"Una vez leí algo realmente hermoso, el amor no es un sentimiento común y corriente, el amor es una decisión madura que toman dos personas libres y disponibles emocionalmente. Y creo que todos deberían saber eso"
Paige Gilmore.
Amar.
La gente cree amar muchas veces, cuando solo sienten atracción, lo más hermoso que tenemos los seres humanos, todos, sin excepciones, es amar y la capacidad de ser amados, es el sentimiento más frágil y precioso, porque cuando amas flotas sobre una nube, crees capaz de realizar todo al lado de esa persona especial.
¿Qué es el amor? El latido de tu corazón responderá por ti, mereces ser amado y querido, nunca pienses lo contrario, eres uno en un millón, podrán remplazarte, pero a pesar eso, nunca podrán ser como tú, porque eres único e inigualable, no tiene tus gestos, aquellas acciones que haces cuando te sientes incómodo, no te abrazan cuando se dan cuenta de que lo necesitas, no tienen el tacto y la delicadeza con que haces las cosas, eres especial.
Por eso mereces ser amado, sin importar que hayan hecho o pensado otras personas.
Amar implica valentía.
Y si eres correspondido con la misma intensidad en que lo haces, será absolutamente hermoso.
Cuando encuentras a una persona que es tu complemento, no te atrevas a soltar su mano. Yo lo conocí, y nunca pienso soltarlo.
Me hacía sentir la mujer más increíble del mundo.
O amas con toda la fuerza de tu corazón, o no lo hagas en absoluto. No hay punto medio.
Eres valiente o eres un cobarde.
Un rato más tarde. Chris me llevó a mi casa en su auto. Por suerte, no vi más al chico nuevo. Ni al tonto de Kaiden. Lastimosamente, tendría que verlo, ya que iría a la casa de Chris. Se sentía extraño que ahora estuviese de vuelta, después de tanto tiempo.
Solo lo iba a ignorar. Era lo mejor, no quería que me dañara ni el día, ni el mes, ni el año, ni la vida.
Regrese a casa, dejando el bolso en la sala. Nadie parecía estar en casa. Subí a mi habitación, dejando caer mi cuerpo de un solo golpe en mi cama.
El día había sido muy estresante con la llegada de Warren.
Unos minutos después, alguien tocó la puerta de mi habitación, giré para ver que mi padre estaba recostado sobre la puerta.
—Hola, papá —saludé con una sonrisa. Papá se acercó, sentándose en la cama, acomode mis piernas, poniéndome en la cabecera.
—¿Qué tal ha sido tu primer día, Paige?—papá preguntó, mientras sostenía mi mirada.
—Estuvo bien —dije de inmediato —, Kaiden está de regreso. —Papá abrió la boca, sorprendido, pero sobreactuado —. Ya lo sabías.
Lo miré perpleja, —Me lo dijo Jacob ayer.
—Claro —cuestione, negando con la cabeza.
—Escucha Paige —dijo serio —, deberías ser un poco más amable con Kaiden, él pasó por muchas cosas en Inglaterra. Esta tonta rivalidad entre ustedes, deberías considerarla.
Kaiden seguía siendo el mismo, ¿por qué habría de tratarlo distinto? Claramente, los dos no podemos soportar vernos.
—¿Me estás pidiendo que haga las pases con él?—inquirí, con incredulidad.
—No te pido que sean mejores amigos, pero trata de no pelear en frente de todos.
—¿Entonces podemos pelear cuando estemos los dos solos?—puse mis manos sobre mi regazo, sonriendo.
Papa emitió una sonrisa sin poder evitarlo.
—Piensa en lo que dije, Paige. Realmente creo que si dejaran las diferencias a un lado, podrían ser buenos amigos.
¿Ser amiga de Kaiden Warren?
Es una locura.
Una imagen se despegó en mi mente, cerré los ojos imaginándolo, era un día mágico, lleno de risas y diversión. Kaiden y yo, estábamos en la nieve, donde todo estaba cubierto de un manto blanco. La nieve caía suavemente sobre nuestras cabezas, nosotros no pudimos resistir la tentación de jugar y divertirnos.
Empezamos a hacer bolas de nieve, lanzándolas el uno al otro, riendo a carcajadas cada vez que una de nuestras balas de nieve lograba dar en el blanco. Luego, decidimos construir un muñeco de nieve; juntos, apilamos las bolas de nieve, dándole forma y agregando una zanahoria para la nariz y piedras para los ojos. Al final del día, agotados, pero felices, nos tiramos en la nieve para mirar al cielo, riendo juntos mientras hacíamos ángeles en la nieve.
Abrí los ojos de golpe. ¿Qué diablos?
Mi imaginación está al límite.
Debe ser el estrés. Ahora hasta alucino.
Estás loca, Paige. Has perdido completamente la cabeza.
¿Y por qué rayos estoy hablando conmigo misma?
Eres rara.
Basta, basta.
Mírate, estás totalmente fuera de ti misma.
Ay, Dios. Ayúdame.
—No lo creo —hundí el ceño, cruzando los brazos. Luego de tener una interna batalla con mi mente.
—¿Te lo imaginaste, no es cierto?—presionó, mirándome con curiosidad.
¡Rayos! Me conocía bien.
—¡Papa!— exclamé, mientras se levantaba con una sonrisa.
—Solo piénsalo, cariño. Kaiden no es la persona que crees que es.
—Es un idiota, no hay nada que me haga cambiar de opinión.
Retrocedió hacia la puerta, —Piénsalo, Paige.
Cerro la puerta, dejándome desconcertada, —¡Nunca! ¡Kaiden Warren nunca va a ser parte de mi vida!
Escuche a papa reír, —Como tú digas. El pez muere por la boca.
—¡No soy un pez, soy el tiburón, papá!
Un rato más tarde, estaba en casa de los Warren. Mi querida suegra, Eleanor, abrió la puerta con una sonrisa.
—Querida, por favor, pasa —dijo, mientras me daba un gran abrazo. Su cálido aroma de mamá me envolvió.
Las madres tienen un olor especial a cariño, quizás se deba al hecho de que inspiran amor.
—¿Cómo te encuentras, Ele?—ella sonrió ante el apodo. No me permitía llamarla, señora, decía que me consideraba una hija más.
—Bien Paige. Ahora qué mis dos hijos están en casa, estoy muy feliz.
Claro. Kaiden.
Sonreí incómoda al recordarlo.
—Es bueno escucharlo —dije entre dientes.
—Querida, no hace falta que disimules. Puedo olerlo. No estás cómoda al ver a Kaiden —sus palabras sonaban amables, quería meterme en un cajón luego de eso —. Sin embargo, todos esperamos que se reconcilien, ambos son mayores, ya no son los niños de antes.
¿Por qué todo el mundo quería que me reconciliara con Kaiden?
Asentí, cortes.
—Con todo respeto, Ele. No creo poder perdonarlo, él hizo algo que nunca voy a olvidar.
—Obviamente, no nos vas a decir, ¿cierto?—sonrió con gentileza.
Eleanor era un amor de madre, es como mi segunda mejor amiga después de mi madre. Desde que la conocí me ha apoyado en todo. Ella y mi madre son buenas amigas.
—Me conoces bien.
Ella puso una mano sobre mi hombro, apretándolo con suavidad, —Te conocí desde que eras un bebé y te tengo mucho cariño, Paige. Por eso me encanta que estés con mi hijo, pero si alguna vez no sientes algo por él. Seguiremos siendo una familia.
—Lamento decepcionarte, Ele. Pero seguiré pegada a tu hija el día que dejé de respirar.
Ella soltó una pequeña carcajada, —No le digas a tu familia que eres mi Gilmore favorita.
—Mis labios están sellados —hice una demostración con mis labios.
—Está bien —dijo, alejándose —. Chris está arriba en su habitación.
—Gracias Ele.
Subí las escaleras hasta llegar a la habitación de Chris, antes de abrir la puerta, alguien se interpuso en mi camino, deteniendo la puerta.
Giré los ojos al verlo. Retrocedí dos pasos para enfrentarlo, —¿Qué quieres?
—Hola a ti también, Gilmore.
—Lo repetiré nuevamente —suspiré, la cara divertida en su rostro me estaba molestando—, ¿por qué estás poniéndote en mi camino?
—Quería pedir disculpas —emitió, mirando hacia un lado.
—¿De qué exactamente te estás disculpando?
—Ya sabes, lo que pasó antes de irme —abrió los ojos sin querer decirlo, al ver mi cara de desconcierto dejó escapar un suspiro de frustración —, eres una idiota, Paige.
—No entiendo de qué diablos estás hablando —de repente recordé —, ¿estás hablando de todas las veces que me hiciste quedar como una idiota en la escuela?, o espera, ¿la vez que dejaste que casi me asesinaran solo porque te metiste en una pelea y desgraciadamente estaba contigo? Claro. Olvide todos lo siento que debes pedirme que no sé a qué te refieres, porque toda tu vida has tratado de hacer mi vida más difícil. ¿Pero sabes algo? Ni todos tus intentos para sabotearme han servido, porque estoy muy feliz y de verdad espero de todo corazón que no te me cruces.
—Por Dios, Gilmore. Éramos jóvenes, de eso no me estaba disculpando —contrarrestó de inmediato.
Cerré los ojos por un momento tratando de buscar mi paciencia, —Tienes cinco segundos para que desaparezcas antes de que te tire por las escaleras.
Abrió sus brazos al aire, exasperado, —Eres imposible, Gilmore.
—Cuatro, tres, dos —conté al ver que no se iba, hice un ruido con mis botas —, uno.
Sacudió su cabeza, abriendo la puerta de su habitación de un portazo.
Dios mío.
Era increíble lo mucho que se podía odiar a una persona.
Sacudí todas las malas vibras de Kaiden para entrar a la habitación de Chris.
Chris estaba recostado sobre la cama leyendo una revista. Mire a mi alrededor y una paz se instaló en mi pecho. Chris era muy ordenado y su habitación estaba impecable.
Al percatarse de mi presencia, se levantó de un salto, —¿Rubia?, ¿qué haces aquí? Se supone que pasaría por ti en la noche.
Me dejé caer en la cama, cerrando los ojos. Chris también se dejó caer a mi lado.
—Estaba aburrida, nadie estaba en la casa. Papá se fue en cuanto llegó.
—Bueno, es una agradable visita.
Sonreí aún con los ojos cerrados, —¿De qué se trata la sorpresa?
—Si te lo cuento no sería sorpresa, rubia —me quejé, puse un puchero —, eso no va a funcionar conmigo esta vez. —lo hice esta vez con todo mi rostro —. No va a funcionar.
—Chris — susurré despacio. Me acerqué a él, poniendo mi mano sobre su corazón. Estaba latiendo muy rápido, sonreí al sentirlo.
—Por mucho que quiera hacerlo, no lo haré —dijo rotundo.
Debía ser muy especial para él.
Me incliné sobre él poniendo una mano en mi cabeza, —¿Estás seguro de que no puedo convencerte?
Puse mi rostro decidido, al verme su risa ronca resonó en toda la habitación.
—Las mejores sorpresas son aquellas que no se cuentan, cariño.
—Está bien —me acerqué a él dejando un pequeño beso cerca de sus labios.
—¿Es esto una provocación?
Apreté mis labios, —Quizás sí, quizás no.
Chris acercó mi cabeza a su pecho, me acomodé con una sonrisa abrazándolo por la cintura. La mano de Chris reposaba en mi espalda.
—Me gusta que tu corazón lata como el primer día, rubia —suspire el aroma de Chris, cerrando mis ojos disfrutando el momento.
—No soy la única —su corazón palpitaba muy fuerte, parecía querer salirse de su pecho.
—Es imposible no hacerlo cuando estoy con la chica más hermosa de todas.
—Eres un chico increíble, Chris.
—Tú lo eres, rubia. Estar aquí contigo, es mi paz y mi fuerza.
Nos quedamos un rato así, hasta que nos quedamos dormidos.
Al despertar estábamos en una posición distinta. Mi rostro estaba en su cuello, intenté levantar la mirada y Chris ya estaba despierto y me miraba con los ojos más cariñosos del mundo.
—¿Estás lista para la sorpresa?
—Siempre estoy lista.
—Primero tengo algo para ti —Chris se inclinó debajo de la cama, sacando una gran caja negra con un lazo rojo.
—¿Y esto?—lo miré buscando alguna respuesta.
—Es un vestido que compré para ti, es para hoy.
Saque el vestido azul con una sonrisa pegada a mi rostro, el vestido era hermoso. Debajo de él, estaban tacones dorados.
—Es hermoso, gracias Chris —lo abracé con fuerza sobre mi pecho.
—Me bañaré y me cambiaré. Si quieres puedes esperarme aquí o en la sala con mi madre, rubia.
—Está bien —Chris dejó un beso en mi mejilla antes de cerrar la puerta del baño que estaba en su habitación.
Me puse el vestido que me llegaba un poco arriba de mi rodilla, tenía un escote en la espalda, pero se ajustaba perfectamente a mi cuerpo. Por último me puse los tacones y arreglé mi cabello.
Sonreí en el gran espejo de la habitación de Chris y di una vuelta. Me quedaba perfecto.
Rebusque en los cajones de la mesita de noche de Chris buscando algo que hacía juego con el vestido. En el tercer cajón logré encontrarlo. Un lindo collar estaba guardado en una pequeña caja, sonreí al verlo, lo había dejado la última vez que estuve aquí.
Baje las escaleras hasta detenerme en la sala donde estaban todos, Eleanor, el fastidioso Kaiden y Jacob.
—Hola señor Jacob —saludé, en cuanto me vio se levantó y me dio un gran abrazo.
—La última vez que te vi, estabas más bajita, Paige.
Sonreí, —Solo fue un mes, señor Jacob.
—Estás muy hermosa, eso es lo que quiere decir —inquirió Eleanor.
—Por supuesto, cariño —dijo, mientras tomaba asiento y colocaba su brazo sobre el hombro de su esposa. Tome asiento en uno de los sofás en frente de Kaiden.
—¿Cómo ves a Paige después de tanto tiempo, Kaiden?—preguntó Eleanor.
No me atreví a mirarlo, porque sabía en qué el momento que lo hiciera mis ojos destellarían fuego.
Kaiden miró hacia un lado.
—La veo igual que siempre.
Voltee los ojos.
—Qué grosero, hijo —Eleanor lo miro seriamente.
—¿Y cómo está tu padre, Paige? La última vez que hablé con él me dijo que estaba teniendo algunos problemas en la empresa. Parecía bastante estresado.
Fruncí las cejas al escucharlo, —Realmente no sabía sobre eso.
—Parece que abrí de más la boca.
Eleanor le pegó con su mano en la pierna. Jacob suspiró derrotado.
—De todas formas, ¿has pensado a qué universidad quieres ir, Paige?
—Aún no estoy segura. Quiero esperar a tomar la decisión con Chris, no me quiero separar de él.
—¿Por qué tomarías esa decisión? A donde quieras ir, solo ve —interrumpió Kaiden de repente.
—No lo entenderías.
—A ver, explícame para poder entender algo que no tiene discusión.
—Queremos estar juntos.
—Ambos tienen una vida que no depende del otro. Tus sueños son tus sueños, no los de mi hermano. Ambos son independientes.
—Sus sueños son míos y los míos son de él. No creo que lo entiendas nunca, Kaiden. Eres demasiado egoísta para entenderlo.
—Tu vida no puede depender de él. Todo puede cambiar en un instante, sentimientos, emociones, sueños —dijo serio, Eleanor y Jacob nos miraban de un lado a otro sin atreverse a hablar.
—Nunca has amado a alguien, ¿cierto?—Kaiden me miró fijamente, guardando silencio —, lo sabía.
—Escucha, Gilmore. No se trata de eso, debes ser fuerte por ti misma. Solo por ser Paige Gilmore. No por ser la novia de Christopher Warren.
¿Estaba insinuando que soy débil?
—¿Qué quieres decir con eso?
—Estás completamente vulnerable ahora. Porque tu vida se enfoca en Chris y no puedes ver más allá de tu cabeza porque estás cubierta con un velo.
Sonreí falsamente.
—Tampoco es así, hijo. Ellos se quieren mucho —defendió Eleanor.
Antes de que pudiera defenderme, Chris apareció vestido con un pantalón azul y una camisa blanca, mis ojos se iluminaron en cuanto nuestras miradas se cruzaron.
—¿Nos vamos, rubia?—dijo brindando su mano, con una enorme sonrisa. Sonreí como una niña para tomar su mano.
—¿A dónde van?—preguntó Eleanor.
—Es una sorpresa para Paige, mamá.
—Solo llévala a casa temprano, Chris. Robert se enojará contigo si llegan tarde.
Chris asintió levemente.
Antes de salir por la puerta, le saqué la lengua a Kaiden. Sabía que eso lo iba a fastidiar y así fue, porque puso una cara desagradable, si no fuera porque sus padres lo estaban juzgando con la mirada, hubiese imitado lo que hice.
Chris siguió todo el trayecto, sin tener intención de hablar sobre el lugar.
Al llegar al destino, abrió la puerta del auto, deteniendo mi paso.
—Antes de seguir, estás hermosa esta noche —dijo, mirando mi cuerpo de arriba a abajo, hasta detenerse en mis ojos.
El viento de la tarde nublada soplaba y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
—Tú también estás muy guapo.
—Gracias, rubia.
Al ver a mi alrededor, estábamos cerca de la playa, a lo lejos, podía visualizar una mesa decorada estilo pícnic.
—Ya estoy amando esta sorpresa.
Chris pasó sus manos por mi cintura, —Será una noche muy especial, Paige.
Asentí, pegando su cuerpo al mío, —Lo sé. Estoy muy feliz de estar aquí contigo.
Con las mejillas sonrojadas y el corazón lleno de alegría, supe que este momento juntos quedarían grabados en mi memoria para siempre.
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