Capitulo 2

Óscar avanzó sin dejar de mirar lo que la escena visual le ofrecía. Trató de caminar al mismo ritmo que su colega pero se estaba quedando rezagado.

—Por favor apresúrese, esta paciente lo necesita más.

—Si, claro ya voy.—Se despejó para entrar en razón y avanzar más rápido, sabía que las primeras horas siempre eran de vital importancia para cualquier caso.

Al poco tiempo llegaron a la habitación y entraron después de sanitizarse.

—Mire doctor, es ella.—Dijo mientras señalaba con su mano en dirección a la paciente.—Lleva 20 minutos en la habitación y no ha tenido mejora. Los paramédicos reportaron que al llegar ya estaba inconsciente.

Óscar se acercó a ella poniéndose sus guantes de látex y comenzó a observar con detenimiento.

—Parece ser un episodio previo a la muerte cerebral—No dejaba de verla mientras se acercaba.—Debió haber recibido un fuerte golpe en la cabeza que desconectó varias de las funciones, me sorprende que aún esté respirando.

—Al analizar, también me percaté de varios golpes en zonas vitales y como usted dice la cabeza fue la más afectada.—Habló el médico muy impaciente.—Es como si estuviera muerta pero sus pulmones no dejan de producir aire. Está conectada a la máquina de oxígeno para evitar cualquier sorpresa pero no ha tenido ningún paro respiratorio.

—Eso es sorprendente, quizá los nervios de la zona no se hayan afectado haciendo las órdenes habituales, eso sucede en algunos casos aunque el cerebro ya no dirija las cosas pero tarde o temprano los nervios dejarán de emitir esa señal.—Su expresión había cambiado profundamente al mirarle.—Es una chica muy joven, es una lástima que esté en esa situación.—Suspiró y miró a su colega.—Mi consejo es que necesitamos hacer una cirugía de emergencia para tratar de reactivar su cerebro. Darle algunos estímulos de manera eléctrica y esperar que pueda responder. ¿Han hecho estudios para ver si no hay hemorrágia cerebral?

—Aún no, nuestra prioridad fue traerla aquí para evitar que dejara de respirar.—Respndió con el mismo tono acelerado.—Además esto no es lo único extraño en el caso, doctor.

—¿Qué otro síntoma han notado entonces?—Preguntó muy curioso y aún analizando a la paciente.

—Su puño estaba cerrado y aún tenía mucha fuerza, se oponía a soltarlo,—Señaló la mano de la jóven—cuándo lo abrimos para analizar.

El médico Juan era un especialista con muchos más años de trabajo en el hospital que Óscar, pero al pertenecer a ramos distintos se complementaban sus conocimientos. Juan era del tipo de médicos que jamás se negaban algo sus pacientes, podía pasar horas y horas estudiando un caso y jamás decía que no cuando alguien le pedía algo. Un hombre de 59 años, ya con muy poco cabello y el que tenía era de color blanco. De mediana estatura y con facciones nobles, se había convertido en uno de los médicos más antiguos de ahí.

—Al inicio pensamos que era un reflejo normal en el cuerpo que se quedó latente al ver el impacto, ya sabe, al sentir que chocamos, el cuerpo se contrae y cerramos los puños al elevar las manos en señal de defensa. Este síntoma es muy común, sin embargo cuando son traídos aquí es muy fácil desdoblar sus manos y no presentan resistencia. Esta mujer aún se aferraba a este objeto.—Tomó de su pecho una cadena con una piedra color azúl muy brillante.—Deduje que era algún tipo de símbolo de alguna creencia y se me hizo inhumano quitársela así que la colgué en su pecho. Al inicio pensé igual que usted, que no le quedaba mucho tiempo por eso no le negué ese último deseo.

La sala en la que se encontraban era conocida como sección intensiva. En dicha habitación en su mayoría de los casos se internaban a personas que habían perdido el conocimiento, estados de coma, que no podían respirar, algún tipo de paro, entre otros problemas que ameritaban observación de tiempo completo.

De estos casos muchos se acababan recuperando convirtiéndose en una habitación donde los milagros podían existir. Ambos médicos se habían enfrentado a casos sumamente difíciles que sacaron adelante, por eso ellos nunca daban por perdida una batalla.

En la habitación había muchos aparatos, entre ellos ventiladores para proporcionar oxígeno.

La paciente recién llegada estaba conectada a uno de estos para mantener vivo su cuerpo. También tenía algunas mangueras que le suministraba suero a su cuerpo para alimentarlo y darle la fuerza para poder continuar.

Este lugar estaba en el cuarto piso, podía sentirse mucho frío por ese motivo la presencia de calentadores era muy importante. La luz del sol no podía penetrar tanto a través de las gruesas cortinas azules y blancas que se mantenían cerradas aún de día. El espacio era muy amplio, había un par de camas para recibir a sus pacientes, ambas con el mismo equipo y las mismas características.

—¿Qué opinión tiene, doctor?—El médico Juan estaba ansioso por conocer la opinión de su colega especialista.

Óscar no dijo ni una sola palabra, seguía observando a la mujer. Después de mirar en su cuello la cadena fue el pretexto perfecto para recorrer su mirada al rostro de la paciente.

Al hacerlo pudo deleitarse con un rostro sumamente hermoso a pesar de las heridas. Su principal atractivo eran sus ojos grandes y verdes que tenía. Lo pudo ver a detalle al abrirlos para examinar la pupila, quedó muy sorprendido por su hermosura. El rostro tenía facciones muy finas y nobles, era como ver a un ángel que necesitaba ayuda. Esa vulnerabilidad la hacía ver incluso más atractiva, despertando en él, un sentimiento de querer protegerla y cuidarla. Su mirada la fue bajando aún más llegando a sus labios, rojos y grandes que a pesar de verse deshidratados eran muy seductores. Debajo del cuello pudo ver parte de sus pechos que eran grandes pero no quiso continuar porque su profesionalismo estaba primero.

—No me gusta la situación en la que se encuentra pero aún hay esperanza así que haré todo lo posible por salvarla.—Óscar se había inspirado como hacía mucho tiempo no lo hacía para dejarlo todo en una sanación.—Por favor ayúdeme en la operación, abriré su cabeza y examinaré el cerebro, estoy seguro que habrá algunos nervios que tendré que reconectar.

—¿Está seguro doctor?—Preguntó sorprendido al escuchar su petición.—¿No prefiere hacer más estudios primero?

—Como usted lo ha dicho, no hay tiempo que perder.—Le respondió con un tono muy serio.—Aún presenta signos vitales y no sabemos cuánto tiempo pueda durar así. Tenemos prisa.

—Muy bien. Entonces haré la solicitud para que el quirófano este listo lo antes posible y podamos operarla. ¡Haremos todo lo necesario por salvarla!

—Así es doctor, todo lo posible.

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