CAPÍTULO 4. Sin salida
Las palabras del doctor Ryker me golpean como una bofetada en pleno rostro. No puedo comprender lo que acaba de decir, siento que el mundo a mi alrededor se desvanece, que estoy atrapada en una de esas pesadillas horribles que parecen interminables.
—¡¿De qué demonios está hablando?! —le espeto azorada, mirándolo como si fuera un completo loco.
Miro al hombre en la cama, con el rostro pálido y rodeado de máquinas que pitan y zumban con insistencia.
—Deja que te lo explique —responde él con esa voz fría que parece inhumana—. Este hombre es Logan St Jhon, magnate, hacendado, multimillonario…
—Es el dueño de este hospital… —recuerdo porque en la entrada está su apellido.
—Exacto, y este pobre hombre tuvo hace unos días un accidente con un caballo. Está muriendo, Liliana, y lamentablemente no hay nada que podamos hacer por él.
Siento una mezcla de confusión y horror. Mi estómago se revuelve con cada palabra suya, porque presiento que eso no es cierto.
—¿¡Y eso qué tiene que ver conmigo!? —pregunto, tratando de mantener la voz firme aunque siento que me tiemblan las piernas.
Ryker suspira, como si estuviera hablando con alguien especialmente obtuso.
—Tiene que ver todo contigo, porque sería una pena que este hombre muriera sin una amable esposa que herede su fortuna… sería una pena desperdiciar tantos millones. Por eso tú, como su esposa, te quedarás con esa fortuna cuando él muera.
Mi boca se abre sin emitir sonido. Siento que el aire me falta y una risotada amarga amenaza con salir de mi garganta. ¡Esto no puede estar pasando!
—¡¿Esposa?! —repito, como si necesitara escuchar la palabra de nuevo para comprenderla—. ¡No sé quién carajo eres pero estás loco de remate! ¡Lo que pasó con mi madre no tiene perdón de Dios, nadie estuvo ahí para ayudarla! ¡Pero si encima crees que me vas a enredar en una e****a como esta… para que me case con este hombre…!
—En realidad, ya lo estás —responde Ryker, sacando un sobre de su bolsillo y tendiéndomelo con una sonrisa fastidiada—. Te casaste con él hace unos días.
Abro el sobre temblando y veo un acta de matrimonio en mis manos. No reconozco nada, ni la fecha ni el papel, pero mi nombre está ahí, y mi firma, junto con la de ese hombre que está en la cama. El aire se vuelve más denso, sofocante. Levanto la vista, y todo lo que puedo sentir es pura rabia.
—¡Yo no firmé esto! —grito, sacudiendo los papeles frente a él—. ¡Esto es una mentira!
Pero Ryker ni se inmuta. Se encoge de hombros, como si mi desesperación no le importara en lo más mínimo.
—Sí, sí lo hiciste, Liliana —escupe con impaciencia—. Firmaste esto cuando firmaste todos esos papeles autorizando el trasplante de emergencia de tu madre. Todos los documentos fueron registrados, estás legalmente casada así que… ¡deberías agradecerme! Estás casada con un millonario moribundo y tu granja se ha salvado milagrosamente.
Me tambaleo hacia atrás, sintiéndome atrapada. Esto no puede ser. No es posible que haya firmado algo así.
—Tú… tú manipulaste esos papeles. Eres un… un asesino —digo, sintiendo cómo el asco y la ira me invaden—. ¡Sabías que mi madre estaba en peligro y aún así…!
—Yo no tengo la culpa de que tu madre rechazara el riñón —me interrumpe Ryker—. Eso, querida, fue simplemente mala suerte. Y créeme, mucha mala suerte para mí porque de lo contrario tendría mucho más con lo que manipularte.
—¡Eres una basura de mierd@! —grito sin poder contener el dolor que siento y un segundo después mi mano cruza su cara con un golpe seco—. ¡Solo eres un asesino asqueroso y no voy a caer en esto! ¡Te voy a denunciar a la policía! —lo amenazo pero él solo sonríe y da un paso más hacia mí, mirándome como si yo fuera un insecto que puede aplastar con el dedo.
—Eso sería genial, y de paso le explicas a la policía de dónde sacaste el riñón que se le puso a tu madre —replica.
Esa sentencia me helada, pero no tengo tiempo de decir nada antes de que saque un expediente que trae consigo y lo abra frente a mí. Los papeles, las fotos y los registros se despliegan ante mis ojos.
—¡No… no no… yo pagué para que a mi madre la movieran en la lista, para que la subieran al primer sitio! —grito cuando veo las facturas de la transferencia que hice.
—No, muñequita. El dinero que pagaste fue a una cuenta ficticia del crimen organizado, y se usó para comprar un órgano en el mercado negro. Así que cuando vayas a la policía también le les llevas una copia de este expediente y les dices que estás involucrada en el tráfico de órganos.
—¡¿Qué…?! —La incredulidad y el horror me recorren. Las piernas me fallan, y me llevo una mano al estómago, sintiéndome al borde del vómito—. ¡Yo no sabía…!
—Claro, claro, es lo que dicen todos —se burla Ryker—. Pero aquí tengo toda la evidencia. ¿Quieres ver las pruebas? ¿Esta qué te parece?
Un segundo después me muestra la foto de una chica que posiblemente no pase de mi edad, metida en una bañera con hielos, con grandes heridas en sus costados y eso significa… significa…
Las lágrimas me empañan la vista, pero la imagen no se borra, me asquea hasta el punto de vomitar en una papelera cercana, temblando, horrorizada. No sé cuánto tiempo paso así, pero cuando logro recuperar el aliento, Ryker sigue ahí, mirándome con esos ojos sin alma.
—¿Por qué…? —pregunto desesperada—. ¿Por qué estás haciendo esto?
Él se encoge de hombros, como si fuera la cosa más sencilla del mundo.
—Porque puedo. Porque eres débil y tu situación me beneficia. Y porque es mi oportunidad de conseguir algo de esto antes de que él muera. Así que si no quieres ir a la cárcel por tráfico de órganos, solo tienes que hacer algo muy simple, Liliana: no causes problemas. Espera a que Logan muera. A fin de cuentas no es culpa tuya ni mía que esté en esta situación, ¿verdad? Es culpa de un caballo.
Mi cuerpo tiembla de arriba abajo mientras Ryker se agacha, toma mi mano con fuerza y antes de que pueda resistirme desliza en mi dedo un anillo de bodas.
—Con esto nadie dudará de tu matrimonio con Logan —escupe antes de caminar hacia la puerta—. Solo siéntate ahí y espera a que se muera… tampoco es como que falte mucho.
Cuando la cierra tras de sí, el sonido de seguro retumba en la habitación y mi cerebro no puede aceptarlo… pero sé que no tengo salida.
CAPÍTULO 5. Señor GreñitasLilianaMiro al hombre tendido en la cama, envuelto en cables y monitores, su respiración leve apenas hace que su pecho suba y baje. Es doloroso verlo así, porque no puedo evitar que me recuerde a mi madre. Camino hacia él tratando de limpiarme las lágrimas y miro su rostro, una venda le cubre parte de la frente, y el cabello claro, largo y desordenado le cae sobre las sienes. Parece un hombre fuerte… o al menos debía serlo, antes de que alguien decidiera que no merecía vivir.—Lo siento, Señor Greñitas, no creo que te merezcas esto pero… no sé cómo ayudarte —murmuró con el corazón destrozado.Obviamente no responde, pero el silencio me pesa menos mientras recuerdo las palabras de mi madre: “Prométeme que siempre vas a ser buena y generosa, que ayudarás a los demás, porque esa es la única forma en que tu corazón no se llenará de resentimiento, hija…”Y la verdad no sé si soy buena, o si no guardo rencor, pero no puedo soportar la idea de ver morir a alguien
CAPÍTULO 6. Una chispa de esperanzaLilianaEl corazón se me detiene cuando el doctor Ryker se gira hacia mí, señalándome.—No hay razón para que no se les haya avisado, yo ordené claramente que lo hicieran, es evidente que mis médicos estaban más concentrados en atender al señor St. Jhon que en hacer las llamadas pertinentes y por supuesto que no hay justificación, me disculpo por eso —trata de defenderse y a mí se me revuelve el estómago porque es un perro mentiroso el infeliz. Ninguno de sus malditos médicos ha venido a atender al señor Greñitas, y estoy segura de que no dejó que nadie más lo hiciera—. Y en cuanto a la señora, es la esposa de su hermano, ha estado con él desde que lo trajeron.Siento que esa mentira abre un abismo a mis pies, y cuando Vincent St. Jhon me lanza una mirada fulminante, juraría que mi corazón se para por completo. Nunca he conocido a alguien con una presencia tan intimidante. A pesar de que debe ser más joven que Logan, tiene esa expresión de hombre fe
CAPÍTULO 7. Compensando heridasLilianaLos minutos son tensos y dolorosos. Sé que puse la nota en el bolsillo de la bata donde tiene varias plumas, pero aun así los minutos que tarda en meter la mano para tomar una y empezar a escribir se me hacen infinitos.Lo veo sacar la nota que logré deslizarle y mi estómago se anuda. Frunce el ceño, la desdobla y la lee rápidamente, para luego mirar a su alrededor como si quisiera saber quién la ha escrito.Sé muy bien lo que dice, pero mantengo mis ojos en Logan, como si todo lo demás a mi alrededor me fuera ajeno.“Tiene heridas internas sin tratar. Por favor, haga algo”.Ahora, mientras de reojo observo la expresión de sorpresa en su rostro, me doy cuenta de que quizás me arriesgué con la persona incorrecta. Si él también es cómplice de Ryker, si acaso comparte sus planes… probablemente no saldré viva de este hospital.Sin embargo, para mi alivio, el doctor Esteban guarda la nota y un segundo después sale de la habitación con mirada autorita
CAPÍTULO 8. Acorralada, pero no cobardeLilianaRezo en silencio, como si estuviera hablando con mi madre. Aunque sé que ella ya no está, siento su presencia como una sombra cálida a mi lado.“Si está en mis manos ayudar a alguien más, lo voy a hacer, mamita. Te juro que lo voy a hacer. No fue justo todo lo que nos pasó, pero te prometo que lo voy a compensar para que estés orgullosa…”Levanto la cabeza cuando la puerta se abre y aparece el doctor Esteban. Su expresión es seria, pero sus ojos tienen un brillo que me da esperanza, como si mi madre me estuviera respondiendo a través de él, diciéndome que el destino existe. Se detiene frente a todos y anuncia los resultados con voz firme:—La señora St. Jhon es compatible para el trasplante.Vincent y Anthony me miran, casi asombrados, como si no pudieran creer lo que acaban de escuchar, y es Anthony quien da el primer paso hacia mí, con su misma voz conciliadora de siempre.—Liliana… ¿estás segura de que quieres hacer esto? ¿Sabes a lo
CAPÍTULO 9. Una pesadilla demasiado larga.LoganLa primera imagen que se repite en mi cabeza es la de Berserker. Me veo sobre él, el viento en mi cara y la sensación de control que me da el estar sobre su lomo, hasta que de repente todo cambia. Siento cómo el caballo se revuelve debajo de mí, como si hubiera enloquecido. Se levanta en dos patas, furioso, y a pesar de todos mis intentos por calmarlo, no hay manera de controlarlo. Lucho por mantenerme firme, pero en un segundo estoy en el suelo y todo su peso parece aplastarme mientras caigo.El dolor me atraviesa el cuerpo, pero cuando abro los ojos, de nuevo estoy sobre él, repitiendo la misma caída. La escena se repite una y otra vez, como un maldito ciclo del que no puedo salir. Y cuando no estoy cayendo solo hay oscuridad y un dolor persistente.Quiero rendirme, dejarme ir, cerrar los ojos y dormir, pero hay un olor que se filtra entre el dolor y el delirio: un leve olor a fresas. Es dulce, un contraste con la oscuridad que me rode
CAPÍTULO 10. Recuerdos borrososLoganEsta es una m*****a pesadilla. A lo mejor de verdad estoy muerto. Siento la garganta de esta mujer bajo mi mano, veo el terror en su expresión, las lágrimas en sus ojos, y no siento nada, solo rabia porque entre Vincent y el doctor Esteban me la quitan y me obligan a soltarla.El dolor me asfixia. Apenas logro enfocar la vista para notar que casi se desmaya. Mi hermano la carga como si fuera su trabajo protegerla y la sienta en un sofá, alejada de mí. Yo sigo confundido, con la cabeza aturdida y el cuerpo entumecido, pero aún tengo fuerzas para gruñir como si fuera un animal herido.—¡Esa mujer no es nada mío! ¡No la conozco!El doctor Esteban me observa con una mezcla de paciencia y algo de pena. No puedo soportar ese tipo de miradas.—Logan, sufriste lesiones cerebrales graves —me dice—. Es posible que no recuerdes muchas cosas.Lo miro como si pudiera ahogarlo a él también. ¡Por favor! ¡Sé perfectamente quién soy y qué hago!—¿Cree que soy idiot
CAPÍTULO 11. El instinto de un hombre tercoLogan —¡Te hice una pregunta! ¡¿Qué le pasa?! ¿Por qué se puso así? —le pregunto, recordando que no es la primera vez que veo ese gesto de dolor en su cara.Vincent me observa con esa mirada de condescendencia que tanto me irrita, como si realmente creyera que tiene todas las respuestas.—Liliana también se está recuperando de una operación. Y aun así ha estado al lado de tu cama en las últimas semanas. No te mataría ser un poquito menos ogro con ella —sentencia caminando hacia la puerta, pero no va a averiguar porque sabe que no se debe interrumpir a los médicos mientras trabajan.—¿Operación? —repito, sin ocultar la confusión en mi voz—. ¿Ella también estuvo en el accidente? ¿O era ella la que iba montando a Berserker? No… no puede ser… Berserker no se deja montar por nadie que no sea yo…Vincent niega con la cabeza, serio, y me mira a los ojos.—No, Logan. No fue un accidente para ella. La operación fue un trasplante. —Hace una pausa, y
CAPÍTULO 12. El peor monstruoLilianaAbro los ojos, todavía medio aturdida. La luz del cuarto es suave, pero a pesar de la tranquilidad de la habitación, una sensación de alerta me recorre. El doctor Esteban está a mi lado, sonriendo con amabilidad mientras revisa mi presión.—Liliana, estás recuperándote bien, pero tienes que descansar —me dice con suavidad, y yo asiento, aunque algo en mí me grita que no puedo relajarme. No aquí.—Gracias, doctor —murmuro y mi mirada se dirige hacia la puerta. No quiero estar aquí sola.Apenas el doctor Esteban sale, me incorporo en la cama. El señor Greñitas puede ser un ogro, pero mi instinto avisa que a su lado el doctor Ryker no puede tocarme… Pero como si lo hubiera invocado con ese pensamiento, la puerta vuelve a abrirse y mi estómago se revuelve cuando lo veo entrar, cerrando con seguro detrás de él.Se acerca a mi cama y en su rostro veo una furia apenas contenida. Sé que no esperaba que Logan despertara. Eso no entraba en sus planes, y aho