Emily Gold estaba a punto de casarse. Claro que aquella boda no era real, pero se llevaba a cabo para que ella, pudiese escapar de su madre. Una de esas mujeres que no se le desean ni al peor de nuestros enemigos y no exageraba ya que su relación nunca había sido buena, para ella siempre fue un estorbo, una criatura que nació solamente para incomodarla. Y no es que se sintiera triste, de verdad que no, porque una persona no podía realmente extrañar aquello que nunca había tenido así que vivir lejos de ella y de sus tratos déspotas, sería increíble.
Emi era hija única, su papá la amaba pero no la amaba, es decir, un padre amoroso jamás permitiría que su pequeñita sufriera tanto a manos de la persona que, en teoría, debería de amarla. Y él, estaba tan enamorado de su esposa que entonces, se hacía de la vista gorda ante los horrores que Emi vivía. Pero no todo era completamente malo, pues contaba con el apoyo de su abuelito, August. Pero aunque lo amaba, si se permitía ser honesta, no era suficiente para quedarse en casa ya que su querido viejito, ni siquiera vivía con ellos.
Lo único malo de todo aquello era que su abuelito, no soportaba a su prometido, y eso que Michael era un verdadero encanto. De ahí que no estuviese muy animada en ese sentido, porque una vez que uniera su vida a Michael, no vería tanto al abuelo salvo, que fuese a visitarlo sola, porque en teoría, todos pensaban que aquel matrimonio era real.
La cosa es que solo Emi, podía crearse situaciones tan complejas, pues Michael no era solo su amigo, sino que a la vez, era uno de los mejores amigos del hombre al que ella amaba con todo su corazón y con el cual nunca podría casarse.
No es que no lo hubiese intentado, ¡santo Dios! Si no existía una sola persona en su círculo cercano, que no fuese consciente de la campaña de acoso que había mantenido para llegar al corazón de Alec Dracul. Y este, había dejado muy en claro, que no la veía más que como a un pequeño marimacho y que además nunca estaría a la altura de su apellido y de su mundo.
¡Idiota, pomposo, engreído!
Solo porque tenía un apellido realmente famoso, no significaba que fuese mejor que ella.
Y claro que el rechazo le dolió, no solo en su amor propio pues trajo a flote todas sus inseguridades, sino porque de verdad lo amaba. No entendía bien que fuerza de la naturaleza, la hacía querer estar con él sí o sí.Y cada vez que pensaba en el apellido Dracul, fantaseaba con que Alec era un vampiro que veía en ella a su compañera predestinada. Y la culpa de todos aquellos pensamientos infantiles la tenía no solo el apellido de su amado, sino las emociones tan dramáticas que tenía por él.
Las novelas de fantasía describían la unión de compañeros como una necesidad imperiosa de estar con el otro, como una quemazón que la atacaba y quería consumir. Y aquello definía a la perfección lo que sucedía en su corazón.Pero él no era un vampiro y ella, solo era una mocosa hormonal.
A su favor, y para salvaguardar algo de su honor, parte de la culpa la había tenido Alec, porque por meses le dijo palabras bonitas, la hizo creer que la amaba, le dijo que pasarían la vida juntos y por alguna extraña razón, la noche en la que supuestamente iba a proponerle matrimonio, se dedicó a humillarla.
Después de eso y aunque coincidieron en diferentes actividades pues la familia Dracul era dueña de la empresa en la que trabajaba su padre, la relación entre ambos se volvió fría. Y cuando se daba cuenta de que él la observaba, Emi notaba que Alec parecía triste pero no volvería a buscarlo, había aprendido por las malas.Pero retomando el tema de la boda, ni Alec ni nadie podría decir que Michael era un amigo desleal ya que la enamorada había sido ella y no Dracul, además, tanto Emi como Michael tenían situaciones que ameritaban conseguir una boda.
La de él, si se quería era más compleja.
Su padre estaba a punto de morir y su último deseo era el de verlo casado y Michael era gay, no se atrevía a decirle la verdad y por eso, estaban a punto de “unirse” en sagrado matrimonio.
La noche anterior mientras cenaba con Michael, charlaron sobre la boda. Jack Gold no estaba realmente convencido de que aquello fuese en verdad cierto así que solo tenían una opción.—Llámalo, Emi.
—¿Has perdido la cabeza? Alec me masticará y luego me escupirá viva, es un hombre con el que definitivamente no quiero meterme, han pasado años desde que charlamos. —Créeme que es necesario. —No va a importarle. —¿Estás segura? Lo conozco y sé que llamará a tu padre, y recuerda que lo que buscamos es darle más realismo a nuestra sagrada unión. —No quiero.Michael se acercó a ella y tras ayudarla a ponerse de pie la estrechó entre sus brazos. La amaba, era muy importante en su vida aunque había luchado para que no fuera así.
—Sé que te aterra el que te diga que no le importa.
—Eso sería lo mejor. —Sigues soltera porque le entregaste tu corazón. —Michael… —Si Alec te dice que le da igual, te romperá en pedazos de nuevo y lo mataré. Sé lo que esta llamada significará para ti y lo lamento, pero si no fuese necesario, no te lo mencionaría. —De acuerdo, pero no le diré sobre mi secreto, sobre lo que me sucedió de niña. —Mira, por más que me siento alagado de saberlo, creo que si él acaba siendo algo más que un conocido, debería saberlo. —Maté a varios hombres. —No, eras una bebé de menos de seis años, que fue vendida por tu madre, y que, por alguna cosa rara de la vida, tenía poderes raros y sus atacantes murieron calcinados. —Es muy raro. —Mira, que seas rara significa que aceptarás las rarezas de Alec. —¿Rarezas? —Él mismo te lo dirá.Emi pasó la noche en vela, mirando fijamente el techo. Compartía la misma opinión de Michael sobre esa llamada pero sus manos temblaban tanto que apenas si podía sostener el teléfono.
Llamar a Alec Dracul para informarle de la boda, era una cosa rara, meditaba mientras consideraba la posibilidad de no hacerlo. En teoría, —una que ella tenía completamente clara —, no debería interesarle lo que pensaba, pero por otro lado, ansiaba saber si él del todo, no estaba interesado en ella.
Era algo similar a tener un diablito bueno en un hombro y un angelito en el otro. Claro que le dolería descubrir que le valía un kilo de chorizo el que ella estuviese a punto de casarse, pero por otro lado sería algo bueno, glorioso, maravilloso, descubrir que la amaba con locura y que al enterarse enloquecería por haber sido un idiota con ella.
Así que era un juego peligroso, con dos únicas posibilidades. Y no es que si este le dijera que la amaba, pensase en suspender todo, pero sería una especie de victoria personal.
Imaginarlo sufriendo resultaba demasiado agradable. ¡Ojalá llorara al menos la cuarta parte de lo que ella lloró aquella noche!Y bueno, las posibilidades de que sufriera, de acuerdo con Michael, eran fuertes, y su amigo no consideraba que hacer aquello estuviese mal, ya que estaba bastante intrigado, pues tampoco entendía cómo había podido tratarla tan mal, y luego, pasar los días hablando de ella con amor. Y lo conocía bien, Alec era un hombre misterioso, posesivo y cínico, que nada más terminar la charla con ella, llamaría deprisa a su padre para corroborar que era cierto todo eso de su matrimonio.
¡Y lo que ella daría por verle la cara!
Si Emi se basaba en lo que conocía de él, actuaría posesivo. Porque lo era, si un hombre la miraba, Alec gruñía, si un socio de la empresa la miraba, gruñía, era como de la línea: Ni mía ni de nadie.
¿Cómo acabó conociéndolo? La familia Dracul poseía una empresa de importaciones en la que Jack, el padre de Emi era uno de los socios mayoritarios, y Dracul, empezó a participar de forma activa hasta más o menos la época en que Emi cumplió dieciséis años.Alec en aquel momento no parecía mayor de veinticinco años y contrario a lo que pensó pues era bastante insegura, cuando lo vio en la oficina de su padre, mostró un abierto interés hacia ella. Y aunque nunca dio un paso más allá de su posición rígida y fría, su mirada la seguía por todas partes.
Pero lo suyo en definitiva, —se repetía Emi una y otra vez, durante cada segundo de su día—, era simplemente un enamoramiento adolescente. Porque era risible tan siquiera considerar la posibilidad de que Alec le pidiera matrimonio algún día.
No ayudaba a que la viese como una posible candidata a esposa, el que al inicio actuase como una adolescente hormonal, ¡pero es que era una adolescente hormonal!
Y como tal, se aseguraba de estar en la oficina apenas acababa sus clases en casa, pues no asistía al colegio, sino que tenía tutores. En más de una ocasión, se quedaba dormida en el sofá de la oficina de Jack y al despertar se encontraba con alguna manta encima y con un café y pastelillos en la mesita frente a ella.
Pensaba que era su papá hasta que un día abrió los ojos apenas sintió que la cubrían y encontró a Alec a su lado. Después de saberse descubierto siempre le daba miradas llenas de promesas de amor y contra todo lo que creyó, cuando alcanzó la mayoría de edad le confesó que la amaba y salieron varias veces.
La noche en que iba a pedirle matrimonio o al menos entendió eso por las cosas que le dijo, todo acabó mal. Pero es que de verdad, que le hizo creer que aquella noche se convertiría en su prometida.
¡Vaya fiasco! Y lo recordaba con total claridad pues aún le generaba dolor e ira. El día anterior a la cita, le dijo que empezarían una vida distinta, que estarían juntos durante la eternidad.
Y no es que malinterpretara sus palabras, ¿Porque qué otro significado podrían tener?Aquella fue la primera vez en su vida, que se arregló de forma femenina, quería mostrarle que era algo más que la joven de zapatillas deportivas.
¡Cuan idiota fue!Tras esperarlo de forma tan ansiosa que parecía como si estuviese por darle un ataque cardiaco, este llegó a su casa. Jack abrió la puerta e intercambió algunas palabras con Alec y por el lenguaje corporal de ambos, Emi supo que no había sido algo agradable. En el auto, Alec iba en silencio y sus manos, agarraban con fiereza el volante mientras líneas de tensión surcaban su rostro, por lo que en definitiva fue un viaje incómodo. Aquella, había sido una advertencia de que las cosas no acabarían bien. ¡Y como lamentó el haber ignorado a esa vocecilla interna!
En fin, aquella noche en que se sentía toda una princesa y que incluso, había decidido que lo femenino sí le sentaba bien, Alec no le dijo nada. No es que esperara horas y horas de un inagotable discurso sobre su exquisita belleza, pero anhelaba al menos algún tipo de comentario agradable sobre su vestido o su maquillaje, pero solo recibió un silencio tan frío, que parecía capaz de helarle la sangre. Realmente quería pedirle que detuviera el auto para subirse a un taxi y regresar a casa, pero era joven e ingenua. Su corazón pesaba más que la razón y ahora sabía que no debió ser así. Al llegar al restaurante bajó sin esperar por ella, lo que incluso sorprendió al joven que aguardaba para estacionar el auto. Y en su mirada vio la clase de pena y compasión que sentimos al mirar a una mujer agredida por su esposo. O a un cachorrito herido.Emi le dio alcance cuando ya estaba sentado en la mesa y aguardó en silencio, porque de verdad que no entendía que había sucedido para que cambia
Le preguntó después de que el médico le diera dos puntadas en la nuca, ¡cómo si realmente le importara!, y honestamente podría haberle respondido con una buena grosería, pero no estaba enojada sino dolida. Y él lo notó, la derrota en la mirada de Emi dejó en claro que tan profundo la había herido. Y sus siguientes palabras marcaron la línea que acabó con cualquier tipo de interacción entre ambos. —¡Hasta aquí llegué! —Emi, debes calmarte. —No tenías derecho a herirme como lo has hecho, pero no debo preocuparme de que suceda de nuevo pues nunca más, me pondrás en una situación tan humillante como la de hoy. —No es lo que parece. No quiero dejarte, me preocupa que cometas alguna locura. —¿Realmente piensas que debido a ti, podría cometer suicidio? ¡Pero que ego tan grande el que tienes, Alec! Además, creo que has dejado en claro que nada de lo que tenga que ver conmigo, es realmente de tú incumbencia. —Pequeña… —Ya lo entendí, ¿de acuerdo? He sido majadera, insistente y m
Definitivamente, Alec sabía cómo joderle las cosas. Eso que le dijo sonaba como a una rara y retorcida declaración romántica y no podía ser. No cuando Michael y ella, estaban a punto de concretar lo que se habían propuesto.Alec Dracul no tenía derecho a reaparecer en su vida y desorganizarla toda. No de nuevo. ¿Y qué demonios se suponía que era? ¿un caniche? —Sí Emily, nada nos separará ya. Es momento de que sea el hombre que mereces y vaya contra quien sea con tal de tenerte conmigo. Ok, antes de llamar supo que, en definitiva, no sería fácil decirle, pero sin embargo de todos los posibles escenarios que pasaron por su mente, tenerlo de visita en Boston no era uno de ellos, y el escucharlo en modo amante intenso, menos. Alec en definitiva sabía cómo complicarle las cosas. —Mal momento para esto, Alec, porque tengo en marcha planes importantes y estos no te incluyen. —Suenas distinta, menos chiquilla. —Claro que sueno menos como aquella chiquilla de la que te reíste. Crecí
El silencio que le siguió al anuncio de Emi pareció eterno. ¿Cortaría la llamada? Arrullada por los segundos silenciosos tras semejante bomba atómica, se permitió reír un poco, porque aquello le mostraba a Alec que ella, no estaba decidida a pasar su vida esperando por él.Algo que le quedaba claro es que en el fondo Alec seguía siendo el mismo y la hacía sentir que lo que él no toleraba era la pérdida de control. Sin embargo, debía recordar que ya no era aquella chiquilla adolescente que jugaba al futbol, sino que se había convertido en una pintora de renombre, con su propia identidad. Nada de lo que él le dijera debía lastimarla, no podía darle ese nivel de poder. Claro que no es que se codeara con sus clientes, ni que asistiera a las exposiciones. Tenía para eso a una buena amiga que era quien la representaba pues era realmente feliz evitando a la gente. —¿Tú boda? ¿De qué mierdas hablas? —¡Esa boca, Alec! No puedo creer que un hombre con clase hable peor que esta mujer sin ele
¿Podría estar hablando seriamente o era una forma de manipularla para que creyera lo que decía? Pues le resultaba difícil imaginar que pudiera ser tan mezquino, aunque realmente no lo conocía. —¿Hablas en serio? —Así mismo. —¿Por qué eres tan extremista? —He cargado con demasiadas responsabilidades Emily, mismas que se me impusieron debido a mis deberes reales. Perdí… te perdí debido a lo que tenía que hacer, pero lo que tengo ahora, el poder y la posición que ahora están en mí vida, los he conseguido para que nadie pueda decirme que hacer, y ahora que estoy listo iré por ti. —¡Qué buen bromista eres, Alec Dracul! —Malditos mis deberes reales, maldito este trono. —¿Deberes reales, trono?, con todas esas cosas que me dices, suenas como un idiota. Alec, si me pediste honestidad espero que me la des también. Lo que hiciste aquella noche fue mostrarme lo que realmente sentías por mí y ahora, lo que sucede es que te pesa la consciencia. —Hay tanto que no comprendes aún, pero
Escucharlo decir aquello fue raro, porque aunque debió indignarse, su primer pensamiento fue bastante morboso. Su experiencia con el sexo opuesto era nula, así que sonrojarse fue inevitable.—No hablas en serio. —Totalmente en serio Emi. Estás destinada a liderar conmigo en mí mundo. Serás una reina y tendrás todo aquello que quieras. —Porque por supuesto, piensas que lo material va antes que lo emocional. —¿No es así? Cuando tienes el poder que tengo yo, te acostumbras a disfrutar de lo material, de lo contrario la vida se vuelve monótona. Alec no parecía mentir, ¿de verdad era tan poderoso? De todas formas, conforme avanzaba la llamada, Emi descubrió que sus emociones no eran ya las mismas que de chiquilla, él no era ni de cerca, el príncipe azul de sus fantasías infantiles.No es que no lo amasé, pero el Alec de ahora, ese tan lleno de posesividad, sensualidad y egocentrismo, le generaba bastante curiosidad, y no resultaba difícil cerrar los ojos y pensar en él ya no como n
—¿Qué él hizo qué? —Me dijo que fue a verte, a exigirte que dejaras de alimentar mis esperanzas, que no me hicieras creer que teníamos un futuro juntos. —Tu papá… ¡ese maldito mentiroso tergiversó todo! —¿Lo hizo? Según recuerdo de forma nítida, papá charló contigo, le dijiste que solo era una chiquilla para pasar el rato, que mi falta de feminidad no me serviría en tú vida. —¡Por Dios! Nunca le dije eso, cariño. —Estuve molesta con él, creí que me mentía y furiosa le pedí que no se metiera. Pero cuando esa noche me dijiste las mismas cosas supe que papá había sido honesto. —Por mí vida Emi, te juro que la charla que sostuve con tú padre fue distinta. Le dije que te amaba y me pidió que me mantuviera lejos de ti. Me dijo que, si te unías a mí, ibas a arruinar tú vida. Aquella noche iba a pedirte matrimonio, pero esa charla la mantuve esa misma tarde. —Mientes. —Tú padre me dijo que eras hombruna, que no sabías cocinar y que no serías apropiada y lamentablemente usé esas
Alec estaba tan molesto que su familia pudo percibir su enfado, a través del vínculo familiar.𝘈𝘭𝘦𝘤…𝘎𝘢𝘣𝘦, 𝘭𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥𝘰.La familia Dracul estaba compuesta por siete. Sus padres Vlad y Justina Dracul, su tío Radu, su gemelo Korvoz, Alexander quien fungía como ejecutor y Gabe, el más joven.De los cuatro hermanos solo Alec había encontrado a su compañera y sabía que ellos anhelaban lo mismo.𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴.𝘌𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘮𝘢𝘭, 𝘥𝘪𝘮𝘦 𝘴𝘪 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳𝘵𝘦.𝘌𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘯̃𝘦𝘳𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘷𝘢𝘯 𝘣𝘪𝘦𝘯.𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘭𝘰, 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘢𝘴 𝘧𝘦𝘭𝘪𝘻.¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘟𝘢𝘯𝘥𝘦𝘳?𝘚𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘯 𝘴𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰. 𝘋𝘦𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰𝘴. 𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘭𝘰 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘦.𝘖 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘢 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘯̃𝘦𝘳𝘢.𝘊𝘳𝘦𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦, 𝘴𝘦́ 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘣?