Capitulo 5

El hospital seguía siendo un lugar con mucho movimiento que requería la atención de todo el personal que había disponible. Contaba con muchos especialistas, médicos generales, enfermeros y camilleros de sobra pero en situaciones como esas parecía que todo aquello era insuficiente, deseando por momentos que la ayuda llegara y solucionara todo.

La tarde comenzaba a llegar, el cansancio, el llanto, la desesperación y muchas otras cosas hacían acto de presencia mientras avanzaba el reloj.

La cirugía estaba en marcha, Oscar estaba muy concentrado en hacerla mientras gran parte del equipo solo le observaban, se veían muy nerviosos pues la cirugía que estaba intentando no era nada fácil, de hecho era la primera vez que la hacía él y que muchos podrían presenciar. Dicha operación consistía en abrir su cabeza para entrar al cerebro directamente y reconectar los nervios que se habían dañado por el impacto y el golpe en el accidente de tránsito.

Estas maniobras eran tan complejas que el tiempo para llevarlas a cabo era poco. Todos ya estaban mentalizados y acostumbrados a tener este tipo de cansancio y estrés tras duraderas operaciones pero Oscar se veía fresco, motivado por demostrar que era posible lograrlo y así salvar a la paciente. De vez en cuando volteaba para mirarla al rostro y sentir ese deleite que provoca el sentirse atraído por alguien.

Giraba la cabeza para despejarse y no perder la concentración pues un pequeño error le haría fracasar.

—Doctor, ¿se encuentra bien?—Le preguntaba la enfermera al verlo mover la cabeza constantemente. —¿Necesita que le ayudemos con algo?

—No Linda, muchas gracias pero esto lo tengo que hacer yo.—Le respondió sin voltear a verla, simplemente se intuía el motivo.

—Es una operación muy larga, quizá deba descansar un poco o el tedio le puede hacer cometer un error. —Linda era su asistente, una doctora con mucha experiencia también pero que no se había involucrado más que como asistente en aquella operación.

—Te agradezco mucho la preocupación Linda, yo más que nadie conozco los riesgos de esta cirugía y no seré imprudente.—Giró para mirarla.—En el momento que sienta cansancio o que no pueda con algo se los haré saber.

No era raro verlo tan comprometido con una cirugía pero esta vez tenía un brillo en los ojos que le resaltaba demasiado, comparable al que tenía cuando hizo su primera cirugía o al entrar a trabajar el primer día en ese hospital. No se podría decir que estuviera muy emocionado porque no mostraba sonrisa en el rostro debajo de ese cubrebocas. Pero se le veía alegre, su forma de moverse, la mirada e incluso la energía que irradiaba a su alrededor, cualquiera se daría cuenta que estaba de buen humor.

—Es un honor ver a un médico que disfrute tanto de su trabajo y de los retos que este ocasiona.—Continuaba Linda la conversación siguiendo a su lado cruzando los brazos nada más.—Me parece que llevaba tiempo sin verlo disfrutar así doctor, creo que el amor le va bastante bien.

—No sé a qué te refieres esta vez, siempre con tus comentarios constructivos incluso en una cirugía.—Ese comentario le había dado en el clavo. El pensaba que era muy notorio el interés por su paciente así que tuvo que disimular más.

Aunque la doctora se refería al hecho de la tan sonada relación que él tenía con Amanda, siendo incluso en ese momento ignorada. En aquellos instantes no había nada más en su cabeza.

—Pues me refiero a su radiante relación con la doctora Amanda Sandoval, el tener ese aliciente a cualquiera lo motivaría para trabajar así, ¿no?

—Ya sabe que no me gusta meter mi vida personal en la laboral, mi relación con ella es de las puertas del hospital hacia afuera.—Parecía un poco molesto por el comentario.—Dentro solo somos compañeros y colegas.

—Creo que se está sintiendo ofendido por mis palabras y no es mi intención doctor por el contrario, solo intento halagarle.

—El mejor halago que podré recibir será cuando termine con éxito esta operación, ahí incluso les invitaré a festejar.—Tenía la facilidad de hablar mientras seguía agachado haciendo su trabajo en la operación.

Estaba entrando en una zona de vital importancia y aunque era un especialista no se daría el lujo de perder concentración para evitar cualquier error posible.

—Entonces nos iremos preparando porque estoy segura que saldrá excelente esa operación.

Su colega miraba fascinada el pulso que mantenía para realizar el corte perfecto en la cabeza y así poder entrar a la zona cerebral. Las operaciones modernas permitían observar a través de una pequeña cámara lo que había dentro guiándoles en el camino. La tecnología hacía más sencilla las operaciones pero no menos complejas a la hora de depender de la mano humana, la guía servía pero el tener buen pulso, conocimiento de los nervios en este caso, de la estructura del cráneo así como del funcionamiento del cerebro, era parte importante para definirse como un buen doctor. El conocimiento y destreza era algo que la tecnología no podía sustituir.

—El tener tu confianza me da mucha seguridad, ese es el tipo de cosas que se necesitan en estos momentos.

Óscar comenzaba a sudar, el peso que sentía era demasiado, se percató que muchas personas lo estaban mirando muy atentamente, de pronto el personal que se convertiría en su fortaleza y ayuda se convirtió en un obstác*l* para continuar con su trabajo. En esa profesión no debía existir la vergüenza ni tampoco el cohibirse al sentir mirada, pero la mente y el cuerpo humano no están diseñados para soportar tanto y si eso continuaba, seguro iba a explotar.

—Pero por favor, no se me queden viendo así que me desconcentran.

—Lo sentimos mucho doctor, la verdad estamos muy interesados en aprender de sus técnicas y más en una operación tan complicada y rara como esta.—Le respondió el anestesista que estaba en su posición pero muy observador.—Sabemos de la situación pero siempre es buena oportunidad para aprender.

Óscar sonrió y no dijo nada más, era cierto que la manera visual era muy buena maestra y él incluso había aprendido así de algunos doctores.

Resuelta esa situación se dispuso a continuar con la operación concentrándose más y haciendo de cuenta que no estaban los demás. Pidió silencio a cambio de qué pudieran ver la operación.

El equipo era muy profesional así que hizo caso y sólo intervenían para hacer su función. En ese momento comenzaba la etapa crítica y la más pesada de la cirugía.

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