empieza a desconectarse—. Pero yo… yo lo vi, él estaba… aquí, él me dijo… y los papeles…
Mis palabras salen dilatadas y sin sentido. Las fuerzas me abandonan, y la habitación comienza a girar a mi alrededor. Lo último que veo es el rostro tranquilo de mamá, el pitido incesante del monitor… y después, oscuridad.
CAPÍTULO 3. Cayendo en una trampaLilianaMi cuerpo no responde. Todo es oscuro y frío, pero siento un par de voces que retumban en mi cabeza, distantes y profundas. Mi conciencia va y viene por momentos, hasta que escucho un tono que reconozco y un escalofrío recorre mi espalda.“Prepárenla para el procedimiento”. Es la voz del doctor Ryker… estoy segura de que es él.¿Procedimiento? ¿Qué procedimiento? Lucho por abrir los ojos, por mover mis manos, hacer cualquier cosa, pero mi cuerpo sigue inmóvil. Luego solo hay silencio, oscuridad y miedo.Cuando abro los ojos otra vez, lo primero que siento es una sensación de mareo. La luz blanca y cegadora del cuarto me molesta, y los sonidos de los monitores y el típico olor a desinfectante me dicen que sigo en el hospital. Giro la cabeza y veo una vía conectada a mi muñeca, y todo el pánico sale de golpe.—¡¿Qué me hicieron?! —Mi voz sale como un susurro al principio, pero luego se vuelve más fuerte y desesperada—. ¡¿Qué me hicieron?!Una en
CAPÍTULO 4. Sin salidaLas palabras del doctor Ryker me golpean como una bofetada en pleno rostro. No puedo comprender lo que acaba de decir, siento que el mundo a mi alrededor se desvanece, que estoy atrapada en una de esas pesadillas horribles que parecen interminables.—¡¿De qué demonios está hablando?! —le espeto azorada, mirándolo como si fuera un completo loco.Miro al hombre en la cama, con el rostro pálido y rodeado de máquinas que pitan y zumban con insistencia.—Deja que te lo explique —responde él con esa voz fría que parece inhumana—. Este hombre es Logan St Jhon, magnate, hacendado, multimillonario…—Es el dueño de este hospital… —recuerdo porque en la entrada está su apellido.—Exacto, y este pobre hombre tuvo hace unos días un accidente con un caballo. Está muriendo, Liliana, y lamentablemente no hay nada que podamos hacer por él.Siento una mezcla de confusión y horror. Mi estómago se revuelve con cada palabra suya, porque presiento que eso no es cierto.—¿¡Y eso qué t
CAPÍTULO 5. Señor GreñitasLilianaMiro al hombre tendido en la cama, envuelto en cables y monitores, su respiración leve apenas hace que su pecho suba y baje. Es doloroso verlo así, porque no puedo evitar que me recuerde a mi madre. Camino hacia él tratando de limpiarme las lágrimas y miro su rostro, una venda le cubre parte de la frente, y el cabello claro, largo y desordenado le cae sobre las sienes. Parece un hombre fuerte… o al menos debía serlo, antes de que alguien decidiera que no merecía vivir.—Lo siento, Señor Greñitas, no creo que te merezcas esto pero… no sé cómo ayudarte —murmuró con el corazón destrozado.Obviamente no responde, pero el silencio me pesa menos mientras recuerdo las palabras de mi madre: “Prométeme que siempre vas a ser buena y generosa, que ayudarás a los demás, porque esa es la única forma en que tu corazón no se llenará de resentimiento, hija…”Y la verdad no sé si soy buena, o si no guardo rencor, pero no puedo soportar la idea de ver morir a alguien
CAPÍTULO 6. Una chispa de esperanzaLilianaEl corazón se me detiene cuando el doctor Ryker se gira hacia mí, señalándome.—No hay razón para que no se les haya avisado, yo ordené claramente que lo hicieran, es evidente que mis médicos estaban más concentrados en atender al señor St. Jhon que en hacer las llamadas pertinentes y por supuesto que no hay justificación, me disculpo por eso —trata de defenderse y a mí se me revuelve el estómago porque es un perro mentiroso el infeliz. Ninguno de sus malditos médicos ha venido a atender al señor Greñitas, y estoy segura de que no dejó que nadie más lo hiciera—. Y en cuanto a la señora, es la esposa de su hermano, ha estado con él desde que lo trajeron.Siento que esa mentira abre un abismo a mis pies, y cuando Vincent St. Jhon me lanza una mirada fulminante, juraría que mi corazón se para por completo. Nunca he conocido a alguien con una presencia tan intimidante. A pesar de que debe ser más joven que Logan, tiene esa expresión de hombre fe
CAPÍTULO 7. Compensando heridasLilianaLos minutos son tensos y dolorosos. Sé que puse la nota en el bolsillo de la bata donde tiene varias plumas, pero aun así los minutos que tarda en meter la mano para tomar una y empezar a escribir se me hacen infinitos.Lo veo sacar la nota que logré deslizarle y mi estómago se anuda. Frunce el ceño, la desdobla y la lee rápidamente, para luego mirar a su alrededor como si quisiera saber quién la ha escrito.Sé muy bien lo que dice, pero mantengo mis ojos en Logan, como si todo lo demás a mi alrededor me fuera ajeno.“Tiene heridas internas sin tratar. Por favor, haga algo”.Ahora, mientras de reojo observo la expresión de sorpresa en su rostro, me doy cuenta de que quizás me arriesgué con la persona incorrecta. Si él también es cómplice de Ryker, si acaso comparte sus planes… probablemente no saldré viva de este hospital.Sin embargo, para mi alivio, el doctor Esteban guarda la nota y un segundo después sale de la habitación con mirada autorita
CAPÍTULO 8. Acorralada, pero no cobardeLilianaRezo en silencio, como si estuviera hablando con mi madre. Aunque sé que ella ya no está, siento su presencia como una sombra cálida a mi lado.“Si está en mis manos ayudar a alguien más, lo voy a hacer, mamita. Te juro que lo voy a hacer. No fue justo todo lo que nos pasó, pero te prometo que lo voy a compensar para que estés orgullosa…”Levanto la cabeza cuando la puerta se abre y aparece el doctor Esteban. Su expresión es seria, pero sus ojos tienen un brillo que me da esperanza, como si mi madre me estuviera respondiendo a través de él, diciéndome que el destino existe. Se detiene frente a todos y anuncia los resultados con voz firme:—La señora St. Jhon es compatible para el trasplante.Vincent y Anthony me miran, casi asombrados, como si no pudieran creer lo que acaban de escuchar, y es Anthony quien da el primer paso hacia mí, con su misma voz conciliadora de siempre.—Liliana… ¿estás segura de que quieres hacer esto? ¿Sabes a lo
CAPÍTULO 9. Una pesadilla demasiado larga.LoganLa primera imagen que se repite en mi cabeza es la de Berserker. Me veo sobre él, el viento en mi cara y la sensación de control que me da el estar sobre su lomo, hasta que de repente todo cambia. Siento cómo el caballo se revuelve debajo de mí, como si hubiera enloquecido. Se levanta en dos patas, furioso, y a pesar de todos mis intentos por calmarlo, no hay manera de controlarlo. Lucho por mantenerme firme, pero en un segundo estoy en el suelo y todo su peso parece aplastarme mientras caigo.El dolor me atraviesa el cuerpo, pero cuando abro los ojos, de nuevo estoy sobre él, repitiendo la misma caída. La escena se repite una y otra vez, como un maldito ciclo del que no puedo salir. Y cuando no estoy cayendo solo hay oscuridad y un dolor persistente.Quiero rendirme, dejarme ir, cerrar los ojos y dormir, pero hay un olor que se filtra entre el dolor y el delirio: un leve olor a fresas. Es dulce, un contraste con la oscuridad que me rode
CAPÍTULO 10. Recuerdos borrososLoganEsta es una m*****a pesadilla. A lo mejor de verdad estoy muerto. Siento la garganta de esta mujer bajo mi mano, veo el terror en su expresión, las lágrimas en sus ojos, y no siento nada, solo rabia porque entre Vincent y el doctor Esteban me la quitan y me obligan a soltarla.El dolor me asfixia. Apenas logro enfocar la vista para notar que casi se desmaya. Mi hermano la carga como si fuera su trabajo protegerla y la sienta en un sofá, alejada de mí. Yo sigo confundido, con la cabeza aturdida y el cuerpo entumecido, pero aún tengo fuerzas para gruñir como si fuera un animal herido.—¡Esa mujer no es nada mío! ¡No la conozco!El doctor Esteban me observa con una mezcla de paciencia y algo de pena. No puedo soportar ese tipo de miradas.—Logan, sufriste lesiones cerebrales graves —me dice—. Es posible que no recuerdes muchas cosas.Lo miro como si pudiera ahogarlo a él también. ¡Por favor! ¡Sé perfectamente quién soy y qué hago!—¿Cree que soy idiot