Al regresar a su casa se topó con una visita no esperada. En la entrada estaba aparcado el auto de su padre.Corrió al interior, pero solo llegó al porche. El hombre ya salía acompañado de un sujeto vestido de traje y con unos poblados bigotes acentuados en su rostro delgado. Se trataba de su abogado Douglas Herrera.Malena los seguía de cerca, con el rostro ajado por el enojo.—¡Papá! —lo saludó al llegar junto a él.El hombre la tomó por el codo y la apartó hacia un rincón del jardín con rudeza, para hablar con ella de manera confidencial.—Le dejé a Tomás Reyes una propuesta muy jugosa —le notificó y lanzó una mirada precavida hacia Malena, que se había quedado junto al abogado en medio del jardín y miraba la escena con desconfianza.—¿Una propuesta?—No podemos permitir que se niegue. Si firma hoy mismo, mañana dejará la casa.Jimena arrugó el ceño, ¿con quién pensaba Rodrigo Luna que trataba?Tomás Reyes no parecía ser un hombre que se vendiera por unas pocas monedas.—No creo qu
El cielo estaba cubierto por una espesa capa de nubes grises, tan apretadas entre sí que parecían gruesas motas de algodón amontonadas dentro de un recipiente estrecho.Cada cierto tiempo podían divisarse rayos surcándolas. El sonido atronador que los acompañaba le erizaba la piel a Jimena. Nunca había temido a una tormenta, pero vivirlas en aquel lugar era diferente.La casa estaba ubicada en la cima de una colina. El horizonte despejado a su alrededor permitía el avance indetenible del viento que se estrellaba contra los cristales de las ventanas cerradas haciendo estremecer las bisagras.«Esta casa es tan resistente como un poderoso rascacielos», comentó Malena para tranquilizarla antes de encerrarse en su habitación con Goyo.Ninguno de ellos estaba inquieto por la pronta llegada de la tormenta. Llevaban años en ese hogar y atravesaban situaciones similares cada año, o tal vez, peores. Pero para ella era una experiencia nueva que superaba sus expectativas.Resignada a no dormir es
Llegado el domingo, David procuraba tomar todo lo que necesitaba para realizar la excursión de senderismo en la que se había anotado con Jimena, al tiempo que esquivaba el acoso de Amanda.La mujer sabía desde el día anterior que él pretendía realizar solo una caminata por las montañas, como en ocasiones acostumbraba.Quería asentar las ideas en medio de la tranquilidad que le aportaba la naturaleza y así diseñar proyectos más efectivos.—Te prometo que no seré una molestia para ti —expuso la rubia en un intento por convencerlo de que la llevara.Ansiaba pasar el mayor tiempo posible junto a él. Pero David en esa región se le presentaba más escurridizo de lo normal.Las incontables veces en que lo había visitado en Londres, él le respondía con mayor calidez, aunque nunca logró que fuera totalmente cariñoso con ella.—Ya te lo expliqué, Amanda. Si hago esta actividad es para buscar soledad.La mujer se detuvo en medio de la habitación con los brazos cruzados en el pecho y con un pucher
—En 1843 los primeros colonos llegaron a estas tierras provenientes de pueblos de la Selva Negra, al suroeste de Alemania. Se mantuvieron durante años aislados del resto del país, lo que les permitió conservar sus tradiciones como su lengua: el badischen (dialecto de Baden), sus comidas, fiestas, vestimentas y bailes.Narraba con soltura Diógenes mientras los excursionistas admiraban los alrededores del pueblo asentado sobre un terreno accidentado, que seguía el irregular contorno de la montaña.—La aventura comenzó el 18 de Diciembre de 1842, cuando llegaron a pie al río Rin, para tomar unas barcazas que los llevó al puerto fluvial francés de Estrasburgo —continuó—. Al llegar allí recorrieron a pié el largo camino invernal del norte de Francia por veintiún días, hasta llegar al puerto Le Havre y tomar el 19 de enero de 1843 la fragata francesa Clemente, trayéndose consigo una imagen de San Martín de Tours, patrono de los viajeros, que es la que actualmente se encuentra en la Iglesia
Minutos después, cuando los turistas ya estuvieron satisfechos, el grupo siguió su camino.Andaría un poco más por la selva hasta llegar al rústico, que los esperaba en un punto cercano, y luego los trasladaría a un parador turístico donde se encontraba un mirador que ofrecía una hermosa vista de las montañas y del pueblo, así como diversos puestos de comidas, dulces y regalos.Finalmente visitarían una fábrica de vinos, donde conocerían cada uno de los procesos de su elaboración.Pero, como lo habían acordado, David y Jimena se quedaron allí. Él estaba muy familiarizado con la zona. En el pasado había trabajado como guía para la empresa de Elías y podía llegar sin inconvenientes al parador turístico a pie.En ese lugar paraban unos jeeps que servían de transporte público y los trasladarían al pueblo.Al marcharse el grupo, David se acercó a Jimena. La joven se hallaba sentada sobre una de las raíces y acariciaba con devoción un tallado que se encontraba en una de ellas.—Aunque ese t
Después del beso, se quedaron un rato más cerca del gran cedro. Inspeccionaron la zona con intención de conocer la vegetación y la fauna.Jimena escuchaba complacida las explicaciones de David sobre cada cosa que descubrían, al tiempo que compartían sensuales caricias y besos arrebatados.El nivel de paz y felicidad que ambos experimentaban en aquel lugar los tenía caminando sobre nubes.Sin prisa se dirigieron, tomados de la mano, hacia el parador turístico. Disfrutaban del paisaje, de las vistas que se presentaban al llegar a alguna colina y de los pequeños riachuelos.Almorzaron salchichas de Nuremberg con pan tovareño y repollo blanco macerado al vino, una de las tantas exquisiteces tradicionales de la región, para luego dirigirse al pueblo, donde la dura realidad los esperaba con los brazos abiertos.Se despidieron en medio de un tenso silencio antes de cruzar el arco que daba entrada a la Colonia Tovar, con besos y miradas cargadas de anhelos y súplicas.Luego cada quien tomó su
Por un par de semanas esas escapadas le sirvieron para desahogar sus ansias, pero el pueblo era muy pequeño para que pasara desapercibida su relación, ellos lo sabían.Sin embargo, no querían atormentarse aún con los problemas que podían crearse, sino vivir el momento, antes de que la tranquilidad llegara a su fin.En una oportunidad acompañaron a Elías Hamed a Puerto Maya, un pueblo pesquero cercano a la Colonia Tovar y perteneciente a las costas del estado Aragua.Destino que la empresa de turismo quería ofrecer en un paquete promocional más completo, que no solo incluyera una visita de una tarde, sino la posibilidad de hospedaje y con diversiones adicionales.Elías necesitaba planificar con el dueño de una de las posadas de la zona los costos de esas excursiones y la forma en que compartirían las ganancias.Salieron de la Colonia una mañana fría arropados por una cortina de suave neblina. Se internaron por la montaña sobre uno de los vehículos de doble tracción de la empresa de tur
Con ayuda de una rodilla David le abrió las piernas e introdujo su mano para alcanzar su intimidad.—Ohhh, esto va estar muy bueno —declaró al sentirla resbaladiza, y sumergió la lengua dentro de la boca femenina.Jimena se rindió al oleaje de emociones que se desató en su interior. Rodeó el cuello de David con los brazos para sostenerse y abrió aún más las piernas, permitió que él apartara la tela del bikini y la poseyera allí, de una sola estocada.Sus frentes se unieron mientras sus cuerpos danzaban en un ritmo frenético bajo el agua, que ahora se sentía cálida. Se entregaron sin reservas, olvidándose por completo de los alrededores, del mundo y de ellos mismos.Ella se arqueó embriagada por el placer, lo que le concedió a él una oportunidad para alcanzar con la boca sus senos.Le apartó la tela del traje de baño y succionó con hambre la punta erguida de uno de sus pezones. Lo frotó con la lengua, al tiempo que se empuñaba más a ella hasta hacerla lloriquear y pedirle más.La implo