"El mejor día de mi vida fue cuando te conocí y tus ojos no pudieron apartar mi mirada, desde
ese momento, supe que nunca podría amar a nadie más que a ti, rubia"Christopher Warren.
Soy Paige.
Paige Gilmore para ser exactos.
Mi apellido puede sonar conocido, algunos lo aman y otros lo odian. Lo cierto es que mi madre está feliz de haberse casado con un Gilmore.
Nunca se cansa de ver la serie y escuchar el apellido Gilmore.
Cuando era pequeña me desagradaba un poco, mamá no dejaba de promocionarlo como pan, al final, lo termine aceptando y amando.
Soy una chica rubia ondulada, con el cabello que cae en suaves ondas. Mis ojos azules, intensos y profundos como el cielo en un día despejado, parecen reflejar cada emoción que siento en este momento. La moda es mi segundo lenguaje; un elegante vestido acaricia mi figura y unas botas de cuero aportan un toque audaz, me encanta jugar con las texturas y los colores.
No busco caerle bien a todos. De hecho, prefiero que las personas me amen por la persona que soy, no aparento ser alguien que no soy.
Mi lema siempre ha sido "Busca tu propio estilo, no el de otra persona"
Y como dijo una famosa mujer, "si algo no te queda, no te lo pongas"
Y aplica no solo en ropa.
Dejando un poco el tema, tengo todo lo que podría desear en la vida. Una familia unida, un novio perfecto que me ama y amigas que me apoyan incondicionalmente.
¿No es eso sinónimo de que todo está bien?
Di una vuelta girando en mi habitación con una sonrisa, puse "Hero de Christopher Wilde", amaba esa canción, mi querido novio me la había dedicado en nuestro aniversario.
25 de septiembre, exactamente.
Me pidió ser su novia oficialmente. Aún recuerdo nostálgica ese momento, fue como un sueño hecho realidad y mi corazón no pudo estar más emocionado, salte de alegría toda la noche.
Sentí las famosas mariposas, de esas queridas por algunos y odiadas por todos. Yo las amaba, era lo que Chris me hacía sentir todos los días desde que lo conocí.
—¡Paige! ¡El desayuno está listo!—el gritó de mi madre me sacó de mis fantasías.
—Ya voy, madre.
Era mi penúltimo año de preparatoria. Termine de organizar mi bolso rosa, alise mi vestido y pase los dedos por mi cabello rubio arreglando mis ondas.
Baje las escaleras corriendo hasta detenerme en el comedor, donde estaba desayunando toda mi familia.
Mis padres, mis dos hermanos mayores y el pequeño Nathaniel pero le decimos Nate, mi hermano menor de cinco años. Es la alegria de la casa.
Nate es identico a mi, mi padre dice que es mi version masculina. Es cabello rubio y ojos cristalinos.
—Te he dicho que no corras por las escaleras, Paige —dijo mi padre, mientras soltaba un suspiro cansado. Puse un beso en su mejilla mientras tomaba mi asiento.
Robert Gilmore.
Mi padre, no solo su nombre era atractivo, de hecho, innumerables veces nos conto que era popular en su juventud, le creo. Su aspecto de color piel blanca resplandece bajo la luz, y sus rasgos son bien definidos, con una mandíbula fuerte y pómulos bien marcados que acentúan su atractivo. Su cabello cafe, ligeramente salpicado de canas, aporta un toque de madurez que solo realza su atractivo.
Al igual que mi madre, Elise Harris, eran hermosos no solo por fuera, sino por el gran corazon que ambos tenian. Su piel era clara, sus cabellos, rubios y brillantes. Sus ojos, de un color cafe intenso, transmiten una mezcla de confianza y calidez, ella siempre lleva una sonrisa que ilumina su rostro.
Desde que tengo memoria, recuerdo a mi padre como un heroe, siempre estuvo para mi y para mis hermanos en los momentos mas importantes de nuestra vida.
Ademas, mi madre nos ha amado con cada latido de su corazon, demostrando que son en los pequeños detalles que recordamos cuando crecemos.
Lo que tienen mis padres, es lo que quiero para mi vida.
Un hogar calido.
—Ya sabes como es, cariño. Siempre corre emocionada por el primer dia de preparatoria —defendio mi madre. Se acerco a la mesa, dejando el pan tostado. Cogi la mermelada, untandola en el pan.
—Gracias por defenderme, mami —inquirí. Mi madre se sento en la mesa para terminar de desayunar.
—Es su ultimo año de preparatoria, Adrian y Brandon, ¿como se sienten?
Mis hermanos mayores gemelos. Sin embargo, al contrario de gemelos parecidos, ellos eran muy distintos, tanto fisicamente y en personalidad.
Adrian era extrovertido, le encanta la adrenalina y el riesgo. Adrian tiene el cabello de mi padre, siempre esta cuando mas lo necesito. Adrian ama el futbol americano, es su vida.
Brandon era mas reservado y tranquilo, le encantaba la literatura, desde pequeño ha soñado con ser escritor. Solo demuestra su lado cariñoso con su familia.
Aun asi, los tres nos amamos, nos cuidamos y nos protegemos.
No importa que, al final siempre correremos hacia el otro para refugiarnos.
—Este año sera una locura, padre. Los chicos ya tienen todo preparado para ser el mejor año y nunca olvidarlo —respondio, Adrian.
—Mientras no te metas en problemas —emitio mama.
—Siempre se mete en problemas, mama. Todos los años le dices lo mismo —intervine. Adrian pateo mi pierna —, mama, Adrian me pego con su zapato.
Mamá lo miró con los ojos entrecerrados,—Adrian.
—Lo siento, lo siento —alzo sus brazos en derrota.
—De todas formas, Adrian. Ten cuidado con lo que haces, tu historial esta al limite, uno mas y no podras ingresar a la universidad.
—Entendido, padre.
—¿Y tu hijo?, ¿que planes tienes para este año?—le pregunto mama a Brandon.
—Aumentar mi records en libros, de hecho, mama, ¿sabias que Elon Musk lee sesenta libros en un mes? Es increible. Yo solo puedo leer quince libros al mes. Es muy poco.
—No te sobrecargues, cariño. Tienes toda una vida por delante, podras leer los libros que desees.
—Esta bien, madre.
El sonido de una bocina nos interrumpio.
—Ese debe ser Chris —dije, mientras me levantaba de la mesa.
—Cariño, no has terminado —inquirio mama, señalando el vaso de jugo sobre la mesa.
—Solo no vayas a beberlo...—empezo mi padre.
Lo agarre de inmediato y me lo bebi de un trago, lastimosamente no lo habia probado antes, el agrio sabor me hizo hacer una mueca.
—Dios mio, voy a morir —deje caer mi cuerpo hacia delante, manteniendo mi postura.
Mi padre sonrio, —Te lo dije.
Me acerque a mi hermano menor, besandolo en la cabeza, —Adios, familia.
—Pensé que te ibas con nosotros, hermana.
—Lo siento, Adrián. Olvide decir que los padres de Chris le compraron un auto.
—Jacob siempre malcriando a su hijo —papá dejó escapar una sonrisa.
Jacob y Robert han sido inseparables desde pequeños, son mejores amigos. Por lo que nuestra vida también está vinculada a los Warren.
—Seguramente, Eleanor debe estar preocupada, estoy segura que no estaba de acuerdo con eso.
—Tienes razón, mamá. Pero se lo prometieron el año pasado y ya sabes como es el padre de Chris, nunca incumple sus promesas.
—Lo sabemos —dijeron todos al unísono.
Ambos sonreímos, acordandonos de la misma situación.
Hace años Jacob le prometió a mi padre no dejar que nadie ni nada se interpusiera en su amistad. Y lo cumplió.
Ellos estuvieron a punto de cortar lazos por una chica en su juventud. Jacob le prometió que le dejaría el camino libre a mi padre, y mi padre hizo lo mismo luego de múltiples peleas que tuvieron.
La mujer lo único que quería era hacer que se odiaran entre si. Estuvo a punto de lograrlo, pero Jacob se dio cuenta de sus intensiones.
Ahora cuando lo cuentan, solo lo relatan con una sonrisa. A decir verdad, estoy agradecida con él, de no ser así, mi padre no habría conocido a mi madre en esa cafetería en París, alejados de todos y buscando un refugio.
La bocina de Chris nos sacó a todos de nuestros pensamientos, tome mi bolso de la silla.
—Buena suerte, hija —dijo mi padre mientras cerraba la puerta.
Ahí estaba él.
Christopher Warren.
El chico de mis sueños hecho realidad. No podía creer lo afortunada que era por haberlo conocido.
El era perfecto. Nos conocemos desde pequeños y desde entonces hemos sido inseparables.
El es mi lugar seguro y yo el suyo.
—Hola, princesa —saludó. Chris estaba recostado sobre al auto con una enorme sonrisa.
Ambas manos reposaban en su bolsillo.
No pude evitar sonreír al verlo.
Chris era bastante alto, mi estatura era baja, pero encajamos a la perfección.
Tiene una postura segura que atrae las miradas a su alrededor. Su cabello es oscuro y ligeramente ondulado, cayendo de forma desordenada sobre su frente. Sus ojos son de un color profundo, son verdes esmeralda, brillan con curiosidad y una chispa de diversión. Su piel es clara y tiene un ligero tono bronceado. Su sonrisa es cautivadora, con dientes blancos y alineados que se asoman cuando se ríe.
Estaba perdida.
No pude evitar enamorarme y entregar mi alma.
Así somos los Gilmore.
Christopher esta vestido con camisetas ajustadas, llevando la chaqueta del equipo de fútbol americano y jeans que hacen resaltar su figura atlética. Chris ama el deporte.
—Hola, guapo —me acerqué a él, Chris abrió sus brazos, corrí hacia el envolviendome en su aroma. Aspire el olor en su chaqueta, era una mezcla intrigante que evocaba recuerdos cálidos. Su aroma era como una promesa, un susurro, un eco de un hogar, que atraía y me envolvía, dejando siempre un deseo de más —, te extrañé.
Chris había pasado el verano en Inglaterra y sus abuelos sólo lo dejaron venir un día antes de la escuela.
—Pensé en ti todos los días, rubia —una sonrisa escapó de mis labios por el apodo. Desde que nos conocimos me ha llamado así. A decir verdad antes no me gustaba mi cabello rubio, pero Chris lo amo desde que lo vio.
—¿En serio?—me aleje de él, mis manos descansaban en su pecho, mientras sus manos se mantenían en mi cintura.
—Me ofende que lo preguntes siquiera —hizo una muestra de dolido, golpee su pecho suavemente —, de hecho, te traje algo.
—Estoy intrigada.
Chris se inclinó sobre el auto y metió la mano por la ventana.
Era un hermoso ramo de peonías.
—Mis favoritas —las agarre emocionada, pegue mi nariz suspirando el agradable aroma, salte como una niña—, las amo, Chris. Gracias.
—¿Y mi agradecimiento?—inquirió, bajo la cabeza hasta detenerse en mi rostro. Mi mirada se posó en sus labios y su mirada en mis ojos.
El mundo pareció desvanecerse cuando nuestras miradas se cruzaron. Nuestros corazones latían al unísono, como si el tiempo hubiera decidido regalarnos este momento.
Con una suavidad casi temerosa, me incline hacia Chris, su aliento cálido rozando mi nariz. Sus manos se encontraron con las mías, entrelazándose como dos hilos que tejían una historia de complicidad y ternura. Cerré los ojos, anticipando el roce de sus labios, que prometían ser un refugio en ese instante de magia.
Nuestros labios se tocaron. Fue un beso delicado, como si cada uno temiera romper el encantamiento que nos envolvía en ese instante. Era un roce, un diálogo sin palabras que hablaba de promesas y sueños compartidos. La dulzura del momento se intensificó, como el sabor de una fruta madura. Se sintieron flotando, nuestras almas danzaron en un espacio donde sólo existiamos los dos.
Fue la clase de besos que extrañas cuando tu persona favorita se ha ido un largo tiempo.
—Te quiero, rubia.
—Te quiero, guapo.
Ambos sonreímos como dos niños.
—Hora de irnos —abrió la puerta de pasajero, no dudé en entrar —, por favor, querida dama.
—Que caballero —respondí, mientras admiraba el auto azul en el interior. Chris se subió al asiento del conductor.
—¿Y?, ¿te gusta?
—¿Que si me gusta? Demonios, es genial. ¿Que clase de auto es?
—Es un porsche 911, Paige.
Asenti, asombrada.
Los padres de Chris tenían dinero. Su padre era un CEO.
Mi padre no era CEO, pero tenía un puesto de director general en una empresa. Mi madre trabaja en la venta de inmobiliarios. Vivíamos cómodamente.
—Es muy bonito.
—Realmente lo es —dijo, mientras su mirada estaba sobre mí —, recomiendo abrochar cinturón.
Obedecí, sonriendo. Estaba realmente emocionado.
—Por cierto, —emitió, girando en una calle —, mi hermano está de regreso.
Oh, no.
—¿Que? ¿Por que?—no dude en preguntar.
—Dijo que ya no le gustaba Inglaterra y quería regresar, de hecho, mamá lo inscribió en la preparatoria, va a hacer el último año que le falta.
El odioso hermano gemelo de mi novio.
Lo detestaba.
Al contrario de mis hermanos que son gemelos, ellos se parecían físicamente, sin embargo, en personalidad eran totalmente polos opuestos.
Deje escapar un largo suspiro, Chris se dio cuenta.
—Nunca he entendido porque lo odias. Bueno, él también te odia, pero nunca lo he entendido. Hemos crecido juntos desde que tengo memoria.
—Tu hermano es despreciable. Solo mirarlo me causa desagrado —dije, mientras miraba por la ventana, la brisa fresca abrazaba mi cabello.
Chris soltó una risa profunda, —Bebé, por si no te has dado cuenta, somos exactamente iguales.
—Ya lo sé, pero lo odio.
—Esta bien, solo ustedes saben la razón. De todas formas, este año será un largo viaje, tenemos muchas cosas por hacer.
—¿Por ejemplo?
—Nuestra salida a excursiones. Por fin podremos ir juntos.
Durante el resto del camino, Chris me habló sobre lo que hizo en Inglaterra, sobre sus abuelos y alguna maldades que le hizo a su primo.
No era nada malo, ambos se hacían bromas y resultaba divertido para la familia.
Pronto llegamos a la preparatoria. La Payton College, una de las mejores en todo el estado.
El estacionó en unos de los lugares disponibles. Antes de que nos bajaramos, puse una mano en su rodilla deteniendolo.
—¿Sucede algo, rubia?
—No quiero que te emociones mucho en este auto, cariño. Sé que te gusta manejar rápido, manejaste lento porque sabes que odio ir rápido. Pero no quiero que pase nada malo —trague en seco, solo de pensarlo —, eres todo para mí, no quiero que te suceda nada malo.
Chris agarró ambas de mis manos y depósito un beso en cada una, —Prometo tener cuidado, rubia. Conducire despacio.
—¿Promesa de anillo de dedo?
—Promesa de anillo de dedo —repitio. Ambos unimos nuestro dedo anular cruzandolos. Chris me hizo mirarlo directamente —, Paige. Incluso si mi corazón deja de latir algún día, ten por seguro que desde que te conocí ha palpitado por ti, y siempre lo hará. Cada segundo y cada momento siempre ha sido tuyo.
—No hables como si te fueras a morir, Christopher. Te mataré si te pasa algo —golpee su pecho suavemente.
—No me voy a morir, tendrás que soportar mi pesado trasero toda la vida, rubia.
Dejó un beso en mi mejilla, antes de salir del auto. Lo seguí.
En cuanto estuvimos en la entrada, unos nervios se instalaron en mi pecho.
—Es nuestro último año juntos, Chris —dije, mientras miraba en dirección a la preparatoria.
Chris se giró hacia mi, se acercó uniendo nuestras frentes, —Tenemos toda una vida para estar juntos. Mis planes son tus planes y tus planes son los míos. Hicimos una promesa, rubia. No la romperemos.
Sonreí, —¿Ya he dicho lo mucho que te extrañé?
—Lo hiciste, pero es bueno escucharlo las veces que sean necesarias.
Chris pasó una mano por mi hombro, —Vamos, bebé.
Ambos entramos a la preparatoria, los estudiantes estaban dispersos, aún quedaba tiempo para la primera clase.
Fuimos rumbo a la cafetería, donde estaban reunidos todos nuestros amigos. Aurora, mi mejor amiga.
Aurora tiene una belleza singular que llama la atención de inmediato. Su cabello es fascinante liso y negro, creando un contraste que resalta su audacia y estilo. Sus ojos son de un cálido color marrón, profundos y llenos de vida. Aurora era de una de las chicas que vestía a la moda en la preparatoria.
Tambien estaban los amigos de Chris, Kyle y Vicent.
Kyle era moreno, cabello negro, extrovertido y un muy buen amigo. Por otra parte, Vicent era más reservado, tenía momentos en el que se salía de su rol de calmado, pero ambos le hacían un complento perfecto a Christopher.
Eran el trío diná mico.
—Aquí vienen los tortolitos del grupo —Kyle y Autora nos trataron de imitar abrazandose con fuerza.
Kyle dio saltos como una niña.
—No nos vemos así —reprendí de inmediato cruzando los brazos.
Todos se rieron, menos yo.
—Por favor, cariño. Es divertido ver a Kyle actuar como una niña —inquirió Chris.
—Le sale muy natural, al parecer.
—Odio a tu novia, amigo—Kyle sacudió la cabeza hacia mi, señalandome.
—No es cierto. Me amas —dije, viendo su cara de cachorrito triste.
—Cierto —Kyle se abalanzó hacia mi, abrazandome, luego me soltó para abrazar a Chris. El solo dejo escapar una sonrisa.
Aurora tampoco se quedó atrás y me abrazó, —Te extrañé muchísimo, cariño.
—Yo también te extrañé —correspondi a su abrazo —, debemos ponernos al día.
—Claro que sí —se alejó.
Vicent estaba callado.
Mire a Chris para que lo notara.
Chris pasó una mano por su hombro, revolviendo su cabello.
—Hola, amigo. No es común en ti estar tan callado luego de estar separados tanto tiempo.
—Lo siento, subiré mi ánimo.
Algo le sucedía.
Chris dejó de presionarlo, probablemente hablarían luego.
Todos miraron asombrados detrás de mí espalda. Por la cara normal de Chris sabía quién era.
El hermano gemelo de Christopher.
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