Yelena calló al darse cuenta que no tenía forma de hacerle entender lo que ella experimentaba al estar cerca de bestias o demonios, sin narrarle los episodios trágicos que había vivido con ellos.A ese sujeto no lo conocía de nada y si estaba relacionado con los seres que asesinaron a su padre, no confiaría en él.El hombre la observó con curiosidad.—¿A qué te refieres con que no me presientes?—Mejor olvídalo —dijo nerviosa e intentó abrir la puerta, pero esta no cedió—. Déjame ir, ya tienes lo que querías.Comenzó a forcejear, sacudiendo el pomo para romper la cerradura.Él la tomó por los hombros y aplicó un poco de fuerza para girarla y estamparla contra la madera, golpeando con un puño junto a su cabeza y mostrándole los dientes.Por esa proximidad, ella notó que sus colmillos eran más grandes de lo normal.Yelena se asustó y dejó caer al suelo las botas y la parka. El rostro duro del hombre, marcado por facciones varoniles y cicatrices, se hallaba a poca distancia del de ella.
Yelena se asomó a la ventana descubriendo que se hallaba en un quinto piso y en un distrito que desconocía, poblado solo por edificios residenciales y algunos pocos comercios.No nevaba, pero las calles estaban cubiertas por una gruesa capa de nieve y escasos transeúntes pasaban con rapidez apretujados en sus abrigos.Si el tipo con el que estaba no fuese una bestia infernal, o parte de ella, abriría la ventana y gritaría a todo pulmón que la habían secuestrado.Alguien podría oírla y haría algo por ayudarla, pero si se atrevía, antes de que terminara de decir alguna frase de auxilio, el sujeto la silenciaría y la haría trocitos.Respiró hondo y se giró para mirar con enfado la puerta del baño. Él seguía encerrado, tal vez, aliviando la enorme erección que tenía.—Jódete, imbécil —masculló y alzó el dedo corazón de una de sus manos hacia él antes de dirigirse a la entrada de la habitación e intentar abrirla de nuevo.Nada. De alguna manera aquel miserable con sus poderes mentales habí
—¿Inventaste todo eso con el apoyo del gobierno? ¡¿Y para asesinar a cazadores?!—No para asesinarlos, para atraerlos —expuso con agotamiento y se recostó en la silla con semblante exhausto.—Esa bestia iba a matar a quien se acercara. ¡Intentó matarme!—Yo no lo iba a permitir, como evidentemente lo hice. Sabía cómo dominarla.—¿Pero… por qué lo hiciste? —preguntó contrariada.—Ya te lo dije, para atraer a los cazadores. Necesito información sobre uno de ellos, pero justo me quedo con la que no pertenece al gremio y no sabe nada de nada —destacó con amargura y desvió su atención hacia un costado de la habitación sumergiéndose un instante en sus pensamientos, antes de traspasarla con una mirada irritada—. Si no hubieses estado allí, molestando con tus ruidos, habría atrapado al otro cazador.Yelena se irguió, molesta por su insolencia.—Tampoco hubieses obtenido nada de ese otro tipo —dijo con arrogancia.—¿Por qué? ¿Sabes quién era?—No. Lo encontré afuera y no me dijo su nombre, sol
Drake se acercó a la ventana y la abrió para revisar el exterior. Una ráfaga de viento helado entró con algo de la escarcha de nieve que se hallaba en el alfeizar.—¡¿Qué piensas hacer?! —preguntó Yelena alarmada y mientras terminaba de ponerse las botas y corría hacia su parka para no congelarse.Sabía que él podía saltar hacia el exterior con ayuda de sus capacidades sobrenaturales, pero ella no tenía más opción que enfrentar a los demonios que se acercaban.—Apúrate y ven —ordenó Drake y subió al alfeizar de la ventana quedando agachado y con la mitad del cuerpo afuera.—¡¿Qué?! Estás demente. Yo no iré…Cerró la boca al experimentar un estremecimiento poderoso que le dejó toda la piel erizada. Se giró hacia la puerta de entrada, sabiendo que tres demonios ya estaban cerca de la habitación y pronto derrumbarían la puerta.—Si no vienes ahora, te matarán —advirtió con enfado.—No les he hecho nada —expuso nerviosa y encarándolo. Sus ojos brillaban por el miedo, era consiente que los
—¿Puedes llevarme?Drake respiró hondo y se irguió apretando la mandíbula para controlar el enfado.—¿Cuánto tiempo te dieron? —inquirió, sabiendo que se trataba de una exigencia hecha por algún demonio que pretendía divertirse a costa de ella.El monte Urales era una de las zonas de contención donde los demonios habían sido recluidos. En sus montañas más alejadas solo había seres infernales.Yelena dudó un instante, pero había querido trabajar como cazadora independiente para reunir dinero y pagar a un brujo por una herramienta de teletransportación que le permitiera llegar pronto al monte Urales, donde tenía que cumplir la absurda misión que le había dejado la demonio de la lujuria que tenía secuestrada a su hermana.Hacerlo por la vía normal le llevaría muchos días de viaje, con varias paradas que significarían más dinero del que le costaría una herramienta mágica, ya que ningún transporte la llevaría directo al «Paso del diablo».Aquel lugar era una peligrosa ladera ubicada en Kho
La conversación de ambos fue interrumpida por un golpeteo en la puerta. Yelena se tensó y, aunque no sintió la presencia de demonios, igual corrió para ocultarse tras Drake.—Entra —anunció él, ignorando la preocupación de ella mientras terminaba de tomarse el whisky y dejaba el vaso en la mesa.Un sujeto de unos setenta años, delgado, pálido y vestido con elegancia, abrió la puerta y pasó a la sala.Se detuvo muy recto cerca de la entrada, manteniendo un rostro inexpresivo, pero con una mirada amenazante puesta en la extraña mujer que acompañaba a su jefe.—Señor Dewhorn, bienvenido. ¿Comerá en casa?Yelena lo observó con extrañeza, imaginando que sería un mayordomo. El sujeto poseía un marcado acento inglés.—Ya almorcé, Frederick. Para la cena la señorita estará conmigo —mencionó, tratando de señalar a la joven que seguía escondida tras su espalda—, y prepara una habitación para ella.—Así será, señor —respondió el mayordomo antes de hacer una venia, dar media vuelta y marcharse.A
—Si te lo hubieses llevado a él ahora podrías estar con el cazador que buscas y no aquí perdiendo el tiempo conmigo —expresó con desagrado para recuperar la cordura.No quería volverse blanda con él y la ira siempre la había ayudado a pensar con la cabeza fría.—Las cosas no son tan fáciles —aclaró Drake mostrándose también enfadado. El cambiante temperamento de esa joven le hacía hervir la sangre—. Y no te traje aquí con intención de perder el tiempo contigo.Yelena quedó lívida ante sus palabras, aunque se sorprendió al verlo a él más afectado.Drake apoyó los codos en las rodillas y se frotó el rostro con ambas manos mientras gruñía, parecía molesto por lo que había expresado.—Escucha —comenzó, algo incómodo—, intentemos relajarnos hoy. Mañana tendremos que asistir a un evento donde nos toparemos con el cazador, habrá mucha gente y eso me pone nervioso. Ya resolví todo el tema de las reservaciones y nuestra estadía. Además, le escribí a una persona de mi confianza por el tema del
Para Yelena, aquella mansión no solo era inmensa, sino que contaba con un sistema de seguridad impresionante.En cada pasillo había cámaras de seguridad y las ventanas estaban reforzadas con sensores de movimiento.Para entrar a un área determinada, las puertas solo se abrían con reconocimiento dactilar.Frederick la había acercado a un panel donde le realizaron un escaneo. Según le explicó el mayordomo, era una forma de etiquetar su presencia para que los sensores no activaran las alarmas si a ella se le ocurría salir a caminar por la casa.—¿Qué ocurre si se activan las alarmas? —preguntó una vez que culminó su escaneo.—Se pone en marcha un protocolo de seguridad. Cada una de las salidas es sellada, tanto puertas como ventanas, las luces pasan a ser infrarrojas y se encienden los sistemas de defensa.—¿Sistemas de defensa? —quiso saber, asombrada.—No puedo hablarle de ellos, señorita —se disculpó el hombre retomando el camino hacia la habitación—. Solo le recomiendo que en caso de