Ciudad de Eugene, Oregón. USA. Isabel Durand, se levantaba todos los días a las seis de la mañana. Salía a correr, dando dos vueltas por el vecindario, se duchaba, se ponía el uniforme y pasaba el resto del día sirviéndole comida chatarra a la gente de caras largas y humor agrio que entraba y salía del restaurante de comida rápida. Llevaba una vida estructurada, de horarios definidos y a pesar de que trabajaba sirviendo hamburguesas y papas fritas, mantenía una dieta vegetariana. Trabajaba un día y descansaba dos, cobraba un sueldo mediocre y aunque sabía que continuar con vida era mucho mejor que estar muerta, su pequeña y rutinaria existencia la estaba asfixiando. Echaba de menos el peligro, echaba de menos la acción y adrenalina del trabajo de campo. Y si era completamente honesta, echaba de menos las folladas bestiales de cierto mafioso ruso. *** En el cubil, las sumisas temblaban de pánico ante la posibilidad de que Eván se interesase por alguna de ellas porque sabían que
Isabel: Huevos revueltos para la mesa doce. Hamburguesas y papas fritas para la cinco. Hotcakes para la mesa diez. Bacon y tostadas para la dos. Soda, agua mineral o café, para acompañar. Todo es un bucles de repetir, repetir y repetir. Despertar, ir a correr en la mañana, tomar una ducha, arreglarme para ir a trabajar, servir, llevar, traer, sonreír, fingir que soy una mujer soltera, contenta con un trabajo mediocre y feliz con un apartamento que es más pequeño que una caja de zapatos. Los días que tengo libres hago la colada, limpio el apartamento y me pongo a estalquear a los Ivanov por Internet. Mis superiores no estuvieron muy contentos con el final de mi misión, estaban hambrientos por la captura de uno de los peces gordos, se suponía que debía permanecer de encubierto por dos años más, ese tiempo me permitiría conocer los negocios de los Ivanov a fondo y poseer toda la info para desmantelarlos desde raíz, pero las cosas se truncaron. Eván me descubrió y todo se fue al
Alexis: Durante un año entero había contenido las ganas de venir corriendo a verla. La italiana... Es hermosa, pequeña, atrayente, incandescente como un rubí en ese vestido rojo. Estaba cambiada. Se la veía fuerte, segura de sí misma, coqueta y sensual.Verla caminar, era verla exudar sensualidad por todos los poros. D’yavol’skiy ital’yanskiy (italiana del demonio) La he visto y me he puesto duro al instante. Lo único que no me gusta de su nuevo aspecto es su cabello. Es apenas una motica rubia, que le da un aspecto de muñequita inocente e indefensa y me hace recordar a Bety Boop. Pero, si algo no es la italiana, es inocente y mucho menos indefensa. El desfile comienza y me mantengo alejado. Tomando nota de sus reacciones. Esperaba que sonriera y riera a carcajadas como siempre lo hacía, sin embargo, recibe los cumplidos y los halagos con un asentimiento y se mantiene en total silencio con una expresión de seriedad que borda en la tristeza. Hace años que ya no es Sofía Viscon
Blanche:Recogiendo mi bolso y saliendo de la sala de reuniones, mi secretaria me informa que no tengo nada más en mi agenda del día.Me marcho de Almaz, tomando mi auto.Es un Audi negro que cumple con mis necesidades, nada que ver con la monstruosidad rosads aquella que el me regaló y que voló en pedazos.Me voy al hotel, dándome un baño de espumas en un intento por calmar mis nervios.No puedo ir allá.No puedo ir allá.Alexis ha de estar vigilándome, si voy allá los descubrirá.Me paseo dentro de mi habitación, retorciendo mis manos nerviosamente.Tres horas después ya estoy histérica.Me visto y bajo al lounge, hay pocas personas alrededor, solo un pequeño grupo conversa y unas pocas parejas bailan bajo la media luz.—Una piña colada con ron, por favor.- pido, y el bartender me sirve.Bebo un sorbo, y un sudor frío me recorre.Se ha sentado a mi lado, a la barra y me contempla con expresión inquisitiva.—¿Ya estás lista para suplicar de rodillas, italiana? Aún estás a tiempo de c
Tres años antes: Al abrir los ojos me sentí débil. Me sentí más débil de lo que me había sentido en toda mi vida. Arrugué el entrecejo y mirando a mi alrededor, noté que me encontraba en mi habitación, en la mansión de Moscú; acostado en una cama, acoplado a un montón de aparatos. Una mascarilla me proveía de oxígeno, el dedo índice de mi mano derecha estaba conectado a un monitor que dibujaba mis latidos en una pantalla, e incluso noté, con sobresalto, que me habían colocado una sonda para colectar mis orinas. ¿Qué demonios me había sucedido? Lo último que recordaba…era. Algo oscuro aletea en el fondo mi memoria. Los latidos en el monitor se aceleraron bruscamente y la puerta de la habitación se abrió de golpe. Apresuradamente entró una mujer, vistiendo un traje de enfermera. Era alta y de cabello rojizo, joven y bastante bonita. Licia. Creo recordar que su nombre es Licia. Se acercó a mí a velocidad supersónica y al ver que estaba despierto lanzó un alarido de sorpresa qu
Arrugo el entrecejo. —Yelana la engañó. Le hizo creer que el dinero era para usarse de salvavidas. Que en caso de que los italianos, la policía o algún otro adversario tomara nuestros escondites y congelara nuestros activos esa cantidad serviría para mantener a la familia hasta que volviéramos a ponernos en pie.- explica Nikola, atropelladamente. —Tú lo sabías.- sollozó Milia, en lo que las lágrimas bañaban su pálido rostro.- no sé cómo lo descubriste, pero tú sabías que Yelana y yo éramos amantes y que yo había desviado todo ese dinero. Intentaste separarnos, a ella la enviaste a la hacienda de Quintanilla en Tijuana y planeaste que yo me interesara por otras mujeres. A tu manera y en silencio, aprobaste mi preferencia sexual, ¡y yo te traicioné, hermano! Milia se lanza al suelo a mis pies, besándolos y gimiendo dolorosamente. —¡Mátame! ¡Por favor, mátame! Ayúdame a aliviar esta culpa que no me deja vivir en paz. Toma venganza, limpia esta ofensa con mi muerte. Has conmigo como a
A Alexis se le secó la boca. Sus manos comenzaron a temblar y un dolor insoportable estalló en su cabeza, las compresas de su memoria se habían roto, devolviéndole un torrente de sucesos que había olvidado. Un torrente de sucesos que involucraban a dos mujeres dentro de un mismo cuerpo. No había estado equivocado la primera vez que había visto ese video. Alguien había asesinado a Ramonae Schwarz de la forma más fría y brutal posible. Debajo de su techo había tenido a una asesina. Una asesina silenciosa y letal. Un demonio disfrazado de ángel de luz. *** Club Církulus, Krasdar. Mis hombres se llevan a Nikolay al cuarto de atrás y los sigo, tomando a Sofía de la mano y tirando de ella…ya vi de lo que es capaz cuando golpeó a aquellos tres hombres con el b**e, ahora quiero saber si su maldad llega hasta ahí o da para más. Sentado en un butacón está el traidor, sudoroso y pálido, porque sabe que ha firmado su sentencia de muerte. La mano de ella tiembla en la mía por un instante,
Club Тринадцать:Bajé las escaleras, dejando la sala VIP como un demente.Sorteé la multitud de personas danzantes y sudorosas, llegando hasta el cretino que se restregaba contra el culo de mi esclava.De un puñetazo lo aparté, y mis hombres se lo llevaron rápidamente, sin embargo, la muy puta no pareció darse cuenta. Saltando y brincando como poseída, meneando la cabeza y despeinándose toda.Regresó a mover el culo y con una sonrisa cínica noté que se le había puesto más grande, más gordo, no sé. Comenzó a restregarse contra mí, como lo haría una perra en celo y me dieron unas ganas enormes de estrangularla allí mismo. Pero entonces, pensé en una venganza aún mejor, y me entretuve acariciando la tela de mi vestido con mis dedos a la altura de sus muslos.Metí la mano por debajo del dobladillo de su vestido y supe que hasta sus muslos estaban mojados.No pude contener el murmullo que salió de mi boca.Pero me propuse andarme con cuidado, si la niñata descubría que quién le rosaba el c